Los remotos antecedentes (II)
Decíamos en la nota anterior que los laboristas acaudillados por
Luis Gay se enfrentaban con otros sectores que, al igual que ellos,
impulsaban la candidatura de Perón a la presidencia. Los
compañeros-rivales eran la UCR Junta Renovadora, presidida por
Hortensio Quijano, y los Centros Cívicos "Coronel Perón",
que nucleaban a sectores de orientación conservadora, y que tenían
como referente al contraalmirante Alberto Tessaire. Una Junta
Nacional de Coordinación Política, bajo la dirección del abogado
Juan Atilio Bramuglia, trataba de conciliar las aspiraciones
electorales de los distintos sectores. Cada partido designaba sus
candidatos, al laborismo se le reconocía la mitad de las
postulaciones, y a renovadoes y cívicos la otra mitad. En las
provincias donde el candidato a gobernador hubiese sido designado por
los laboristas, la designación del vice correspondía a alguno de
los otros partidos, y si el candidato a gobernador era renovador o
cívico, su compañero de fórmula debía ser laborista. En los casos
en que no se llegase a acuerdo se concurría con listas separadas
bajo la común candidatura de Perón a la presidencia. Precisamente
fue alrededor de la fórmula presidencial donde se produjo una de las
mayores fricciones entre laboristas y renovadores, pues los primeros
propusieron que el coronel Domingo Mercante acompañara a Perón como
candidato a vicepresidente, mientras que los segundos levantaron la
fórmula Perón-Quijano. Una semana después Mercante renunció a la
postulación hecha por los laboristas, pero las disputas entre los
compañeros de ruta siguieron siendo muy fuertes y se prolongaron más
allá de las elecciones de febrero.
Cuando tres meses después de las elecciones, y a pocos días de
tener que asumir la presidencia, Perón anunció la disolución de
los partidos que lo habían llevado al triunfo, la reacción de los
laboristas no se hizo esperar. La más exasperada y confictiva fue la
del dirigente del gremio de la carne, Cipriano Reyes, pero aunque los
demás dirigentes y militantes no fueron tan beligerantes, no fueron
nada complacientes con la decisión del conductor del movimiento.
Finalmente, la Cuarta Conferencia Nacional del Partido Laborista,
resolvió acatar la medida, Gay y otros dirigentes presentaron sus
renuncias a la conducción partidaria, y manifestaron la esperanza de
que la nueva fuerza que se constituyese respetara la proporcionalidad
de representación que se traía de los comicios. Las diferencias
entre las partes se fueron acentuando, éstas se convirtieron en
enfrentamientos, y cuando en noviembre de 1946 se eligió al
Secretario General de la CGT, los laboristas impusieron a Gay
derrotando al secretario general de Empleados de Comercio, Angel
Borlenghi, que era el candidato impulsado por el gobierno.
Este trabajo no pretende historiar aquel rico proceso, sólo queremos
proporcionar algunos datos, algunos comentarios y uno que otro
testimonio como para poder entender mejor los hechos que ocurrieron
algunos años después. Un testimonio interesante es el de Pascual
Masitelli, quien a mediados de los ’40 ya tenía casi 10 años de
militancia en el gremio telefónico.
“Perón asumió el 4 de junio de 1946, y unos días después Gay me
invita a tomar un café. Fuimos hasta la confitería El Olmo y ahí
me dice “Vamos camino de una dictadura”. Imagínese mi sorpresa;
yo era un peronista fanático”. Masitelli hizo una pausa como para
recordar mejor, y luego continuó diciéndome: “Antes de la subida
de Perón se produjo una escisión en el gremio; allí estaban Motti,
Fabiano, cabrera, Freire; una cantidad de gente que se abre del
gremio y se llevan la máquina de escribir, papeles y otras cosas.
Cuando asume Perón se presentan ellos, como “auténticos
dirigentes sindicales”, a ofrecerle colaboración. Nosotros no nos
queríamos presentar porque queríamos permanecer “apolíticos”;
eso nos obligó a enfrentarnos con ellos y allí es cuando quedamos
marcados”.
Masitelli me hizo este comentario cuando, a fines de 1986, yo comencé
a reunir información sobre la huelga del ’57. Podría decir que
era muy contradictorio el presunto posicionamiento “apolítico”
por parte de quienes antes habían apoyado decididamente la
candidatura de Perón, pero era la forma en que él lo expresó, y yo
quiero ser fiel en la transcripción del testimonio. Incluso no
ocultó el apoyo que Gay había dado desde el Partido Laborista, como
tampoco ocultó su posterior desencanto y enfrentamiento con el
gobierno. Al recordar esos hechos, diferenció la actitud de Pedro
Valente, quien “nunca se quizo meter en política”.
Pedro Valente era ya por entonces uno de los veteranos del gremio
telefónico. En 1929 ingresó en la Unión Telefónica y un año
después ya era delegado del sector de Construcciones, donde
trabajaba como empalmador de líneas. Él había iniciado su
actividad sindical en la central Belgrano, pero los empalmadores no
permanecían fijos en una zona, por eso estuvo en otras oficinas de
Capital y Gran Buenos Aires, llegando a trabajar en la ciudad de La
Plata donde lo encontró la huelga de 1932. Afines de 1946 Pedro
Valente integraba la conducción de FOET. En esa época la Comisión
Directiva se renovaba anualmente y la designación estaba a cargo de
la Asamblea General de afiliados. Por el momento nos limitamos a esta
simple mención de Pedro Valente, pero es importante tenerlo en
cuenta porque volveremos a encontrarlo años más tarde al frente del
sindicato.
La embestida contra Luis F. Gay se fue haciendo cada vez más
intensa, y aquí volvemos al testimonio de Pascual Masitelli.
“Cuando Gay fue designado como Secretario General de la CGT le ganó
en la votación al candidato de Evita. Para colmo, antes había sido
nombrado presidente de la Caja de Ahorro y Evita le había mandado a
pedir una donación de 100mil pesos para la Fundación. Él le
contestó al emisario que le pidiera la plata a Miranda, que era el
ministro de economía”.
“Cuando vi como venía la mano le pregunté a Gay si esa opinión
de que íbamos camino de una dictadura se la había comentado a
alguien más; y me dijo “A Freire”. Freire era el ministro de
trabajo. Y entonces yo le dije: “¡Usted está listo!”.
En enero de 1947 Gay se vio obligado a renunciar a su cargo de
Secretario General de la CGT. A esta renuncia siguió la de todos los
demás miembros del Comité Central Confederal. Pocos días después
se realizó una reunión de la conducción cegetista y fue designado
Aurelio Hernández como nuevo Secretario General de la central
obrera.
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