martes, 27 de marzo de 2018

Algunos amigos a principios de 1968

AVANZADA, de memoria (VI)
Algunos amigos a principios de 1968

El contacto con compañeros de otros gremios se fue haciendo muy frecuente. Además de atender la cotidiana tarea dentro de Telefónicos nos prodigábamos en reuniones con militantes de Publicidad, Bancarios, Gráficos, del Seguro, Prensa y muchos más. Era lógico que con los amigos de publicidad la relación fuera mayor, eran quienes nos prestaban su casa para que pudiéramos funcionar. Ya mencioné a Ernesto Gutiérrez, el Secretario general del sindicato, la Secretaria adjunta era Lía Andrada. En las tareas con agrupaciones de distintos gremios los compañeros de Publicidad que participaban más frecuentemente eran Monona Casanello, quien también integraba la conducción del sindicato, y Rafael Lombardi, el abogado de la institución.
En la mayoría de los casos esos encuentros entre militantes de diferentes gremios eran provocados por la coyuntura, no se establecían vinculaciones de larga duración, pero servían para conocernos, aprender de algunos de ellos, contar nuestras propias experiencias. A todos nos interesaba una vinculación más permanente y organizada, sobraban los motivos para que eso fuese una necesidad.
Luego del golpe de estado conducido por Onganía –“le llaman Revolución”, diría irónicamente Gregorio Selser- la expresión “racionalización administrativa” había adquirido lúgubres resonancias. Uno de los pilares del nuevo programa gubernamental era la drástica reducción de personal, tanto en la administración pública como en las empresas del estado o en la actividad privada.
Después del paro del 1º de marzo había venido la catarata de sanciones contra los trabajadores; casi sin tiempo para asimilar los golpes llegaron los anuncios económicos de Adalbert Krieger Vasena: para contener la inflación se congelaron los salarios y se devaluó el peso en un 40 por ciento. Como puede verse, los sectores reaccionarios siempre echan mano a la misma receta para resolver sus problemas. La dirección cegetista no intentó ninguna forma de protesta que excediera lo meramente declarativo, y esto último en términos muy moderados.
Para enfrentar tanto atropello habría hecho falta un gran compromiso, mucha organización, disposición para luchar y criterio para no lanzarse irreflexivamente contra una pared. En lugar de eso los distintos sectores en que se encontraba dividida la dirigencia empezaron a tender puentes de acercamiento al gobierno, el criterio parecía ser: si no se puede vencer al enemigo, hay que aliarse con él.
Vandoristas y alonsistas, cada uno a su modo, procuraban la bendición gubernamental. En realidad esto es una simplificación porque ninguno de los nucleamientos era homogéneo, en ambos sectores coexistían sindicatos muy burocratizados y hasta derechistas junto a otros más contestatarios. Los que procuraban un mayor acercamiento con el gobierno eran los llamados “participacionistas”, y el paradigma del sector era Luz y Fuerza, el gremio dirigido a nivel nacional por Juan José Taccone. Un ejemplo de sus convicciones –si se les puede llamar así- está en la idea que expuso uno de sus dirigentes, Luis Angeleri, luego de ponerse en contacto con la Histadruth, la central sindical israelí.
Frente a lo que llamaba “problema tucumano” la propuesta de Angeleri era dejar de lado la protesta obrera y las huelgas generales. En lugar de perder tres días de salarios como consecuencia de los paros, se debía reunir ese dinero, unos 3 mil millones de pesos de esa época, para que la CGT instalara una planta industrial en Tucumán. Según su razonamiento, la planta piloto serviría para dar trabajo a los desocupados de la provincia, al mismo tiempo que convertiría a la CGT en una fuerza empresaria.
Los participacionistas eran el caso más extremo de complicidad no sólo con el régimen sino con el propio sistema. Otros sectores burocráticos cuidaban un poco más las formas, debían rendir cuentas ante bases más organizadas, o sus aspiraciones políticas requerían de un acompañamiento popular que hubiera sido impensable con posiciones tan derechistas. El tema es importante, pero me estoy desviando de lo que venía comentando sobre compañeros y amigos de AVANZADA.

Una buena cantidad de compañeros que conocimos en aquel tiempo militaban en el Movimiento de Liberación Nacional, una fuerza política conducida por Ismael Viñas. El MLN había sido rebautizado como “Malena” en el ambiente de la militancia. Por lo que pudimos conocer tenían bastante presencia en gremios como Bancarios y Seguros, pero no llegaban a conformar agrupaciones de gran peso. Frecuentemente nos cruzábamos con ellos en reuniones donde se discutía algún documento político sindical o en tareas de solidaridad con algún conflicto. Uno de esos compañeros era el “gallego” Manolo Queipo. Era un tipo macanudo, siempre muy sonriente, aunque Sergio me contó que no se lo vería muy risueño el día en que su esposa, por error, volanteó el sueldo en medio de una movilización.
Por esa época también Ignacio Ikonikof estaba en el Malena. A él ya lo conocíamos de las reuniones con los compañeros de Prensa. Nos hicimos bastante amigotes, yo tenía buena formación técnica, él era licenciado en física, sus explicaciones científicas eran muy didácticas, y aunque esto no tuviera mucho que ver con la práctica sindical también contribuyó a que se consolidara la amistad.
Susana Viau por ese entonces trabajaba en la revista Siete días, una publicación que en su formato y su estética imitaba a la norteamericana Life. Susana militaba en prensa junto a Jozami, Jáuregui, Ikonikof y muchos otros; con ella nos cruzamos en algunas reuniones y en las múltiples tareas solidarias que nos imponía la coyuntura política.
De una vertiente distinta eran los compañeros de la Lista Blanca de Aceiteros. Recuerdo que uno de ellos era Murat Lima y otro Vega. No recuerdo haber visto a otros compañeros de ese gremio, ni cuál sería la dimensión de su trabajo sindical; seguramente no realizamos ninguna tarea conjunta. Murat Lima traía el periódico Baluarte, y lo menciono particularmente a él, aunque supongo que también Vega pertenecía al mismo grupo político. Hasta donde recuerdo ellos estaban en la seccional argentina de la OLAS, Organización Latinoamericana de Solidaridad, que se había formado un año antes en el encuentro de la Tricontinental en La Habana.
No quiero dejar de mencionar a Heraldo Salvatierra, era por entonces un importante dirigente estudiantil en la provincia de Tucumán. Su hermano, Aníbal, integró AVANZADA desde el comienzo, y en uno de los viajes de Heraldo a Buenos Aires lo acercó a nuestras reuniones. Aquí salgo de la contemporaneidad del relato para recordar que Heraldo siguió siendo un militante de prestigio, que en alguna reunión de la CGT de los Argentinos se lo mencionó como un compañero que había que tener muy en cuenta, que en años posteriores se integró al PRT –al menos así lo cuenta Humberto Pedregosa en una entrevista que le hicieron con motivo del estreno de Gaviotas blindadas-, y que fue detenido-desaparecido en 1976.

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