miércoles, 10 de enero de 2018

1957, la huelga grande de los Telefónicos (XLV)

Últimas semanas (V)

Si me extendí en comentar la reunión del gobierno con los dirigentes de Las 62 Organizaciones y los 32 Gremios es porque allí se hizo una descripción de toda la política económica y social del equipo castrense. Al promediar el encuentro los ánimos estaban caldeados, Aramburu se sintió en la necesidad de decir que su gobierno era democrático y que todo sería más fácil “con dictadura, cuando una huelga se termina con 100 tanques en la calle y 300 tumbas, como se hace en Rusia o en Hungría”. Fue igualmente vehemente al justificar la reimplantación del estado de sitio: “Este estado de sitio establecido por el gobierno argentino no es contra los obreros ni mucho menos; es para aquellos que quieren subvertir el país, para los agitadores y los embanderados en cuestiones políticas inconfesables”. El argumento que usó a continuación parece casi atemporal porque se lo ha repetido cada vez que se impusieron sacrificios a los sectores obreros y populares. “El pueblo argentino ha vivido engañado en un standard de vida ficticio para venir a parar a la situación actual. No los hemos citado para tirarles rosas sino para decir la verdad cruel y dura, pero la verdad, para que todos sepamos en qué condición nos encontramos”.
Las palabras de Aramburu reflejaban malhumor, cuando March le preguntó si podrían hacer algunos comentarios sobre la exposición de los ministros le contestó que los representantes obreros ya habían sido escuchados durante cuatro horas; después moderó un poco la respuesta y dijo que podía escucharlos si tenían algo más para decir. El dirigente mercantil comenzó diciéndole que llevaban mucho tiempo pidiendo soluciones mientras el gobierno llevaba meses estudiando la respuesta: “tal vez la decisión llegue cuando sea demasiado tarde”. Recordó que más de un año antes, siendo ministro de trabajo Migone, le solicitaron la normalización de las cajas de jubilaciones; después lo hicieron con Aguirre Legarreta y volvieron a reiterar el reclamo ante Tristán Guevara. “Los jubilados civiles siguen esperando, mientras que se han aumentado las jubilaciones de policía, prefectura y otras fuerzas militares”. Por las dudas aclaró que no pedía que se rebajaran esos aumentos sino que se elevara la remuneración de todos los jubilados.
Las grandes diferencias que separaban a los dos nucleamientos sindicales se desdibujaron al enfrentar a los funcionarios del gobierno, en un pasaje de la discusión March, de Los 32, y Magdaleno, de Las 62, parecían haberse puesto de acuerdo para refutar a Cueto Rúa y a Krieger Vasena. El dirigente de los mercantiles volvió a sostener que la acusación de Magdaleno contra la Panificación era correcta, Krieger, exasperado, salió a respaldar a su compañero de gabinete, el representante de los panaderos comentó irónico que la compañía aludida no podría haberle ofrecido una coima millonaria si su balance hubiera sido tan deficitario. Este último comentario hizo que hasta el propio aramburu interviniera mostrando su enojo.
Después le tocó el turno al ministro de trabajo y su engendro limitando el derecho de huelga. Conciliación, arbitrajes forzosos y multas a los sindicatos eran medidas destinadas a quebrar los reclamos obreros. “¿Qué pasaría si a Krieger Vasena le tocara hacer de árbitro en el conflicto que desde 50 días atrás llevan adelante los obreros de Llauró, habiendo sido integrante del directorio de esa empresa?” La pregunta era sólo una hipótesis, pero mostraba las posibles complicidades entre gobierno y capitalistas enfrentando a los trabajadores.
De esa pregunta hipotética se pasó a un hecho concreto, el de los atropellos sufridos por los telefónicos. Se recordaron las oscuras maniobras empresarias, el empleo de la policía para desalojar las guardias dejadas por los dirigentes de FOETRA “que sabían lo que significaba para ese servicio de tanta importancia el abandono de sus tareas”. Fue entonces cuando March hizo una denuncia que es importante reproducir:

“Voy a hacer aquí una referencia que prueba que en lugar de avenirse a hallar bases de solución se estima que debe dejarse continuar el conflicto hasta que el hambre haga volver a sus lugares de trabajo a los compañeros telefónicos.
En presencia de algunas personas entre las que creo se encontraban ministros del Poder Ejecutivo Nacional, funcionarios del Ministerio de Trabajo y Previsión, se hicieron escuchar ayer una comunicación telefónica intervenida en la que un telefónico decía a otro que se le estaba volviendo muy dura la situación y que iba a necesitar muy pronto los pesos para mantener a su familia”.

A partir de esas palabras daban por derrotados a los telefónicos. Por supuesto, ningún funcionario admitió que se hubiesen hecho escuchas ilegales, le reclamaron al dirigente mercantil que diera el nombre de su informante, pero éste dijo que se hacía cargo de lo que había denunciado y que no revelaría la identidad de quien le había proporcionado el dato.
Para mi trabajo sobre la huelga telefónica lo esencial de esa reunión ya fue dicho, sin embargo creo conveniente completar algo más. March rechazó la “incentivación” en los términos en que la presentaba el gobierno; primero se debía restablecer el poder adquisitivo de los salarios, luego congelar los precios y, posteriormente, acordar fórmulas de incremento de remuneración en relación con la productividad. Agregó que el pensamiento económico de los ministros era uno de los tantos posibles, que no era una verdad absoluta, y que los trabajadores pensaban de manera distinta. Con la aprobación de los dirigentes de Las 62 sostuvo que había coincidencia entre los sectores obreros en rechazar la política económica del gobierno, y por eso le proponían al presidente que la cambiara.
Fue más lejos todavía, equiparó esa reunión con una sesión parlamentaria, y dijo que en el parlamento francés existe el voto de desconfianza, por lo que reclamó a los ministros de Hacienda, de Comercio e Industria y de Trabajo y Previsión sus renuncias para que pasaran a ocupar esos lugares otros hombres con otras ideas.
Aramburu dijo irritado: “lamentablemente a esta reunión se han incorporado temas inaceptables y fuera de lugar”. Antes de que diera por finalizada la reunión March alcanzó a decirle que ellos tenían que informar a sus representados y que aquellos decidirían en definitiva. También el dirigente lucifuercista, Alberto Lema, adelantó su juicio crítico, pero pidió una copia de la versión taquigráfica para poder informar a sus compañeros.


Con posterioridad se citó a los dirigentes sindicales que habían estado en Casa de Gobierno para entregarles una declaración oficial. Concurrieron 3 por los 32 Gremios y 8 de las 62 Organizaciones, se los recibió separadamente en el ministerio de Trabajo el jueves 17, y más tarde el ministro Tristán Guevara reunió a los periodistas para entregarles la misma declaración.
Visto a la distancia casi parece una provocación al peronismo que esa declaración tuviera fecha del 17 de octubre. Al margen de ello, la resolución gubernamental ratificó la política económica y social que se venía desarrollando, rechazó los aumentos de salarios reclamados por los trabajadores, insistió con la propuesta de incremento en las remuneraciones sobre la base de una mayor productividad, prometió un futuro venturoso e informó que dos días antes funcionarios del gobierno se habían reunido con representantes del comercio y la industria para comprometerlos en una orientación similar.
En el documento se informó que se tomaría en cuenta algunas de las objeciones hechas al decreto que reglamentaba el derecho de huelga, pero como esa herramienta de lucha era un recurso último ante situaciones límite, reclamó el levantamiento de los paros previstos con fechas definidas o a definirse.

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