sábado, 9 de diciembre de 2017

1957, la huelga grande de los Telefónicos (XXXVII)

Estado de sitio

Tras 30 días de conflicto de los cuales 10 eran de huelga, la situación no experimentaba cambios. En apariencia se había deslizado alguna propuesta para que los telefónicos flexibilizaran su posición y otro tanto harían las empresas. Los rumores hablaban de una posibilidad de arreglo inminente y Sindicato Buenos Aires solicitó autorización policial para realizar una asamblea general de afiliados. Al mismo tiempo un representante de FOETRA viajó a Santa Fe para reunirse con dirigentes y trabajadores de la zona. Pero el pedido de autorización hecho por el sindicato fue rechazado, y el gobierno salió a desmentir toda posibilidad de acuerdo mientras los trabajadores insistiesen en reclamar aumento de sueldo.
El lunes 30 de septiembre, tres días después del paro general efectuado por las 62 Organizaciones para apoyar a los telefónicos, el general Aramburu se reunió con directivos de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones y el ministro del área. Después se informó que las versiones de un inminente acuerdo carecían de fundamento, y para acentuar la inflexibilidad del gobierno se reiteró que los días de huelga no serían abonados. Esa misma noche dirigentes nacionales de los telefónicos reiteraron que se había estado cerca de lograr un acuerdo y lamentaban la decisión gubernamental.
Al día siguiente FOETRA publicó una extensa solicitada dirigiéndose “a la opinión pública y a los hermanos trabajadores de todos los otros gremios”. Recordó las gestiones realizadas antes de llegar al conflicto, las maniobras dilatorias de la Empresa, la indicación para que dirigieran el reclamo al Ministerio de comunicaciones, la respuesta de éste diciendo que el problema debía resolverse en la Empresa que era autárquica. Después siguieron los paros, las detenciones masivas, la ocupación de los locales sindicales por la policía, el cancelamiento de la personería gremial.
Sobre la insistencia gubernamental para pasar a trabajar 45 horas semanales en lugar de 35, y Establecer el horario cortado en lugar de la jornada continua; FOETRA recordó que la jornada de 7 horas era una conquista de los telefónicos y de otros gremios como bancarios, empleados públicos, de empresas del estado, etc.
Enumeró los aumentos de precios en “el pan, la leche, la manteca, la carne, el vino y otros artículos esenciales para la mesa de los trabajadores”. Era imprescindible aumentar los sueldos, “no por planteos políticos o ideológicos sino por ser la única salida para sobrevivir. Y agregaba:

“Al gremio telefónico le ha tocado ser el primero en salir a esta lucha, pero nadie desconoce que el problema es general. Creemos que debe pensarse mucho antes de continuarse con la política de detener la inflación en base a la miseria de la clase trabajadora. De nada sirve sanear la economía del país sin tener en cuenta que el precio a pagar es el hambre de los que en realidad producen”.

Luego agradecía la solidaridad de todos los sindicatos del país: “Nuestra lucha es la lucha de todos los gremios en estos momentos”, y agradecemos “esa magnífica lección de solidaridad humana y de unidad de la clase trabajadora”.

La información sobre el estado del servicio telefónico era oscilante, se pasaba de decir que estaba mejorando a afirmar que los actos de sabotaje estaban a punto de incomunicar al país. Lo primero era absolutamente falso, lo último probablemente estuviera sobredimensionado. Lo cierto fue que, tal como ya había adelantado el ministro de comunicaciones, se citó a personal de Plantel, unos 450 en Capital Federal y Gran Buenos Aires. La citación estaba firmada por el Capitán de navío Ramón Casanova (presidente de la empresa), Ángel H. Cabral (ministro de comunicaciones) y el General de brigada Julio A Teglia (comandante general de comunicaciones del interior). El intimado debía presentarse con la citación en su lugar de trabajo donde “será protegido por personal militar”.
El gerente administrativo de la empresa, Carlos Macchi, salió a desmentir que se hubiera intimado a los telefónicos que tuvieran otro empleo estatal para que retomaran la tarea en la empresa, so pena de perder ambos trabajos.
También ese 1 de octubre la Compañía Argentina de Teléfonos, prestataria del servicio en Mendoza, San Juan, Tucumán Salta y Santiago del Estero) y la Compañía Entrerriana de Teléfonos, ambas pertenecientes a la multinacional Éricsson, intimaron al personal a reintegrarse al trabajo por haber sido declarada ilícita la huelga.
Al día siguiente FOETRA informó que el personal de Conservación y construcción que había sido intimado continuaba cumpliendo con la medida de fuerza. Simultáneamente se conoció que el jefe de la oficina de Chascomús había recibido de manos de la policía la intimación para presentarse en el término de 48 horas, de lo contrario sería obligado a asistir por la fuerza pública.

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