sábado, 16 de septiembre de 2017

1957, la huelga grande de los Telefónicos (II)

Los remotos antecedentes (II)

Decíamos en la nota anterior que los laboristas acaudillados por Luis Gay se enfrentaban con otros sectores que, al igual que ellos, impulsaban la candidatura de Perón a la presidencia. Los compañeros-rivales eran la UCR Junta Renovadora, presidida por Hortensio Quijano, y los Centros Cívicos "Coronel Perón", que nucleaban a sectores de orientación conservadora, y que tenían como referente al contraalmirante Alberto Tessaire. Una Junta Nacional de Coordinación Política, bajo la dirección del abogado Juan Atilio Bramuglia, trataba de conciliar las aspiraciones electorales de los distintos sectores. Cada partido designaba sus candidatos, al laborismo se le reconocía la mitad de las postulaciones, y a renovadoes y cívicos la otra mitad. En las provincias donde el candidato a gobernador hubiese sido designado por los laboristas, la designación del vice correspondía a alguno de los otros partidos, y si el candidato a gobernador era renovador o cívico, su compañero de fórmula debía ser laborista. En los casos en que no se llegase a acuerdo se concurría con listas separadas bajo la común candidatura de Perón a la presidencia. Precisamente fue alrededor de la fórmula presidencial donde se produjo una de las mayores fricciones entre laboristas y renovadores, pues los primeros propusieron que el coronel Domingo Mercante acompañara a Perón como candidato a vicepresidente, mientras que los segundos levantaron la fórmula Perón-Quijano. Una semana después Mercante renunció a la postulación hecha por los laboristas, pero las disputas entre los compañeros de ruta siguieron siendo muy fuertes y se prolongaron más allá de las elecciones de febrero.
Cuando tres meses después de las elecciones, y a pocos días de tener que asumir la presidencia, Perón anunció la disolución de los partidos que lo habían llevado al triunfo, la reacción de los laboristas no se hizo esperar. La más exasperada y confictiva fue la del dirigente del gremio de la carne, Cipriano Reyes, pero aunque los demás dirigentes y militantes no fueron tan beligerantes, no fueron nada complacientes con la decisión del conductor del movimiento. Finalmente, la Cuarta Conferencia Nacional del Partido Laborista, resolvió acatar la medida, Gay y otros dirigentes presentaron sus renuncias a la conducción partidaria, y manifestaron la esperanza de que la nueva fuerza que se constituyese respetara la proporcionalidad de representación que se traía de los comicios. Las diferencias entre las partes se fueron acentuando, éstas se convirtieron en enfrentamientos, y cuando en noviembre de 1946 se eligió al Secretario General de la CGT, los laboristas impusieron a Gay derrotando al secretario general de Empleados de Comercio, Angel Borlenghi, que era el candidato impulsado por el gobierno.
Este trabajo no pretende historiar aquel rico proceso, sólo queremos proporcionar algunos datos, algunos comentarios y uno que otro testimonio como para poder entender mejor los hechos que ocurrieron algunos años después. Un testimonio interesante es el de Pascual Masitelli, quien a mediados de los ’40 ya tenía casi 10 años de militancia en el gremio telefónico.

“Perón asumió el 4 de junio de 1946, y unos días después Gay me invita a tomar un café. Fuimos hasta la confitería El Olmo y ahí me dice “Vamos camino de una dictadura”. Imagínese mi sorpresa; yo era un peronista fanático”. Masitelli hizo una pausa como para recordar mejor, y luego continuó diciéndome: “Antes de la subida de Perón se produjo una escisión en el gremio; allí estaban Motti, Fabiano, cabrera, Freire; una cantidad de gente que se abre del gremio y se llevan la máquina de escribir, papeles y otras cosas. Cuando asume Perón se presentan ellos, como “auténticos dirigentes sindicales”, a ofrecerle colaboración. Nosotros no nos queríamos presentar porque queríamos permanecer “apolíticos”; eso nos obligó a enfrentarnos con ellos y allí es cuando quedamos marcados”.

Masitelli me hizo este comentario cuando, a fines de 1986, yo comencé a reunir información sobre la huelga del ’57. Podría decir que era muy contradictorio el presunto posicionamiento “apolítico” por parte de quienes antes habían apoyado decididamente la candidatura de Perón, pero era la forma en que él lo expresó, y yo quiero ser fiel en la transcripción del testimonio. Incluso no ocultó el apoyo que Gay había dado desde el Partido Laborista, como tampoco ocultó su posterior desencanto y enfrentamiento con el gobierno. Al recordar esos hechos, diferenció la actitud de Pedro Valente, quien “nunca se quizo meter en política”.
Pedro Valente era ya por entonces uno de los veteranos del gremio telefónico. En 1929 ingresó en la Unión Telefónica y un año después ya era delegado del sector de Construcciones, donde trabajaba como empalmador de líneas. Él había iniciado su actividad sindical en la central Belgrano, pero los empalmadores no permanecían fijos en una zona, por eso estuvo en otras oficinas de Capital y Gran Buenos Aires, llegando a trabajar en la ciudad de La Plata donde lo encontró la huelga de 1932. Afines de 1946 Pedro Valente integraba la conducción de FOET. En esa época la Comisión Directiva se renovaba anualmente y la designación estaba a cargo de la Asamblea General de afiliados. Por el momento nos limitamos a esta simple mención de Pedro Valente, pero es importante tenerlo en cuenta porque volveremos a encontrarlo años más tarde al frente del sindicato.
La embestida contra Luis F. Gay se fue haciendo cada vez más intensa, y aquí volvemos al testimonio de Pascual Masitelli.

“Cuando Gay fue designado como Secretario General de la CGT le ganó en la votación al candidato de Evita. Para colmo, antes había sido nombrado presidente de la Caja de Ahorro y Evita le había mandado a pedir una donación de 100mil pesos para la Fundación. Él le contestó al emisario que le pidiera la plata a Miranda, que era el ministro de economía”.
“Cuando vi como venía la mano le pregunté a Gay si esa opinión de que íbamos camino de una dictadura se la había comentado a alguien más; y me dijo “A Freire”. Freire era el ministro de trabajo. Y entonces yo le dije: “¡Usted está listo!”.

En enero de 1947 Gay se vio obligado a renunciar a su cargo de Secretario General de la CGT. A esta renuncia siguió la de todos los demás miembros del Comité Central Confederal. Pocos días después se realizó una reunión de la conducción cegetista y fue designado Aurelio Hernández como nuevo Secretario General de la central obrera.

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