En 1964 el malestar con la conducción del Sindicato era muy extendido, hasta en el interior de la lista oficial se preanunciaban cambios. Fue en esa época cuando se fundó el Movimiento Gremial Telefónico que al año siguiente participaría por primera vez en las elecciones de FOETRA Buenos Aires.
En la asamblea de fines de marzo de 1965 definimos nuestro color. Luego vino la presentación ante la Junta Electoral y finalmente la designación quedó oficializada. A partir de allí nos impusimos la tarea de hacer conocer en todo el gremio que AVANZADA era Lista Rosa. Hasta ese momento los telefónicos nos habían conocido como “los de AVANZADA”, después de la oficialización, en toda nuestra propaganda, desde el boletín a los volantes, desde los afiches hasta las pintadas, empezamos a colocar el nombre de AVANZADA junto a nuestro color de lista.
Al comenzar el mes de abril incorporamos los afiches a la campaña. La Lista Marrón y la Lista Azul venían usándolos desde un principio, pero nosotros no contábamos con tantos recursos económicos, teníamos que regular los gastos y nos reservamos para el momento de la pelea fuerte. Aunque Ricardo Campari exprimía los bolsillos de los compañeros no podíamos soñar con igualar la cantidad de carteles que marrones y azules publicaron en esos días, pero en calidad aspirábamos con fundamento a pasarles por encima. En total presentamos tres diseños distintos.
El primero de ellos apareció poco después que definimos nuestro color de lista. Como el nombre de AVANZADA venía siendo trabajado desde meses atrás, era obligatorio establecer la relación entre la denominación conocida y el color que nos distinguiría electoralmente. Sobre un fondo en el que se repetía el nombre de AVANZADA en tinta negra, se destacaba en color: Telefónico avance con Lista Rosa.
Ya dije que Juan Carlos Romero y Guillermo Pérez Curtó fueron quienes se encargaron de la propaganda, precisamente fue Juan Carlos quien me facilitó las fotos que figuran en esta nota. Aprovecho para hacer una acotación; años después estos afiches formaron parte de la exposición ¡VIVA LA TIPOGRAFÍA!, cuyo catálogo todavía se puede encontrar en Internet. En cuanto a la serie completa de los afiches se los puede encontrar en el libro “Romero tipo-gráfico”.
La elección y su resultado
Los comicios se desarrollaron durante los últimos tres días de abril, el lugar de votación fue un salón frente al viejo sindicato que, por entonces, estaba en General Perón 2574.
El recuento llevó algo más de tres horas y luego supimos que la Lista Marrón había vuelto a ganar las elecciones, que la Azul había salido en segundo lugar y que nosotros éramos terceros. Hubo un primer momento de desconcierto, habíamos creído tanto en la posibilidad de un mejor resultado que era difícil asimilar la derrota. Pero eso duró muy poco. Enseguida nos esforzamos por recomponer el gesto y por mostrarnos enteros en la adversidad.
Nos acercamos al sindicato para esperar la salida de los apoderados y los fiscales, para que supieran que seguíamos muy firmes (aunque no lo estuviéramos tanto) y para expresarles todo nuestro reconocimiento por el trabajo que habían realizado. Esa fue una de las cosas más valorables que los más jóvenes aprendimos aquella noche: a mantenernos firmes en los momentos difíciles. En los duros tiempos por venir esto iba a ser enormemente importante.
Después pudimos hacer un análisis más tranquilo de los resultados. La nuestra había sido una elección enormemente buena; habíamos obtenido 1.500 votos, alrededor del 10 % del total. La gran perdedora había sido la Lista Azul, porque todo el aparato desplegado para apoyarla no le había servido ni para alcanzar el 20 % de los votos. Y la gran triunfadora era la Marrón que había obtenido un número de votos superior al de toda la oposición. Una vez superado el fantaseo triunfalista en que muchos de nosotros habíamos caído, se aceptaba como lógico el triunfo de la Marrón, pero lo que resultaba desconcertante era la magnitud de esa victoria. Después iríamos comprendiendo que todo el peronismo del gremio se había volcado incondicionalmente hacia allí, y había una muy buena razón para que eso ocurriera.
La Lista Azul se mostraba como la opositora con posibilidades muy concretas de disputarle el triunfo. Se respaldaba en un enorme despliegue propagandístico y contaba con todo el apoyo político y económico de la dirección de la Empresa. En el imaginario de los compañeros debía aparecer casi como una reedición de la disyuntiva Braden o Perón, y eso polarizó fuertemente la elección.
Pero hubo algo más. El 14 de marzo, es decir un mes y medio antes de las elecciones en el sindicato, se habían realizado elecciones nacionales para renovar parte de la Cámara de Diputados. En esos comicios el triunfo peronista fue importante, y se sabe que un triunfo electoral condiciona y se proyecta en las situaciones semejantes que están a continuación.
A quien busque los resultados de aquella renovación parlamentaria tal vez le sorprenda encontrar que quien ganó fue la Unión Cívica Radical del Pueblo, con algo más de 2.200.000 votos, seguida por la Unión popular con 2.171.000 votos.
En realidad ese fue el recurso gubernamental para maquillar el resultado adverso, porque el peronismo concurrió con otras denominaciones además de la de Unión Popular. En Chubut fue como Partido Provincial; en Mendoza distintos sectores del peronismo usaron las denominaciones Justicialista, Tres Banderas y Movimiento Popular Mendocino; En río Negro concurrió como Partido Blanco; los puntanos usaron el nombre de Acción Popular Sanluiseña; En Santa Cruz y Santa Fe el rótulo fue Justicialista; En Santiago del Estero fue como Tres Banderas; y en Tucumán como Alianza Provinciana.
Con todas esas “colectoras” el peronismo se colocó muy por encima del radicalismo, consiguió incorporar 44 nuevos diputados que, sumados a los 8 que habían sido elegidos dos años antes y que aún tenían dos años más de mandato, totalizaban 52 representantes. Con ese salto espectacular el peronismo unificado en un solo bloque, se transformó en la segunda fuerza parlamentaria detrás del radicalismo. Semejante avance tenía que galvanizar las fuerzas, y seguramente algo de eso ocurrió en telefónicos.
Por eso nuestro honroso tercer puesto tuvo casi el valor de una hazaña. Lo destacable fue que esa polarización entre la Marrón y la Azul no nos diluyera a nosotros como ocurrió con todas las otras agrupaciones que participaron en aquella elección. Para darse una idea, hay que tener en cuenta que las 5 listas que nos seguían, reunieron un total de votos que era inferior al que nosotros habíamos alcanzado.
La nueva etapa
Nos reunimos inmediatamente después de las elecciones, y aunque la asistencia fue menos numerosa que en los encuentros previos, no hubo una estampida de compañeros. Nos reorganizamos para la nueva etapa, Ricardo fue confirmado como Secretario General de la agrupación y José Baddouh fue designado como Secretario de Organización. Juan Carlos Romero siguió a cargo de Prensa y Florencio Fernández pasó a hacerse cargo de finanzas. A mí me fue asignada la tarea de Asuntos Profesionales.
La primera decisión fue la de prepararnos para las elecciones de delegados, que tendrían que realizarse en todos los edificios una vez que asumiera la nueva conducción del sindicato. Ahora había que mostrar en otro tipo de tarea que no éramos sólo una lista para las elecciones, sino que éramos una agrupación para el trabajo cotidiano por los intereses de los trabajadores.