Últimas semanas (III)
La reunión del 10 de octubre entre el general aramburu y los
representantes de las 62 Organizaciones y los 32 Gremios mostró el
apoyo de los dos grandes nucleamientos a la lucha que los telefónicos
venían sosteniendo desde varias semanas atrás. Norma Ciorciari,
única mujer que integraba la delegación, lo expresó al comenzar su
intervención: “Antes que nada, como un anticipo de la unidad
definitiva de los trabajadores argentinos, celebro los puntos de
coincidencia registrados en esta reunión. Asimismo, nos complace que
de común acuerdo se haya permitido a FOETRA hacer oír su voz en
esta oportunidad”.
El congreso para normalizar la central obrera se había fracturado
prácticamente al comenzar sus deliberaciones, se definieron dos
grandes agrupamientos, Las 62 que confrontaban abiertamente con el
gobierno, Los 32 que sostenían una posición más dialoguista. A
pesar de las diferencias se pusieron de acuerdo para solicitar una
reunión conjunta en la Casa Rosada y para que la representante de
los telefónicos concurriera con el respaldo de ambos sectores.
Ella recordó que venían insistiendo con la propuesta de una reunión
en la que estuvieran representantes de la empresa, de las autoridades
nacionales y de los trabajadores, para que el Poder Ejecutivo pudiera
juzgar cual era la parte intransigente e insensible en la
negociación, porque FOETRA no estaba en la calle por un mero
capricho de dirigentes.
“En todas las reuniones hemos tratado de plantear soluciones (…)
y solamente hemos escuchado esa campana de las 35 horas a las 44
horas. Las 35 horas que sostienen y defienden los telefónicos es una
conquista y no un capricho de un funcionario; es una conquista que
llevó a los telefónicos 20 años de lucha por su condición de
trabajo insalubre”.
Ejemplificó con el trabajo desarrollado por los compañeros en las
cámaras subterráneas, con las tareas de las operadoras de Tráfico,
“14 mil mujeres en todo el país (…) que en el mismo mes de
diciembre tenemos que trabajar con estufas y ventilación”. Le
recordó a Aramburu que en un principio el ministro de comunicaciones
había dicho que el horario no se tocaría; “ahora nos encontramos
con que el primer punto que quiere discutirse es el de los horarios”.
Y reiteró que los telefónicos habían salido a la lucha “por la
reincorporación de cesantes y por un aumento que consideramos
necesario”. Mirándolo a la cara le dijo:
“La insensibilidad de la empresa se pone de manifiesto a cada
instante, hasta tal punto que anteayer se nos dijo que usted esperaba
solamente 45 minutos para solucionar este conflicto o en su defecto
pondría en práctica medidas drásticas. Nosotros entendemos que no
es esa la solución. Pensamos que el problema telefónico debe
resolverse con soluciones positivas, efectivas y de inmediato”.
Nosotros queremos que se nos respete y que no se diga que la
conquista de las 35 horas es una herencia de ningún funcionario. Es
una conquista legítimamente recuperada por el gremio telefónico”.
Toda la exposición de Norma Ciorciari fue respetuosa pero firme,
hasta cuando citó un comunicado de FOETRA:
“Esta mañana hemos leído un comunicado referente a la huelga de
los telefónicos y hablaré con la sinceridad que nos ha pedido el
señor presidente.
En ese comunicado se dice que cuando una empresa anda mal un día,
puede ser por culpa de los obreros, si anda mal un mes, los jefes son
los responsables; pero si la compañía no anda bien un año,
entonces debe desaparecer su directorio. Juzgue y medite lo que le
decimos, es la impresión de todo el gremio telefónico.
No estamos contra nadie, queremos colaborar con la Nación, ponemos
nuestro esfuerzo con los conocimientos que tenemos en materia
telefónica. Lo que no queremos es que en esta circunstancia se trate
de colocar de rodillas a un gremio que vive de pie”.
Había sido irónica al argumentar sobre la inconsistencia del
planteo patronal para aumentar la productividad: en el Departamento
de Tráfico, aunque se pagara más “no podríamos hablar más
rápido”. También lo fue al ridiculizar la pretensión de
recalificación del personal: “¿Cómo exigir una calificación si
los jefes no saben calificar? Eso no es culpa nuestra, nosotros no
los nombramos”.
A diferencia de lo que había ocurrido con otros dirigentes que
hablaron ante que ella, Ni Aramburu ni ninguno de los funcionarios
que lo asistían la interrumpió con preguntas ni hizo comentarios
cuando finalizó. Desde el punto de vista argumental tal vez se
sentían desbordados, pero el conflicto se venía desarrollando desde
hacía un mes y medio y no era porque los trabajadores carecieran de
razones justas.
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