sábado, 28 de noviembre de 2020

200 años de Engels

 Este 28 de noviembre Engels cumple 200 años. Dudé sobre la forma de escribir su nombre, la práctica académica dice que debo poner Friedrich, el recuerdo que tengo de las primeras lecturas lo nombraban Federico. Federico Engels decía en aquella vieja edición de “Del socialismo utópico al socialismo científico”, era la época en que todos los nombres aparecían españolizados: Carlos Marx, Federico Engels, Nicolás Lenin. Eran los libritos de la Pequeña Biblioteca Marxista Leninista en que empecé a incursionar por las lecturas prohibidas tras el golpe de estado comandado por Onganía. Otras lecturas estaban tan prohibidas como aquellas, la “Libertadura” había puesto fuera de la ley los nombres de Perón, Evita y muchos más, tras el triunfo de la Revolución Cubana todo lo que dijeran Fidel o El Che también pasó a estar proscripto. Pero estamos en el bicentenario de Engels y quiero dedicar estas líneas a uno de los grandes forjadores de la teoría revolucionaria que estremeció al mundo a partir del siglo XIX.


Friedrich nació el 28 de noviembre de 1820 en Barmen (que hoy es un distrito de Wuppertal). Algunos biógrafos gustan destacar que su padre era un próspero industrial textil, que descendía de una familia tradicional afincada en la zona desde dos siglos antes. Tal vez sea más importante señalar que a pesar de su fortuna de origen desde muy joven Friedrich se comprometió con los intereses de los trabajadores. Como primogénito estaba destinado a participar activamente en la administración de la empresa de su padre, en 1837 debió interrumpir sus estudios secundarios para comenzar su formación en el negocio paterno. Al año siguiente viajó a Bremen, un importante centro de importación y exportación donde su padre tenía una fábrica.

Tenía 17 años cuando llegó a Bremen; al tiempo que continuaba con su formación comercial aprovechó para ampliar sus lecturas, en un ambiente cultural más liberal comenzó su práctica literaria. Al principio fueron poesías y ensayos, luego incursionó en la crítica social. En “Cartas de Wuppertal” describió la degradación de los trabajadores industriales alemanes y la explotación infantil en las fábricas. Las “Cartas…” aparecieron publicadas en 1839 bajo el seudónimo de Friedrich Oswald; al referirse a los niños diría que trabajaban desde los 6 años “respirando más gases de carbón y polvo que oxígeno”. Aquellas condiciones les condenaban a “verse privados de fuerza y de alegría de por vida, los que no caían presa del misticismo eran destruidos por el alcohol”.

En 1841 realizó su servicio militar en la Brigada de Artillería de Berlín y asistió como oyente a cursos de filosofía donde entró en contacto con los Jóvenes Hegelianos. Inicialmente se dedicó a la lectura de Hegel, luego amplió su horizonte de estudio con los materialistas franceses.

En el corazón del capitalismo

En noviembre de 1842 su padre lo envió a Manchester porque acababa de asociarse con un empresario neerlandés para operar una fábrica de tejidos en Inglaterra. Los mismos biógrafos que gustan referirse a la fortuna de su familia ponen igual empeño en describirlo como un hombre alto y elegante empeñado en seducir muchachas proletarias. Es posible que el joven Friedrich (entonces tenía 22 años) gustase de las aventuras galantes, pero más allá de la crítica puritana lo cierto fue que se dio tiempo para entrar en contacto con el movimiento obrero inglés y escribir una obra monumental que deslumbraría al propio Marx: La situación de la clase obrera en Inglaterra.

Aquel libro comenzaba con estas palabras:

“Trabajadores!

A vosotros dedico una obra en la que he intentado describir a mis compatriotas alemanes un cuadro fiel de vuestras condiciones de vida, de vuestras penas y de vuestras luchas, de vuestras esperanzas y de vuestras perspectivas.”

Su amistad con dos hermanas irlandesas, Mary y Lizzie Burns, fue importante para relacionarse con el activismo obrero inglés. Recorrió las barriadas donde vivían los trabajadores, entró en contacto con los cartistas y con los seguidores del socialista utópico Robert Owen.

Aunque estudió los documentos oficiales y no oficiales no era un conocimiento abstracto lo que le interesaba

“(…) Yo quería veros en vuestros hogares, observaros en vuestra existencia cotidiana, hablaros de vuestras condiciones de vida y de vuestros sufrimientos, ser testigo de vuestras luchas contra el poder social y político de vuestros opresores. He aquí cómo he procedido: he renunciado a la sociedad y a los banquetes, al vino y al champán de la clase media, he consagrado mis horas de ocio casi exclusivamente al trato con simples obreros; me siento a la vez contento y orgulloso de haber obrado de esa manera.”

No parece que la denominación de “gentleman comunista” que le dedica uno de sus biógrafos haga justicia a la titánica labor de Engels; lejos de dedicarse al disfrute de una vida apacible y regalada puso toda su energía al servicio de la clase obrera. En el caso puntual de la obra mencionada son los trabajadores ingleses los destinatarios de su esfuerzo, a lo largo de su vida serán los proletarios de todos los países.

“Yo espero haber aportado suficientes pruebas de que la clase media -pese a todo lo que se complace en afirmar- no persigue otro fin en realidad que el de enriquecerse por vuestro trabajo, mientras pueda vender el producto del mismo, y de dejaros morir de hambre, desde el momento en que ya no pueda sacar más provecho de este comercio indirecto de carne humana.”

Este era Engels ya antes de comenzar a trabajar junto a Marx, luego vendría el encuentro de 1844 en París donde intercambiarían ideas durante diez días. Como resultado de esas conversaciones surgiría La Sagrada Familia, pero todavía mucho más que eso, la asociación intelectual entre los dos grandes revolucionarios del siglo XIX.

martes, 10 de noviembre de 2020

Recuerdos del 5 de noviembre

 Este 5 de noviembre estuvo cargado de recuerdos; en 1975 falleció uno de los más grandes dirigentes sindicales argentinos: Agustín Tosco. Ese mismo día daba comienzo una verdadera epopeya militar solidaria sin parangón en la historia: La Operación Carlota. 30 años más tarde, el 5 de noviembre de 2005, los gobiernos progresistas de América Latina unían sus fuerzas para enterrar el proyecto norteamericano del ALCA.

Agustín Tosco, nuestro hermano mayor

Así lo definiría uno de sus discípulos al recordarlo en este 45 aniversario. El gran dirigente del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba fue un verdadero hermano mayor para toda una generación de militantes. Enseñó con su ejemplo no sólo la combatividad y el sacrificio, también la unidad y la solidaridad. En sus mensajes se destacaban frases como: “Unidad de trabajadores y estudiantes… de peronistas, radicales, comunistas, cristianos.” O, “Todos los trabajadores, piensen como piensen, tengan el color partidario que tengan, profesen la religión que profesen…”

Recordar a Agustín Tosco a través del homenaje de Rafael Flores es una buena oportunidad para reencontrarse con el ideario del Hermano mayor y también con el discípulo que formó parte de la Mesa de Gremios en Lucha de la provincia de Córdoba.

https://revistaharoldo.com.ar/nota.php?id=543

Operación Carlota

Ese fue el nombre en clave de la campaña militar de Cuba cuando el Imperialismo buscaba frustrar la independencia de Angola. Gabriel García Márquez escribió que “en los primeros días de la guerra, cuando la situación era urgente, Fidel Castro gastaría hasta catorce horas en la sala de comando del personal general, a veces sin comer o durmiendo, como si estuviera en el campo de batalla él mismo”.

Fidel explicaría la colaboración cubana en Angola diciendo: “¡Estamos cumpliendo un elemental deber internacionalista cuando ayudamos al pueblo de Angola! Simplemente aplicamos una política de principios. No nos cruzamos de brazos cuando vemos a un pueblo africano, hermano nuestro, que de repente quiere ser devorado por los imperialistas y es brutalmente atacado por África del Sur”.

El día 5 de noviembre Fidel se reunió con los primeros voluntarios. Les habló “sobre todo de la invasión sudafricana. Dijo que algunos de los instructores cubanos habían muerto, que la situación era difícil, que debíamos detener a los sudafricanos antes de que llegaran a Luanda y que muchos de nosotros no regresaríamos. Dijo que le era muy duro decir eso y no acompañarnos”, relató el oficial René Hernández Gattorno, uno de los dispuestos a participar en la misión internacionalista.

Así comenzó la operación militar que duraría 15 años y medio, el nombre elegido fue al mismo tiempo un homenaje a Carlota, una esclava negra muerta en 1843 al encabezar un alzamiento contra los esclavistas en Cuba.

Repasar el relato de García Márquez sobre el comienzo de la Operación Carlota es verdaderamente emocionante.

http://www.cubadebate.cu/especiales/2020/11/05/operacion-carlota/

No al ALCA

La idea de crear un Área de libre comercio de las Américas Nació durante la presidencia de George Bush padre. En la primera cumbre, en 1994, en Miami, ningún país se opuso. Tampoco hubo oposición cuatro años más tarde cuando la Cumbre de las Américas se reunió en Santiago; recién en 2001 la paz se vio alterada por la presencia de Hugo Chávez en Quebec. A pesar de la oposición del líder venezolano el proyecto parecía marchar hacia su concreción. En esa reunión Fernando de la Rúa quiso mostrarse como el más servil (“el lamebotas yanqui” lo había llamado Fidel) y propuso a Argentina como sede del próximo encuentro. Tal vez soñara con estar todavía al frente del gobierno… pero pasaron cosas.

Chávez ya no estaba solo, Lula había llegado al gobierno de Brasil, Néstor presidía Argentina, Tabaré Vázquez lo hacía en Uruguay y Fernando Lugo en Paraguay. Era el Mercosur más Venezuela moviéndose en bloque para enfrentar el proyecto imperialista. Ese sábado 5 de noviembre el ALCA fue enterrado en Mar del Plata. Casi parece como una aplicación práctica de los postulados de Agustín Tosco que recordábamos más arriba. Entre quienes se opusieron al proyecto norteamericano estaban revolucionarios de izquierda, líderes llamados populistas, gobernantes calificados como reformista.

En un trabajo publicado en este blog “dijimos que era uno de nuestros objetivos mostrar similitudes y coincidencias entre los procesos definidos como de izquierda y los llamados populismos. Entre esos puntos comunes mencionamos el mejoramiento de las condiciones de vida de la población, la búsqueda de una mayor inclusión social y la redistribución progresista de los ingresos. Señalamos que cada proceso siguió caminos propios, alguno con un mayor grado de radicalidad, otros más acotados dentro de los parámetros del capitalismo. La cercanía de objetivos los enfrentó a enemigos comunes, como las fuerzas oligárquicas y el imperialismo. Mostramos que en épocas recientes esos enemigos unificaron de modo inequívoco a izquierdistas y populistas, englobando a ambos bajo la denominación de “populismo radical”, Tercera ola populista o populismo de izquierda”.

“Dirigentes revolucionarios de izquierda como Fidel Castro y Hugo Chávez, por nombrar a los dos más destacados del último medio siglo, no vacilaron en brindar su entusiasta apoyo a gobiernos que podían ser considerados reformistas o populistas. En su momento el líder cubano respaldó decididamente a Salvador Allende y su vía pacífica al socialismo, como también lo hizo con los movimientos patrióticos y nacionalistas de Juan Velasco Alvarado en Perú, Omar Torrijos en Panamá, Jaime Roldós en Ecuador y Juan José Torres en Bolivia. El comandante venezolano no sólo siguió los pasos de Fidel, puso su mayor empeño en desarrollar la Alternativa Bolivariana para las Américas, pero también estableció las mejores relaciones con dirigentes que no se sumaron a aquel proyecto. Eso posibilitó que el 5 de noviembre de 2005, en Mar del Plata, junto a Néstor Kirchner y Luiz Inácio Lula da Silva pudiera decir que habían enterrado el ALCA, mientras un George Bush desorientado se despedía del presidente argentino diciéndole: “Estoy un poco sorprendido. Acá pasó algo que no tenía previsto”.”

https://javiernieva.blogspot.com/2020/07/sobre-populismo-y-antipopulistas-8.html


El enemigo no tiene dudas a la hora de enfrentarnos, sería bueno que nosotros tampoco tuviéramos dudas a la hora de unirnos.