viernes, 16 de octubre de 2020

Caída del Che, demasiado doloroso para creerlo

 Ya había llegado la noticia sobre la caída del Che, y todos habíamos leído aunque más no fuera la versión aparecida en los diarios sobre el informe de Fidel. Poco después el boletín de una organización amiga reprodujo el texto completo tomando como fuente lo publicado en Granma: esta vez era verdad.

Recuerdo una reunión con compañeros de militancia, uno de ellos expuso una teoría fantasiosa y voluntarista. Sostenía la hipótesis de que el Che estaba vivo, que no había sido capturado sino que el caído era otro compañero muy parecido. Fidel, sabiendo eso, había simulado dar crédito a la información con el objetivo de que se relajaran las operaciones militares. Si eso ocurría, el grupo guerrillero podría romper el cerco.

Vista desde el presente la hipótesis de aquel compañero resulta pueril, pero puesta en su contexto la obstinación negacionista era comprensible. El Che era demasiado importante para todos los que queríamos construir un mundo más justo. Era mucho más que una referencia, era un símbolo que se trascendía a sí mismo. Tantas veces se había hablado de su muerte que cualquiera de nosotros habría descreído de la información si la Revolución Cubana no la hubiese confirmado.

Para dar una idea de cómo se vivía la noticia en ese momento vale el siguiente ejemplo: el padre y un hermano del Che habían viajado a Bolivia, al no poder ver directamente el cadáver se negaban a aceptar la versión de su muerte. El mismo Fidel, en ese discurso del 15 de octubre comentaba la situación, pero aunque comprendía la incredulidad de los familiares, no podía dejar de informar la verdad al pueblo cubano y a todos los amigos de la Revolución.

Aprovecho para hacer una digresión. Son curiosas las múltiples lecturas o interpretaciones que podemos hacer de una misma realidad. Allí pesan nuestras convicciones, experiencias y deseos personales; hablamos de objetividad, pero cada vez que nos situamos frente a un acontecimiento y lo analizamos lo hacemos con toda la carga de creencias que hemos acumulado a lo largo de nuestra vida. Llegamos con una suerte de pre-juicio, un juicio previo, una manera de ubicarnos frente a los acontecimientos, y a eso lo llamamos tener un punto de vista.

Pero no analizamos sólo para nosotros, también lo hacemos para quienes nos rodean, queremos trasmitirles nuestras conclusiones, argumentamos tratando de ser convincentes. Fundamentamos nuestra creencia apoyándonos en otras creencias que pensamos válidas, que suponemos son compartidas por quienes nos escuchan. Allí, además de razonamientos más o menos lógicos, también pesan nuestros deseos y los deseos que suponemos en los otros. En el caso de aquel compañero que sostenía la hipótesis de que Che no había muerto, tal vez no pesara tanto una convicción sino un deseo. Y quienes lo escuchamos, tanto los que se esperanzaron con su argumento como los que lo rechazamos, en el fondo deseábamos que estuviera en lo cierto.

Vuelvo a aquel informe de Fidel al pueblo cubano y a todos los pueblos del mundo. Sigue siendo de enorme valor, al menos quiero incluir algunos pasajes.

Informe de Fidel al pueblo

(Fragmentos)

(…) Sin embargo, se nos planteaba a la vez una cuestión delicada: los familiares del “Che” en la Argentina al encontrarse con una serie de cosas extrañas, tal como la noticia de que había sido enterrado el cadáver, inmediatamente después la noticia de que había sido incinerado el cadáver, el lógico que en tales circunstancias cualquier familiar naturalmente tienda a considerar que se trata de una absoluta falsedad. Eso es muy natural y lógico.

Sin embargo, ya nosotros habíamos arribado a la más completa seguridad. Y no quisimos tampoco dar esta opinión sin antes hacerla llegar a los propios familiares a través de amigos comunes que mantienen alguna comunicación periódica con ellos, la noticia acerca de la opinión que nosotros teníamos. Y pudimos percatarnos además, saber, que aun en estos instantes el padre y los familiares en general consideran absolutamente falsa la noticia.

Si se hubiese tratado de una cuestión solo personal pues incuestionablemente que nosotros no habríamos insistido o no daríamos públicamente una opinión que es contradictoria con la opinión de ellos. Pero es que se trataba de un problema de gran trascendencia pública en todo el mundo, y además de una cuestión que a nuestro pueblo le toca también muy de cerca, y nosotros teníamos el deber de dar nuestra opinión.


Si en nuestro criterio existiera una mínima duda, nuestro deber era expresar esa mínima duda; si en nuestro criterio era falsa la noticia, nuestro deber era expresar que era falsa la noticia; si en nuestro criterio era verídica la noticia se prestaban distintas cuestiones a considerar.

Podía pensarse que resultaba, en primer lugar, doloroso el tener que emitir un juicio según el cual una noticia procedente de un gobierno oligárquico y reaccionario, despótico, opresor de su pueblo, aliado al imperialismo, enemigo de la revolución, nos veríamos nosotros en la situación de tener que avalar y que afirmar la veracidad de esa noticia. Creo que para cualquier revolucionario eso es siempre doloroso.

Igualmente se podría plantear otra consideración: si el hecho de que la noticia se mantuviera en la duda podía ser de alguna utilidad. Sin embargo, cualquiera que fuesen las circunstancias, aun cuando lo noticia, el hecho de permanecer en la duda, se hubiese considerado beneficioso de alguna manera, nosotros no por ello habríamos dejado de decir la verdad. Creemos incluso que en ningún sentido es beneficioso, pero pongo la hipótesis tal y como nosotros nos la planteábamos.

Si algún beneficio se pudiese lograr de la duda, nunca han sido armas de la revolución, la mentira, el miedo a la verdad, la complicidad con cualquier ilusión falsa, la complicidad con cualquier mentira. Nosotros no podíamos bajo ningún concepto y bajo ninguna circunstancia, y teniendo sobre todo en cuenta la confianza de todos los revolucionarios del exterior, y muy especialmente también la confianza de nuestro pueblo que siempre ha tenido la más completa seguridad de que nunca se le mentía, y que, cuando una verdad deba ser expresada públicamente, esa verdad será públicamente expresada siempre.


Y en el pueblo muchas personas, a medida que llegan las noticias, esperaban siempre que el gobierno revolucionario y el partido, su partido, les expresasen qué había de verdad o qué había de mentira. Por tanto, nosotros en cualquier circunstancia considerábamos nuestro deber exponer nuestro criterio, aunque – como decía- solo una circunstancia hacía particularmente delicado esto y era con relación a la opinión sustentada y expuesta, incluso públicamente, por los familiares del Comandante Ernesto Guevara en la Argentina. Nosotros esperamos que ellos comprendan que, por doloroso que resulte tener que hacer esta exposición, no hay ninguna indelicadeza, ni mucho menos desconsideración a ellos.



Y nosotros creemos sinceramente y opinamos que, aunque el deber de decir la verdad está por encima de que pueda convenir o no pueda convenir -y esa era nuestra actitud-, debemos expresarles a los revolucionarios cual es nuestra convicción, nuestra absoluta seguridad, nuestra evaluación de la noticia y, además, esté alerta para que no pueda el imperialismo utilizar la duda en su beneficio, para que no pueda el imperialismo utilizar la duda y llevar a la inacción, a la incertidumbre.

Porque incluso es posible que el hecho de que no exista en muchos revolucionarios la convicción, o exista la duda sobre la noticia, puede haberlos inhibido de expresarse, porque ningún revolucionario mientras tiene una esperanza acepta una noticia de esta índole. Y nosotros sabemos que los revolucionarios tienen confianza en la Revolución Cubana.


Los revolucionarios tienen en todo el mundo una verdadera confianza en la palabra de la Revolución Cubana. Y nosotros hemos venido, una vez más, a hacer buena esa confianza, a hacer valedera esa fe que tienen en la honradez a ultranza de esta revolución. Y por amargo que resulte, por doloroso incluso cuando circunstancias como las que exponía se presentan de dudas entre familiares allegados, no tengamos vacilación en cumplir ese deber. Pero además, ¿qué sentido tendría para los revolucionarios mantener ilusiones falsas?

¿Qué se ganaría con ello? ¿Es acaso que los revolucionarios no debemos ser los más preparados para todas las circunstancias, para todas las vicisitudes, para todos los reveses incluso? ¿Es que acaso la historia de las revoluciones o de los pueblos revolucionarios se ha caracterizado por la ausencia de golpes duros? ¿Es que acaso los verdaderos revolucionarios no son los que se sobreponen a esos golpes, a esos reveses y no se desalientan? ¿Es que acaso no somos los revolucionarios precisamente los que pregonamos el valor de los principios morales, el valor del ejemplo? ¿Es que no somos acaso los revolucionarios los que creemos en la perdurabilidad de la obra de los hombres, de los principios de los hombres? ¿Es que no somos los revolucionarios los primeros que empezamos por reconocer lo efímero de la vida física de los hombres y lo perdurable y duradero de las ideas, la conducta y el ejemplo de los hombres, si ha sido el ejemplo el que ha inspirado y ha guiado a los pueblos a través de la historia?



Y no debemos perder tiempo, ni permitir que los enemigos de la ideología, los enemigos de la revolución, asuman una ofensiva ideológica ni asuman una ofensiva sicológica para desalentar al movimiento revolucionario, sino que partiendo de la verdad y del reconocimiento de la verdad, y convirtiendo ese ejemplo en fuerza invencible, el movimiento revolucionario siga adelante, más firme y más decidido que nunca.

He cumplido con esta amarga tarea. No es tal vez un análisis absolutamente exhaustivo, pero baste decir que nosotros, analizando todo, absolutamente todo, todos nosotros, todos los dirigentes de la revolución, todos los que conocemos íntimamente la personalidad del CHE, todos hemos llegado de una manera unánime y sin la menor duda a esta misma conclusión que les he expresado.



Acuerdo del Consejo de Ministros

En el día de hoy se reunió el Consejo de Ministros y adoptó el siguiente acuerdo:

“Por cuanto: El heroico Comandante Ernesto Guevara murió combatiendo por la liberación de los pueblos de América al frente del Ejército de Liberación de Bolivia”.

“Por cuanto: El pueblo de Cuba recordará siempre los extraordinarios servicios que prestó el Comandante Ernesto Guevara, tanto en nuestra guerra liberadora, como en la consolidación y avance de nuestra Revolución”.

“Por cuanto: Su conducta encarna el sentimiento internacionalista que inspira la lucha solidaria de los pueblos”.

“Por cuanto: Su infatigable actividad revolucionaria, que no reconocía fronteras, su pensamiento comunista y su inquebrantable decisión de luchar hasta vencer o morir en favor de la liberación nacional y social de los pueblos del continente y contra el imperialismo, constituyen un ejemplo de convicción y heroísmo revolucionarios, que deberá perdurar imperecederamente”.

“Por cuanto: El Consejo de Ministros acuerda lo siguiente:

1º) Que durante treinta días a partir de este acuerdo, la bandera nacional se izará a media asta, y durante tres días, desde las doce de la noche de hoy, se suspenderán absolutamente todos los espectáculos públicos.

2º) Se declara como fecha de recordación nacional el día de su heroica caída en combate, quedando instituido a tal efecto el 8 de octubre como “Día del Guerrillero Heroico”.

3º) Se efectuarán cuantas actividades sean conducentes para perpetuar, en el recuerdo de las futuras generaciones, su vida y su ejemplo”.


Del Comité Central del Partido

A la vez, el Comité Central de nuestro Partido [ilegible].

1º) Crear una Comisión integrada por los comandantes Juan Almeida, Ramiro Valdés, Rogelio Acevedo y Alfonso Zayas, presidida por el primero de los mencionados compañeros, para orientar y dirigir todas las actividades encaminadas a perpetuar la memoria del Comandante Ernesto Guevara.

2º) Convocar al pueblo el próximo miércoles 18 de octubre a las 8 de la noche, para efectuar una velada solemne en la Plaza de la Revolución, a fin de rendir tributo al inolvidable y heroico luchador caído en combate”.


¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!


"Ha muerto el Comandante Ernesto Che Guevara"

La noticia estremeció al mundo, el dolor compartido se convirtió en homenaje y compromiso. El mismo dolor y el mismo compromiso se extendió por el mundo, los oídos receptivos se multiplicaron, miles de manos se levantaron para empuñar la rebeldía. Él lo había reclamado en su mensaje desde tierra boliviana:

“En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas…”

Toda su acción había sido un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del género humano. No hubo rincón de la tierra donde ese clamor no fuese escuchado, No hubo fuerza popular que se sintiese ajena a esa convocatoria. Por encima de las fronteras territoriales, por encima de las diferencias religiosas o partidarias estuvo la fuerza de su ejemplo. Puede ser justo cerrar esta nota con la carta de quien en ese momento le rindió homenaje y se hizo eco de su mensaje.

Carta de Perón al Movimiento Peronista

Compañeros:

Con profundo dolor he recibido la noticia de una irreparable pérdida para la causa de los pueblos que luchan por su liberación. Quienes hemos abrazado este ideal, nos sentimos hermanados con todos aquellos que, en cualquier lugar del mundo y bajo cualquier bandera, luchan contra la injusticia, la miseria y la explotación. Nos sentimos hermanados con todos los que con valentía y decisión enfrentan la voracidad insaciable del imperialismo, que con la complicidad de las oligarquías apátridas apuntaladas por militares títeres del Pentágono mantienen a los pueblos oprimidos.

Hoy ha caído en esa lucha, como un héroe, la figura joven más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica: ha muerto el Comandante Ernesto “Che” Guevara.

Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros, quizás el mejor: un ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de sacrificio, renunciamiento. La profunda convicción en la justicia de la causa que abrazó, le dio la fuerza, el valor, el coraje que hoy lo eleva a la categoría de héroe y mártir.

He leído algunos cables que pretenden presentarlo como enemigo del peronismo. Nada más absurdo. Suponiendo que fuera cierto que en 1951 haya estado ligado a un intento golpista, ¿qué edad tenía entonces? Yo mismo, siendo un joven oficial, participé del golpe que derrocó al gobierno popular de Hipólito Yrigoyen. Yo también en ese momento fui utilizado por la oligarquía. Lo importante es darse cuenta de esos errores y enmendarlos. ¡Vaya si el “Che” los enmendó!

En 1954, cuando en Guatemala lucha en defensa del gobierno popular de Jacobo Arbenz ante la prepotente intervención armada de los yanquis, yo personalmente di instrucciones a la cancillería para que le solucionaran la difícil situación que se le planteaba a ese valiente joven argentino; y fue así como salió hacia México.

Su vida, su epopeya, es el ejemplo más puro en que se deben mirar nuestros jóvenes, los jóvenes de toda América Latina.

No faltarán quienes pretendan empalidecer su figura: el imperialismo, temeroso del enorme prestigio que ya había ganado en las masas populares; otros, los que no viven las realidades de nuestros pueblos sojuzgados. Ya me han llegado noticias de que el Partido Comunista Argentino, solapadamente, está en campaña de desprestigio. No nos debe sorprender, ya que siempre se ha caracterizado por marchar a contramano del proceso histórico nacional. Siempre ha estado en contra de los movimientos nacionales y populares. De eso podemos dar fe los peronistas.

La hora de los pueblos ha llegado y las revoluciones nacionales en Latinoamérica son un hecho irreversible. El actual equilibrio será roto porque es infantil pensar que se pueden superar sin revolución las resistencias de las oligarquías y de los monopolios inversionistas del imperialismo.

Las revoluciones socialistas se tienen que realizar; que cada uno haga la suya, no importa el sello que ella tenga. Por eso y para eso, deben conectarse entre sí todos los movimientos nacionales, en la misma forma en que son solidarios entre sí los usufructuarios del privilegio. La mayoría de los gobiernos de América Latina no van a resolver los problemas nacionales sencillamente porque no responden a los intereses nacionales. Ante esto, no creo que las expresiones revolucionarias verbales basten. Es necesario entrar a la acción revolucionaria, con base organizativa, con un programa estratégico y tácticas que hagan viable la concreción de la revolución. Y esta tarea, la deben llevar adelante quienes se sientan capaces. La lucha será dura, pero el triunfo definitivo será de los pueblos.

Ellos tendrán la fuerza material circunstancialmente superior a las nuestras, pero nosotros contamos con la extraordinaria fuerza moral que nos da la convicción en la justicia de la causa que abrazamos y la razón histórica que nos asiste.

El peronismo, consecuente con su tradición y con su lucha, como Movimiento Nacional, Popular y Revolucionario, rinde su homenaje emocionado al idealista, al revolucionario, al Comandante Ernesto “Che” Guevara, guerrillero argentino muerto en acción empuñando las armas en pos del triunfo de las revoluciones nacionales en Latinoamérica.


Juan Domingo Perón

Madrid, 24 de octubre de 1967

miércoles, 14 de octubre de 2020

Cuando las 62 Organizaciones y los 32 Gremios "democráticos" se reunieron con Aramburu

 En 1955 el gobierno constitucional de Juan Domingo Perón fue derrocado por un golpe de estado. En un primer momento la figura de consenso entre los golpistas fue el general Eduardo Lonardi, quien asumió como presidente provisional el 23 de septiembre, y que a su vez sería derrocado antes de haber cumplido dos meses en el gobierno. Su hija, Marta Lonardi, recordaría que en su discurso de asunción pronunció palabras conciliadoras tales como: “sepan los hermanos trabajadores que comprometemos nuestro honor de soldados en la solemne promesa de que jamás consentiremos que sus derechos sean Cercenados”. Cooke le dedicaría este juicio:

“Intentaba una conciliación imposible: nacionalismo e imperialismo, Plan Prebisch y paternalismo hacia los obreros, unión del frente antiperonista y tentativas de captar a la masa peronista depurándola de la influencia de Perón”.

El conciliador discurso de Lonardi fue correspondido por la dirigencia cegetista aconsejando a sus representados la más absoluta calma y que “cada trabajador continuara en su puesto por el camino de la armonía”. En la reunión que el nuevo presidente mantuvo con los representantes sindicales aseguró que su gobierno respetaría las medidas de justicia social que habían sido alcanzadas, y que también sería respetada la integridad de la CGT y de las organizaciones que la formaban. La designación del abogado de la UOM, Luis Cerruti Costa, como ministro de Trabajo, fue presentada como una muestra de la buena disposición gubernamental hacia el sector obrero.

Una de las primeras medidas del nuevo ministro fue ordenar que se reabriesen los locales sindicales que habían sido copados por grupos antiperonistas. En forma recíproca la conducción de la CGT renunció en pleno, y en su lugar fue designado un triunvirato provisional integrado por el textil Andrés Framini, el lucifuercista Luis Natalini y Dante Viel de Empleados Públicos. El gobierno aceptó el pedido de normalizar las organizaciones sindicales y se firmó un acuerdo para convocar a elecciones en todos los gremios en el lapso de 120 días.

Por un lado el gobierno procuraba contemporizar con la dirigencia peronista de los sindicatos, y al mismo tiempo no quería disgustar a los comandos civiles que reclamaban el desplazamiento de todos los dirigentes peronistas en el movimiento obrero. La decisión de devolver los sindicatos ocupados a sus legítimas autoridades fue desacatada por los comandos civiles en la mayoría de los casos, y el Ministerio de Trabajo se mostró impotente para hacer cumplir sus propias resoluciones.

El 13 de noviembre Lonardi fue obligado a dimitir. Aramburu asumió la presidencia y manifestó su negativa a cumplir con las garantías que se habían dado a los trabajadores. La CGT llamó a la huelga a partir del día 14, el gobierno declaró ilegal la huelga y el día 16 intervino la CGT y todos los sindicatos asociados, fueron depuestas y encarceladas las autoridades sindicales, como interventor en la central obrera se nombró a un capitán de navío –Alberto Patrón- hasta el apellido del interventor parecía una declaración de principios. Aquel decreto llevaba las firmas de Aramburu y Rojas, del ministro de Trabajo, Raúl Migone, y de los ministros de Ejército, Marina y Aeronáutica: Arturo Ossorio Arana, Teodoro Hartung y Ramón Abrahín.

El paso siguiente fue disolver todas las Comisiones internas, y difundir comunicados amenazantes como el que señalaba que todo el que persistiera en perturbar el orden público sería “detenido y confinado, conforme a expresas facultades otorgadas por el Estado de Sitio”.

En abril de 1956 se promulgó el decreto 7.107 proscribiendo, entre otros, a todos los que hubiesen sido dirigentes en la CGT o los sindicatos entre febrero de 1952 y septiembre de 1956. La proscripción se hizo extensiva a los sindicalistas que hubiesen participado del Congreso cegetista de 1949, cuando se modificaron los estatutos de la central y se la declaró “fiel depositaria de la Doctrina Peronista”.

Después de esta tanda proscriptiva Aramburu se sintió lo suficientemente seguro como para anunciar en su mensaje del 1º de mayo que el movimiento sindical argentino sería normalizado en 150 días. Entre agosto y octubre se hicieron las elecciones para designar comisiones internas en los gremios, y los primeros comicios para normalizar los sindicatos fueron en octubre. En febrero de 1957 se volvió a votar para regularizar las federaciones. Luego de las elecciones en los distintos sindicatos debía realizarse la normalización de la CGT, el interventor convocó a Congreso Extraordinario que comenzó el 26 de agosto de 1957, pero las deliberaciones quedaron interrumpidas a poco de haberse comenzado.

Un grupo de delegados congresales se retiró por discrepar con el informe de la comisión de poderes, luego comenzaron negociaciones para tratar de reconciliar a las partes enfrentadas que en un primer momento fueron definidos como “Los que se quedaron” y “Los que se retiraron”. Los que se quedaron eran mayoría y poco después adoptarían el nombre de “62 Organizaciones”, los que se retiraron del congreso pasarían a definirse como “32 Gremios Democráticos”. Obviamente el Congreso quedó fracturado y pasarían algunos años antes de que la CGT fuera normalizada.

La huelga de los Telefónicos y la solidaridad de los dos nucleamientos

En notas anteriores comenté que los Telefónicos se encontraban en conflicto desde el 27 de agosto de 1957, y que ese conflicto se había transformado en huelga a partir del 18 de septiembre (https://javiernieva.blogspot.com/2020/09/la-huelga-telefonica-de-1957.html). En un comunicado decía FOETRA:

“La continuación de la huelga general, con la disciplina que lo caracteriza, demuestra fehaciente y terminantemente, que el gremio telefónico, firme, unido y disciplinado se mantiene actualmente como vanguardia de la clase trabajadora en la concreción de las reivindicaciones sociales”.

La afirmación de que los telefónicos estaban a la vanguardia de la clase trabajadora podía parecer, en otras circunstancias, un simple recurso retórico. Pero en ese momento los dos nucleamientos en que se encontraba dividida la clase obrera coincidían en asignarle ese rol. Esto habla de un buen manejo por parte de la dirección de la Federación y, también, de un correcto comportamiento de todos los sectores internos del gremio. La cercanía del secretario general del Sindicato Buenos Aires con los dirigentes de “Los 32 gremios democráticos” le abrían algunos canales de diálogo con el gobierno. Sin embargo en esas oportunidades mantuvo con firmeza el reclamo de aumento salarial y la revisión de las sanciones del gobierno militar contra los telefónicos. Por su parte el Secretariado Nacional de FOETRA conseguía que ese apoyo de “Los 32” no se transformara en rechazo de “Las 62 Organizaciones”. Prueba de ello se encuentra en la declaración hecha por este nucleamiento el 26 de septiembre:


La lucha librada en este momento por telefónicos y telegrafistas no son sino las escaramuzas de avanzada con que la oligarquía antinacional pretende provocar al obrerismo argentino. De su resultado depende la suerte futura de todos los trabajadores; una derrota de telefónicos y telegrafistas significará en realidad, una derrota para toda la clase obrera organizada”.


La dictadura siguió endureciendo su posición y el 4 de octubre se realizaron una serie de reuniones en la Casa de Gobierno. Los nombres y los cargos de varios de los participantes pueden resultar hoy desconocidos, en ese momento causaban inquietud.

Ofició de dueño de casa el general Aramburu, a su lado se situó el contralmirante Isaac Rojas. Rodeando la mesa se ubicaron el jefe del estado mayor del Ejército, general Luis Leguizamón Martínez; el jefe del estado mayor Naval, contralmirante Jorge Perrén; el jefe del estado mayor de la Fuerza Aérea, comodoro Anselmo Simois; el secretario de Informaciones del estado, general Juan Carlos Cuaranta; el interventor de la Confederación General del Trabajo, capitán de navío Alberto Patrón Laplacette, y el presidente de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones , capitán de navío Ramón Casanova.

Simultáneamente en el Ministerio del Interior estuvieron el subjefe de la Policía Federal, capitán de fragata Aldo Molinari, y el jefe de coordinación policial, coronel Eugenio Schettini.

Después de las 18 se realizó otra reunión en Casa de gobierno en la que, junto a Aramburu y Rojas, estuvieron los ministros de las fuerzas armadas, el jefe de la Policía Federal, contralmirante José Antonio Dellepiani, el jefe de la Policía de la provincia de Buenos Aires, teniente coronel Desiderio Fernández Suárez, el interventor federal en la provincia, coronel Emilio Bonnecarrere, el secretario de Informaciones del estado, el director de Coordinación Federal, capitán de corbeta Pedro H. Messina, y jefes de los servicios de inteligencia del gobierno.

Cerca de la medianoche se informó de la implantación del estado de sitio en Capital Federal y Provincia de Buenos Aires, ya para entonces se habían producido alrededor de 200 detenciones, la cuarta parte eran trabajadores telefónicos. La firmeza de los trabajadores frente a la ferocidad del régimen despertó nuevas simpatías en el movimiento obrero y ocurrió algo que hubiese sido impensado unos días antes. Los dos grandes nucleamientos en que había quedado partido el Congreso cegetista decidieron ponerse de acuerdo para gestionar una entrevista conjunta con el general Aramburu.


La reunión se realizó en Casa de Gobierno el jueves 10 de octubre, cada sector concurrió con 10 representantes; por entonces no eran muchas las mujeres destacadas en la actividad sindical, hubo una sola figura femenina en la delegación que llegó a la Casa Rosada, lo hizo en representación de los telefónicos, y aunque fue contabilizada como parte de los 32, se aclaró que contaba con el respaldo de los dos nucleamientos.

Aramburu se sentó en la cabecera de la gran mesa del Salón de Acuerdos. A su derecha se ubicó el coronel Peralta; el ministro de trabajo, Tristán Guevara y los representantes de los 32 Gremios: Norma Ciorciari, de FOETRA; Martín Ibáñez, de la Unión Ferroviaria; Armando March, de Empleados de Comercio; Braulio Núñez, de FONIVA; Riego Rivas, de FATI; Gustavo Suárez, de Municipales; Augusto Guibourg, de Bancarios; Roberto Canoniero, de Locutores; Tobías García, de Papeleros y Héctor J. Ares, del Personal Civil de la Nación.

A la izquierda se colocaron el jefe de la Casa militar; el ministro de industria y comercio, Julio César Cueto Rúa, y los representantes de las 62 Organizaciones: Juan Carlos loholaberry, Textil; Pedro Conde Magdaleno, de Panaderos; José Miguel Zárate, de Construcción; Artemio Agustín Patiño, del Tanino; Vicente Mareschi, de Madereros; Héctor Dente, de Metalúrgicos; Manuel Tarullas, de Unión Tranviaria Automotor; Alberto Lema, de Luz y Fuerza; Jorge Álvarez, de Sanidad y Eleuterio Cardozo, de la Carne.

En el comienzo de la reunión el primero en hablar fue Armando March, dirigente de Empleados de comercio y de los 32 Gremios, quien destacó como auspicioso que estuvieran presentes los representantes de distintos sectores gremiales. Y tras las formalidades introductorias dijo:

“Existe un gremio que se debate en una huelga prolongada a la que todos le prestamos nuestro solidario apoyo, gremio que viene representado en esta circunstancia por la única compañera, la señorita Norma Ciorciari, a invitación de los dos sectores que hoy están aquí presentes. Este hecho de que ninguno podamos atribuirnos a esa Organización de justificada combatividad, está diciendo que cuando la clase trabajadora tiene necesidades todos ponemos el hombro para tratar de que las dificultades existentes sean superadas”.

El segundo en intervenir fue Eleuterio Cardozo, dirigente de la Federación de la Carne y de las 62 Organizaciones. Reseñó los cinco puntos que llevaban a la reunión:

“Aumento general de sueldos, libertad de los presos sindicales y levantamiento del estado de sitio, derogación del decreto 824 de congelamiento de salarios, derogación del decreto 10.596 que limita el derecho de huelga, inmediata solución de los conflictos de telefónicos, telegrafistas, FONIVA y demás gremios”.

Norma Ciorciari, única mujer que integraba la delegación, agradeció la solidaridad de los dos nucleamientos a la lucha de los Telefónicos, y presentó esa coincidencia como un anticipo de la deseada reunificación de todos los trabajadores:

“Antes que nada, como un anticipo de la unidad definitiva de los trabajadores argentinos, celebro los puntos de coincidencia registrados en esta reunión. Asimismo, nos complace que de común acuerdo se haya permitido a FOETRA hacer oír su voz en esta oportunidad”.

Ella recordó que venían insistiendo con la propuesta de una reunión en la que estuvieran representantes de la empresa, de las autoridades nacionales y de los trabajadores, porque FOETRA no estaba en la calle por un mero capricho de dirigentes.

“En todas las reuniones hemos tratado de plantear soluciones (…) y solamente hemos escuchado esa campana de las 35 horas a las 44 horas. Las 35 horas que sostienen y defienden los telefónicos es una conquista y no un capricho de un funcionario; es una conquista que llevó a los telefónicos 20 años de lucha por su condición de trabajo insalubre”.

Ejemplificó con el trabajo desarrollado por los compañeros en las cámaras subterráneas, con las tareas de las operadoras de Tráfico, “14 mil mujeres en todo el país (…) que en el mismo mes de diciembre tenemos que trabajar con estufas y ventilación”. Le recordó a Aramburu que en un principio el ministro de comunicaciones había dicho que el horario no se tocaría; “ahora nos encontramos con que el primer punto que quiere discutirse es el de los horarios”. Y reiteró que los telefónicos habían salido a la lucha “por la reincorporación de cesantes y por un aumento que consideramos necesario”. Mirándolo a la cara le dijo:

“La insensibilidad de la empresa se pone de manifiesto a cada instante, hasta tal punto que anteayer se nos dijo que usted esperaba solamente 45 minutos para solucionar este conflicto o en su defecto pondría en práctica medidas drásticas. Nosotros entendemos que no es esa la solución. Pensamos que el problema telefónico debe resolverse con soluciones positivas, efectivas y de inmediato”.

Nosotros queremos que se nos respete y que no se diga que la conquista de las 35 horas es una herencia de ningún funcionario. Es una conquista legítimamente recuperada por el gremio telefónico”.


Toda la exposición de Norma Ciorciari fue respetuosa pero firme, hasta cuando citó un comunicado de FOETRA:

“Esta mañana hemos leído un comunicado referente a la huelga de los telefónicos y hablaré con la sinceridad que nos ha pedido el señor presidente.

En ese comunicado se dice que cuando una empresa anda mal un día, puede ser por culpa de los obreros, si anda mal un mes, los jefes son los responsables; pero si la compañía no anda bien un año, entonces debe desaparecer su directorio. Juzgue y medite lo que le decimos, es la impresión de todo el gremio telefónico.

No estamos contra nadie, queremos colaborar con la Nación, ponemos nuestro esfuerzo con los conocimientos que tenemos en materia telefónica. Lo que no queremos es que en esta circunstancia se trate de colocar de rodillas a un gremio que vive de pie”.

Había sido irónica al argumentar sobre la inconsistencia del planteo patronal para aumentar la productividad: en el Departamento de Tráfico, aunque se pagara más “no podríamos hablar más rápido”. También lo fue al ridiculizar la pretensión de recalificación del personal: “¿Cómo exigir una calificación si los jefes no saben calificar? Eso no es culpa nuestra, nosotros no los nombramos”.

A diferencia de lo que había ocurrido con otros dirigentes que hablaron ante que ella, Ni Aramburu ni ninguno de los funcionarios que lo asistían la interrumpió con preguntas ni hizo comentarios cuando finalizó. Desde el punto de vista argumental tal vez se sentían desbordados, pero el conflicto se venía desarrollando desde hacía un mes y medio y no era porque los trabajadores carecieran de razones justas.

Tan justa era esa lucha que las profundas diferencias ideológicas y políticas entre Las 62 Organizaciones y Los 32 Gremios fueron dejadas de lado para ponerse junto a los Telefónicos aquel día de octubre de 1957.

jueves, 8 de octubre de 2020

A diez años del intento golpista en Ecuador (2)

 Aproximadamente a las 8 de la mañana del jueves 30 de septiembre se inició el alzamiento de la policía ecuatoriana. Poco después toda la dirigencia política del continente se encontraba en estado de máxima alerta. El recuerdo de lo ocurrido en Honduras el año anterior no dejaba margen para dudas y vacilaciones, había que hacer algo y hacerlo pronto. El organismo natural para enfrentar la situación era la Unión de Naciones Suramericanas, pero el presidente protémpore de la UNASUR era Rafael Correa y en ese momento se encontraba secuestrado por los golpistas.

Ese día Cristina tenía previsto viajar a Entre Ríos para el acto de licitación de la ruta Paraná-Concordia; delegó esa tarea en Néstor y se quedó en Buenos Aires. Como ella misma dijera a la prensa: “estuve todo el día prendida a los teléfonos, no paré de hablar (…) era comunicarnos entre unos y los otros todo el tiempo”. Como resultado de esas comunicaciones se acordó la convocatoria conjunta a una reunión extraordinaria de los mandatarios suramericanos. En un primer momento se pensó en que todos se trasladaran a Quito como muestra de respaldo al gobierno de Rafael Correa, pero allí la situación todavía estaba irresuelta y se decidió que el encuentro fuera en Buenos Aires.

Recordando los acontecimientos diría Cristina a través de Twitter:

“(...) Fue un día difícil. 19.45 hs. me comuniqué con Rafael Correa. El contacto fue su Canciller. Lo tenían secuestrado en el hospital.”

“A una cuadra había muchísima gente que se había movilizado en su apoyo y también tropas de asalto para rescatarlo. No quería hacerlo. Rafael quería evitar derramamiento de sangre, heridos o muertos y sostenía que en poco tiempo más desistirían de semejante locura”

“Instintivamente me salió preguntarle: ¿Y si no lo hacen? ‘Cristina’, me dijo Rafael, ‘esperaré una hora...’. Pensé: ‘Qué constante histórica, un presidente constitucional de un Gobierno Nacional y Popular que, aun secuestrado, se niega a reprimir’”.

“Los otros nunca dudaron en arrasar con las instituciones, vidas y libertades, derechos y garantías para defender los privilegios de unos pocos”.

“Rafael me habló de conspiración: ‘La oposición está atrás de todo, pero no estoy dispuesto a ceder, del hospital me sacan Presidente o cadáver’. Le informé que a las 22 habría reunión de Presidentes de UNASUR en Buenos Aires. Lo agradeció. Nos despedimos afectuosamente y lo sentí sereno y firme”.

“Volví a escucharlo desde Cancillería junto a los otros Presidentes, después de ver el rescate. Hablaba desde el balcón en Casa de Gobierno en Quito. Finalmente, Rafael no había esperado una hora sino tres. El golpe había fracasado”.

“Cuando terminó de hablar nos pusimos en contacto y luego sesionamos. Emitimos un fuerte documento. Honduras subyace y casi vuelve a repetirse”.

 

Reunión Extraordinaria de la UNASUR


Fue una reunión de altísimo nivel, los presidentes de los países suramericanos se dieron cita en el Palacio San Martín, sede de la cancillería argentina. Los únicos ausentes fueron Lula Da Silva porque en Brasil se estaba realizando el cierre de campaña para las elecciones que tendrían lugar ese domingo, y Fernando Lugo que estaba enfermo. La presidenta argentina se dirigió a los presentes dándoles la bienvenida:


Muy buenas noches a todos y a todas: esta reunión que debió haber sido convocada por nuestro presidente pro tempore, en su ausencia obligada ha sido convocada por todos los presidentes que conforman la UNASUR. Dos de los mismos: el presidente de Colombia, Doctor Juan Manuel Santos y el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías se encuentran en viaje, estarán aquí aproximadamente en una hora y media.

Esta es una reunión que reitero ha sido convocada aquí en Buenos Aires, pero la hemos decidido en conjunto todos los presidentes y la presidenta que les habla.

En estos momentos podemos celebrar el hecho de que nuestro compañero el mandatario de Ecuador, Rafael Correa, ha sido liberado y se encuentra en buen estado. Hemos mantenido recién una charla telefónica a manos abiertas con él y la situación en Ecuador se encuentra bajo control.

Yo quiero darles a todos la bienvenida y luego solicitarles a los señores periodistas que una vez que tomen las muestras fotográficas puedan permitir que podamos sesionar, lo vamos a hacer en forma reservada porque debemos analizar la situación por la que está atravesando Ecuador y ha atravesado y agradecerles a todos ustedes la presencia.

Muchas gracias. Luego daremos a conocer seguramente, al finalizar la reunión un documento que emitiremos los presidentes.

La Declaración de UNASUR


UNASUR

Declaración de Buenos Aires sobre la Situación en Ecuador


Reunión Extraordinaria del Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión de Naciones Suramericanas


Las Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la UNASUR, reunidos en el Palacio San Martín en Buenos Aires, República Argentina el 1º de octubre de 2010,


1.- Reafirman su fuerte compromiso con la preservación de la institucionalidad democrática, el estado de derecho, el orden constitucional, la paz social y el irrestricto respeto a los derechos humanos, condiciones esenciales del proceso de integración regional.

2.- Condenan enérgicamente el intento de Golpe de Estado y el posterior secuestro del Presidente Rafael Correa Delgado registrado en la hermana República del Ecuador el 30 de septiembre.

3.- Celebran la liberación del Presidente Correa Delgado así como la pronta vuelta a la normalidad institucional y democrática en la hermana República.

Expresan la necesidad de que los responsables de la asonada golpista sean juzgados y condenados. En ese marco, reiteran su más pleno y decidido respaldo al Gobierno Constitucional y destacan el rol desempeñado por las instituciones para el restablecimiento del orden constitucional.

4.- Afirman que sus respectivos Gobiernos rechazan enérgicamente y no tolerarán, bajo ningún concepto, cualquier nuevo desafío a la autoridad institucional ni intento de golpe al poder civil legítimamente elegido y advierten que en caso de nuevos quiebres del orden constitucional adoptarán medidas concretas e inmediatas tales como cierres de fronteras, suspensión del comercio, del tráfico aéreo y de la provisión de energía, servicios y otros suministros.

5.- Deciden que sus Cancilleres se trasladen en el día de hoy a la ciudad de Quito para expresar el pleno respaldo al Presidente constitucional de la República del Ecuador, Don Rafael Correa Delgado y al pueblo ecuatoriano, partícipe indispensable del pleno restablecimiento de la institucionalidad democrática en ese país.

6.- Acuerdan adoptar, en la IV Reunión Cumbre Ordinaria de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión de Naciones Suramericanas, a celebrarse el 26 de noviembre en Guyana, un Protocolo Adicional al Tratado Constitutivo de la UNASUR que establezca la Cláusula Democrática.



La declaración fue entregada a la prensa cuando eran las 3 de la mañana del viernes 1 de octubre; en la tarde del mismo día Cristina encabezaba el acto de inauguración de la Universidad en José C. Paz. En una conferencia de prensa previa informó a los periodistas


PRESIDENTA.- Ya ha partido nuestro canciller con los cancilleres de Colombia, de Uruguay y de Chile, en otros vuelos fueron el de Brasil, Guyana, en otro vuelo fue el resto de los países, así que estamos esperando que lleguen a Quito para que allí puedan darnos un cuadro de situación in situ. El de ayer fue un día muy difícil, con imágenes y con cosas... por ahí las voy a twittear. Ayer realmente estuve todo el día prendida a los teléfonos, no paré de hablar, creo que debo haber batido récord de teléfonos ayer, porque era comunicarnos entre unos y los otros todo el tiempo, porque además las informaciones eran contradictorias, en fin, fueron momentos muy difíciles, pero lo que yo quiero rescatar es el inmenso valor del presidente Correa, el inmenso valor del pueblo, su canciller Patiño que estuvo junto a él y recibió un palazo en la cabeza también en el hospital. Y además el llamado de atención, porque muchos cuando pasó lo de Honduras nos criticaban porque habíamos ido a apoyar a Zelaya y que parecía una cosa exótica. Nosotros decíamos que esto podía volver a pasar, y la verdad que volvió a pasar, porque nadie puede creer que lo de ayer fue un auto acuartelamiento de la Policía.


PERIODISTA.- (Inaudible)


PRESIDENTA.- No, no estuvimos todos los presidentes, además creo que todos ustedes escucharon las palabras del presidente, aparte todos ustedes vieron el copamiento de un canal de televisión estatal, donde uno de los que aparentemente estaba entre los manifestantes era el apoderado de un dirigente político de la oposición. Estas cosas no se hacen si no tienen andamiaje y apoyaturas en sectores políticos y en sectores institucionales, porque también no se nos escapa que -es lo que vimos por lo pronto- la pista de Quito no era tomada por la Policía, fue tomada por personal de las Fuerzas Armadas. Así que yo creo que todos aquellos que tenían una visión naif de lo de Honduras, todos aquellos que se apresuraron a reconocer al gobierno de Honduras, yo lo reafirmé hoy, nosotros no vamos a reconocer a ningún gobierno que no surja del voto popular, en elecciones libres, sin proscripciones y respetando todos los mandatos constitucionales. Teníamos razón, ayer hubo un intento. ¿Saben por qué ayer no pasó nada? Porque hubo un presidente con una inmensa valentía. Si hubiéramos estado oltri tempi, otros a lo mejor hubieran capitulado.


PERIODISTA.- Presidenta: ¿le pareció que lo de Honduras era de otra manera? ¿Usted lo ve así?


PRESIDENTA.- Exactamente, con más grotesco, con fuerzas policiales, también con partidos políticos de la oposición. En Honduras fue un golpe institucional, de una institución a otra institución que era la que tenía la responsabilidad popular de conducir el país, con lo cual vemos las distintas formas. Ya no podemos imaginar los golpes de Estado como fueron -los que somos más grandes lo recordamos- con una asonada militar, un comunicado, se cerró el Parlamento. No, no, ahora todo aparentemente sigue igual, todo aparentemente sigue funcionando, solamente hay que sacar a un costado a los presidentes o presidentas que molestan determinados intereses, con cierto viso de legalidad, con cierto viso de prolijidad como se hizo en Honduras, como ayer. Yo vi la desesperación de Rafael Correa cuando quería explicarles a la gente, a los que estaban allí, a los policías, que en realidad estaban ganando con él mucho más de lo que ganaban antes; cuando él reconoce que los policías no habían leído la ley, cómo son manipulados, cómo son manejados. Rafael Correa habló de la prensa, le puso una calificación y una adjetivación que yo no la voy a poner pero está en los registros periodísticos. También habló de la oposición en complicidad con esa prensa y con el golpe y la conspiración, también la calificó -yo no la voy a calificar porque está la palabra de él- pero me parece que es una fotografía que podemos ver no solamente en Ecuador. Muchas gracias.

martes, 6 de octubre de 2020

A diez años del intento golpista en Ecuador

 En la mañana del jueves 30 de septiembre de 2010 se produjo el amotinamiento de la policía ecuatoriana y de efectivos de la Fuerza Aérea contra el presidente Rafael Correa. El primer mandatario fue secuestrado por los golpistas y el pueblo se movilizó exigiendo su liberación y el restablecimiento de la democracia. Durante varias horas se libró una lucha dramática contra los amotinados tanto dentro como fuera del país.

Los policías contra el Gobierno

Aparentando un reclamo económico los policías sublevados abandonaron la protección de las ciudades, bloquearon carreteras e impidieron el ingreso al Congreso en Quito. Simultáneamente elementos de la fuerza aérea bloqueaban las pistas del aeropuerto para impedir que el avión y el helicóptero presidencial pudieran ser utilizados. La poderosa prensa opositora incrementó su despliegue propagandístico y presentó a los amotinados como honestos servidores públicos cuyos legítimos reclamos eran desoídos por el Gobierno. Aprovechando la falta de vigilancia policial en las calles (y seguramente inducidos por los propios golpistas) en distintos puntos del país comenzaron a producirse saqueos. En una entrevista concedida a Ignacio ramonet diría el presidente:

“¿Puede usted entender que a las ocho de la mañana se declare en paro la Policía, y a las nueve ya haya saqueos masivos en Guayaquil?”

Rafael Correa se encontraba convaleciente de una operación en su rodilla, a pesar de eso y ayudándose con una muleta se dirigió hacia el cuartel de policía donde se habían concentrado los amotinados. Era media mañana y el presidente se presentó en el mismo corazón de la revuelta para reclamar que los insubordinados depusieran su actitud. Aunque la excusa de los golpistas era un supuesto reclamo salarial no mostraron ningún interés por negociar con la máxima autoridad del país. Apenas Rafael se hizo presente comenzaron a gritarle: “Mueran los comunistas”, “Afuera Cuba y Venezuela”, “Viva Lucio Gutiérrez “, y lanzaron bombas de gas lacrimógeno contra él.

“Nos recibieron con una violencia extrema. Al principio nos echaron una bomba lacrimógena, no pudimos entrar. Pero yo me dije: “es algún desadaptado”. Nos ha pasado otras veces, puede haber cinco mil personas a favor, y cinco desadaptados lanzan una bomba lacrimógena; no por eso vamos a perjudicar a los cinco mil”.

En su afán por desactivar la protesta Rafael regresó al cuartel policial, fue entonces cuando los amotinados recibieron la orden de atraparlo. La guardia presidencial tuvo que retirarlo hacia el cercano hospital policial y hasta allí lo persiguieron los amotinados. Con el edificio rodeado se volvió imposible su evacuación, la patota enardecida evidenció que su interés no era económico sino destituyente. Desde una ventana el presidente se mostró indoblegable, avisó a los golpistas que no habría marcha atrás con la aplicación de las leyes, que de allí saldría presidente o cadáver y que si querían podían matarlo.

Pero los policías eran solamente los autores materiales del intento destituyente, detrás de ellos estaban los que se paseaban por los estudios televisivos recitando el libreto aprendido en los “cursos del buen golpista”; toda la culpa era del presidente, había colmado la paciencia de los uniformados y estos reclamaban sus derechos de modo enérgico. Pero ni siquiera estos últimos voceros eran los verdaderos autores intelectuales, apenas si reproducían los argumentos elaborados por los que operaban desde las sombras. La National Endowment for Democracy (NED), creada por el Congreso estadounidense en 1983 con la declamada intención de promover la democracia en el mundo, había destinado más de un millón de dólares a Ecuador. Tan importante inversión económica tenía como objetivos “desarrollar campañas de denuncias de supuestos casos de corrupción, y promover líderes opositores y estudiantiles”. Sus aventajados alumnos eran quienes manejaban los hilos de la conspiración.

Poco después del mediodía Rafael –a pesar de encontrarse cercado por los amotinados- decretó el estado de excepción, ordenó que todas las radioemisoras se integraran en cadena nacional y movilizó a las fuerzas armadas para que terminaran con el intento golpista.

El pueblo en la calle

Al divulgarse la noticia del intento destituyente y el secuestro del presidente se inició la movilización popular. Los manifestantes se dirigieron hacia el palacio presidencial y el cuartel donde los amotinados retenían a Rafael Correa. Ya para entonces todos los límites habían sido sobrepasados y no cabía duda que los policías usarían sus armas contra el pueblo. Cuando los defensores del gobierno llegaron ante el cuartel de policía fueron recibidos con gases lacrimógenos y descargas de armas de fuego. El número oficial de muertos fue relativamente bajo, pero la cantidad de heridos fue enorme, uno de ellos fue el canciller Ricardo Patiño

Los propagandistas del golpe reprocharon la “imprudencia” de canciller al formar parte de las columnas que buscaban rescatar al presidente. No es que les interesara proteger la vida del alto funcionario gubernamental, tampoco les interesaba la del primer mandatario, lo que indignaba a los amotinados era la fusión en las calles del pueblo y su gobierno. Los manifestantes se concentraron por miles portando banderas y gritando; "Esto no es Honduras, Correa es presidente". La consigna evocaba lo ocurrido con Manuel Zelaya un año antes cuando los golpistas hondureños secuestraron al presidente en su propio domicilio y lo trasladaron hasta una base militar antes de expulsarlo del país.

“… Salieron decenas de miles de personas a las calles exponiendo sus vidas. Porque usted no se imagina, Ignacio, la brutalidad con la que actuaron los golpistas. Eran bandas de motociclistas enmascarados disparando al aire, baleando ambulancias, golpeando a ciudadanos, arrastrándolos por las calles… Pese a eso, los ciudadanos seguían saliendo, y no sólo en Quito, sino en todas partes del país y del exterior, delante de nuestras embajadas. Hubo una reacción multitudinaria, más aún si consideramos que el Gobierno todavía no dispone de ese movimiento político bien organizado y con capacidad de movilización”.

La presencia popular fue determinante a la hora de frenar el intento destituyente. En el plan de los golpistas estaba convocar a la movilización de las capas medias de la sociedad, provocar desmanes durante tres o cuatro días, debilitar al gobierno y forzar su renuncia o destitución. El propio abogado del ex presidente Lucio Gutiérrez fue uno de los que trató de entrar por la fuerza a las instalaciones de la Televisión Nacional para llamar a la insurrección. Y el movimiento indígena Pachakutik en medio de la crisis hizo pública su convocatoria al “movimiento indígena, movimientos sociales, organizaciones políticas democráticas, a constituir un solo frente nacional para exigir la salida del presidente Correa”.

“Usted sabe que la CIA y todas estas agencias actúan con agenda propia (…) De lo que sí tenemos certeza, es que hay todos estos grupos de extrema derecha, estas fundaciones que financian a los grupos que conspiran contra nuestro Gobierno, les pasan dinero en forma camuflada, capacitaciones, unos nombres rimbombantes que, finalmente, financian a grupos opositores al Gobierno y a muchos conspiradores.”

Pero el pueblo en la calle levantó una sólida barrera para detener a los golpistas.

El periodismo de guerra

Durante toda la mañana la prensa opositora siguió transmitiendo a su antojo; el presidente había sido agredido y se encontraba secuestrado, radios y canales televisivos afines a los amotinados proporcionaban una versión distorsionada de los hechos, sólo la reducida prensa oficial daba cuenta de la magnitud del levantamiento. Recién a las 14 se inició la cadena nacional para impedir que la oposición continuara transmitiendo información tóxica. Este “ataque a la libertad de expresión” escandalizó a los sublevados, los más exaltados se dirigieron hacia la emisora estatal que centralizaba la transmisión. Exigían seguir difundiendo sus proclamas a través de los medios oficiales, al no ser satisfechos quisieron derribar las Atenas de transmisión.

Rafael calificaría a esta prensa subversiva como “conspiradores permanentes, perros guardianes del statu quo, algo que no es nuevo ni en Ecuador ni en América Latina”. No le faltaba razón, la Sociedad Interamericana de Prensa y los oligopolios mediáticos del continente estaban alineados con los dueños de la prensa hegemónica ecuatoriana. Esta última estaba en pie de guerra porque siempre se había comportado como un poder omnímodo y ese privilegio había sido cuestionado por el gobierno de Rafael. En la campaña electoral que lo llevó al poder había propuesto llamar a una asamblea constituyente, y en la Constitución de 2008 que surgió de aquella Asamblea se prohibió que grupos financieros poseyeran medios de comunicación.

“Quitarle al sector financiero los medios de comunicación es un cambio real en las relaciones de poder. Antes, en este país, ¿qué podía hacer usted contra la banca? Si la banca, de los siete canales nacionales de televisión, poseía cinco… Y los otros dos, los controlaba mediante la publicidad. O sea que si usted quería legislar sobre tasas de interés, tenía una campaña permanente de ‘atentado a la propiedad privada, a ‘la iniciativa privada’, a ‘la libre empresa’; y los dos canales que no eran de la banca tenían que quedarse calladitos porque, si no, perdían publicidad… Era un poder enorme.”

La banca, los medios hegemónicos y los discípulos de la National Endowment for Democracy integraban la asociación que estaba detrás del golpe contra Rafael Correa.

El rescate del presidente

El reducido número de efectivos que formaba la guardia de seguridad del presidente había conseguido llevarlo hasta el hospital contiguo al cuartel. Atrincherados en el tercer piso de ese edificio esperaron que los amotinados depusieran su actitud. En lugar de eso algunos sublevados quisieron tomar por asalto ese refugio. En esas circunstancias Rafael pidió una pistola a sus compañeros para participar también de la defensa, aunque reconocía su inexperiencia en el manejo del arma no estaba dispuesto a dejarse matar mansamente.

“Por supuesto que ahí sentimos que estaban en peligro nuestras vidas… Como también cuando trataron de rescatarnos. Se fueron las luces, empezó el tiroteo, y sentíamos las balas encima de nuestras cabezas”.

Ya era de noche cuando se inició la operación de rescate por parte de fuerzas del Ejército y el Grupo de Operaciones Especiales de la policía. El tiroteo con los amotinados duró alrededor de veinte minutos y pudo seguirse en directo por los distintos canales de televisión. Mientras Rafael era conducido a un automóvil para ser evacuado, las fuerzas leales trataban de mantener a raya a los sublevados. A pesar de esa protección el vehículo presidencial recibió cerca de media docena de impactos.

Durante cerca de diez horas Rafael estuvo prisionero de los golpistas, fue agredido físicamente ya antes de ser secuestrado, los disparos contra el automóvil presidencial eran prueba evidente del intento de magnicidio. Desde la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América hasta la Organización de las Naciones Unidas, pasando por la UNASUR y la OEA, todos condenaron el intento golpista. Pero los complotados y sus cómplices (tanto dentro como fuera de Ecuador) se refirieron a la asonada como “crisis institucional”. Arturo Valenzuela, subsecretario de Estado de Asuntos Interamericanos, fue todavía más lejos, calificó lo ocurrido como una “indisciplina policial”, casi como si hablara de una travesura infantil.

Tras su liberación Rafael se dirigió al palacio presidencial, una multitud lo esperaba para brindarle su apoyo. Durante la tensa jornada había reiterado que no se doblegaría, y allí estaba, frente a su pueblo, para mostrar que había cumplido con su palabra.

También los presidentes sudamericanos reunidos en la UNASUR habían cumplido con sus pueblos. Pero eso lo veremos en la próxima entrega.