sábado, 10 de abril de 2021

El exilio (3)

 Fue tiempo de vivir con lo justo y hasta con menos que eso. La inmensa mayoría de los exiliados tuvo que ganarse la vida en actividades totalmente impensadas. Algunos aprendiendo nuevos oficios, otros incursionando en la fabricación de baratijas para venderlas en algún puesto improvisado en el Rastro madrileño.

Ser un residente ilegal es siempre problemático, finalmente llegó el momento de tener que regularizar la situación. En nuestro caso (como en el de muchos otros) eso significó presentarnos al ACNUR. Iniciamos los trámites para ser reconocidos como refugiados y eso nos proporcionó una cierta cobertura legal. Pasaría bastante tiempo antes de que se oficializara nuestra nueva situación, pero al menos no seríamos expulsados del territorio español.

Los exiliados

Hasta aquí conté la historia en términos muy personales, pero el exilio no fue una vivencia individual. Ya desde antes del golpe de marzo de 1976 la feroz persecución había ido expulsando del país a todos los comprometidos con la lucha por un mundo mejor. Así se fue formando el exilio argentino en esos años, superpuesto y entrecruzado con el exilio de otros desesperados que escapaban de las feroces dictaduras que asolaban el continente: chilenos, uruguayos, salvadoreños, nicaragüenses.

En general no podría decir que fuimos discriminados, al menos no fuimos más discriminados que los propios españoles de bajos ingresos o de existencia marginal. Algunos argentinos se quejaban de no tener las mismas oportunidades que los peninsulares, fantaseaban con que provenían de un país donde no se excluía a los extranjeros. Olvidaban el trato despectivo a bolivianos, paraguayos o chilenos, a otros compatriotas de piel más oscura o de ascendencia indígena o africana. Y sobre todo parecían ignorar que en nuestro país de origen la dictadura más feroz de la historia sólo igualaba a los que quería reprimir

Los trabajadores españoles se convirtieron en nuestros aliados naturales, también ellos habían sufrido una dictadura feroz, estaban transitando los primeros tiempos de democracia y tenían muy fresco el recuerdo de las persecuciones durante el franquismo. Por entonces visitamos Comisiones Obreras, la CNT y la Unión General de Trabajadores, el objetivo era que denunciaran en los foros internacionales a la dictadura argentina. Los telefónicos españoles fueron muy solidarios, se organizó una campaña para pedir la libertad de los compañeros presos y desaparecidos de FOETRA. Era una relación muy incipiente que luego se estrecharía cuando llegara el tiempo de TYSAE.

En esos primeros años (fines de 1977, principios de 1978) el exilio argentino estaba disperso en varios organismos. El COSPA (Comité de Solidaridad con el Pueblo Argentino), la Casa Argentina, la CADHU (Comisión Argentina de Derechos Humanos) y algunos más. Por supuesto, también estaban los partidos políticos y las organizaciones revolucionarias con sus múltiples variantes. Por afinidad política y simpatía personal nos acercamos a la CADHU, en su conducción se encontraban Gustavo Roca, Eduardo Luis Duhalde y Lili Masaferro. Eso no nos impidió mantener una buena relación con COSPA o la Casa Argentina.

El trabajo es el gran organizador social, también lo fue en cuanto al tiempo que nos quedaba disponible para la militancia. A mediados de 1978 los ojos de todo el mundo estuvieron puestos sobre Argentina, se disputaba el Mundial de Fútbol y el evento quiso ser usado por la dictadura como prueba de apoyo popular. La mayor parte del exilio aprovechó la oportunidad para denunciar las atrocidades dictatoriales, en distintos lugares se organizaron comisiones de repudio y nosotros nos sumamos a esa tarea.

Trabajadores y Sindicalistas argentinos en el exilio

Apenas terminado el Campeonato se realizó una reunión en París para tratar de coordinar la actividad de los agrupamientos de trabajadores y sindicalistas en Europa. El nacimiento de TYSAE es asociado al nombre de Raimundo Ongaro, el antiguo dirigente de la CGT de los Argentinos.

Después de ser apresado en 1975 Raimundo fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo; el 7 de mayo de ese mismo año su hijo Alfredo Máximo fue asesinado por la Triple A. dos días más tarde se conocía el mensaje de solidaridad firmado por Agustín Tosco desde la clandestinidad.

“Compañero Raimundo Ongaro: Muy caro has pagado y estás pagando tu compromiso inagotable con la clase trabajadora y el pueblo. Nosotros sabemos que un golpe vil y traicionero, aplicado con ferocidad y con saña sobre la vida de tu querido hijo, flor de la juventud laboriosa de nuestra patria, no puede ser asimilado fácilmente porque es como arrancarle el corazón a un hombre. (…)Recibe junto a tu familia, nuestro cálido abrazo fraternal desde lo más profundo del compañerismo”

Tras el asesinato de su hijo aquel gran compañero fue empujado al destierro. Sobreponiéndose a su dolor continuó su lucha; la reunión parisina en que se gestó TYSAE fue facilitada por el pedido de Raimundo ante la Confédération Générale Démocratique du Travail para que proporcionara el apoyo material necesario. En el intercambio de correspondencia entre Ongaro y los dirigentes de la central sindical francesa se garantizó financiamiento para la reunión, que se concretó los días 28 y 29 de agosto de 1978. Tras ese encuentro, se hizo un llamamiento a todos los sindicalistas en el exilio para que se integraran al accionar común de solidaridad con la clase obrera y el pueblo argentino. Pocos meses después, en enero de 1979, se realizó el Segundo Encuentro, esta vez en Turín. La concurrencia fue más numerosa y se adoptó un programa reivindicativo que sería ratificado en el Tercer Encuentro, celebrado en septiembre de ese mismo año en Ámsterdam. El Cuarto encuentro (1980) tuvo lugar en Malmo, Suecia, y el Quinto (1981) en Madrid.


En los antecedentes del TYSAE estaba GTAE, Grupo de Trabajadores Argentinos en el Exilio. Aquel nombre parecía más adecuado para un agrupamiento partidario que para una entidad que pretendiera reunir a sindicalistas exiliados. Tal vez fuera una sospecha exagerada, pero algunos creían ver cierta reminiscencia de un grupo político detrás de ese nombre. Los programas, las declaraciones y las denominaciones nunca son asépticos ni ingenuos; junto a cada uno de ellos hay cierta intencionalidad, cierta orientación. Además cada uno de nosotros llegaba con una historia militante, incluso los que proveníamos de una práctica en organizaciones sindicales habíamos tenido un encuadramiento en agrupaciones, corrientes o tendencias. Nuestro común denominador era haber estado comprometidos en algún sindicato, pero allí se terminaba la coincidencia. Entre los exiliados había peronistas, comunistas, izquierdistas de las más variadas tendencias; la variedad era enorme; pretender construir un espacio que diera cabida a todos era casi utópico, la aspiración era, en todo caso, conseguir armar algo parecido a un sindicato amplio y pluralista

El GTAE se reunía en la oficina de la Comisión Argentina de Derechos Humanos; ese también debió ser tema de controversia porque los dirigentes de la CADHU tenían su propia historia política, sus simpatías y antipatías, sus partidarios y opositores. Cuando digo que reunirse en esa oficina debió ser inicialmente tema de controversia es porque cada tanto aparecía la sugerencia de buscar otro espacio. En general se suponía que lo mejor era un sindicato, pero allí también se presentaban simpatías y antipatías. Alguno sugería a Comisiones Obreras, otro a la Unión General de Trabajadores, otro a la CNT; no faltaba algún delirante que quería plantear a las centrales sindicales que nos facilitaran un local para nuestro uso exclusivo.

Todo organismo está sujeto a movimientos y cambios, un nucleamiento que pretendía representar a trabajadores y sindicalistas exiliados no podía ser una excepción. Algunos compañeros se alejaron, otros se acercaron y reemplazaron a los que habían partido, con esas variaciones volvió a ponerse sobre la mesa la cuestión del nombre. No recuerdo cómo fue que se produjo la modificación, lo cierto fue que se pasó de GTAE a TYSAE: Trabajadores y Sindicalistas Argentinos en el Exilio.

Una historia todavía pendiente

Entre los nuevos integrantes del TYSAE madrileño se destacaban compañeros que habían sido liberados después de pasar mucho tiempo detenidos a disposición del Poder Ejecutivo. Los cordobeses, así los llamamos entonces, tenían antecedentes sindicales que nadie podía objetar, Rafael Flores había sido Secretario del Sindicato del Caucho, Taurino Atencio provenía del Sindicato de Luz y Fuerza (donde integró la Comisión dirigida por Agustín Tosco), y Soledad García era una reconocida dirigente docente: ella alcanzaría la conducción de la UEPC, Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba tras su regreso al país.

Otros militantes de reconocida trayectoria también participaron aunque de forma menos continua, entre ellos Armando Jaime y Marcelo Frondizi. Armando había participado en varios proyectos políticos y sindicales desde su juventud, tal vez el que le dio mayor proyección fue el Frente Antimperialista y por el Socialismo que lo propuso para integrar una fórmula presidencial acompañando a Agustín Tosco. Marcelo Frondizi contaba con una larga militancia entre los trabajadores estatales y, tras su retorno al país, llegaría a ser uno de los Secretarios adjuntos de la CTA conducida por Hugo Yasky.

Me animaría a decir que en Europa el TYSAE madrileño fue el que alcanzó mayor desarrollo. La relación con las grandes centrales sindicales (particularmente con Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores) se hizo muy estable. La publicación de “El Trabajador” alcanzó bastante regularidad y se transformó en un vínculo con el resto del exilio argentino y latinoamericano.

Se formaron otros TYSAE en Francia, Holanda, Suecia, Italia; dentro de España el de Tarragona desarrolló una invalorable actividad editando un pequeño-gran boletín con el nombre de “La abeja obrera”.

Los encuentros periódicos y el intercambio de correspondencia permitieron mantener una cierta coordinación entre los distintos TYSAE, pero esto fue más efectivo entre los ubicados en Europa, con los que se formaron en Latinoamérica casi no hubo contacto. Este es un tema que refuerza la necesidad de investigar la historia de cada una de esas organizaciones hermanas. La identidad de denominación no implica necesariamente coincidencias entre los distintos grupos, cada uno se movió por su lado y en muchos casos sin conocimiento de los demás. Supe de la existencia del TYSAE mexicano porque tomó contacto con Madrid cuando se organizaba el encuentro de 1981, pero de la existencia de otros (por ejemplo en Venezuela y Brasil) recién me enteré hace muy poco tiempo a través de alguna publicación académica.

TYSAE fue un organismo que desde el exilio aportó a la denuncia de la dictadura y a la solidaridad con los trabajadores y el pueblo argentino. Rescatar esa historia es una deuda todavía no saldada.

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