AVANZADA en el comienzo (VII)
La
memoria trabaja yendo y viniendo sobre los mismos hechos, acomodando los
recuerdos, aportando nuevas interpretaciones cada vez. Quizás sea como si se
mirasen las cosas desde distintas perspectivas o posiciones, como si luego se
pudiera recomponer lo que realmente ocurrió. Seguramente rearmamos la historia,
tanto aquella en la que estuvimos directamente involucrados, como la otra más
general que nos llega a través de relatos ajenos. Pero ese reubicamiento tiene
un límite, porque podrá cambiar nuestra interpretación de los hechos, pero lo
que no puede cambiar son los hechos mismos. Esto viene a cuento porque a medida
que avanzo con estas notas siento que me repito, o porque tengo la tentación de
volver sobre lo escrito para corregirlo, pero no porque haya dicho algo falso o
porque quiera falsearlo ahora, sino porque quiero completar una información o
porque deseo agregar un nuevo dato. De todos modos estas anotaciones son como
un primer borrador, más adelante veremos si es necesario hacer alguna
ampliación.
Ya
comenté cuál era la situación en telefónicos hacia fines de 1964. Aquel
extendido malestar había dinamizado la actividad sindical, eran varios los
sectores que se preparaban para participar en las elecciones previstas para
abril de 1965, y AVANZADA se iba mostrando como un fuerte polo de atracción de
buena parte de los descontentos. Cuando me integré a la agrupación ya estaba
definido el criterio para constituir la lista con la que participaríamos en las
elecciones. Como nuestro desarrollo no era parejo en todas partes (era mayor en
la zona oeste, le seguía centro-este, y luego venían sur y norte), teniendo en
cuenta esa realidad, se determinó el número de candidatos que tendría cada zona
dentro de la lista. El objetivo era que fuera lo más representativa posible,
tanto por el lugar de asiento del candidato como por la especialidad laboral.
Se
privilegiaron los sitios con mayor concentración de personal, el método imaginado
era ir a las distintas oficinas y centrales, hablar con los trabajadores,
tratar de convencerlos para que integraran la lista, y que fueran ellos mismos
quienes propusieran a quienes serían los candidatos. Ese era el planteo ideal,
pero como dicen los estrategas, el mejor plan estratégico debe ser ajustado
después del primer combate. En algunos casos las cosas se hicieron de acuerdo
al plan propuesto, en otros casos los compañeros fueron más pragmáticos, pero,
en general, predominó un sentido de
representatividad y democratismo.
Con
el método ideado no sabíamos quién podía resultar designado, pero estábamos
dispuestos a aceptar la voluntad de los trabajadores. La única objeción (por lo
menos la única que yo recuerdo) era que el postulado no tenía que haber sido
“carnero”. Tampoco teníamos inconveniente si el propuesto era candidato por
otra lista. Era perfectamente posible que eso ocurriera, y si bien no nos
sucedió en esa oportunidad, sí tuvimos ese caso cuatro años después.
Ese era el primer paso. Después,
una vez designados todos los candidatos, venía el armado de la lista. Esto se
hacía en una reunión abierta a la participación de todos los telefónicos que
quisieran asistir. Visto a la distancia parece que había un exceso de
democratismo en esa metodología, si bien se estaba preparado para hacer frente
a una ingerencia desde fuera que quisiera provocar problemas, no sé que habría
pasado si las diferencias se hubieran planteado desde dentro. Todo salió
bastante bien, por lo menos ningún compañero se quejó de manejos dudosos o censurables,
ni durante ni después de conformada la lista.
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