domingo, 25 de marzo de 2018

Se suspenden los comicios de 1967

AVANZADA, de memoria (IV)
Se suspenden los comicios de 1967

FOETRA estuvo entre los varios gremios que fueron sancionados por enfrentarse a la dictadura en los primeros meses de 1967. Esto coincidió con el momento en que debían realizarse las elecciones para la renovación de la conducción del Sindicato Buenos Aires. Hay que recordar que en esa época los comicios se efectuaban cada dos años, y que en el sindicato ya se había efectuado la correspondiente convocatoria a elecciones. Por eso, en un primer momento se decidió continuar adelante con el proceso electoral en marcha.
Nosotros ya veníamos discutiendo con Ricardo Campari para que en esta oportunidad fuera candidato. Había unanimidad en este reclamo y, respetando que Picone volviera a encabezar la Lista, él debía ocupar el segundo lugar. Volvimos a efectuar las reuniones en los lugares de trabajo, pero esta vez se hizo evidente una fuerte retracción por parte de los compañeros. El repliegue participativo no tenía que ver exclusivamente con nuestra agrupación, sino que alcanzaba a todo el gremio y a amplios sectores del movimiento obrero. La energía represiva mostrada por el gobierno militar había conseguido su objetivo. En todos los lugares de trabajo los compañeros se mostraban reacios a involucrarse en una actividad que se había vuelto muy riesgosa.
Esto supuso una dificultad a la hora de conformar la lista. No es que nos faltaran compañeros para integrarla (nosotros armamos una lista muy representativa) pero no era lo mismo trabajar en un ambiente de permisividad democrática que en las nuevas condiciones de presión y represión. Esta fuerte disminución en el compromiso iba a caracterizar la actividad sindical por mucho tiempo. Se volvería muy difícil realizar una asamblea general de afiliados, y hasta los plenarios de delegados tendrían una asistencia muy menguada. En nuestro caso particular esto nos llevó a “tocar fondo”, en cuanto a la participación de los compañeros, entre ese año y el siguiente.
La Junta Electoral del gremio venía cumpliendo con todos los pasos previstos por los Estatutos. Nuestros apoderados en esta oportunidad eran Juan Carlos Romero y Guillermo Pérez Curtó. El número de listas que se habían presentado era menor al del año 1965, pero los contendientes no íbamos a ser menos de cuatro. Ya se estaba avanzando hacia la confección de los padrones cuando la Secretaría de Trabajo informó que las elecciones no iban a ser fiscalizadas por el Ministerio. Esto implicaba el no-reconocimiento gubernamental de las autoridades que fueran electas y, consecuentemente, que tampoco habría reconocimiento de la Empresa. Esto preanunciaba serios problemas legales.
La decisión gubernamental causó bastante malestar entre la militancia del gremio y también provocó inquietud en los lugares de trabajo. La pregunta era ¿Qué iba a pasar cuando se venciera el mandato de las autoridades del sindicato? Este puede parecer un interrogante un poco ingenuo, pero en ese momento no había ninguna comunicación al respecto. De hecho, si no había autoridades electas al momento de caducar el mandato de las anteriores podía considerarse que se estaba en estado de acefalía. Y ya se decía que había quienes especulaban con esa posibilidad y, de producirse, con el pedido de intervención al gremio. No era un temor infundado. En todo tiempo han existido los que aprovechan del río revuelto y aquellos que buscan entrar por la ventana cuando no pueden hacerlo por la puerta.
Nuestra opinión era que se realizaran las elecciones y que todas las listas asumiésemos el compromiso de reconocer al ganador como autoridad legítima del sindicato, independientemente de lo que dijera el gobierno. Desde el punto de vista de los principios la posición era justa, pero no fue considerada realizable. En lugar de ello, la Junta Electoral optó por consultar a la Secretaría de Trabajo sobre qué sucedería una vez que la Comisión Administrativa hubiera cumplido su mandato. Después de alguna demora, la respuesta fue que se prorrogaría el mandato hasta que le fuera devuelta la personería gremial y se pudieran efectuar las elecciones legalmente. Se hicieron las protestas del caso, pero las elecciones no tuvieron lugar.
Para entonces ya habíamos dejado de tener nuestro local en la calle Alsina. Creo que en ese edificio había habido un largo litigio porque el dueño quería desalojar a todos los inquilinos para poder venderlo. Debimos buscar un nuevo lugar para seguir funcionando, pero los ingresos de la agrupación no alcanzaban para que nos propusiéramos el alquiler de un local. Al promediar 1967 nosotros ya gozábamos de bastante prestigio entre las agrupaciones y sindicatos combativos. Por eso exploramos entre algunas organizaciones amigas y finalmente encontramos albergue en el Sindicato Único de Publicidad que en esa época estaba ubicado en Río de Janeiro al 300.
El Secretario General de ese sindicato era Ernesto René Gutiérrez, nos tenía bastante afecto y nosotros siempre fuimos muy respetuosos de su hospitalidad. Como el local era de dimensiones reducidas siempre se hablaba de una futura mudanza a otro lugar más grande. Alguna vez eso nos preocupó y, con la mayor delicadeza posible, preguntamos qué criterio iban a tener con respecto a las agrupaciones que pidieran reunirse. Gutiérrez nos contestó con una enorme sonrisa: “Ustedes no se preocupen por eso, porque ya están en el inventario de Publicidad”.
Procuramos mantener muy buena relación con todos los compañeros de la organización gremial y nunca nos inmiscuimos en sus disputas internas. Hasta llegamos a disponer de la llave del sindicato y teníamos carta blanca para el uso del mimeógrafo. Obviamente, jamás abusamos de esa franquicia, se hubiera perdido la confianza en nosotros, y teníamos la convicción de que si dejábamos de ser confiables ya nunca volveríamos a serlo.
Ese fue el año de la caída del Che. El acontecimiento nos conmocionó a todos y sentimos su impacto. Para muchos profundizó una divisoria de aguas que ya había comenzado con la Revolución Cubana, para otros fue un revulsivo que los puso a pensar, y para todos fue un suceso que no podía pasar desapercibido. Puede parecer increíble que en el boletín de nuestra agrupación no hayamos publicado ni una línea sobre un hecho tan importante, pero en ese tiempo sufríamos tironeos de todos lados para que adhiriéramos a distintas propuestas partidarias, y en el cuidado por mantener la agrupación como un espacio amplio, optamos por guardar silencio.
Ahora bien, el hecho de que no dijéramos nada en las actividades públicas ni en nuestra prensa no quiere decir que el tema estuviera ausente de las conversaciones en el café, luego de las reuniones. Vivíamos en un contexto en el que la violencia institucional nos golpeaba todos los días y un mensaje y un ejemplo como el del Che no podían sernos indiferentes. Eran los años en que la lucha revolucionaria se manifestaba por todo el mundo, desde Vietnam hasta el Congo, Desde Bolivia hasta Argelia. La lucha política también daba un salto cualitativo en Argentina, y muchos de nosotros asumimos compromisos que estaban mucho más allá del que teníamos con la agrupación sindical.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario