Haya de la Torre
En un artículo publicado en la revista teórica The Labour Monthly –Londres, diciembre de 1926- Haya de la Torre define su concepción sobre la lucha de clases y el imperialismo yanqui en América Latina. Publicado originalmente en inglés, el texto fue luego recuperado en español, y pasó a ser el primer capítulo de su libro El antiimperialismo y el APRA
“La historia de las relaciones políticas y económicas entre América Latina y los Estados Unidos, especialmente la experiencia de la revolución mexicana, nos lleva a las siguientes conclusiones:
1º - Las clases gobernantes de los países latinoamericanos, grandes terratenientes, grandes comerciantes y las incipientes burguesías nacionales son aliadas del imperialismo.
2º - Estas clases tienen en sus manos al gobierno de nuestros países a cambio de una política de concesiones, empréstitos u otras operaciones que los latifundistas, burgueses, grandes comerciantes y los grupos o caudillos políticos de esas clases negocian o participan con el imperialismo.
3º - Como un resultado de esta alianza de clases, las riquezas naturales de nuestros países son hipotecadas o vendidas, la política financiera de nuestros gobiernos se reduce a una loca sucesión de grandes empréstitos, y nuestras clases trabajadoras, que tienen que producir para los amos, son brutalmente explotadas.
4º - El progresivo sometimiento económico de nuestros países al imperialismo deviene sometimiento político, pérdida de la soberanía nacional, invasiones armadas de los soldados y marineros del imperialismo, compra de caudillos criollos, etc. Panamá, Nicaragua, Cuba, Santo Domingo, Haití son verdaderas colonias o protectorados yanquis como consecuencia de la "política de penetración" del imperialismo” (33).
De esa enumeración se desprende que la contradicción principal se encuentra entre las naciones latinoamericanas y el imperialismo, y que imperialismo y oligarquía son los enemigos a ser enfrentados y derrotados.
“… El Estado, instrumento de opresión de una clase sobre otra, deviene arma de nuestras clases gobernantes nacionales y arma del imperialismo, para explotar a nuestras clases productoras y mantener divididos a nuestros pueblos. Consecuentemente, la lucha contra nuestras clases gobernantes es indispensable; el poder político debe ser capturado por los productores; la producción debe socializarse y América Latina debe constituir una Federación de Estados. Éste es el único camino hacia la victoria sobre el imperialismo…” (34)
La federación de los estados latinoamericanos -la construcción de la Patria Grande- es otro de los rasgos distintivos del llamado populismo. El APRA mismo se planteaba como un proyecto de alcance continental, de allí su denominación de Alianza Popular Revolucionaria Americana. Su propuesta era la organización de la lucha antiimperialista en la América Latina, por medio de un Frente Único internacional de trabajadores manuales e intelectuales, con un programa común de acción política. Para enfrentar la subordinación de las economías latinoamericanas al capital imperialista, sostenía que la nacionalización de la tierra y de la industria, junto con la organización de la economía sobre las bases socialistas de la producción, eran la única alternativa. “Del otro lado está el camino del coloniaje político y de la brutal esclavitud económica” (35).
Otra característica distintiva del proyecto es la búsqueda de una amplia coalición policlasista. De allí la afirmación de que es en los países agrarios donde la joven y reducida clase proletaria necesita aliados, pero también los campesinos necesitan aliados: otros aliados, además de la clase obrera. La conclusión es que debe abandonarse la idea de constituir un partido exclusivamente de clase, para reconocer la necesidad de un diferente tipo de partido político revolucionario y antiimperialista que no es Partido de clase, sino de Frente Único.
"El APRA representa, consecuentemente, una nueva organización política de lucha contra el imperialismo y de lucha contra las clases gobernantes latinoamericanas que son auxiliares y cómplices de aquél. El APRA es el Partido Revolucionario Antiimperialista Latinoamericano que organiza el gran Frente Único de trabajadores manuales e intelectuales de América Latina, unión de los obreros, campesinos, indígenas, etc., con estudiantes, intelectuales de vanguardia, maestros de escuela, etc., para defender la soberanía de nuestros países" (36).
Haya de la Torre afirma que la llegada del imperialismo trae consigo los fenómenos económicos y sociales que produce el capitalismo en los países donde aparece originariamente: la gran concentración industrial y agrícola; el monopolio de la producción y circulación de la riqueza; la progresiva destrucción o absorción del pequeño capital, de la pequeña manufactura, de la pequeña propiedad y del pequeño comercio, y la formación de una verdadera clase proletaria industrial.
Su descripción, aún cuando esté dirigida a ganarse el favor de las capas medias más que el de los obreros y campesinos, no deja de ser estremecedora: … el imperialismo sojuzga o destruye económicamente a las clases medias de los países retrasados que penetra. El pequeño capitalista, el pequeño industrial, el pequeño propietario rural y urbano, el pequeño minero, el pequeño comerciante, el intelectual, el empleado, etc., todos ellos forman la clase media cuyos intereses ataca el imperialismo.
La formulación policlasista –nacional y popular- se pone de manifiesto con una curiosa referencia al Kuo-Min-Tang chino.
“Insisto en el paralelo, a pesar de necesarias distinciones específicas, recordando que la traducción literal de las tres palabras que dominan el poderoso organismo político chino significan en nuestra lengua Partido Popular Nacional. Los vocablos "popular" y "nacional", que expresan claramente la tendencia de frente único del Kuo-Min-Tang, pertenecen a la denominación aprista también” (37).
El policlasismo levantado como bandera de unidad nacional se complementa con la función atribuida al estado tras la liberación del yugo imperialista. La desfeudalización, la intervención en la economía, la nacionalización de los recursos económicos fundamentales, la contribución al desarrollo del capitalismo, la protección de los sectores populares, el fomento del cooperativismo.
“La nacionalización de la riqueza es, y la desfeudalización especialmente, arma antiimperialista primero -arma defensiva de la soberanía nacional- y arma de justicia social en seguida. El imperialismo, como fenómeno económico, afecta a nuestra riqueza, la captura, la domina, la monopoliza. Subyuga en torno de ella a nuestros pueblos como naciones y a nuestros trabajadores como clases explotadas. La primera actitud defensiva de nuestros pueblos tiene que ser la nacionalización de la riqueza arrebatándola a las garras del imperialismo. Luego, la entrega de esa riqueza a quienes la trabajen y la aumenten para el bien colectivo: su socialización progresiva bajo el contralor del Estado y por el camino de un vasto cooperativismo” (38).
Hasta aquí nuestro repaso del ideario de Haya de la Torre. Nos pareció importante detenernos en él, porque sus propuestas son una síntesis de lo que luego sería denominado populismo. La elección fue deliberada, ya que se trata de una obra desarrollada a mediados de la década del ’20, cuando aún no se había producido la crisis económica ni el proceso de sustitución de importaciones considerado fundacional por muchos de los teorizadores antipopulistas. La exposición no deja entrever ninguna de las puerilidades que luego se atribuyeron a las experiencias nacionalistas de signo popular. Leyendo el libro con atención no se encuentra ni el más mínimo atisbo de manipulación de las masas, ni siquiera una exaltación de las mismas, sólo una apelación a construir un amplio frente policlasista. Tampoco aparecen siquiera insinuados los caudillos demagógicos. La propuesta antioligárquica y antiimperialista es central, las referencias a la Revolución Mexicana son frecuentes, lo mismo que la reivindicación de la lucha de Sandino. Los elogios que se vuelcan sobre las nacionalizaciones efectuadas por Batlle Ordóñez, se complementan con el reclamo para consolidar un proyecto de alcance continental. Y otro aspecto no menos importante es el reiterado reclamo para construir desde Latinoamérica la dirección teórica y política del proceso liberador. Las fuertes polémicas sostenidas a derecha e izquierda son muy ilustrativas. Sus adversarios no son distintos a los que tuvieron los llamados populistas clásicos en las décadas siguientes, y sus argumentos, con matices, podrían haber sido usados por Vargas, Cárdenas o Perón. Las críticas a lo que se consideraba el eurocentrismo de izquierda pueden parecer exageradas, pero no se estaba en presencia de una polémica amable, y desde el campo adversario los cuestionamientos no eran menos beligerantes. Curiosamente el aprismo no era tan confrontativo con la Tercera Internacional como con sus representantes locales, tal vez porque aquella tenía todo el prestigio de la Revolución Rusa, mientras que los segundos eran considerados una mala copia.
(Continuará)
Notas
(33) Haya de la Torre, Víctor Raúl; El antiimperialismo y el APRA, Capítulo I, versión digital cotejada el 19.1.2014 en:
http://antimperialismo.tripod.com/index.html
(34) Haya de la Torre, Op. Cit., Cap.I. Al final del Capítulo VIII Haya de la Torre reforzará su argumentación citando a Trotsky en ¿A dónde va Rusia?
"Un Estado que tiene en sus manos una industria nacionalizada, un monopolio del comercio exterior y un monopolio de la aceptación de capitales extranjeros, por un campo de la economía o por otro, por este solo hecho, controla ya una rica fuente de recursos cuya combinación puede hacer más rápida su evolución económica".
(35) La propuesta americanista de Haya de la Torre habla de la federación de las naciones para presentar un frente unido ante el enemigo imperialista. Sin embargo el planteo no significa una ingenua Exaltación de la soberanía particular de cada uno de los países. Por encima del interés nacional se coloca el interés del conjunto, como lo muestra su planteo sobre el Canal de Panamá.
“Panamá, facturada en república ad hoc, en uso de su flamante soberanía contrata con los Estados Unidos y cede la Zona del Canal. Teóricamente ese negocio es algo absolutamente exclusivo entre los dos países contratantes. Si analizamos los principios de soberanía nacional y de capacidad contractual de los estados libres, nada tendremos que objetar. Pero si ahondamos en la cuestión y vemos que históricamente la cesión del Canal de Panamá compromete a toda Indoamérica económicamente -porque Panamá deviene baluarte económico y militar del imperialismo- entonces tendríamos que pensar que la limitación de soberanía absoluta de Panamá para contratar la cesión de la Zona del Canal implicaba un derecho -derecho de los intereses de la comunidad de naciones indoamericanas-, cuyo ejercicio las habría alejado de un peligro.”
Haya de la Torre, Op. Cit., Capítulo VIII.
(36) Haya de la Torre, Op. Cit., Capítulo II.
(37) Haya de la Torre, Op. Cit., Capítulo III.
(38) Haya de la Torre, Op. Cit., Capítulo III.
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