martes, 29 de septiembre de 2020

TYSAE y CIDH en septiembre de 1979

 Ya antes de la dictadura el terrorismo de estado iba en aumento, junto a las fuerzas represivas oficiales se movían las parapoliciales. No había casi diferencias entre las distintas patotas, todas parecían competir por mostrase más feroces y crueles con las víctimas. Cuando llegó el 24 de marzo de 1976 las atrocidades y los crímenes se multiplicaron en forma vertiginosa. No se estaba seguro en ninguna parte, escapar del país se transformó en la última opción.

Cada vez fueron más los que marcharon al exilio, familias enteras salieron del país en busca de un refugio. Una vez fuera se formaron colonias de connacionales, la asociación más elemental para brindarse mutuo apoyo e información en el nuevo lugar de asiento. Algunos iban con un contacto, otros habían oído hablar del ACNUR, muchos fueron aprendiendo a ubicar los sitios donde conseguir asistencia sanitaria, alimenticia o un albergue transitorio. Para todos lo primero fue sobrevivir, para un buen número fue importante recuperar el contacto con sus compañeros de militancia, entre ellos para los trabajadores y sindicalistas en el exilio.

En 1978 los ojos de todo el mundo estuvieron puestos sobre Argentina; la celebración del Campeonato Mundial de Fútbol brindó la oportunidad para que los exiliados intensificaran su tarea de denuncia, con ese antecedente se convocó a un encuentro de trabajadores y sindicalistas argentinos para reunirse en París. El encuentro tuvo lugar a fines de agosto y de allí surgió el llamamiento a todos los sindicalistas en el exilio para que se integraran al accionar común de solidaridad con la clase obrera y el pueblo argentino. A ese primer encuentro siguió un segundo celebrado en Turín en enero de 1979 y el tercero que tuvo lugar en Ámsterdam a fines de septiembre del mismo año.


Para entonces la dictadura había empezado a mostrar fisuras, tras la imagen de firmeza monolítica existían múltiples contradicciones internas. Los distintos sectores económicos y políticos que le habían dado sustento comenzaron a pelearse entre sí. Para cohesionar a todas las fuerzas militares inicialmente se repartió el aparato estatal en partes: un tercio para el Ejército, un tercio para la Marina y un tercio para la Aeronáutica. Fue como una UTE, una unión transitoria de empresas, que duró mientras el negocio pareció floreciente. Pero también hacia el interior de cada fuerza afloraron peleas por ambiciones insatisfechas y compromisos incumplidos. Se habló de conflictos entre “halcones” y “palomas”, entre “duros” y “blandos”, denominaciones que más bien parecían licencias idiomáticas que reflejo de lo que cada sector representaba en la realidad.

Precisamente en septiembre de 1979 llegó al país la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y esto fue un motivo más de conflicto entre los militares. Estaban los que se negaban de plano a esa visita, del otro lado se ubicaban los que querían aprovechar el éxito en el Mundial de Fútbol para presentar una imagen de apoyo popular a la dictadura. En este bando militaban el propio Jorge Rafael Videla y su sucesor, Roberto Eduardo Viola. No es que los “blandos” fueran menos criminales que los “duros”, lo que los enfrentaba era una cuestión de conveniencia política.

La visita de la CIDH fue una bocanada de aire puro para los presos, sus familiares y los organismos de derechos humanos. Las víctimas de la dictadura esperaban ser escuchadas, y los represores harían todo lo posible para sabotear la tarea.

El 6 de septiembre llegó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, durante dos semanas realizó una enorme actividad que quedaría plasmada en un lapidario informe sobre las atrocidades cometidas por la dictadura.

Visitaron las cárceles de Devoto, Caseros, Resistencia, Rawson, la Unidad 9 de La Plata, Olmos, Magdalena y la cárcel de Córdoba. El mandamás de la provincia, Luciano Benjamín Menéndez, se puso furioso porque los integrantes de la CIDH también fueron al Campo de la Ribera y La Perla. No fueron los únicos centros clandestinos que visitaron, también estuvieron en Coordinación Federal, el Olimpo y la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).


Apenas si había pasado una semana de la partida de la CIDH cuando Luciano Benjamín Menéndez, el comandante del III Cuerpo de Ejército, se amotinó contra el Comandante en Jefe, Roberto Viola, e indirectamente contra el propio Videla. Concentró sus fuerzas en el norte cordobés esperando la llegada de otros amotinados que lo acompañarían en su cruzada. Debía imaginar una marcha épica y una entrada triunfal en la ciudad provincial. Era un golpista contra otros golpistas que en su proclama los acusaba: "No se ha cumplido el compromiso de erradicar definitivamente la subversión, cerrando el camino al futuro resurgimiento del marxismo en el país". Entre otras cosas criticaba la visita de la CIDH, la liberación de Jacobo Timmerman y la posible autorización para que el ex presidente Héctor Cámpora pudiera exiliarse. Menéndez se consideraba a sí mismo como el abanderado de la lucha antisubversiva, había mostrado que podía ser el más sanguinario de los represores y criticaba a Viola por su blandura. Pero su intento golpista fracasó y fue pasado a retiro.


Al mismo tiempo que en Córdoba se producía el alzamiento de Menéndez en Ámsterdam se realizaba el III Encuentro Internacional de los Trabajadores y Sindicalistas Argentinos en el Exilio. El intento de golpe dentro del golpe fue un motivo de preocupación para los 29 delegados que representaban a los grupos organizados en Suecia, Francia, Holanda, Bélgica, Gran Bretaña, Italia y España. Alertaron “a la opinión pública internacional sobre el peligro que podía derivar del incidente para la vida de los miles de prisioneros políticos”. Esa preocupación se plasmó en una declaración que reclamaba "de los pueblos y gobiernos de todo el mundo la solidaridad de acción efectiva para evitar una posible masacre, detener la continuación del genocidio y la violación de los derechos humanos".

Fue una nueva demostración de que el compromiso asumido por los Trabajadores y Sindicalistas Argentinos en el Exilio se mantenía inalterable. Se adoptaron una serie de medidas organizativas y se votó un plan de trabajo internacional a realizarse en forma simultánea en todos los países donde TYSAE tenía presencia. El objetivo fue reforzar la campaña por la libertad de dirigentes sindicales presos y secuestrados. Este trabajo solidario complementaba el que familiares y organismos de derechos humanos realizaban dentro del país y que encontraría su reflejo en el informe que la CIDH daría a conocer al año siguiente.

De este último documento, y a modo de ejemplo, se reproduce el fragmento contenido en el capítulo VIII

“Entre los numerosos dirigentes y activistas sindicales que han sido víctimas de la situación expresada deben mencionarse al profesor Alfredo Bravo, Secretario General de la Confederación de Trabajadores de la Educación, que estuvo desaparecido, luego detenido, más tarde sujeto a un régimen de libertad vigilada y después de varios meses puesto en libertad; a Lorenzo Miguel, Secretario General de la Unión Obrera Metalúrgica, y de la entidad denominada "Las 62 Organizaciones", quien fue detenido y luego puesto bajo el régimen de arresto domiciliario y en el que aún se le mantiene; Alberto Piccinnini, Secretario General de la Unión Obrera Metalúrgica de Villa Constitución detenido desde 1975 en la aislada cárcel de Rawson, destinada a presos calificados de mayor peligrosidad; Eduardo Jozami, abogado, Secretario General de la Federación de Periodistas, detenido desde 1975, actualmente en Rawson, condenado a ocho años por un Tribunal Militar; Francisco Virgilio Gutiérrez, Delegado General del Gremio Metalúrgico, detenido desde 1975, habiéndosele negado el derecho de opción de salida del país, a pesar de que su causa fue sobreseída por la Cámara Federal de La Plata; Juan Remigio Arguello, Luis Francisco Iglesias y Jorge Varela, dirigentes del sector bancario; Miguel Angel Barrionuevo y Héctor Candepadós, detenidos en la Unidad 9 de La Plata; Carlos Enrique Correa Gutiérrez, antiguo Secretario General de la Asociación de Trabajadores del Estado, quien fue detenido y puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional en junio de 1976, y condenado después a siete años de prisión en la Unidad Carcelaria de Caseros; Diego Sebastián Ibañez, Secretario General del gremio petrolero, arrestado en marzo de 1976, y desde entonces recluido en la cárcel militar de Magdalena; José Palacios, miembro directivo del Departamento de Laicos del CELAM y miembro del Consejo del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos de Bruselas/Bélgica, desaparecido en Caseros, Provincia de Buenos Aires, el 11 de diciembre de 1975; Jorge Di Pascuale, Secretario General de la "Asociación de Empleados de Farmacia", desaparecido en Buenos Aires el 29 de diciembre de 1975; Roberto Repetto, miembro directivo de la "Unión del Personal Civil de la Nación" (UPCN), desaparecido en Buenos Aires el 25 de marzo de 1978; Oscar Smith, Secretario General del "Sindicato de Luz y Fuerza" de Buenos Aires, desaparecido en Buenos Aires en febrero de 1976; Nabor Gómez, dirigente de la "Asociación Bancaria", Seccional de Córdoba, desaparecido en esa ciudad en 1975; Héctor Oberlin, dirigente de base del "Sindicato de Trabajadores Municipales de Córdoba", desaparecido en la misma ciudad en 1976; Angel Badarracco, dirigente de base del "Sindicato de Trabajadores Municipales de Córdoba", desaparecido junto en el anterior, de quien es cuñado, en 1976; Julio Guillan, Secretario General del "Sindicato de Obreros y Empleados Telefónicos" de Buenos Aires; Walter Medina, miembro de la "Federación Argentina de Trabajadores Rurales"; Jesús María Torres, dirigente Poblacional y Cooperativista de Córdoba"; José Emilio Lumello, Secretario General del "Sindicato de Trabajadores de Aguas Gaseosas" de Córdoba; Antonio Guerrero, dirigente de la "Asociación Argentina de Trabajadores Radiotelegrafistas" de Tucumán y ex-Diputado nacional; Héctor Pérez, Delegado Regional de la Confederación General del Trabajo y Secretario General del Sindicato de Alimentación de Tucumán; y Carlos Mendoza, Vice-Gobernador de Mendoza, dirigente metalúrgico.”

sábado, 26 de septiembre de 2020

Conversación en el café

Con Héctor Mango

Conversación en el café

 

Héctor Mango fue Secretario General del Sindicato Buenos Aires de FOETRA entre 1965 y 1969. En esa época las elecciones en el sindicato se hacían cada dos años, él integró la Lista Marrón que ganó en abril de 1965. Al año siguiente se produjo el golpe de estado que derrocó a Illia, la autotitulada “Revolución Argentina” instaló la dictadura del general Juan Carlos Onganía, comenzó un período de duros ataques al movimiento obrero. Finalmente la CGT convocó a un paro general para el 1 de marzo de 1967, y la dictadura aprovechó para mostrar toda su ferocidad cuartelera. Nuevos sindicatos represaliados se sumaron a los que ya habían sido golpeados. El sindicato Buenos Aires de FOETRA estuvo entre los que vieron suspendida su personería, no pudieron realizarse las elecciones previstas para 1967, esos comicios fueron postergados hasta fines de octubre de 1969.

Aunque habíamos militado en agrupaciones rivales, Mango y yo siempre tuvimos una buena relación personal, en enero de 2015 nos encontramos para hablar de viejos tiempos y tomar un café.

Me contó que había ingresado en Teléfonos del Estado en 1952 cuando tenía 16 años.


“Fue en la mesa de pruebas de la oficina Devoto, el delegado general era un buen tipo de apellido López. También estaba el Ateneo Peronista donde el dirigente era Cansiani. Había una puja entre el Ateneo y el sindicato. Yo no me afilié a ninguno de los dos, por entonces no tenía ningún interés en la política, lo que me interesaba era jugar al fútbol e ir a bailar. Mi viejo era un tano analfabeto, y tanto él como mi madre simpatizaban con el peronismo, aunque nunca habían militado en nada”

Se rio al decir: “Yo también hice el 17 de octubre”, y recordó que tenía 9 años cuando vio pasar por la calle Triunvirato una manifestación de unas 400 personas. “Yo no sabía nada de nada, pero me fui tras ellos. Seguimos hasta Girardot, en una fábrica estaban trabajando, y los que encabezaban la columna les gritaron para que dejaran de hacerlo”. Como si necesitara justificarse agregó: “Yo era pibe, me volví para mi casa”.

Continuó recordando que entonces Triunvirato tenía un boulevard en el centro por donde pasaba el tranvía. “Después, en la tarde, pasó otra manifestación más chica, tal vez unas 50 personas. De nuevo me enganché y los seguí hasta Chacarita. Desde allí pegué la vuelta. Y en la noche, en lo de un vecino que tenía radio, escuchamos el discurso del coronel”.


Todos los chicos del barrio iban a la misma escuela, en su evocación dijo que por allí no existían colegios privados, “y en la tardecita nos juntábamos en la esquina”

“Después empecé a trabajar en el taller de un ruso, un judío que tenía unos cuantos telares, porque entonces en todas las casas del barrio había un telar. Eso duró hasta 1951, vino una crisis fuerte en la industria textil, y me quedé sin trabajo”. Un vecino le sugirió que le escribiera una carta a Nicolini “que era Secretario o Ministro”, otro vecino se la hizo llegar, “y así fue como ingresé a Teléfonos del Estado”.

Cuando llegó el ’55 y se produjo el bombardeo, con un amigo se fueron para la CGT. “Recuerdo como si fuera hoy a los aviones que venían volando sobre Independencia y ametrallando a la gente. No podía creer que fueran tan hijos de puta; a partir de eso me afilié al sindicato”.

“Estaba muy indignado, aunque nunca me había interesado, también me fui hasta el local de la Juventud peronista que estaba por la calle Charcas. El partido a nivel nacional había sido intervenido, el interventor era Leloir; y en el distrito Capital el interventor era John William Cooke. Para intervenir la Juventud se había designado al doctor Framinián, que era un buen tipo. Allí conocí a Carlos Gallo, que venía trabajando con el “profesor González”, que era realmente profesor, pero de educación física”.

“Recuerdo que antes del ’55 se habían realizado elecciones en el sindicato, participaron por lo menos dos listas peronistas , una era 17 de Octubre, y la otra, Renovación”.


La dictadura encabezada por el binomio Aramburu-Rojas intervino todos los sindicatos y la Confederación General del Trabajo.


“Cuando en el año 1956 se preparaban las elecciones para la normalización en el Sindicato, un muchacho amigo, Matías Bellavista, me propuso que nos acercáramos a una reunión de compañeros peronistas que se juntaban en el Sindicato Argentino de Prensa. Allí conocí a Jonch, aunque la figura principal era Jorge Lupo, quien había sido agregado obrero en una embajada argentina; era el candidato natural para encabezar nuestra lista, pero fue inhabilitado por el interventor en el sindicato”.


Lo anecdótico fue que en otro sindicato, el de panaderos, pudo participar un hombre que también había sido agregado obrero, Pedro Conde Magdaleno, por eso Mango terminó enviando una carta a la revista Qué, denunciando la discriminación.


“El primer candidato de nuestra lista fue un compañero de Valentín Gómez, de apellido Gallino, el segundo de la lista fue el delegado general de Cuyo, uno que prometía traer una carrada de votos. Era una chantada, perdimos la elección, habíamos creído que la ganábamos fácil, y la gente de Valente nos ganó limpiamente”.

“Después, con Jonch y otros muchachos –no éramos muchos- formamos una célula peronista dentro del gremio, hasta que después de la huelga del ’57 nos convencimos que el esfuerzo había que ponerlo en ganar el sindicato para incorporar al movimiento obrero al movimiento peronista”.


Mientras estuvieron en ese trabajo clandestino (“tenía que ser necesariamente así porque si no íbamos en cana”), el encargado de citar a los pocos compañeros que se reunían era Mango. Cuando llegó el 57 y le tocó hacer el servicio militar (“14 meses en la aeronáutica”), le dijo a jonch que él se encargara de hacer ese trabajo.


“1957 fue el año de la huelga en telefónicos, aunque yo estaba haciendo el servicio militar, igual fui a hablar en una asamblea del gremio. Te imaginás, yo estaba todo pelado, para que no se dieran cuenta estuve todo el tiempo con una gorrita, y desde las tribunas había unos que me gritaban que me sacara la gorra para hablar”.


Varias veces se detuvo como para recordar mejor, sabiendo de mi interés por la mayor rigurosidad había llevado algunos apuntes. Me sorprendió un poco cuando dijo:


“No sé por qué te digo esto, pero para mí es importante. Para nosotros el viejo Valente era un gorila, había llegado al sindicato con la intervención del ’55… esas antinomias… Pero Valente era vecino de mi barrio, después me lo encontré varias veces por Triunvirato, terminé visitándolo en su casa. Vivía en un lugar muy modesto, muy modesto. Charlamos mucho… y para mi dejó de ser un gorila, tal vez nunca lo había sido. Incluso como dirigente gremial fue ejemplar, se bancó el reclamo de aumento que pedía la asamblea, algo que era inalcanzable, pero cumplió con el mandato y no levantó la huelga”.


Me quedé en silencio pensando que Pascual Masitelli me había dicho algo muy parecido cuando le pedí información sobre la Huelga de 1957: “Valente como hombre de principios defendió la huelga como ninguno”. El juicio de Masitelli podía estar distorsionado por ser compañero de militancia de Valente, pero lo que dijo Mango resultaba una confirmación de aquellas palabras.


“Valente había sido un dirigente gremial que había estado en la huelga telefónica de 1932, un gran dirigente. Cuando murió faltaban manos para llevar el cajón, y yo estuve allí; no fuimos amigos, pero nos respetábamos muchísimo. Después su hijo me dijo: “Tengo un libro, Luchas y conquistas, que Gay le dio a mi padre; no sé si otras personas se lo merecen, pero vos merecés tener ese libro”. Y es uno de los tesoros que siempre conservo, por él, y tal vez un poco por Gay”.

“Antes yo te dije en broma que había hecho el 17 de octubre, pero Luis Gay y Cipriano Reyes sí que tuvieron mucho que ver con el 17 de octubre. Después vino lo que vino, pero esa es otra historia…”


En esa conversación, como ocurre casi en cualquier conversación de café, saltamos de un tema a otro, íbamos y veníamos con la guía de su memoria. Yo intercalaba algunas preguntas y cada tanto debía detener el grabador cuando él quería hacer alguna acotación muy personal o cuando revolvía entre sus apuntes.


“En 1965 ganamos las elecciones del sindicato, Agustín Cuello encabezaba la Lista, pero cuando se hizo el congreso de FOETRA él fue elegido como Secretario General de la Federación, se fue a Ambrosetti, y yo quedé al frente del Sindicato Buenos Aires. En ese tiempo la lista no venía con los cargos tan definidos como ahora, los miembros de Comisión Administrativa éramos 15 y, al menos en teoría, cualquiera de nosotros podía ser designado como Secretario General. En la primera reunión de la Comisión se hacía la distribución de cargos, se cubrían las distintas secretarías, y los demás quedaban como vocales. Por supuesto, se daba por sobreentendido que el orden en la lista indicaba una cierta prioridad, pero la asignación de funciones era prerrogativa del conjunto de la Comisión”.

“Hace un tiempo en el Sindicato me convocaron para aportar información porque pensaban escribir una historia. YO les llevé todo el material que tenía, listas, comunicados, periódicos; hasta un convenio del año 1929. Me pareció que era el lugar más lógico para que estuviera todo eso, no sé qué uso le dieron, pero me quedé sin los documentos. Algunas anotaciones conservo, porque a veces la memoria falla”.


El comentario tenía que ver con una pregunta que le hice sobre elecciones y listas. Durante la dictadura todo mi archivo fue destruido o robado. Quise saber si él tenía datos que me permitieran llenar algunos vacíos.


“Hay quienes no le dan importancia a esas cosas, me acuerdo que en la Federación estaban todos los periódicos de FOETRA; pero un día asumió como secretario de organización Gerónimo Calvo, y una de las primeras medidas que tomó fue tirar todo eso a la basura. ¿Por qué? Tal vez porque creía que organización era deshacerse de los papeles viejos o cambiar los pocillos de lugar”.


Era casi mediodía cuando salimos del café; antes de levantarnos Mango hizo otro comentario:


“En un libro de documentos de la resistencia peronista, de Roberto Baschetti, aparece una carta de John William Cooke como secretario de Acción Revolucionaria Peronista para dos dirigentes del Sindicato Buenos Aires de FOETRA. Los dos dirigentes figuran con las iniciales HM y JF, el primero soy yo, y JF es José Ferreri. Creo que la fecha que figura aquí está equivocada, la carta debió ser de fines de 1967…

“John William Cooke era como un ícono para un sector importante del peronismo, pero cuando murió y se cremaron sus restos, junto a Alicia Eguren estábamos sólo unos pocos compañeros”.


Estuvimos casi dos horas en ese café de Avenida Pueyrredón entre Lavalle y Corrientes, mientras caminábamos hasta la parada del colectivo recordó viejos tiempos por esa zona cerca del sindicato. Quedaron muchas preguntas pendientes y estuvo de acuerdo en que volviéramos a encontrarnos, como para terminar de convencerlo le dije que la próxima vez lo invitaría al café de la calle Austria donde iba Perón cuando era presidente.

Después pasó el tiempo, otras ocupaciones fueron haciendo postergar el encuentro, su salud se deterioró y ya no volvimos a vernos. Un compañero me avisó que en este otoño Héctor Mango había fallecido.


La carta de Cooke dirigida a los dirigentes telefónicos figura en el libro de Baschetti, Documentos de la resistencia peronista, 1955-1970, volumen 1. página 327.

jueves, 24 de septiembre de 2020

Dos buenos amigos

 La semana pasada Jorge Grilli, un gran compañero telefónico, puso en circulación un ensayo que José Baddouh escribió hace aproximadamente 15 años. Para algunos compañeros fue reencontrarse con un trabajo que creían perdido, para otros se trató de un verdadero descubrimiento, para todos fue motivo de agradecimiento por el gesto generoso de Grilli. Aun militando en agrupaciones diferentes ambos habían mantenido una relación fraternal que hoy tiene un nuevo ejemplo. Tomando como punto de partida la evocación de Grilli nos permitimos otros recuerdos.


El Movimiento Gremial Telefónico se formó a mediados de 1964 bajo la conducción de Ricardo Campari. Aproximadamente en octubre de ese año apareció el primer número de AVANZADA, el boletín con que la agrupación se dio a conocer. Por eso la sigla MGT pasó a ser una referencia rápidamente olvidada y el nombre del boletín se convirtió en el nombre de la agrupación. Al año siguiente se realizaron las elecciones en el sindicato. Las listas se identificaban por color y la agrupación adoptó el nombre de Lista Rosa. Así terminó de construirse la denominación con que sería conocida dentro y fuera del gremio telefónico: AVANZADA–Lista Rosa.

Ricardo fue el dirigente indiscutido de AVANZADA, pero debió alejarse para dedicar todo su tiempo a la tarea de construcción política en que estaba empeñado. Fue entonces cuando José pasó a ocupar la máxima conducción de nuestra agrupación.

La Lista Rosa fue un punto obligado de referencia no sólo para los trabajadores telefónicos sino también para todos los que en el movimiento obrero buscaban construir alternativas de lucha contra la explotación. La solidaridad con los trabajadores en conflicto tuvo múltiples manifestaciones: se estuvo junto a los Trabajadores de Prensa cuando su organización sindical fue intervenida durante el onganiato. Y lo mismo se hizo con los Petroleros de Ensenada, con los trabajadores cañeros de Tucumán y con todos los que sufrieron las arbitrariedades de aquel período.

Fue así que nos sumamos a la CGT de los Argentinos, al Movimiento Sindical Combativo y a todos los otros ámbitos de lucha que se fueron forjando bajo la conducción de dirigentes como Raimundo Ongaro y Agustín Tosco.

Fueron tiempos de intenso batallar, no sólo contra la patronal y los gobiernos autoritarios o dictatoriales, también en el enfrentamiento a los sectores burocráticos en el movimiento obrero. Debimos aprender a diferenciar entre enemigos y adversarios y creemos haberlo hecho bien. Las fuertes divergencias no nos hicieron equivocar respecto a nuestro lugar en la lucha. Como lista de oposición pudimos tener grandes diferencias con las conducciones del Sindicato, pero nunca dejamos de estar del lado de los trabajadores aunque estuviéramos en agrupaciones diferentes.

Durante la última dictadura nuestro gremio sufrió las mismas persecuciones y atropellos que los demás sectores populares. También AVANZADA-Lista Rosa pagó un alto precio por haber estado siempre en la primera línea de lucha por los intereses de los trabajadores. Muchos de nuestros compañeros fueron cesanteados, encarcelados o forzados al destierro. Pero por encima de todos ellos se destacan los desaparecidos, tanto Ricardo Campari, Olga Pini, Marcelo Senra y Esteban Andreani como las decenas de telefónicos por los que todavía seguimos reclamando.


Ya antes de la dictadura Badouh había sido amenazado por la Triple A. Cuando se produjo el asesinato del general chileno Carlos Prats en buenos aires, José recibió un llamado telefónico en su lugar de trabajo, el mensaje que le transmitieron fue que se preparara porque era el próximo de la lista. La amenaza no podía ser tomada a la ligera, por entonces circulaba públicamente un listado confeccionado por la organización terrorista y en ella figuraba su nombre.

A la amenaza siguió la cesantía en el trabajo, el allanamiento de su domicilio y una campaña de hostigamiento mediático. A pesar de encontrarse perseguido encabezó la Lista Rosa en las elecciones de octubre de 1975. Condenado a la clandestinidad trató de permanecer en el país pero llegó un momento en que la situación se volvió insostenible; en 1977 salió a Brasil y desde allí gestionó el refugio que finalmente le fue concedido por Holanda.

En el exterior realizó una enorme actividad de denuncia contra la dictadura y de solidaridad con el pueblo argentino. Fue elegido presidente del Comité de Solidaridad Argentina- Holanda (SKAN), integró la asociación de Trabajadores y Sindicalistas Argentinos en el Exilio (TYSAE) hasta que en 1979 consiguió el apoyo económico de la Iglesia Católica Holandesa para viajar a colaborar con la Revolución Nicaragüense.

Regresó a Argentina a fines de 1983 y se incorporó al Frente Gremial Telefónico que, bajo la dirección de Julio Guillán, recuperó al sindicato de manos de la intervención. Ese Frente, conducido por la Lista mayoritaria del gremio, no estuvo exento de tensiones internas ni de contradicciones. En cada momento hubo que conciliar con posiciones que hubieran sido rechazadas en otro tiempo, pero se procuró privilegiar los intereses de los trabajadores telefónicos aún a riesgo de sufrir críticas e incomprensiones.


Vuelvo ahora al punto de partida, al de la amistad que se forjó entre José Baddouh y Jorge Grilli en esos años difíciles. Las divergencias circunstanciales no enturbiaron el mutuo respeto entre ellos, así lo entendimos quienes militamos junto a José.

Cuando en 2008 se había cumplido un año de la partida física de quien durante casi cuatro décadas dirigiera AVANZADA Lista Rosa, organizamos un acto para homenajearlo. Representantes de varias agrupaciones del gremio estarían presentes y era necesario un compañero que fuera una figura de equilibrio. Por eso no fue casual que eligiéramos a Jorge para hablar en esa ocasión. Y elegimos bien.

Hoy sigue siendo el buen compañero y amigo que siempre fue, el que pudo hablar a todos sin que ninguno se sintiera excluido, el que vuelve a demostrarlo con este gesto generoso.

sábado, 19 de septiembre de 2020

La Huelga telefónica de 1957

 En una nota anterior recordé el comienzo del conflicto telefónico de 1957; durante tres semanas Se fueron realizando paros progresivos en todo el país. La empresa y el gobierno usaron todas las artimañas para tratar de quebrar la lucha. Cuando esas medidas resultaron infructuosas se ordenó el desalojo de los telefónicos que realizaban paros en el lugar de trabajo. Para sorpresa del gobierno los desalojados se convirtieron en manifestantes dispersos por toda la ciudad. Después de eso Aramburu presidió una reunión donde se analizó el desarrollo del conflicto. “Asistieron a las deliberaciones el vicepresidente Rojas, Los ministros de Comunicaciones, Trabajo y Previsión e Interior, los titulares de las carteras de Ejército, Marina y Aeronáutica y miembros de los servicios de Coordinación policial”.

El endurecimiento de las posiciones metió al conflicto en un camino sin retorno. La Empresa Nacional de Telecomunicaciones hizo público un informe elevado al Poder Ejecutivo en el que dejaba en claro (por si fuera necesaria tal aclaración) que había actuado siguiendo las directivas del gobierno; que la discusión de cualquier aumento salarial estaba atado al incremento de la jornada de trabajo; y que, por haberse visto desbordada en su posibilidad de manejo del conflicto, proponía la aplicación del Código penal contra los trabajadores telefónicos.


Se cumplían dos años del golpe de estado y el gobierno de facto quería mostrar que seguía siendo tan duro como el primer día. Tal vez por eso hacia la noche del 16 de septiembre se anunció que las fuerzas armadas se harían cargo de la custodia de todas las oficinas y edificios telefónicos “con el fin de asegurar la normal prestación de los servicios y, a la vez, garantizar la libertad de trabajo”. Era una libertad de trabajo muy particular porque el Ministerio de Guerra movilizó al personal de mantenimiento (especialmente a Interior, Revisadores y Conservación Cables).

Se llegó así al 17 de septiembre. Tuerzas del ejército ocuparon la Repetidora de Adrogué a las 17 horas de ese día, apresando a todos los trabajadores que se encontraban en el lugar. A medida que pasaron las horas se conocieron las detenciones masivas, en su lugar de trabajo o domicilio, de delegados, colaboradores y afiliados activos, sin ninguna discriminación. Las primeras cifras indicaban que 170 trabajadores habían sido privados de su libertad.

Por eso el Secretariado Nacional emplazó al Poder Ejecutivo para que dejara en libertad a los detenidos, en caso contrario se declararía la huelga general por tiempo indeterminado a partir de las 8 horas del día siguiente. La contestación del gobierno fue suspender la personería gremial de FOETRA y reprimir las concentraciones públicas de los trabajadores telefónicos”.

Ese martes 17 se reunió el Concejo de Administración de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones, y, “tras examinar la situación del conflicto telefónico y las medidas de seguridad adoptadas por el Poder Ejecutivo”, dictó una resolución intimando al personal a “reintegrarse a sus tareas a partir de las 0 horas del día 19”. El incumplimiento de esa exhortación haría pasible al personal de las sanciones de “suspensión, cesantía o exoneración, como mejor corresponda”. Paralelamente, el ministro de comunicaciones informó que había solicitado al Ministerio de Trabajo y Previsión, el retiro de la personería gremial de FOETRA.

Pero los anuncios del ministro no terminaron allí. Agregó que “la empresa estatal denunció ante las autoridades policiales, la comisión de hechos previstos en la ley penal”. Y, a partir de esas denuncias, se produjeron las detenciones comentadas más arriba.

Esa noche poco después de las 22.30 se inició la reunión en FOETRA en la que se decidió dar plazo hasta las 8 de la mañana del día miércoles 18 para que todos los detenidos fueran dejados en libertad. Si el reclamo no era satisfecho, se paralizarían las tareas en todo el ámbito del Sindicato Buenos Aires; y si se producía la detención de algún miembro del Secretariado Nacional, el paro se extendería a todo el país.

Recordando ese momento me dijo Diego Pérez, uno de los dirigentes de FOETRA durante el conflicto:

“Después de eso, y para que no metieran preso a todo el Secretariado, les dijimos a Pravisani y Piacentini que se fueran para el sindicato Standard Electric, en San Isidro. Tombessi se fue para La Plata y Dopazo también se fue afuera. Y en Ambrosetti nos quedamos Andreatta y yo.

A eso de las 6 se concentraron frente al local los compañeros de los talleres de la calle Hidalgo que venían a averiguar que noticias había. Les dijimos que habíamos declarado la huelga general a partir de las 8 y, después que ellos se fueron, Andreatta se fue para San Isidro a dormir un rato. Yo me quedé una hora más, pero, como no pasaba nada, les dije a los muchachos que me iba a dormir a casa. Me acuerdo que uno de ellos me dijo si estaba loco, porque en mi casa ya debía estar esperando la policía. Entonces me fui a la casa de mi hermana. El compañero tenía razón, esa noche fueron dos veces a la casa de mis viejos, que es donde yo vivía.

Serían las 2 de la tarde cuando estaba volviendo para Ambrosetti 134. Unos compañeros me paran en José María Moreno y Rivadavia y me preguntan a dónde iba. Cuando les dije que iba para la federación me contaron que a eso de las 8 y media había caído la cana y se los había llevado presos a todos. En realidad en Ambrosetti no hubo ningún detenido.

Los fondos de la Federación daban con los de una casa que tenía salida por Acoyte. Cuando llegó la policía todos los que estaban dentro (las compañeras administrativas que entraban a las 7 de la mañana y algún compañero con permiso gremial) saltaron la pared y se escaparon por detrás. Hay que decir que algunos policías eran bastante tolerantes. Muchos debían ser peronistas, y si podían hacer la vista gorda, lo hacían.”

El paro por tiempo indeterminado, que debía cumplirse en el área de Capital Federal y Gran Buenos Aires, se hizo extensivo a todo el país como consecuencia del apresamiento de los dirigentes del nivel nacional. Y para que no quedara ninguna duda respecto a la disposición combativa de los telefónicos, el Sindicato Buenos Aires dio a conocer un comunicado que en su parte resolutiva señalaba:

“La huelga general se mantendrá hasta que hayan desaparecido las causas que la determinaron, debiéndose impartir la orden de levantamiento únicamente por las autoridades de la Federación o el Sindicato, previa aclaración de las razones que motiven dicho levantamiento”.

El comunicado, firmado por Pedro Valente y Norberto Espínola, informaba que se contemplaba la formación de subcomités de huelga en todos los lugares de trabajo.

Al mismo tiempo las muestras de solidaridad con los trabajadores telefónicos siguieron aumentando. El secretariado nacional de la Unión Obrera Metalúrgica dispuso la realización de un paro de 15 minutos (de 9 a 9.15, de 15 a 15.15 y de 24 a 0.15), mientras manifestaban su adhesión la Asociación Bancaria (Regional Buenos Aires), la Federación de vendedores de Diarios, Revistas y Afines, y el Sindicato Unido Petroleros del Estado. También expresaron su apoyo solidario la Comisión de Acción Política de la Unión Cívica Radical Intransigente y el Dr. Alfredo Palacios, diputado constituyente por el Partido Socialista. La Comisión de Acción Política de la UCRI, que recibió a los representantes telefónicos y repudió las detenciones, estaba presidida por el Dr. Alejandro Gómez, futuro vicepresidente de la Nación.

Así comenzó la Huelga de los Telefónicos en 1957.

jueves, 17 de septiembre de 2020

Perón habló sobre el golpe de estado

 Se cumplen 65 años del golpe de estado que derrocó al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón; en su libro “La fuerza es el derecho de las bestias” recordaría con todo detalle ese alzamiento. Se trata de una lectura siempre recomendable, por una cuestión de espacio aquí me limito a reproducir las respuestas que dio a la United Press dos semanas después del golpe.

Formuló declaraciones a la United Press el ex Presidente Perón

Declaraciones del 5 de octubre de 1955

Nueva York, 5 (UP). – En el servicio central de New York la United Press transmitió el texto íntegro de las declaraciones que el ex presidente argentino, general Juan Perón, hizo al gerente de la oficina de la Agencia en Paraguay, Germán Chávez.

El siguiente es el texto de las preguntas hechas por el corresponsal de la United Press, y las respuestas del general Perón.

P. ¿Puede, el señor general, dar una información sobre los sucesos políticomilitares argentinos, que culminaron con su renuncia a la presidencia de la Nación?

R. – Estallada la revolución, el día 18 de septiembre la escuadra sublevada amenazaba con el bombardeo de la ciudad de Buenos Aires y de la destilería de Eva Perón, después del bombardeo de la ciudad balnearia de Mar del Plata. Lo primero, de una monstruosidad semejante a la masacre de la Alianza; lo segundo, la destrucción de diez años de trabajo y la pérdida de cientos de millones de dólares. Con ese motivo, llamé al Ministro del Ejército, General Lucero, y le dije: “Estos bárbaros no sentirán escrúpulos en hacerlo, yo no deseo ser causa para un salvajismo semejante”. Inmediatamente me senté al escritorio y redacté la nota que es de conocimiento público y en la que sugería la necesidad de evitar la masacre de gente indefensa e inocente, y el desastre de la destrucción, ofreciendo, si era necesario, mi retiro del gobierno. Inmediatamente la remití al General Lucero quién la leyó por radio, como Comandante en Jefe de las fuerzas de represión, y la entregó a la publicidad.

El día 19, de acuerdo con el contenido de la nota, el Ministro Lucero formó una junta de generales, encargándole de discutir con los jefes rebeldes la forma de evitar un desastre. Esta junta de generales se reunió el mismo día 19 e interpretó que mi nota era una renuncia. Al enterarme de semejante cosa llamé a la residencia de los generales y les aclaré que tal nota no era una renuncia sino un ofrecimiento que ellos podrían usar en las tratativas. Le aclaré que si fuera renuncia estaría dirigida al Congreso de la Nación y no al Ejército ni al Pueblo, como asimismo, que el presidente constitucional lo era hasta tanto el Congreso no le aceptara la renuncia. La misión de la junta era sólo negociadora. Tratándose de un problema de fuerza, ninguno mejor que ellos para considerarlo, ya que, si se tratara de uno de opinión, lo resolvería yo en cinco minutos.

Llegados los generales al Comando de Ejército según he sabido después, tuvieron una reunión tumultuosa en la que la opinión de los débiles fue dominada por los que ya habían defeccionado. Esa misma madrugada, del 20 de septiembre, fue llamado mi Ayudante, Mayor Gustavo Renner, al comando, y allí el General Manni le comunicó en nombre de los demás que la junta habían aceptado la renuncia (que no había presentado) y que debía abandonar el país en ese momento. En otras palabras, los generales se habían pasado a los rebeldes y me imponían el destierro.

Las causas a que atribuye el estallido revolucionario

P. ¿A qué causas atribuye el estallido revolucionario? ¿Cree usted que influyó para ello el conflicto con la iglesia? ¿Y el contrato sobre la explotación petrolífera?

R. – Las causas son solamente políticas. El móvil, la reacción oligarcoclerical para entronizar al “conservadorismo” caduco. El medio, la fuerza movida por la ambición y el dinero. El contrato petrolífero, un pretexto de los que trabajan de ultranacionalistas “sui generis”.

P. ¿Estaba en gobierno del señor general en antecedentes de la conspiración dirigida por el General Lonardi y otros jefes militares? ¿Es exacto, que la marina de guerra, prácticamente, estuvo en actitud de rebeldía desde el 16 de junio último?

R. – El gobierno estaba en antecedentes desde hacía 3 años. El 28 de septiembre de 1951 y el 16 de junio de 1955 fueron dos brotes abortados. No quise aceptar fusilamientos y esto les envalentonó. Si la marina fue rebelde desde el 15 de junio, lo supo disimular muy bien, pues nada lo hacía entender así.

P. – El señor general en su carta renuncia del 19 de septiembre, decía que quería evitar pérdidas inestimables para la nación. ¿Con las fuerzas leales a su gobierno, podría haber prolongado la lucha? ¿Con probabilidades de éxito?

R. – Las probabilidades de éxito eran absolutas, pero para ello, hubiera sido necesario prolongar la lucha, matar mucha gente y destruir lo que tanto nos costó crear. Bastaría pensar lo que habría ocurrido si hubiéramos entregado las armas de nuestros arsenales a los obreros que estaban decididos a empuñarlas. Siempre evité el derramamiento de sangre por considerar este hecho como un salvajismo inútil y estéril entre hermanos. Los que llegan con sangre con sangre caen. Su victoria tiene siempre el sello imborrable de la ignominia, por eso los pueblos, tarde o temprano, terminan por abominarlos.

P. – Se ha publicado que la Alianza Nacionalista constituía una especie de fuerza de choque. ¿Qué hay de cierto en esto?

R. – La Alianza Nacionalista era un partido político como los demás, combativo y audaz; compuesto por hombres jóvenes, patriotas y decididos. Eso era todo. El odio hacia esa agrupación política no difiere del odio que esta gente ha demostrado por los demás. El espíritu criminal, cuando existe voluntad criminal, es más bien cuestión de ocasión para manifestarse. Por eso la masacre de la Alianza es producto de un estado de ánimo y de una ocasión.

No está en condiciones de ir a Europa. Quedará en el Paraguay

P. ¿Exactamente a las 8 del martes 20 buscó usted refugio en la embajada del Paraguay? ¿Es verdad que el señor general pasó la noche anterior y toda la madrugada del 20 en la residencia presidencial?

R. – Es exacto.

P. ¿Considera usted que en la actual situación política argentina el partido peronista podrá desarrollar sus actividades? ¿Cree usted que la CGT mantendrá su anterior estructura y organización? ¿Qué opina el señor general de la orientación futura de los sindicatos obreros?

R. – El partido peronista tiene a todos sus dirigentes presos, perseguidos o exiliados. En esta forma está proscripto. La masa sigue firme y difícilmente podrá nadie conmoverla.

P. ¿Qué planes tiene usted para el futuro? ¿Es verdad que proyecta ir a Europa, y radicarse temporalmente en España, Italia o Suiza? Si es así, ¿cuándo proyecta viajar a Europa?

R. – Permaneceré en el Paraguay, primero, porque amo profundamente a este pueblo humilde pero digno, compuesto de hombres libres y leales hasta el sacrificio. Segundo, porque entre mis honores insignes tengo el de ser ciudadano y General del Paraguay, y tercero, porque me gusta. A Europa no pienso ir porque no es necesario y porque no tengo dinero suficiente para hacer el turista en estos momentos, a pesar de la riqueza que me atribuyen mis detractores ocasionales.

Si volviera a actuar en política regresaría a la Argentina

P. – Lógicamente hay gran expectativa sobre sus futuras actividades, señor general. ¿Piensa usted permanecer al frente de la jefatura del partido peronista?

R. – Dicen que un día el Diablo andaba por la calle se descargó una tremenda tormenta. No encontrando nada abierto para guarecerse, se metió en la iglesia que tenía su puerta entornada y, dicen también, que mientras el Diablo estuvo en la iglesia se portó bien. Yo haré como el Diablo, mientras esté en el Paraguay honraré su noble hospitalidad. Si algún día se me ocurriera volver a la política me iría a mi país y allí actuaría. Hacer desde aquí lo que no fuera capaz de hacer allí no es noble ni es peronista. El partido peronista tiene grandes dirigentes y una juventud pujante y emprendedora ya sea entre sus hombres como entre sus mujeres. Han “desensillado hasta que aclare”. Tengo profunda fe en su destino y deseo que ellos actúen. Ya tienen mayoría de edad. Les dejé una doctrina, una mística y una organización. Ellos la emplearán a su hora. Hoy imperan la dictadura y la fuerza. No es nuestra hora. Cuando llegue la contienda de opinión, la fuerza bruta habrá muerto y allí será la ocasión de jugar la partida política. Si se nos niega el derecho de intervenir habrán perdido la batalla definitivamente. Si actuamos, ganaremos como siempre por el 70% de los votos.

P. – El gobierno provisional argentino ha hecho declaraciones diciendo que implantará un régimen de libertad y democracia. ¿Cree usted que todos los partidos políticos inclusive el peronista, podrán actuar libremente?

R. – La libertad y la democracia basada en los cañones y en las bombas no me ilusionan, lo mismo que las declaraciones del gobierno provisional. Yo ya conozco demasiado de estos gobiernos que no basan su poder en las urnas sino en las armas. La persecución despiadada y la difamación sistemática no abren buenas perspectivas a una pacificación. De modo que creo lo peor. Dios quiera que me equivoque. Ello sólo sería, si esta gente cambiara diametralmente, lo que dudo suceda.

P. – Cualquier manifestación del señor General, la United Press tendrá mucho gusto en difundir en más de 5.000 diarios y estaciones radiotelefónicas que en todo el mundo tiene el servicio de esta Agencia de noticias.

R. – Por lo que hemos podido escuchar, cuanto sostiene el gobierno de facto es falso por su base. No podrían justificar su revolución ante el Pueblo. Ya en sus declaraciones comienzan por confesar ingenuamente que harán lo que nosotros hemos hecho y respetarán nuestras conquistas sociales. Si son sinceros es un reconocimiento tácito, si no lo son, peor aún.

Nosotros representamos el Gobierno Constitucional elegido en los comicios más puros de la política argentina en toda su historia. Ellos son sólo los usurpadores del poder del Pueblo. Si llamaran a elecciones libre, como las que aseguramos nosotros, las volveríamos a ganar por el 70% de los votos. ¿Cómo entonces pueden ellos representar la opinión pública?

Esta revolución, como la de 1930, también septembrina, representa la lucha entre la clase parasitaria y la clase productora. La oligarquía puso el dinero, los curas la prédica y un sector de las fuerzas armadas, dominadas por la ambición de algunos jefes, pusieron las armas de la República. En el otro bando están los trabajadores, es decir el Pueblo que sufre y produce. Es su consecuencia una dictadura militar de corte oligarcoclerical y ya sabemos a dónde conduce esta clase de gobierno.

Que es una democracia y que enarbola banderas de libertad, sólo el gobierno uruguayo y a sus diarios y radios alquilados puede ocurrírsele semejante barbaridad.

Si la democracia se hiciera con revolucionarios para burlar la voluntad soberana del Pueblo, yo sería cualquier cosa menos democrático. El tiempo dará la respuesta a los insensatos que puedan aún creerlo. Conozco a la gente ambiciosa desde hace muchos años y yo he de equivocarme fácilmente en el diagnóstico.

Yo hubiera permanecido en Buenos Aires, si en mi país existiera la más mínima garantía, porque no tengo nada de qué acusarme, pero, frente a hombres que el 16 de junio intentaron asesinar al Presidente de la Nación mediante el bombardeo aéreo sorpresivo sobre la Casa de Gobierno, ya que fueron capaces de masacrar a cuatrocientas personas bombardeando e incendiando el edificio de la Alianza, donde había numerosas mujeres y niños, ¿qué podemos esperar los argentinos?

Desea aclarar el asunto, su testamento, donaciones

En presencia de la vil calumnia que ya comienza a hacerse presente, como de costumbre, desde Montevideo, deseo aclarar el asunto de mis bien para conocimiento extranjero, porque en mi Patria saben bien los argentinos cuales son.

Mis bienes son bien conocidos: mi sueldo de Presidente, durante mi primer período de gobierno, lo doné a la Fundación Eva Perón. Los sueldos del segundo período los devolví al Estado. Poseo una casa en Buenos Aires que pertenece a mi señora, construida antes de que yo fuera elegido por primera vez. Tengo también una quinta en el pueblo de San Vicente, que compré siendo coronel y antes de soñar siquiera que sería Presidente Constitucional de mi país. Poseo además los bienes, que por la testamentaría de mi señora me correspondes, y que consisten en los derechos de autor del libro “La razón de mi vida”, traducido y publicado en numerosos idiomas en todo el mundo y un legado que don Alberto Dodero hizo en su testamento a favor de Eva Perón. Además, los numerosos obsequios que el Pueblo y mis amigos me hicieron en cantidad que justifica mi reconocimiento sin límites. El que descubra otro bien, como ya lo he repetido antes, puede quedarse con él.

A mí no me interesó nunca el dinero ni el poder. Sólo el amor al Pueblo humilde, a quien serví con lealtad, me llevó a realizar cuanto hice. Con los bienes de mi señora, que, por derecho sucesorio me corresponden íntegramente, instituí la Fundación Evita, nueva entidad destinada a dar albergue a estudiantes pobres que debían estudiar en Buenos Aires. La mayor parte de los regalos que recibí, los destiné siempre a premios para pruebas deportivas de los muchachos pobres y de los estudiantes. Me complacería si el nuevo presidente de facto hiciera lo mismo, agregando que, en mi testamento, lego todos mis bienes a la Fundación Evita al servicio del Pueblo y de los pobres.

Durante diez años he trabajado sin descanso para el Pueblo y, si la historia pudiera repetirse, volvería a hacer lo mismo porque creo que la felicidad del pueblo bien vale el sacrificio de un ciudadano.

No piensa seguir la política. La situación cuando tomó el poder

Mi gran honor y mi gran satisfacción son el amor del pueblo humilde y el odio de los oligarcas y capitalistas de mala ley, como también de sus secuaces y personas que, por ambición y por dinero, se han puesto a su servicio.

Solo y a mis años, ya he aprendido el reducido valor de la demasía del dinero. Las investigaciones me tienen sin cuidado porque, sí se hacen bien, probarán mi absoluta honradez, y si se hacen mal serán viles calumnias como las que se lanzan hoy sin investigar nada. Yo estoy en paz con mi conciencia y no me perturbarán las inconciencias ajenas.

No pienso seguir en la política porque nunca me interesó hacer el filibustero o el malabarista y, para ser elegido presidente constitucional no hice política alguna. Me fueron a buscar, yo no busqué serlo. Ya he hecho por mi pueblo cuanto podía hacer. Recibí una colonia y les devuelvo una patria justa, libre y soberana. Para ello hube de enfrentar la infamia en todas sus formas, desde el imperialismo abierto hasta la esclavitud disimulada.

Cuando llegué al gobierno, en mi país había gente que ganaba veinte centavos por día y los peones diez y quince pesos por mes. Se asesinaba a mansalva en los ingenios azucareros y en los yerbales con regímenes de trabajo criminal. En un país que poseía 45 millones de vacas sus habitantes morían de debilidad constitucional. Era un país de toros gordos y de peones flacos.

La previsión social era poco menos que desconocida y jubilaciones insignificantes cubrían sólo a los empleados públicos y a los oficiales de las fuerzas armadas. Instituímos las jubilaciones para todos los que trabajan, incluso los patrones. Creamos las pensiones a la vejez y a la invalidez desterrando del país el triste espectáculo de la miseria en medio de la abundancia.

Legalizamos la existencia de la organización sindical declarada asociación ilícita por la justicia argentina y promovimos la formación de la Confederación General del Trabajo con seis millones de afiliados cotizantes.

Las construcciones realizadas; lo que ha dejado

Posibilitamos la educación y la instrucción absolutamente gratuita para todos los que quisieran estudiar, sin distinción de clase, credo y religión y sólo en ocho años construimos ocho mil escuelas de todos los tipos.

Grandes diques con sus usinas aumentaron el patrimonio del agro argentino y más de 35.000 obras públicas terminadas fue el esfuerzo solamente del primer plan quinquenal de gobierno, entre ellas el gasoducto de 1.800 kilómetros, el aeropuerto Pistarini, la refinería de petróleo de Eva Perón (que querían bombardear los rebeldes a pesar de costar 400.000.000 de dólares y diez años de trabajo), la explotación carbonífera de Río Turbio y su ferrocarril, más de veinte grandes usinas eléctricas, etc. etc.

Cuando llegué al gobierno ni los alfileres se hacían en el país. Los dejo fabricando camiones, tractores, automóviles, locomotoras, etc. Les dejo recuperados los ferrocarriles, los teléfonos, el gas, para que los vuelvan a vender otra vez. Les dejo una marina mercante, una flota aérea, etc. ¿A qué voy a seguir? Esto lo saben mejor que yo todos los argentinos.

Ahora espero que el Pueblo sepa defender lo conquistado contra la codicia de sus falsos libertadores. Esta será una prueba de fuego para el Pueblo Argentino y deseo que la pase solo y solo sepa defender su patrimonio contra los de afuera y contra los de adentro. Yo ya tengo bastante con estos diez años de duro trabajo, sinsabores, ingratitudes y sacrificios de todo orden. El Pueblo conoce a sus verdaderos enemigos. Si es tan tonto que se deja engañar y despojar, suya será la culpa y suyo será el castigo.

No se arrepiente de haber desistido luchar

He dedicado mi vida al País y al Pueblo. Tengo derecho a mi vejez. No deseo andar dando lástima como le sucede a algunos políticos argentinos octogenarios.

Preveo el destino de este gobierno de facto. El que llega con sangre, con sangre cae. Y esta gente no sólo ha ensangrentado sus manos, sino que terminará tiñendo con ella su conciencia.

Yo acostumbro a perdonar a mis enemigos y los perdono. Pero la historia y el Pueblo no perdona tan fácilmente, a ellos les encomiendo la justicia que siempre llega.

Yo no me arrepiento de haber desistido de una lucha que habría ensangrentado y destruido al país. Amo demasiado al Pueblo y hemos construido mucho en la Patria para no pensar en ambas cosas. Sólo los parásitos son capaces de matar y destruir lo que no son capaces de crear.

Al Gobierno y al Pueblo paraguayo mi gratitud por una conducta que ya le conocemos los que hemos penetrado la grandeza de su dignidad humilde frente a la soberbia de la insolencia.

En nombre del Pueblo humilde de mi Patria, la Argentina, que lucha todos los días por su grandeza, presento al Pueblo paraguayo mi desagravio por los actos insólitos presenciados durante mi asilo. Algún día el verdadero Pueblo argentino tendrá ocasión de reafirmarme.

martes, 15 de septiembre de 2020

Dos cartas del Che Guevara

Golpe de estado de 1955

Dos cartas del Che Guevara

En septiembre de 1955 el Che Guevara escribe un par de cartas en las que muestra su preocupación y angustia por lo ocurrido en Argentina. Aún no es el Che que entrará en la historia como uno de los personajes más importantes del siglo XX, pero ya ha comenzado a recorrer ese camino. Viene de Guatemala, donde ha sido testigo del derrocamiento de Jacobo Arbenz, comparte su vida con decenas de latinoamericanos comprometidos con las luchas sociales de su tiempo, se ha casado con la peruana Hilda Gadea, militante de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). Apenas dos meses antes ha tenido su primer encuentro con Fidel Castro: “recuerdo que nuestra primera discusión versó sobre política internacional. A las pocas horas de la misma noche – en la madrugada – era yo uno de los futuros expedicionarios del Granma”.

Che era crítico del gobierno peronista, pero no mostró ningún regocijo por el derrocamiento de Perón, y en las cartas que se reproducen manifiesta su oposición a los “libertadores” y su preocupación por los tiempos venideros.

Las dos cartas fueron incluidas por su padre en el libro Aquí va un soldado de América, y las copias que aquí se reproducen fueron tomadas del sitio Centro de Estudios Che Guevara.

Carta a su amiga Tita Infante desde México (24 de septiembre de 1955).

Querida Tita:

Le escribo nuevamente angustiado por lo que pasa en la Argentina, esta vez doblemente angustiado, pues además de los muertos se ha sumado toda esa serie de acontecimientos que no auguran nada bueno para el país. Desde aquí no se puede decir nada en absoluto, pero el unánime júbilo de Estados Unidos y los católicos, sumado a las declaraciones de la nueva junta y el hecho de que todos eran militares, está dando una idea de lo que será esta nueva liberación. Con todo el respeto que me merece Arbenz (totalmente diferente a Perón desde el punto de vista ideológico), la caída del gobierno argentino sigue los pasos de Guatemala con una fidelidad extraña, y verá Ud. cómo la entrega total del país y la ruptura política y diplomática con las democracias populares será un corolario, conocido pero triste. Está mal, sin embargo, que yo me ponga a recitar opiniones políticas cuando lo que debe ser y lo que deseo es que Ud. me dé su opinión sobre todos los últimos acontecimientos y me relate bien las cosas. ¿Sería mucho pedir que me mandara un paquete con los diarios de los últimos días y primeros del nuevo régimen? Podría ser por barco, no me importa tanto el tiempo como tener una imagen de lo que fue eso.

Con respecto al fallido viaje a Europa, le diré que mi frase sí era gongoriana, y el señor de la carta era el Presidente del Consejo de Ministros de Polonia; yo pensaba ir al festival de la juventud, pero querían referencias mías de Argentina, sin embargo las cosas estaban en un estado tal que no me animé a llamarlas por su nombre, y creí que el amigo Isalí se avivaría. De todas maneras, aquello no tiene importancia, pues la Agencia Latina me largó pagando solo una parte de lo que debía y no me alcanzó para ir. De otras cosas, mi situación económica ha mejorado lo suficiente como para llenar mis necesidades más elementales, y mi situación científica es en general buena y tengo tres trabajos marchando lentamente hacia su fin que no creo sea antes de fin de año.

Espero recibir de Ud. buenas noticias en cuanto a su título y que esté mejorada de sus conflictos personales, no le mando la revista con el trabajito ya publicado porque no me dieron los números a mí, de todas maneras no vale la pena.

Reciba un abrazo de su amigo Ernesto y conteste pronto.

Carta a la madre desde México (24 de septiembre de 1955).

Querida vieja:

Esta vez mis temores se han cumplido, al parecer, y cayó tu odiado enemigo de tantos años; por aquí la reacción no se hizo esperar: todos los diarios del país y los despachos extranjeros anunciaban llenos de jubilo la caída del tenebroso dictador; los norteamericanos suspiraban aliviados por la suerte de 425 millones de dólares que ahora podrían sacar de la Argentina; el obispo de México se mostraba satisfecho de la caída de Perón, y toda la gente católica y de derecha que yo conocí en este país se mostraba también contenta; mis amigos y yo, no; todos seguimos con natural angustia la suerte del gobierno peronista y las amenazas de la flota de cañonear Buenos Aires. Perón cayó como cae la gente de su estirpe, sin la dignidad póstuma de Vargas, ni la denuncia enérgica de Arbenz que nombró con pelos y señales a los culpables de la agresión.

Aquí, la gente progresista ha definido el proceso argentino como “otro triunfo del dólar, la espada y la cruz”.

Yo sé que hoy estarás muy contenta, que respirarás aire de libertad [...].

Hace poco te señalaba en otra carta que los militares no entregan el poder a los civiles si estos no le garantizan el dominio de casta; hoy por hoy, sólo lo entregarán a un gobierno que surja del partido demócrata, o sea, de alguno de los recién fundados partidos socialcristianos, donde me imagino que estarás militando..., futuro diputado a la honorable cámara de Diputados donde tal vez se siente, con el correr del tiempo..., líder del partido argentinista, a fundarse. Vos podrás hablar en todos lados lo que te dé la gana con la absoluta impunidad que te garantizará el ser miembro de la clase en el poder, aunque espero por vos que seas la oveja negra del rebaño. Te confieso con toda sinceridad que la caída de Perón me amargó profundamente, no por él, por lo que significa para toda América, pues mal que te pese y a pesar de la claudicación forzosa de los últimos tiempos, Argentina era el paladín de todos los que pensamos que el enemigo está en el norte. Para mí, que viví las amargas horas de Guatemala, aquello fue un calco a distancia, y cuando vi que junto a las noticias leales (es raro llamarlas así) se escuchaba la voz de Córdoba, que teóricamente estaba ocupada, empecé a ver mal la situación, después todo sucedió exactamente igual: el presidente renunciaba, una junta empezaba a negociar pero desde la posición de resistencia; luego eso se acababa, subía un militar con su marinerito al lado, único dato agregado con respecto a Guatemala, y entonces el cardenal Copello hablaba al pueblo lleno de orgullo y calculando cómo iría su negocio bajo la nueva junta; los diarios del mundo entero -de este lado del mundo- lanzaron sus aullidos archiconocidos, la junta se negaba a darle pasaporte a Perón, pero anunciaba libertad para todo el mundo. Gente como vos creerá ver la aurora de un nuevo día; te aseguro que Frondizi ya no la ve, porque en el supuesto caso de que suban los radicales no será él quien lo haga, sino Yadarola, Santander o algún otro que sirva a los intereses yanquis y del clero, amén de los militares. Tal vez en el primer momento no verás la violencia porque se ejercerá en un círculo alejado del tuyo [...].

El Partido Comunista, con el tiempo, será puesto fuera de circulación, y tal vez llegue un día en que hasta papá sienta que se equivocó. Quién sabe que será mientras tanto de tu hijo andariego. Tal vez haya resuelto sentar sus reales en la tierra natal (única posible) o iniciar una jornada de verdadera lucha [...].

Tal vez alguna bala de esas tan profusas en el Caribe acaben con mi existencia (no es una baladronada, pero tampoco una posibilidad concreta, es que las balas caminan mucho en estos lares), tal vez, simplemente siga de vagabundo el tiempo necesario para acabar una preparación sólida y darme los gustos que me adjudiqué dentro del programa de mi vida, antes de dedicarla seriamente a perseguir mi ideal. Las cosas caminan con una rapidez tremenda y nadie puede predecir dónde ni por qué causa estará al año siguiente.

No sé si han recibido la noticia protocolar de mi casamiento y la llegada del heredero, por carta de Beatriz parece que no. Si no es así, te comunico la nueva oficialmente, para que la repartas entre la gente; me casé con Hilda Gadea y tendremos un hijo dentro de un tiempo. Recibí los diarios de Beatriz, me interesan mucho, quisiera una correspondencia de los de estos días y, sobre todo, semanalmente Nuestra Palabra.

Chau.

Un beso a toda la familia, Hilda los saluda.

martes, 1 de septiembre de 2020

Números macabros

 El domingo una querida amiga me hizo llegar la declaración de la IRDH (Iniciativa por el Resguardo de los Derechos Humanos covid-19 en CABA). Allí se decía:

“Los números que se conocieron los días 26 y 27 de agosto que superaron los 10.000 casos de personas contagiadas más el número diario de muertes y el aumento constante de personas que se internan en las Unidades de Cuidados Intensivos debe alertarnos sobre el camino que estamos recorriendo”

Coincidentemente en El Cohete a la Luna se publicó una nota del profesor Alberto Kornblihtt con el inquietante título de “Los muertos y la cuarentena”. Pero más inquietante eran los datos:

“El 27 de julio pasado la Argentina llegó a tener 3.000 muertos acumulados por Covid-19. Entonces le pregunté al doctor Jorge Aliaga, experto en números de la pandemia si los hay, cuándo había tenido la mitad, es decir 1.500 muertos, a lo que me respondió que había sido el 5 de julio. ¿Y la mitad de 1.500, es decir 750? El 11 de junio, respondió. ¿Y la mitad de 750, es decir 375? El 17 de mayo, me dijo. Si calculan los intervalos verán que corresponden a 24 días.”

Con esos datos el profesor Kornblihtt calculó que la nueva duplicación debía producirse el 21 de agosto, ese día se llegaría a 6.000 muertos. Pero se equivocó.

“El 18 de agosto, 3 días antes del 21, sobrepasamos los 6.000 muertos.”

La duplicación de muertes ya no se producía cada 24 días sino cada 21.

“Si no se toman medidas más estrictas y la duplicación de muertes acumuladas empieza a ocurrir cada 21 días, el 13 de septiembre habrá 12.000 muertos acumulados; el 5 de octubre, 24.000; el 27 de octubre, 48.000, el 18 de noviembre, 96.000; el 10 de diciembre, 182.000, y para Navidad unos 364.000 muertos acumulados…”

Otros números

Al tiempo que se multiplican los contagiados y los muertos por la pandemia, una manada de presuntos abanderados de la libertad de las personas se manifiesta en las calles contra todas las medidas destinadas a resguardarnos. Las convocatorias se presentan como espontáneas, se divulgan a través de las llamadas redes sociales, luego se las amplifica en los medios de difusión convencional. Una de las promotoras es una voluminosa predicadora religiosa que clama para que se libere al Sagrado impedido de curar a los enfermos. Otra, que supo ser una encumbrada funcionaria, aprovecha para darse un baño de popularidad aunque ahora no proponga que los asistentes concurran armados. Otros pretenden ser un poco más sutiles; pontifican sobre el cansancio social por la cuarentena más larga del mundo, la necesidad de flexibilizar las medidas sanitarias reabriendo comercios. Sensibilizado por estos reclamos el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Autoriza a bares y casas de comida para volver a funcionar.

Aunque resulte macabro es conveniente hacer algunas comparaciones. En el accidente ferroviario de Once (22.2.2012) murieron 52 personas. En el choque y posterior incendio del avión de LAPA en Aeroparque (31.8.1999) los fallecidos fueron 65. En el incendio de República Cromañón (30.12.2004) murieron 194 personas

Si las proyecciones del profesor Kornblihtt se cumplieran (y el gobierno de Rodríguez Larreta hace su aporte en esa dirección), el 13 de septiembre los fallecidos por coronavirus llegarían a 12.000, estaríamos hablando de 6.000 en 21 días, algo menos de 300 muertos diarios. Aunque resulte horroroso hay que decir que casi sería como acumular un accidente de Once, un avión de LAPA y un incendio de Cromañón en cada jornada.