jueves, 30 de octubre de 2014

Elección de los precandidatos



AVANZADA en el comienzo (VII)

La memoria trabaja yendo y viniendo sobre los mismos hechos, acomodando los recuerdos, aportando nuevas interpretaciones cada vez. Quizás sea como si se mirasen las cosas desde distintas perspectivas o posiciones, como si luego se pudiera recomponer lo que realmente ocurrió. Seguramente rearmamos la historia, tanto aquella en la que estuvimos directamente involucrados, como la otra más general que nos llega a través de relatos ajenos. Pero ese reubicamiento tiene un límite, porque podrá cambiar nuestra interpretación de los hechos, pero lo que no puede cambiar son los hechos mismos. Esto viene a cuento porque a medida que avanzo con estas notas siento que me repito, o porque tengo la tentación de volver sobre lo escrito para corregirlo, pero no porque haya dicho algo falso o porque quiera falsearlo ahora, sino porque quiero completar una información o porque deseo agregar un nuevo dato. De todos modos estas anotaciones son como un primer borrador, más adelante veremos si es necesario hacer alguna ampliación.
Ya comenté cuál era la situación en telefónicos hacia fines de 1964. Aquel extendido malestar había dinamizado la actividad sindical, eran varios los sectores que se preparaban para participar en las elecciones previstas para abril de 1965, y AVANZADA se iba mostrando como un fuerte polo de atracción de buena parte de los descontentos. Cuando me integré a la agrupación ya estaba definido el criterio para constituir la lista con la que participaríamos en las elecciones. Como nuestro desarrollo no era parejo en todas partes (era mayor en la zona oeste, le seguía centro-este, y luego venían sur y norte), teniendo en cuenta esa realidad, se determinó el número de candidatos que tendría cada zona dentro de la lista. El objetivo era que fuera lo más representativa posible, tanto por el lugar de asiento del candidato como por la especialidad laboral.
Se privilegiaron los sitios con mayor concentración de personal, el método imaginado era ir a las distintas oficinas y centrales, hablar con los trabajadores, tratar de convencerlos para que integraran la lista, y que fueran ellos mismos quienes propusieran a quienes serían los candidatos. Ese era el planteo ideal, pero como dicen los estrategas, el mejor plan estratégico debe ser ajustado después del primer combate. En algunos casos las cosas se hicieron de acuerdo al plan propuesto, en otros casos los compañeros fueron más pragmáticos, pero, en general, predominó  un sentido de representatividad y democratismo.
Con el método ideado no sabíamos quién podía resultar designado, pero estábamos dispuestos a aceptar la voluntad de los trabajadores. La única objeción (por lo menos la única que yo recuerdo) era que el postulado no tenía que haber sido “carnero”. Tampoco teníamos inconveniente si el propuesto era candidato por otra lista. Era perfectamente posible que eso ocurriera, y si bien no nos sucedió en esa oportunidad, sí tuvimos ese caso cuatro años después.
Ese era el primer paso. Después, una vez designados todos los candidatos, venía el armado de la lista. Esto se hacía en una reunión abierta a la participación de todos los telefónicos que quisieran asistir. Visto a la distancia parece que había un exceso de democratismo en esa metodología, si bien se estaba preparado para hacer frente a una ingerencia desde fuera que quisiera provocar problemas, no sé que habría pasado si las diferencias se hubieran planteado desde dentro. Todo salió bastante bien, por lo menos ningún compañero se quejó de manejos dudosos o censurables, ni durante ni después de conformada la lista.

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