jueves, 28 de septiembre de 2017

José Baddouh, hace diez años

José trabajaba en el edificio Golf, en una sección de Ingeniería que se dedicaba al diseño de los equipos de energía que se usaban en algunos sectores de la Empresa. A mediados de los ’60, cuando lo conocí, era delegado y se había integrado al Movimiento Gremial Telefónico que estaba organizándose bajo la conducción de Ricardo Campari. Yo me incorporé tiempo después, pero como ambos estábamos en zonas y especialidades laborales diferentes recién empezamos a tener mayor contacto cuando nos aproximamos a las elecciones del Sindicato en abril de 1965. Fueron tiempos de trabajo entusiasta, nos presentábamos por primera vez con la Lista Rosa, se consiguió nuclear a un gran número de compañeros y obtuvimos 1500 votos transformándonos en la tercera fuerza del gremio.
A partir de entonces asumimos un compromiso militante que fue afianzándose cada vez más. Al año siguiente a aquellas elecciones se produjo el golpe de estado que derrocó al presidente Illia, en su lugar asumió el general Onganía, la dictadura comenzó de inmediato con los atropellos y las persecuciones. Se intervinieron algunos sindicatos, se avasalló la autonomía universitaria, la Noche de los bastones largos quedó como un símbolo del oscurantismo dictatorial. Otros hechos luctuosos fueron sumándose, Santiago Pampillón fue muerto en Córdoba (coincidencias de la historia, también entonces un Santiago fue la primera víctima de la violencia autoritaria), el desmantelamiento de los ingenios azucareros de Tucumán fue preludio del asesinato de Hilda Guerrero de Molina. La espiral de violencia estatal creció en forma vertiginosa, la resistencia empezó a manifestarse a todo lo largo y lo ancho del país. Ricardo Campari que había sido nuestro dirigente en telefónicos se volcó a la construcción política, fue entonces cuando José lo sucedió en la secretaría general de la agrupación.
Por su práctica amplia, pluralista y unitaria AVANZADA se ubicó como punto de cruce entre las agrupaciones combativas de aquellos años. La CGT de los Argentinos, dirigida por Raimundo Ongaro, y el Movimiento Sindical Combativo, encabezado por Agustín Tosco, contaron con la participación entusiasta de José Baddouh. Las definiciones clasistas de la agrupación no fueron levantadas jamás como una bandera sectaria, eso permitió la militancia junto a compañeros peronistas, marxistas y cristianos. No siempre fue fácil la tarea conjunta, pero se privilegiaron las coincidencias para enfrentar al enemigo común.
Fue una década de intensa militancia, José fue objeto de amenazas en tiempos de la Triple A, pero ni los riesgos ni la cesantía lo hicieron renunciar a su compromiso con los trabajadores. Al llegar la dictadura de 1976 debió pasar a la clandestinidad, después no le quedó otra alternativa que el exilio. Desde el exterior continuó con tareas de denuncia y solidaridad, de compromiso con otros luchadores latinoamericanos. Pasó por Nicaragua cuando el Frente Sandinista libraba la lucha final contra la dictadura somocista. A mediados de 1983 regresó al país para sumarse al Frente Gremial dirigido por Julio Guillán, al año siguiente fue recuperado el sindicato de manos de la dictadura.
Luego siguieron las elecciones normalizadoras, José participó de ese frente pluralista y ocupó un lugar en la nueva dirección del sindicato. Se le asignó una tarea difícil: conseguir la reincorporación de todos los que habían sido perseguidos por la dictadura. El éxito alcanzado no fue mérito suyo únicamente, pero él puso todas sus fuerzas y su inteligencia para que ninguno quedara afuera. Aquella fue una demostración práctica de democracia y pluralismo, no se excluyó a ningún compañero.
Otra tarea lo absorbió durante meses; en el período en que el sindicato estuvo intervenido por la dictadura, el local sindical había sido hipotecado. Como consecuencia se acumuló una deuda imposible de pagar. Algo similar ocurrió con otras organizaciones hermanas y con la propia CGT. Lo ideal habría sido realizar un reclamo conjunto para que el estado se hiciera cargo de ese pasivo, pero las disensiones intersindicales llevaron a que cada organización realizara el reclamo por su cuenta. Lo recuerdo haciendo gestiones ante distintos funcionarios y en el Congreso, la dirección cegetista se desentendió del problema y Sindicato quedó librado a sus propias fuerzas. En esa lucha de David contra Goliat fue Goliat quien venció.
José no pudo torcer el rumbo de decisiones que se tomaban en otros niveles, mientras tuvo fuerzas bregó por la unidad de los trabajadores. Siempre fue leal a los compromisos asumidos aunque no estuviera de acuerdo con todo lo que se hacía. En los últimos años se encontraba alejado de la conducción del gremio, pero siguió participando hasta el final.
Aquel viernes 28 de septiembre de 2007 Laura me llamó llorando y me dijo: “mi papá se murió”. Esperábamos el desenlace desde tiempo atrás pero eso no lo hizo menos doloroso. Yo había estado a visitarlo en el Instituto Roffo el día anterior, lo encontré profundamente dormido con la ayuda de sedantes y analgésicos. Rosita fue a despertarlo, pero la detuve diciéndole que era mejor dejarlo descansar.

Javier Nieva

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