miércoles, 26 de noviembre de 2014

Apenas una anécdota



AVANZADA en el comienzo (XV)
Apenas una anécdota

Con esta nota se cierra la serie dedicada al comienzo de AVANZADA, que abarca desde la formación de la agrupación hasta la participación en las elecciones de 1965. Me extendí un poco más porque la reorganización y el debate que comenté en la entrega anterior coincidieron con el final de los comicios. Precisamente, al hablar de nuestra reorganización, dije que en ese momento decidimos prepararnos para las elecciones de delegados, que tendrían que realizarse en todos los edificios una vez que asumiera la nueva conducción del Sindicato.
En mi caso particular esto significó trabajar codo a codo con un compañero de larga trayectoria sindical que había encabezado una lista de orientación demócrata cristiana: la Lista Oro. Que en telefónicos haya existido una lista de orientación demócrata cristiana puede parecer inverosímil, porque la DC tuvo fuerte apoyo de toda la derecha internacional durante la guerra fría. En América Latina la democracia cristiana alcanzó un éxito resonante con la elección de Eduardo Frei como presidente de Chile enfrentando al candidato socialista Salvador Allende. Eso ocurrió a fines de 1964, y Juan Carlos Ottobre, un compañero telefónico de fuertes convicciones religiosas, se identificó sinceramente con ese proyecto. No lo recuerdo como un reaccionario ni mucho menos -incluso había sido miembro paritario representando a FOETRA junto a otro compañero de apellido Parra-, en todo caso su límite era impuesto por la doctrina social de la iglesia.
Ottobre trabajaba en la misma especialidad laboral que yo: Plantel interior. De echo él era el encargado en la central donde yo era electricista, y aunque habíamos tomado por caminos sindicales distintos, nos complementamos bastante bien en el trabajo de organización. Aunque ese edificio concentraba entre 300 y 400 personas, no todas las secciones contaban con representación sindical. Con este compañero lo recorrimos de arriba abajo, hablamos con todos los trabajadores, organizamos las elecciones de delegados, y, por primera vez, el Edificio Vernet (ubicado en Avenida La Plata 1540) contó con una Comisión interna.
En la primera reunión del cuerpo de delegados no hubo ninguna discusión a la hora de designar a Ottobre como delegado general. Sin embargo, él ya hacía tiempo que había pedido su pase a la provincia de Córdoba, y a los pocos meses se concedió el traslado. Había que designar un reemplazante; yo podría haberme postulado, tenía bastante consenso entre los compañeros, y el mismo Ottobre me alentaba para que lo sucediera en el cargo. Aunque la propuesta resultaba tentadora, cuando lo conversamos en AVANZADA se evaluó que era conveniente mocionar a un delegado que representara a sectores “más proletarios”. Puede decirse que era un criterio muy ingenuo, y en realidad lo fue. Como no hacíamos ninguna especulación con el tema, acordamos proponer a un compañero de la Lista Marrón: Alberto Torino, el delegado de los revisadores. No fue una buena idea, no porque fuera integrante de la Marrón, sino por las maniobras que hizo posteriormente.
De acuerdo a los estatutos del sindicato los delegados teníamos dos años de mandato, hacía muy poco tiempo que habíamos sido elegidos, pero Torino logró convencer a un par de compañeros para que recogieran firmas designándolos como nuevos representantes de Plantel Interior. Eligieron un día que yo estaba franco, y empezaron a solicitar algunas firmas, la mayoría se opuso al cambio, hicimos una contra campaña y conseguimos el respaldo de todos los compañeros ratificando mi anterior designación. A pesar de eso, él, como delegado general, se presentó con la primera planilla en el sindicato, y se la entregó al Secretario de Organización para que validara mi reemplazo.
Como yo contaba con un número de apoyos muy superior, el desplazamiento no era nada sencillo. Pero la maniobra había sido armada en la propia Secretaría de Organización, argumentaron que se presentaba una situación confusa en la sección que yo representaba, y resolvieron dejar en suspenso mi designación. Por un tiempo quedé en una especie de limbo sindical, no era reconocido como delegado por el sindicato, no se admitía mi participación en los plenarios, y eso también repercutió sobre la Comisión Interna del edificio, la que dejó de funcionar.
Yo todavía era un poco “blandito”, y podría haberme dado por vencido ante esa situación. Pero los compañeros de agrupación me apuntalaron para que resistiera, y lo primero que hice fue concurrir al plenario de delegados desconociendo la resolución de la Secretaría de Organización. Antes de que comenzara la reunión se me acercó Jorge Ribot, Secretario Adjunto, y me planteó que tenía que retirarme del salón. Empezamos a discutir, Ricardo se puso a mi lado y participó fuertemente del entredicho. Ribot, que sin duda le tenía ganas a Ricardo, lo provocó con palabras insultantes, Ricardo le contestó en términos parecidos, y Ribot aprovechó para tirarle un puñetazo. Ricardo estaba mal parado, manoteó en el aire buscando afirmarse en algo, y casi tiró al suelo a Esquivel, que entonces era el Secretario de Actas. Hubo un amontonamiento, algunos forcejeos y cambios de palabras, pero la cosa no pasó a mayores.
Más interesante que toda esta anécdota es la identidad del Secretario de Organización del Sindicato. Era Celestino Blanco, una suerte de ahijado político de Lorenzo Miguel, el poderoso dirigente de los metalúrgicos. Celestino Blanco tuvo una trayectoria sindical bastante zigzagueante, con manejos burocráticos como el que acabo de comentar. Pero en algún momento adoptó poses combativas, llegó a reivindicarse como montonero, lo cual no era muy saludable como mostró la historia represiva del país. En otra etapa apareció con un discurso más verticalista y ortodoxo, y durante la dictadura habría guardado un prudente silencio. Por último, de la mano de Lorenzo Miguel, integró la lista del partido Justicialista en 1983 y fue elegido diputado nacional. Durante su paso por el congreso se lo vinculó junto a Carlos Ruckauf, Osvaldo Borda y otros diputados, en una maniobra a favor de Alfredo Yabrán.

Para quien tenga interés en chequear la trayectoria de Celestino Blanco les sugiero un par de notas. La primera fue publicada en la revista El Descamisado, donde se lo presenta como dirigente de la JTP en telefónicos
La segunda es una noticia aparecida en el diario La Nación el 30 de marzo de 1997, y que se puede leer aquí:

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