martes, 15 de septiembre de 2020

Dos cartas del Che Guevara

Golpe de estado de 1955

Dos cartas del Che Guevara

En septiembre de 1955 el Che Guevara escribe un par de cartas en las que muestra su preocupación y angustia por lo ocurrido en Argentina. Aún no es el Che que entrará en la historia como uno de los personajes más importantes del siglo XX, pero ya ha comenzado a recorrer ese camino. Viene de Guatemala, donde ha sido testigo del derrocamiento de Jacobo Arbenz, comparte su vida con decenas de latinoamericanos comprometidos con las luchas sociales de su tiempo, se ha casado con la peruana Hilda Gadea, militante de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). Apenas dos meses antes ha tenido su primer encuentro con Fidel Castro: “recuerdo que nuestra primera discusión versó sobre política internacional. A las pocas horas de la misma noche – en la madrugada – era yo uno de los futuros expedicionarios del Granma”.

Che era crítico del gobierno peronista, pero no mostró ningún regocijo por el derrocamiento de Perón, y en las cartas que se reproducen manifiesta su oposición a los “libertadores” y su preocupación por los tiempos venideros.

Las dos cartas fueron incluidas por su padre en el libro Aquí va un soldado de América, y las copias que aquí se reproducen fueron tomadas del sitio Centro de Estudios Che Guevara.

Carta a su amiga Tita Infante desde México (24 de septiembre de 1955).

Querida Tita:

Le escribo nuevamente angustiado por lo que pasa en la Argentina, esta vez doblemente angustiado, pues además de los muertos se ha sumado toda esa serie de acontecimientos que no auguran nada bueno para el país. Desde aquí no se puede decir nada en absoluto, pero el unánime júbilo de Estados Unidos y los católicos, sumado a las declaraciones de la nueva junta y el hecho de que todos eran militares, está dando una idea de lo que será esta nueva liberación. Con todo el respeto que me merece Arbenz (totalmente diferente a Perón desde el punto de vista ideológico), la caída del gobierno argentino sigue los pasos de Guatemala con una fidelidad extraña, y verá Ud. cómo la entrega total del país y la ruptura política y diplomática con las democracias populares será un corolario, conocido pero triste. Está mal, sin embargo, que yo me ponga a recitar opiniones políticas cuando lo que debe ser y lo que deseo es que Ud. me dé su opinión sobre todos los últimos acontecimientos y me relate bien las cosas. ¿Sería mucho pedir que me mandara un paquete con los diarios de los últimos días y primeros del nuevo régimen? Podría ser por barco, no me importa tanto el tiempo como tener una imagen de lo que fue eso.

Con respecto al fallido viaje a Europa, le diré que mi frase sí era gongoriana, y el señor de la carta era el Presidente del Consejo de Ministros de Polonia; yo pensaba ir al festival de la juventud, pero querían referencias mías de Argentina, sin embargo las cosas estaban en un estado tal que no me animé a llamarlas por su nombre, y creí que el amigo Isalí se avivaría. De todas maneras, aquello no tiene importancia, pues la Agencia Latina me largó pagando solo una parte de lo que debía y no me alcanzó para ir. De otras cosas, mi situación económica ha mejorado lo suficiente como para llenar mis necesidades más elementales, y mi situación científica es en general buena y tengo tres trabajos marchando lentamente hacia su fin que no creo sea antes de fin de año.

Espero recibir de Ud. buenas noticias en cuanto a su título y que esté mejorada de sus conflictos personales, no le mando la revista con el trabajito ya publicado porque no me dieron los números a mí, de todas maneras no vale la pena.

Reciba un abrazo de su amigo Ernesto y conteste pronto.

Carta a la madre desde México (24 de septiembre de 1955).

Querida vieja:

Esta vez mis temores se han cumplido, al parecer, y cayó tu odiado enemigo de tantos años; por aquí la reacción no se hizo esperar: todos los diarios del país y los despachos extranjeros anunciaban llenos de jubilo la caída del tenebroso dictador; los norteamericanos suspiraban aliviados por la suerte de 425 millones de dólares que ahora podrían sacar de la Argentina; el obispo de México se mostraba satisfecho de la caída de Perón, y toda la gente católica y de derecha que yo conocí en este país se mostraba también contenta; mis amigos y yo, no; todos seguimos con natural angustia la suerte del gobierno peronista y las amenazas de la flota de cañonear Buenos Aires. Perón cayó como cae la gente de su estirpe, sin la dignidad póstuma de Vargas, ni la denuncia enérgica de Arbenz que nombró con pelos y señales a los culpables de la agresión.

Aquí, la gente progresista ha definido el proceso argentino como “otro triunfo del dólar, la espada y la cruz”.

Yo sé que hoy estarás muy contenta, que respirarás aire de libertad [...].

Hace poco te señalaba en otra carta que los militares no entregan el poder a los civiles si estos no le garantizan el dominio de casta; hoy por hoy, sólo lo entregarán a un gobierno que surja del partido demócrata, o sea, de alguno de los recién fundados partidos socialcristianos, donde me imagino que estarás militando..., futuro diputado a la honorable cámara de Diputados donde tal vez se siente, con el correr del tiempo..., líder del partido argentinista, a fundarse. Vos podrás hablar en todos lados lo que te dé la gana con la absoluta impunidad que te garantizará el ser miembro de la clase en el poder, aunque espero por vos que seas la oveja negra del rebaño. Te confieso con toda sinceridad que la caída de Perón me amargó profundamente, no por él, por lo que significa para toda América, pues mal que te pese y a pesar de la claudicación forzosa de los últimos tiempos, Argentina era el paladín de todos los que pensamos que el enemigo está en el norte. Para mí, que viví las amargas horas de Guatemala, aquello fue un calco a distancia, y cuando vi que junto a las noticias leales (es raro llamarlas así) se escuchaba la voz de Córdoba, que teóricamente estaba ocupada, empecé a ver mal la situación, después todo sucedió exactamente igual: el presidente renunciaba, una junta empezaba a negociar pero desde la posición de resistencia; luego eso se acababa, subía un militar con su marinerito al lado, único dato agregado con respecto a Guatemala, y entonces el cardenal Copello hablaba al pueblo lleno de orgullo y calculando cómo iría su negocio bajo la nueva junta; los diarios del mundo entero -de este lado del mundo- lanzaron sus aullidos archiconocidos, la junta se negaba a darle pasaporte a Perón, pero anunciaba libertad para todo el mundo. Gente como vos creerá ver la aurora de un nuevo día; te aseguro que Frondizi ya no la ve, porque en el supuesto caso de que suban los radicales no será él quien lo haga, sino Yadarola, Santander o algún otro que sirva a los intereses yanquis y del clero, amén de los militares. Tal vez en el primer momento no verás la violencia porque se ejercerá en un círculo alejado del tuyo [...].

El Partido Comunista, con el tiempo, será puesto fuera de circulación, y tal vez llegue un día en que hasta papá sienta que se equivocó. Quién sabe que será mientras tanto de tu hijo andariego. Tal vez haya resuelto sentar sus reales en la tierra natal (única posible) o iniciar una jornada de verdadera lucha [...].

Tal vez alguna bala de esas tan profusas en el Caribe acaben con mi existencia (no es una baladronada, pero tampoco una posibilidad concreta, es que las balas caminan mucho en estos lares), tal vez, simplemente siga de vagabundo el tiempo necesario para acabar una preparación sólida y darme los gustos que me adjudiqué dentro del programa de mi vida, antes de dedicarla seriamente a perseguir mi ideal. Las cosas caminan con una rapidez tremenda y nadie puede predecir dónde ni por qué causa estará al año siguiente.

No sé si han recibido la noticia protocolar de mi casamiento y la llegada del heredero, por carta de Beatriz parece que no. Si no es así, te comunico la nueva oficialmente, para que la repartas entre la gente; me casé con Hilda Gadea y tendremos un hijo dentro de un tiempo. Recibí los diarios de Beatriz, me interesan mucho, quisiera una correspondencia de los de estos días y, sobre todo, semanalmente Nuestra Palabra.

Chau.

Un beso a toda la familia, Hilda los saluda.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario