miércoles, 20 de septiembre de 2017

1957, la huelga grande de los Telefónicos (IV)

Los remotos antecedentes (IV)

Un testimonio de enorme valor lo encontramos en el discurso de Modesto Orozco en la Cámara de Diputados. Entonces era Secretario General de FOET, y había sido elegido diputado nacional en los comicios realizados el año anterior.

“... Se realizó una reunión del Comité Central Confederal y como por anticipado muchos de los participantes ya habían recibido órdenes de cómo y por quiénes tenían que votar, parte de los concurrentes optaron por abstenerse en la votación. Asimismo rehusaron aceptar candidatura alguna para los cargos que correspondía cubrir. El que no se abstuvo, porque incluso temiendo que pudieran faltarle votos se votó a si mismo, fue el actual Secretario General de la CGT, el ciudadano Aurelio Hernández, que a pesar de figurar como representante del gremio de enfermeros jamás ejerció tal profesión. (…) Con respecto a los restantes miembros “elegidos”, me resulta imposible abrir juicio en el momento actual, por ser la mayoría de ellos desconocidos en el campo de la lucha sindical. No obstante, yo me hago un deber en mencionar que a alguno de ellos se le ha sindicado como elemento perteneciente a tendencia nacionalista. Doy por exactas estas denuncias y digo en consecuencia que para los trabajadores organizados sindicalmente, no existe ninguna diferencia entre nuestros nacionalistas, los fascistas de Mussolini y los nacionalistas de Hitler”.

Luego de conseguido el alejamiento de Gay de la conducción de la CGT, se concentró el fuego sobre el gremio telefónico. Arreciaron los reclamos para que FOET procediera a la expulsión de Gay. Pero la dirección de Telefónicos procuró ganar tiempo reclamando a la nueva conducción cegetista el envío de todos los antecedentes sobre las imputaciones que pesaban sobre Gay y otorgándole a éste 3 meses de licencia. La campaña se intensificó y se comenzó a hablar de intervenir a FOET y FOTRA por parte de la CGT. El diario “La Época” fue uno de los periódicos que con mayor insistencia reclamaron esta medida; en un artículo publicado el 12 de marzo decía:

“En una de nuestras ediciones hemos recogido el clamor de los afiliados de la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos contra las autoridades de la misma, que tuvieron la desfachatez de conceder licencia al traidor Gay después de haber sido expulsado de la CGT por su acción desleal a la revolución y a su Líder. (…) No puede tolerarse que al frente de los sindicatos que participan del gobierno de la revolución estén hombres maculados por la más leve sospecha de inconsecuencia y deslealtad”.

Luego de esta campaña preparatoria vino la decisión cegetista de intervenir FOET y FOTRA y se nombró como interventor al ferroviario Anselmo Malviccini. En el alegato de Orozco ante la Cámara de Diputados éste dijo:

“Ningún artículo de los estatutos de la CGT faculta al Secretariado ni al Comité Central, ni siquiera a los Congresos, a intervenir las filiales, en consecuencia esas autoridades se han extralimitado en sus funciones al haberse apartado de las disposiciones expresas de la carta orgánica. Entre los argumentos aducidos se ha mencionado el de que “numerosos” asociados la habrían solicitado. Eso es falso, porque la entidad cuenta con más de 5 mil asociados y, si efectivamente ha habido quienes solicitaron esta intervención, estos difícilmente puedan haber alcanzado 50, es decir ni siquiera el 1 %”.
“Otro de los argumentos fue el de que se la intervenía para promover la unidad; ello también es falso porque los telefónicos, y los que se desempeñan en tareas afines, hace ya años han materializado esa unidad por medio de la Federación Obrera de las Telecomunicaciones de la República Argentina, entidad de carácter nacional que agrupa en su seno a 20 organizaciones de telefónicos en el país”.

Los ataques contra Gay no cesaron porque se lo hubiera desplazado de la CGT ni por haber intervenido el gremio telefónico. La campaña perseguía su aislamiento total y definitivo y se procuró que los propios telefónicos renegaran de su dirigente histórico. El testimonio de Masitelli es bastante ilustrativo sobre estas maniobras.

“Después de la intervención, en el gremio había bastante malestar. Entonces, a través del Secretario Gremial de la Presidencia, comandante Pereira casado, nos citan para que vayamos a ver al matrimonio Perón. La reunión fue el día 5 de abril, en la residencia presidencial que en esa época estaba en Las Heras y Austria, donde ahora está la Biblioteca Nacional”.
“Fuimos 5 miembros de la Comisión Administrativa y por pura casualidad, cuando entramos al despacho donde nos recibieron, yo quedo parado al lado de Perón. Me saluda a mi primero y al darme la mano me dice: “Cuánto lamento la intervención al gremio telefónico; un gremio tan disciplinado, tan aguerrido. Justamente hace un par de días vino por aquí Aurelio Hernández y me informó que había intervenido al gremio telefónico”. Perón se olvidaba, que dos semanas atrás, le había mandado de regalo un retrato suyo, con una dedicatoria y su firma, a Anselmo Malviccini, interventor de FOTRA”.
“En realidad lo que ellos querían es que nosotros hiciéramos un comunicado contra Gay y Orozco como traidores al gremio y a la clase trabajadora”.

Toda esa persecución terminaría generando un profundo resentimiento que se manifestaría, años más tarde, tras la caída del peronismo.
Malviccini estuvo muy poco tiempo al frente de la intervención; Orozco, en el alegato citado anteriormente, lo calificaba como un indeseable aún para su propio gremio pues, una publicación de la época informaba que Malviccini había sido sancionado con anterioridad por los propios ferroviarios, y al momento de ser designado como interventor en FOETRA no ostentaba ninguna representación en su gremio sino que era un empleado de menor jerarquía en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Masitelli, por su parte, lo definió como un individuo torpe que no estaba de ningún modo capacitado para desempeñar la función que se le había encomendado y por eso fue sustituido por otro interventor más capaz y hábil políticamente. Su reemplazante fue otro ferroviario, Juan José Perasolo.
Lo esencial de esta parte del relato ya está dicho. Sólo resta agregar que la intervención se prolongó desde 1947 hasta 1951. En ese momento se produjo la normalización tras la aprobación de los nuevos estatutos, con el gremio reorganizado en seccionales integradas en la Federación que cambió su nombre por el de FOETRA.

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