jueves, 22 de marzo de 2018

Primeros golpes después del Golpe

Cuando inicié este blog se cumplía el cincuentenario de AVANZADA, después pensé continuar con algunas notas que nunca llegué a publicar. Aprovecho aquellos apuntes como preludio a otra conmemoración importante de la semana próxima, el surgimiento de la CGT de los Argentinos.

AVANZADA, de memoria
Primeros golpes después del Golpe

Los errores, debilidades e inoperancias del gobierno de Illia fueron desgastándolo. Había contado con un cierto respeto aunque no con respaldo por parte del pueblo, entendido esto en su sentido más amplio. Se lo criticaba por muy diversas razones y desde los más variados frentes. Cada uno lo hacía por un motivo particular, pero todos, a su modo, fueron contribuyendo a socavarlo. El papel de la prensa, como siempre ocurre, fue determinante en esa campaña de desgaste. El gobierno trató de defenderse pero ya estaba desbordado. Recién en marzo de 1966 el Ministerio de Justicia hizo una denuncia contra Primera Plana, Confirmado, Atlántida e Imagen; ya para entonces el hostigamiento del periodismo opositor llevaba varios meses. Mariano Grondona y Mariano Montemayor fueron acusados de “instigación a la rebeldía, y de participar en la creación de un clima psicológico propicio al golpe de Estado".
El golpe conducido por Juan Carlos Onganía derrocó al debilitado gobierno de Arturo Illia el 28 de junio de 1966. En el documento de los golpistas titulado “Acta de la Revolución Argentina” decían:
“(…) El comandante en jefe del Ejército, teniente general D. Pascual A. Pistarini, el comandante de Operaciones Navales, almirante D. Benigno I. Varela, y el comandante en jefe de la Fuerza Aérea, brigadier general D. Adolfo Álvarez” llegaron a la conclusión que “la pésima conducción de los negocios públicos por el actual gobierno, como culminación de muchos otros errores de los que le precedieron en las últimas décadas, de fallas estructurales y de la aplicación de sistemas y técnicas inadecuados a las realidades contemporáneas, han provocado la ruptura de la unidad espiritual del pueblo argentino, el desaliento y el escepticismo generalizados, la apatía y la pérdida del sentir nacional, el crónico deterioro de la vida económico-financiera, la quiebra del principio de autoridad y una ausencia de orden y disciplina que se traducen en hondas perturbaciones sociales y en un notorio desconocimiento del derecho y de la justicia. Todo ello ha creado condiciones propicias para una sutil y agresiva penetración marxista en todos los campos de la vida nacional, y suscitado un clima que es favorable a los desbordes extremistas y que pone a la Nación en peligro de caer ante el avance del peligro colectivista”.
La decisión de los golpistas fue: “1) Constituir la Junta Revolucionaria con los comandantes en jefe de las tres fuerzas armadas de la Nación, la que asume el poder político y militar de la República; 2) Destituir de sus cargos al presidente y vicepresidente de la República, y a los gobernadores y vicegobernadores de todas las provincias; 3) disolver el Congreso Nacional y las legislaturas provinciales; 4) Separar de sus cargos a los miembros de la Corte Suprema de Justicia y al procurador general de la Nación; 5) Disolver todos los partidos políticos del país; (…) 10) Ofrecer el cargo de presidente de la República al señor teniente general (R.E.) D. Juan Carlos Onganía”.

Aunque en la ceremonia de juramento de Onganía hubo una presencia mayoritaria de oficiales superiores de las fuerzas armadas, también “se registró una importante participación civil en señal de apoyo a la nueva gestión”. Los diarios de la época destacaron la presencia de personalidades vinculadas al ámbito empresario, rural y gremial. Entre las mismas se mencionaba al presidente de la Sociedad Rural Argentina, Faustino Fano, al presidente de ACIEL, Jorge Oría, al presidente de la Confederación General Económica (CGE), José Ber Gelbard, y al presidente de la Cámara Argentina de Comercio, Horacio García Belsunce. Entre los dirigentes sindicales fueron mencionados especialmente el Secretario General de la CGT Francisco Prado, el Secretario General de la Unión Obrera Metalúrgica Augusto Timoteo Vandor, el dirigente del sindicato del Vestido José Alonso, y el de Luz y Fuerza Juan José Taccone.
Entre las primeras medidas del gobierno militar, se disolvió el parlamento, se intervino la universidad y se prohibió la actividad política. Luego se intervinieron algunos sindicatos, y, entre los primeros (si es que no fue el primero) estuvo el Sindicato de Prensa.
Nosotros ya teníamos vinculación con los compañeros de Prensa. Unas semanas antes habíamos estado en el local sindical para ver unos documentales sobre la guerra de Vietnam. Eduardo Jozami, Secretario General del Sindicato, y Emilio Jáuregui, Secretario de la Federación de Trabajadores de Prensa –FATPREN-, habían viajado a Vietnam como periodistas en marzo de ese año, y al regresar publicaron extensas notas en el diario El Mundo. También trajeron los documentales sobre la guerra que vimos aquel día. Recuerdo que las películas estaban en francés y que, mientras se proyectaban, tanto Jozami como Jáuregui iban traduciendo los distintos pasajes y haciendo comentarios sobre la guerra. Una de las imágenes que se me grabó de manera imborrable mostraba el bombardeo de un hospital vietnamita por parte de los norteamericanos. En medio de la destrucción se veía la huida de los internados y, entre ellos, un hombre con muletas a quien le faltaba una pierna.
Al evocar aquellas imágenes no puedo dejar de relacionarlas con John McCain, el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos en 2008. La asociación no es caprichosa, ese tenebroso personaje fue piloto de la aviación naval durante la guerra y efectuó numerosos bombardeos contra Vietnam del Norte hasta que lo derribaron en octubre de 1967, cuando realizaba un ataque sobre Hanoi.
Pero, volviendo al tema de la intervención del Sindicato de Prensa, dije anteriormente que pudo ser el primer gremio atacado por la dictadura encabezada por Onganía. El golpe de estado se produjo el 28 de junio, y el Decreto 321, que determinó la intervención, tiene fecha del 22 de julio de 1966. En la mañana en que se tomaba la resolución en la Secretaría de Trabajo, Jozami y Jáuregui hacían una reunión en su sindicato y nos habían invitado. Aunque nos contaron que habían presentado los recursos del caso, y que el juez César Arias había dejado sin efecto la medida, ya se sabía que la disposición iba a ser recurrida ante la Cámara de Apelaciones. Con toda razón preveían que la apelación iba a ser favorable al gobierno, y estaban pidiendo la colaboración de las agrupaciones amigas para hacer frente a la nueva situación. En esa época el Sindicato de Prensa funcionaba en la calle Alsina, a una cuadra de donde nosotros teníamos nuestro local, y la colaboración que nos solicitaban era que se lo prestásemos para que ellos pudieran seguir manteniendo un contacto con los trabajadores del gremio en los días siguientes. Obviamente, accedimos, y por unos días el Sindicato de Prensa en la resistencia funcionó en el local de nuestra agrupación. No recuerdo cuánto tiempo transcurrió para que la Cámara de Apelaciones repusiera la intervención, pero no debió demorarse mucho, porque esa medida se complementó con un nuevo decreto que, con fecha 4 de agosto, extendió la intervención a la FATPREN.

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