jueves, 20 de noviembre de 2014

Las elecciones



AVANZADA en el comienzo (XIII)
Las elecciones

Cuando se está en medio de un proceso electoral, Con una actividad tan grande como la que desarrollamos y con tal grado de entrega y entusiasmo, es bastante razonable que, hasta los más mesurados, lleguen a convencerse de la posibilidad de victoria. En general se tienden a medir las perspectivas de acuerdo al microclima en que uno se mueve, tomando en cuenta únicamente las noticias y comentarios favorables y restando importancia a los datos sobre la fuerza de los adversarios. En algunos casos es aún peor, porque se tiende a ver como un enemigo al que nos advierte con objetividad sobre la correlación de fuerzas existente. En nuestro caso no llegamos a este último extremo, pero diría que la inmensa mayoría de nosotros (sobre todo los más jóvenes) veíamos posible el triunfo en aquellas elecciones.
Los comicios se desarrollaron durante los últimos tres días de abril, el lugar de votación fue un salón frente al viejo sindicato que, por entonces, estaba en General Perón 2574. El recuento llevó algo más de tres horas y luego supimos que la Lista Marrón había vuelto a ganar las elecciones, que la Azul había salido en segundo lugar y que nosotros éramos terceros. Hubo un primer momento de desconcierto, habíamos creído tanto en la posibilidad del triunfo que era difícil asimilar la derrota. Pero eso duró muy poco. Enseguida nos esforzamos por recomponer el gesto, por mostrarnos enteros en la adversidad y por “no darles el gusto a los otros de que nos vieran amargados”.
Nos acercamos al sindicato para esperar la salida de los apoderados y los fiscales, para que supieran que seguíamos muy firmes (aunque no lo estuviéramos tanto) y para expresarles todo nuestro reconocimiento por el trabajo que habían realizado. Esa fue una de las cosas más valorables que los más jóvenes aprendimos aquella noche: a mantenernos firmes en los momentos difíciles. En los duros tiempos por venir esto iba a ser enormemente importante.
Después pudimos hacer un análisis más tranquilo de los resultados. La nuestra había sido una elección enormemente buena; habíamos obtenido 1.500 votos, alrededor del 10 % del total. La gran perdedora había sido la Lista Azul, porque todo el aparato desplegado para apoyarla no le había servido ni para alcanzar el 20 % de los votos. Y la gran triunfadora era la Marrón que había obtenido un número de votos superior al de toda la oposición. Una vez superado el fantaseo triunfalista en que muchos de nosotros habíamos caído, se aceptaba como lógico el triunfo de la Marrón, pero lo que resultaba desconcertante era la magnitud de esa victoria. Después iríamos comprendiendo que todo el peronismo del gremio se había volcado incondicionalmente hacia allí, y había una muy buena razón para que eso ocurriera.
La Lista Azul se mostraba como la opositora con posibilidades muy concretas de disputarle el triunfo. Se respaldaba en un enorme despliegue propagandístico y contaba con todo el apoyo político y económico de la dirección de la Empresa. En el imaginario de los compañeros debía aparecer casi como una reedición de la disyuntiva Braden o Perón, y eso polarizó fuertemente la elección.
Pero hubo algo más. El 14 de marzo, es decir un mes y medio antes de las elecciones en el sindicato, se habían realizado elecciones nacionales para renovar parte de la Cámara de Diputados. En esos comicios el triunfo peronista fue importante, y se sabe que un triunfo electoral condiciona y se proyecta en las situaciones semejantes que están a continuación. A quien busque los resultados de aquella renovación parlamentaria, tal vez le sorprenda encontrar que quien ganó fue la Unión Cívica Radical del Pueblo, con algo más de 2.200.000 votos, seguida por la Unión popular con 2.171.000 votos. En realidad ese fue el recurso gubernamental para maquillar el resultado adverso, porque el peronismo concurrió con otras denominaciones además de la de Unión Popular. En Chubut fue como Partido Provincial; en Mendoza distintos sectores del peronismo usaron las denominaciones Justicialista, Tres Banderas y Movimiento Popular Mendocino; En río Negro concurrió  como  Partido Blanco; los puntanos usaron el nombre de Acción Popular Sanluiseña; En Santa Cruz y Santa Fe el rótulo fue Justicialista; En Santiago del Estero fue como Tres Banderas; y en Tucumán como Alianza Provinciana.
Con todas esas “colectoras” el peronismo se colocó muy por encima del radicalismo, consiguió incorporar 44 nuevos diputados que, sumados a los 8 que habían sido elegidos dos años antes y que aún tenían dos años más de mandato, totalizaban 52 representantes. Con ese salto espectacular el peronismo unificado en un solo bloque, se transformó en la segunda fuerza parlamentaria detrás del radicalismo. Semejante avance tenía que galvanizar las fuerzas, y seguramente algo de eso ocurrió en telefónicos.
Por eso nuestro honroso tercer puesto tuvo casi el valor de una hazaña. Lo destacable fue que esa polarización entre la Marrón y la Azul no nos diluyera a nosotros como ocurrió con todas las otras agrupaciones que participaron en aquella elección. Para darse una idea, hay que tener en cuenta que las 5 listas que nos seguían, reunieron un total de votos que era inferior al que nosotros habíamos alcanzado.

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