lunes, 11 de diciembre de 2017

1957, la huelga grande de los Telefónicos (XXXVIII)

Estado de sitio (II)

Tal vez parezca superfluo, pero conviene recordar que el gobierno de 1957 era una dictadura surgida del golpe de estado de dos años antes. Su autocalificación como Revolución Libertadora, y la campaña de demonización del gobierno anterior, tendía a legitimar un régimen de origen espurio. El autoritarismo tiránico atribuido al peronismo pretendía encubrir que las autoridades de facto habían llegado a ese lugar luego de un golpe dentro del golpe, y teniendo como antecedente una brutal matanza de la población civil con el bombardeo de Plaza de Mayo.
Una de las medidas fundacionales del gobierno fue la destitución de todos los miembros de la Corte Suprema de Justicia y la designación de sus reemplazantes mediante un decreto presidencial. A pesar de eso, el primer presidente golpista fue considerado demasiado moderado, dos meses después de instalado en la Casa de Gobierno fue sustituido por el general Aramburu. Los restos de libertades públicas fueron barridos al anularse la Constitución Nacional y dictarse diversas resoluciones proscriptivas. Acompañando esas medidas estaba la vigencia del estado de sitio, una suerte de barniz legalista que servía para justificar los excesos represivos hablando de presuntos riesgos de conmoción interna. Ese estado de excepción fue levantado para realizar las elecciones de constituyentes en junio de 1957.
Cuando los telefónicos iniciaron las medidas de fuerza el 27 de agosto no había estado de sitio, Para justificar las masivas detenciones que tuvieron lugar a partir del 17 de septiembre se recurrió a jueces que, como mencioné en notas anteriores, emitieron las correspondientes órdenes de captura. Los límites entre lo legal y lo ilegal eran difusos, pero dejaban un margen para protestas y reclamos.
En la nota anterior comenté que la información sobre el estado del servicio telefónico era oscilante, según el interés que tuviera el gobierno hablaba de significativos mejoramientos o de inminentes colapsos. La incorporación de nuevas operadoras era presentada como fuente de mejores comunicaciones con las centrales manuales de los suburbios, pero el entusiasmo empresario no duraba más de un par de días, luego se volvía al libreto más apocalíptico. La decisión de intimar al personal de mantenimiento es un indicio de que las cosas no andaban tan bien como pretendía la propaganda oficial. De todos modos ya había signos de cansancio entre los huelguistas, ya hablaré de eso.
Los cortes de cables telefónicos eran uno de los indicadores sobre la marcha del conflicto. Aunque FOETRA rechazara públicamente los sabotajes, esos actos no podían tener un origen totalmente externo. Había regiones donde los atentados se producían con mayor intensidad, pero ningún lugar del país quedó libre de tales medidas. Tampoco hubo diferencia entre lo ocurrido en la empresa estatal o en las privadas, eso habla de la unanimidad de la lucha a nivel nacional. Pero lo que me interesa destacar es la gran cantidad de noticias que se publicaron entre el 3 y el 4 de octubre.
“En Rosario los cortes incomunicaron la ciudad con Santa Fe y Córdoba. También se afectó a Mendoza, Tucumán, San Juan, San Luis, Salta y Catamarca”.

“En córdoba la policía federal y la provincial investigan los cortes de cables producidos en los últimos días y que incomunicaron totalmente la ciudad con Buenos Aires, Rosario y Villa María. Las instalaciones dañadas están en la esquina de 25 de Mayo y Boulevard Wheelwright. Otros daños afectaron distintas zonas de la ciudad y conexiones con el interior provincial”.
“Los cortes efectuados en Bajada Alvear y Esquiú incomunicaron gran parte del barrio Alta Córdoba; otros cortes perjudicaron a varias decenas de abonados en distintos barrios y a la planta transmisora de Radio Nacional. En la parte suburbana fueron afectados Cerro de Las Rosas, la Escuela Militar de Aviación y las fábricas de automotores Fiat, Someca, Cóncord y otras”.

En Buenos Aires quedaron fuera de servicio 1200 abonados de la central Agüero, 200 de Pampa, 200 de San Martín, 500 de San Fernando, 150 de San Isidro y un número menor en Núñez.
Seguían incomunicadas con la Capital: San Luis, Salta, Posadas, San Juan, Catamarca y Santiago del Estero; mientras eran condicionales las comunicaciones con Rosario, Santa Fe, Bahía Blanca, Mar del Plata, Corrientes, Resistencia y Paraná.
La información que he reseñado era proporcionada por las empresas y el gobierno, únicas entidades con capacidad para concentrar y sistematizar todos esos datos. Puedo suponer que los daños tenían existencia real, que tal vez algunos no fueran tan graves como se los presentaba, pero en líneas generales los perjuicios eran muchos y muy extendidos. Que todos ellos tuvieran difusión pública casi el mismo día es indicativo que se estaba preparando el clima para tomar una dura medida: la reimplantación del estado de sitio.

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