Últimas semanas (II)
Cuando comencé esta serie de notas dije que el conflicto telefónico
de 1957 había sido uno de los más importantes del período y tal
vez el más importante en la historia del gremio. Consiguió
adhesiones y respaldos de todos los sectores del sindicalismo
argentino, en la reunión que mantuvieron con Aramburu los
representantes de las 62 Organizaciones y los 32 Gremios mostraron su
solidaridad con los trabajadores en huelga y reclamaron una solución
al gobierno. El encuentro se realizó en Casa de gobierno el jueves
10 de octubre, seis días después de haberse reimplantado el estado
de sitio y cuando habían pasado cuatro días desde la reunión entre
el general presidente y los dirigentes de FOETRA.
Cada sector concurrió con 10 representantes; por entonces no eran
muchas las mujeres destacadas en la actividad sindical, hubo una sola
figura femenina en la delegación que llegó a la Casa Rosada, lo
hizo en representación de los telefónicos, y aunque fue
contabilizada como parte de los 32, se aclaró que contaba con el
respaldo de los dos grandes sectores gremiales.
La minuciosa información oficial dijo que el encuentro se prolongó
desde las 12.03 hasta las 15.40. Después de saludar a todos los
invitados Aramburu se sentó en la cabecera de la gran mesa del Salón
de Acuerdos. A su derecha se ubicó el coronel Peralta; el ministro
de trabajo, Tristán Guevara y los representantes de los 32 Gremios:
Norma Ciorciari, de FOETRA; Martín Ibáñez, de la Unión
Ferroviaria; Armando March, de Empleados de Comercio; Braulio Núñez,
de FONIVA; Riego Rivas, de FATI; Gustavo Suárez, de Municipales;
Augusto Guibourg, de Bancarios; Roberto Canoniero, de Locutores;
Tobías García, de Papeleros y Héctor J. Ares, del Personal Civil
de la Nación.
A la izquierda se colocaron el jefe de la Casa militar; el ministro
de industria y comercio, Julio César Cueto Rúa, y los
representantes de las 62 Organizaciones: Juan Carlos loholaberry,
Textil; Pedro Conde Magdaleno, de Panaderos; José Miguel Zárate, de
Construcción; Artemio Agustín Patiño, del Tanino; Vicente
Mareschi, de Madereros; Héctor Dente, de Metalúrgicos; Manuel
Tarullas, de Unión Tranviaria Automotor; Alberto Lema, de Luz y
Fuerza; Jorge Álvarez, de Sanidad y Eleuterio Cardozo, de la Carne.
Tras el comienzo de la reunión el primero en hablar fue Armando
March, dirigente de Empleados de comercio y de los 32 Gremios, quien
destacó como auspicioso que estuvieran presentes los representantes
de distintos sectores gremiales. Y tras las formalidades
introductorias dijo:
“Existe un gremio que se debate en una huelga prolongada a la que
todos le prestamos nuestro solidario apoyo, gremio que viene
representado en esta circunstancia por la única compañera, la
señorita Norma Ciorciari, a invitación de los dos sectores que hoy
están aquí presentes. Este hecho de que ninguno podamos atribuirnos
a esa Organización de justificada combatividad, está diciendo que
cuando la clase trabajadora tiene necesidades todos ponemos el hombro
para tratar de que las dificultades existentes sean superadas”.
Más adelante recordó que los sueldos y jornales que se cobraban en
ese momento habían sido establecidos en febrero de 1956, es decir
veinte meses antes. Los precios no habían dejado de aumentar
“creando una situación por demás angustiosa a todo el sector
laboral del país”.
El segundo en intervenir fue Eleuterio Cardozo, dirigente de la
Federación de la Carne y de las 62 Organizaciones. Al comenzar
recordó que se vieron obligados a llegar al paro del 27 de
septiembre por no haber sido escuchados en sus reclamos. Y después
reseñó los cinco puntos que llevaban a la reunión: Aumento general
de sueldos, libertad de los presos sindicales y levantamiento del
estado de sitio, derogación del decreto 824 de congelamiento de
salarios, derogación del decreto 10.596 que limita el derecho de
huelga, inmediata solución de los conflictos de telefónicos,
telegrafistas, FONIVA y demás gremios.
No fue el único en referirse a los telefónicos; cuando le tocó el
turno a Riego Rivas, de Gráficos, comenzó diciendo que existían
problemas económicos generales, que en esos casos los trabajadores
son los más desfavorecidos y que los capitalistas nunca sufren las
crisis. “No se pueden resolver los problemas con el hambre del
pueblo; hablo con crudeza porque este no es tiempo de mojigaterías”.
Más adelante agregó: “En 1956 se renovaron los convenios y los
aceptamos bajo protesta; desde entonces hasta ahora el salario se
devaluó en un 30 por ciento. Es impostergable una solución”. Y
sobre los conflictos de telefónicos, telegrafistas y FONIVA, dijo:
“No es cierto que baste con que cualquier charlatán se ponga en
una asamblea obrera a exigir la huelga para que los trabajadores
vayan a la huelga. Cuando los trabajadores van a la huelga es porque
hay una poderosa causa que los impulsa.
Por eso el gobierno debería agotar los esfuerzos para buscar
soluciones a esos conflictos que se volverán inevitables sin una
solución de tipo económico. No se pide acceder a un mayor consumo
sino recuperar el consumo que se perdió en los dos últimos años”.
A su turno Alberto Lema, de Luz y Fuerza, se ocupó del conflicto
telefónico al refutar el recetario gubernamental de atar el aumento
salarial al aumento de la producción. Dijo que si no se modernizaba
la maquinaria y se pretendía aumentar la producción la única forma
de lograrlo era mediante el aumento de la jornada de trabajo, como se
quería hacer con los telefónicos.
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