sábado, 25 de julio de 2020

La Gracia de Evita

Aunque ambos habíamos estado exiliados en Madrid no nos conocimos allí sino –muchos años después-en una visita al ex Centro clandestino de Detención de la calle Virrey Cevallos. Nenina Boulliet me había invitado a participar de una actividad y en una conversación posterior comentábamos nuestros respectivos destierros durante la dictadura. Recordábamos las dificultades económicas, el vivir con lo justo y hasta con menos que eso, el trabajo en condiciones precarias. La inmensa mayoría habíamos tenido que ganarnos la vida en actividades totalmente impensadas. Algunos aprendiendo nuevos oficios, otros incursionando en la fabricación de baratijas para venderlas en algún puesto improvisado en el Rastro madrileño.

Nenina me contó que en algún momento había estado en un puesto callejero; había que llegar temprano para asegurarse el lugar, lo que me llamó la atención fue su diálogo con un inspector municipal. Él le preguntó de dónde era ella, cautelosamente contestó que era argentina, entonces él dijo”Ah, de Evita Perón”. Quedó un poco desconcertada y le picó la curiosidad. Le preguntó al inspector qué sabía él sobre Evita y la nueva respuesta la sorprendió todavía más: “¿Cómo no voy a saber? Nosotros cobramos la Gracia de Evita”.

La historia era más o menos así. Durante su visita a España Evita le había pedido a Franco que pagase un premio a esos trabajadores; la petición había sido satisfecha y el adicional quedó bautizado como “la Gracia de Evita”. Supongo que esa no sería la denominación oficial, pero es posible que en el lenguaje popular se le adjudicara ese nombre. En ningún momento dudé de la anécdota pero después fui pensando algunas preguntas. ¿Cuántos componían ese universo, el de “nosotros”? y el “cobramos” ¿se refería a un único pago o a un adicional que se había prolongado en el tiempo?

Simplemente por una manía de juntar documentos me pregunté si podía conseguir la resolución oficial. En otras circunstancias habría recurrido a Roberto Baschetti, una enciclopedia caminante del peronismo, pero él ya no estaba en la Biblioteca Nacional que era donde solía encontrarlo. Con muy pocas esperanzas seguí el concejo de un afamado periodista: “Preguntale al doctor Google que la sabe lunga”.

Tal vez en algún recodo del ciberespacio esté escondido ese dato, yo todavía no pude encontrarlo, lo que sí reencontré fue una historia que tenía casi olvidada.

La comunista a la que Evita salvó la vida

En 1947 estalló un explosivo junto a la embajada argentina en España; el embajador argentino de entonces había calificado al país peninsular de ser un “verdadero oasis”, y el ataque fue una muestra de repudio a sus palabras. La militante comunista Juana Doña fue detenida y acusada de ser la autora material del atentado; después de torturarla se la sometió a algo parecido a un juicio y fue condenada a muerte.

Con 14 años recién cumplidos Juana se había afiliado a la Unión de Juventudes Comunistas de España; meses después fue detenida por formar parte de un piquete durante la huelga general de Madrid. Ese antecedente muestra su temple militante y su disposición para estar en la primera línea de la pelea. Luego vendría la Guerra Civil, la heroica resistencia a la embestida de los golpistas y su activa participación en la Agrupación de Mujeres Antifascistas.

Al comenzar la guerra se encontraba embarazada, eso no le impidió colaborar desde la retaguardia en apoyo de los milicianos. La niña nacida en enero de 1937 moriría 7 meses más tarde a causa de la meningitis. Al año siguiente nació Alexis, su segundo hijo, quien jugará un papel destacado en esta historia.


Juan Perón fue invitado por Franco para visitar España, era una forma de agradecimiento por la asistencia alimentaria argentina en un momento difícil; varios años de sequía la habían dejado al borde de la hambruna. El régimen franquista había sido excluido de las Naciones Unidas y del Plan Marshall para la reconstrucción europea después de la guerra. Cuando a instancia de Estados Unidos e Inglaterra se tomó la resolución de no admitir a España en la ONU, Argentina junto a otros países latinoamericanos votó en contra. La posición argentina fue muy criticada, como también lo fue el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre nuestro país y la Unión Soviética. Lo de la asistencia alimentaria al franquismo fue más bien un slogan antiperonista, en realidad Argentina tenía excedentes de trigo, maíz y carne, España quería comprarlos y se terminó firmando un tratado comercial a bajo interés y largo plazo.

Volviendo a la invitación para viajar a España, no era el momento más oportuno para que el presidente argentino se ausentara del país, otras invitaciones se habían sumado y no podían ser desairadas. Perón decidió aceptar pero enviando a alguien en su representación, alguien con suficiente peso político y que contara con toda su confianza: su propia esposa. Así fue como Eva Perón inició el viaje que la llevaría por España, Italia, El Vaticano, Portugal, Francia y Suiza.

"Señora Eva Perón, por favor, a mí me han fusilado a mi padre y ahora van a fusilar a mi madre".

Así decía el mensaje que Alexis envió a Evita para pedirle que intercediera por la vida de su madre ante el dictador español. Era un recurso desesperado porque Juana y Evita no se conocían ni se conocerían nunca, el niño que entonces tenía 9 años escribió bajo la dirección de su abuela y una tía con la esperanza de conseguir sensibilizar a la esposa del presidente argentino.

Ambas mujeres tenían en ese momento 28 años, la condenada a muerte había nacido en diciembre de 1918, la enviada presidencial en mayo de 1919. Qué pensó esta última cuando leyó la nota es algo que nunca sabremos; lo que sí sabemos es que se plantó frente al dictador y le pidió que perdonara la vida de Juana. Franco no pudo negarse, lo que tal vez no dijo fue que cambiaba la condena por la de 30 años de prisión.

En 1961 el reclamo popular consiguió que Juana fuera liberada, su hijo Alexis siempre recordó con gratitud el pedido de Evita para salvar la vida de su madre: "Eva me regaló a una madre durante cincuenta años, y no una madre cualquiera, sino, salvando todas las distancias, una madre que fue también histórica, ya que se convirtió en un referente de la lucha comunista y del feminismo en este país".

Cuando hace unos años Alexis visitó Buenos Aires se acercó hasta el lugar donde descansan los restos de Evita para llevarle un ramo de claveles rojos. "Allí tuve un momento de reflexión y de agradecimiento", diría el hijo de Juana Doña.

martes, 21 de julio de 2020

La Deuda (2)

Encuentro en La Habana

Tomado de Red Conceptualismos del Sur

En la nota anterior comenté que en julio de 1985 se realizó en La Habana la Conferencia Sindical de los Trabajadores de América Latina y el Caribe sobre la Deuda Externa. Fidel dijo a los asistentes que toda la organización se había hecho muy rápido, en unas semanas se cursaron las invitaciones en forma bastante amplia, algunos eludieron el convite por prejuicios o especulación política, pero la mayoría aceptó asistir. La delegación argentina estuvo integrada entre otros por Julio Guillán, Secretario general de la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos de la República Argentina, Alberto Piccinini, de la Unión Obrera Metalúrgica de Villa Constitución e Ismael Alí, representando a la Federación Gráfica Bonaerense.

Los delegados argentinos llevaban un pequeño trabajo que había sido elaborado en el Centro de Estudios y Formación Sindical, si bien no era un documento oficial aprobado por todos los integrantes de la delegación, hubo consenso sobre su contenido y estuvo entre los materiales de trabajo que circularon en La Habana. Posteriormente se lo reprodujo en “Democracia Sindical”, el periódico editado por el CEFS.

Aunque han pasado 35 años desde entonces es interesante recordar cómo comenzaba ese documento.

“EL pasado 10 de junio la frágil democracia argentina se vio sacudida hasta sus propios cimientos”. El remesón lo provocó la firma de acuerdos con el Fondo Monetario Internacional y otras instituciones financieras que prestaron 400 millones de dólares para hacer frente al pago de intereses vencidos de La deuda externa. Las duras condiciones de ese acuerdo de corto plazo habían sido adelantadas por Clarín cuatro días antes, las consecuencias no se hicieron esperar. Crónica anunciaba el martes 11 con letras tamaño catástrofe: "Devaluación del 18% y aumento de los combustibles en un 57%". EL miércoles 12 el diario Ámbito Financiero adelantaba Los lineamientos del plan económico y se aceleraba aún más la subida de los precios; éstos alcanzaban su pico más alto en la mañana del viernes con remarcaciones en los supermercados, y a la vista del público, de entre el 15 y 45%.”

La conclusión era que devaluación y endeudamiento no iban a resolver el problema, que este seguiría agravándose y que la deuda era además impagable: “es imposible pagar los casi 50 mil millones de dólares que adeuda nuestro país. Esto lo sabemos todos nosotros y además lo saben nuestros acreedores”.

Pero además del capital estaban los intereses, ya el año anterior se habían pagado 4 mil millones por ese concepto. Claro que ese pago era una ficción, en la realidad lo que se había pagado era bastante menos y el resto había sido refinanciado aumentando más la deuda; se estaba en un círculo vicioso del que era imposible salir en términos económicos. Baste señalar que para 1985 Argentina estaba obligada a pagar 5.750 millones de dólares sólo en concepto de intereses.

Han pasado 35 años desde entonces y el monto de los pagos anuales reclamados por los acreedores se repite en nuestros días. La magnitud de la deuda dejada por el macrismo es mucho mayor que la que dejó la dictadura; sin embargo actualizando los números se podría repetir el capítulo con que se cerraba aquel documento elaborado en el Centro de Estudios y Formación Sindical en 1985.


EL CAMINO DE LOS DÓLARES


Un billete de 50 dólares mide exactamente 156 milímetros. Ese pequeño pedazo de papel representa mucho dinero si Lo medimos desde nuestra miseria, nuestro subdesarrollo y nuestra dependencia. Esos 50 dólares representan Las dos terceras partes del ingreso de un jubilado, sin embargo vamos a suponer por un momento que podemos jugar con ellos y vamos a imaginarnos un camino hecho con esos verdes billetes.


Iniciamos el recorrido en Tierra del Fuego, en el punto más austral del territorio argentino. Vamos colocando un billete a continuación del otro y con 500 dólares apenas si hemos avanzado poco más de un metro y medio.

Con 100 billetes tendríamos una cantidad suficiente como para comprar un pequeño terreno y comenzar a construir una casita modesta, pero puesta sobre el suelo apenas si superan Los 15 metros y medio de longitud.

Seguimos adicionando billetes y con mil de ellos ya cubrimos una cuadra y media. No nos detenemos en nuestra tarea y cuando llegamos a medio millón de dólares -nada menos que 10 mil billetes de 50 dólares- ya hemos alcanzado más de un kilómetro y medio en nuestra marcha.

Con 5 millones de dólares, siempre en billetes de cincuenta, alcanzamos una distancia de 15,6 kilómetros. Este ha sido un esfuerzo agotador, pero a los trabajadores no nos falta voluntad ni espíritu de sacrificio, y a pesar de encontrarnos exhaustos triplicamos nuestros esfuerzos y en un día adicionando uno tras otro los billetes de 50 dólares cubrimos poco más de 49 kilómetros. Y hemos invertido para ello exactamente 15.753.400 dólares. Esos 49 kilómetros equivalen, poco más o menos, a la distancia que separa a Buenos Aires de La ciudad de La plata.

El esfuerzo realizado ha sido agotador, pero no tenemos tiempo para descansar y debemos continuar adelante con una cifra similar en el nuevo día.

En nuestro segundo día de marcha llevamos adelantados casi 100 kilómetros y este viaje increíble no se detiene.

En un mes, trabajando sin descanso durante Las 24 horas del día habremos reunido 472,6 millones de dólares. Colocados uno a continuación del otro, siempre en billetes de cincuenta, nos han permitido recorrer cerca de 1.500 kilómetros. Podríamos haber ido de Mendoza a córdoba y de allí a Buenos Aires, pero nuestro camino va de sur a norte y no admite ningún tipo de desvíos.

Esta es una tarea cruel porque para realizarla estamos arrancando ese dinero al mejoramiento de La salud, al desarrollo de la educación y a La reactivación económica del país. Para acumular esos dólares se rebajan Los salarios, se incrementa el hambre y la desocupación, se empobrece y envilece al país-

En un año habremos cubierto 17.940 kilómetros, y en ello habremos invertido 5.750 millones de dólares. Habremos bordeado la Cordillera de los Andes y cruzado Centro América orillando el Pacífico en una marcha fantástica siempre hacia el norte y sin mirar a los costados, hacia donde se encuentran nuestros hermanos de miseria del continente Latinoamericano.

. Esos 5.750 millones de dólares con los que hemos avanzado desde Los confines de nuestra patria, que nos han permitido cubrir la distancia que nos separa de los Estados Unidos y recorrer luego de oeste a este todo el territorio estadounidense representan Los intereses de la deuda externa cuyo pago le es demandado a nuestro país en el año 1985.

sábado, 18 de julio de 2020

Cristina, Fidel y la deuda

El 8 de febrero Cristina Kirchner presentó “Sinceramente” en La Habana, fue la primera presentación internacional de su libro. Entre los numerosos temas sobre los que habló estuvo el de la deuda externa:

“Durante la dictadura nos endeudaron a un ritmo de 10.000 millones de dólares por año. Nosotros, con Néstor, desendeudamos, dejamos de estar sometidos a las condicionalidades del FMI. Y entonces sobrevino un período de endeudamiento más terrible: nos endeudaron a un ritmo de 30.000 millones de dólares por año, triplicando el ritmo de la dictadura. Nunca, en toda la historia contemporánea argentina se había debido una suma de esta magnitud al FMI. Más que de endeudamiento, se trata de un plan de subordinación del país a intereses que no son los nuestros”.

Fue una descarnada exposición de la realidad: un gobierno, el de Mauricio Macri, endeudando al país a un ritmo tres veces superior al de la dictadura como parte de un plan sistemático. No fue un desatino, parafraseando viejas consignas podría decirse “no hubo errores, no hubo excesos”, la deuda cumplía dos finalidades, por un lado beneficiar a un puñado de superricos, por otro entregar al país atado de pies y manos durante décadas.

Que Cristina hablara de la deuda y que lo hiciera desde Cuba tuvo una resonancia especial, fue allí donde hace 35 años se realizaron numerosas reuniones y conferencias para debatir sobre un problema que había alcanzado dimensiones insoportables. Esto llevó a que Fidel se preguntara en aquel entonces:

“cómo van a pagar, cómo le van a pagar a Estados Unidos, cómo van a satisfacer la deuda exterior con ese poderoso país, y cómo van a satisfacer los dividendos, y cómo van a mantener un nivel mínimo de subsistencia y cómo van a desarrollarse.”

La bola de nieve había estado creciendo desde la década anterior hasta convertirse en un problema irresoluble en términos económicos. Si bien Fidel llevaba la delantera en la denuncia, la deuda terminó por movilizar al llamado Grupo de Cartagena y al SELA, Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe. En ese momento se debatía la posibilidad de convocar a una reunión de presidentes, uno de los primeros en hacer la propuesta fue Raúl Alfonsín, otros fueron León Febres Cordero, de Ecuador, y Alan García, de Perú. Precisamente este último había declarado: "En las actuales condiciones Perú no puede pagar”. No era el único que no podía hacerlo, los que estaban encadenados por una deuda impagable eran todos los países del Tercer Mundo, entre ellos Argentina.

La propuesta de Fidel era formar un frente común de deudores sin hacer exclusiones por el carácter político de los países. Todos los que estaban perjudicados debían unirse para reclamar la anulación o el alivio en la deuda. Estados Unidos y el Fondo Monetario no querían saber nada con deudores negociando en forma unificada, la posición de los poderosos acreedores era conversar con cada país por separado, en el mejor de los casos llegar a acuerdos individuales. Mantener fragmentado y disperso el frente adversario era una segura carta de triunfo desde los remotos tiempos del Imperio Romano.

Los presidentes latinoamericanos estaban muy presionados por los Estados Unidos, por el FMI y por las oligarquías locales; algunos países ni siquiera mantenían relaciones diplomáticas con Cuba, otros eludían cualquier compromiso porque no querían aparecer cerca del gobierno revolucionario. Bajo cuerda coincidían con el reclamo, se alegrarían si la demanda era satisfecha, pero no aportarían su presencia. A pesar de eso en unos pocos meses se realizaron en la Isla varios encuentros de gran importancia política, uno de ellos fue la Conferencia Sindical de los Trabajadores de América Latina y el Caribe sobre la Deuda Externa. La finalidad era acumular fuerzas, ganar voluntades y que en cada país se reprodujeran los reclamos para cancelar una deuda injusta e impagable.

En la noche del 18 de julio se realizó la clausura del evento y Fidel intervino largamente respondiendo a las preguntas de los dirigentes sindicales. Había estado con todos ellos desde la mañana, venía participando día a día desde que se inaugurara la conferencia el 15 de julio. Aquella intervención merece ser repasada con mucha atención, aquí sólo se señalarán algunos pasajes en que el gran estadista dio cátedra para todos los trabajadores.

Les dijo que si se unían y empleaban su fuerza podían poner límites a los métodos expoliadores del imperialismo, como hacen los obreros de un sindicato cuando se cansan, cuando no soportan las prácticas abusivas, cuando quieren una mejora; porque eso es lo que debía hacerse.

“Yo diría que son demandas sindicales del Tercer Mundo: no hagan estas cosas oprobiosas, señores, porque están acabando con nuestros países y no estamos dispuestos a seguirlo tolerando”.

La mecánica del endeudamiento había sido casi idéntica en todas partes, prestar dinero a un interés razonable para luego ir aumentándolo; en ese momento los acreedores pretendían cobrar 40 mil millones de dólares anuales sólo de intereses de toda América Latina. Y eso al mismo tiempo que se multiplicaban las medidas proteccionistas en los países acreedores: “no podemos vender ni lo que producimos a esos precios miserables, y luego que no podemos ni venderlo, quieren que les paguemos esas cantidades colosales”.

Las cifras eran abrumadoras, los precios de los productos primarios –los exportados por los países latinoamericanos- estaban cada vez más bajos, los productos industriales de los países desarrollados eran cada vez más altos, y lo mismo ocurría con los intereses de la deuda; era imposible saldarla, por mucho que se pagase cada vez se debía más. Y todavía hubo otro ejemplo.

Durante el período del gran endeudamiento sectores ligados a los grandes grupos financieros se habían llevado de Venezuela más del 100 por ciento del dinero ingresado:

“Curiosamente se fugó el 132% de lo que entró; por cada dólar que le prestaron, salieron fugados —fíjense bien— un dólar y 32 centavos. Es decir que no solo se fue el dinero que le prestaron, sino el que tenían guardado, el de la reserva, o el que adquirían por las exportaciones, ¡increíble!”

Esta nota comenzó hablando de la presentación que hizo Cristina en La Habana, continuó con la intervención de Fidel en la Conferencia Sindical de los Trabajadores de América Latina y el Caribe, y ahora es posible cerrar con las palabras de Cristina, casi como si escucháramos un diálogo entre ambos. Y eso porque Fidel mencionó la fuga de dinero prestado a un país latinoamericano, y Cristina habló de la sangría efectuada por el macrismo hasta hace unos pocos meses; prácticamente como había sido hecho durante la dictadura.

“Hay que empezar por investigar. Porque como la otra vez no se investigó, volvió a ocurrir… ¡y hasta con los mismos personajes, como Sturzenegger! Vino por segunda vez y volvió a hacer lo mismo. Si lo hizo y no le pasó nada… Es más: ¡lo premiaron con otro puesto! Entonces, hubo impunidad. Si nosotros no hacemos nada, si mansamente dejamos que todo sea igual, en uno o dos períodos más volverán al país a hacer lo mismo”.

A 35 años de las palabras de Fidel las de Cristina parecían ser un eco. Investigar a fondo el endeudamiento y la fuga para que los culpables sean castigados y la historia no vuelva a repetirse.

“El Banco Central debe darle un informe a los argentinos de cómo fue el endeudamiento, cómo fue el proceso y quiénes fueron los responsables. Es una deuda que la democracia tiene. De la misma manera que Alfonsín entendió que había una deuda de la democracia de decirles a los argentinos qué pasó en materia de derechos humanos durante la dictadura, también está la deuda de decirles a los argentinos cómo fue este nuevo proceso de endeudamiento. Es algo que hace a la moral de un gobierno”.

jueves, 16 de julio de 2020

Reencuentro

El encuentro se produjo el año pasado, exactamente el viernes 24 de mayo. Yo venía de hacer un trámite, caminaba por Callao después de haber cruzado Bartolomé Mitre, alguien se acercó y me preguntó si necesitaba ayuda, le agradecí la amabilidad, le dije que iba hacia Rivadavia y que conocía el camino. El ofrecimiento no me resultó extraño, lo que me sorprendió fue que luego me dijera “Yo lo aprecio mucho”. La expresión me sonó a cargada, en el tono de la voz casi adiviné una sonrisa, me volví hacia él y fue cuando dijo: “soy Horacio Rovelli”.

Nos dimos un abrazo porque hacía una parva de años que no nos encontrábamos, habíamos trabajado juntos en el Centro de Estudios y Formación Sindical cuando regresé del exilio. Con la sobriedad característica de un maduro profesor universitario agregó: ”vamos a tomar un vino y comer unas empanadas”.

Fuimos hasta La Americana, atropelladamente intentábamos ponernos al día con comentarios sobre compañeros y amigos, la situación económica y política, las respectivas dolencias. Le dije que seguía con interés sus artículos en El Cohete a la Luna y Rebelión; después me enteré que escribía en algunos otros sitios además de participar en dos o tres programas radiales. Me maravilló que además se dedicara a la docencia en más de una facultad y que todavía pudiera realizar tareas de asesor económico.

Él tenía que volver a su trabajo, yo debía seguir viaje, intercambiamos correos electrónicos y números de teléfonos, nos comprometimos a un próximo encuentro. La comunicación funcionó bien, me acostumbré a recibir anticipadamente alguna de las notas que pensaba publicar y aproveché para darme corte con la primicia.

Dije que trabajé con Horacio en el Centro de Estudios y Formación Sindical, y es un buen momento para hablar un poco del CEFS.

El Centro de Estudios y Formación Sindical

Conocí a Alberto Piccinini en 1982 cuando él pasó por Madrid después de haber recuperado la libertad. A mediados de los ’70 había sido elegido Secretario General de la UOM de Villa Constitución; la conducción nacional de los metalúrgicos pretendió desconocer la elección y una verdadera pueblada impidió el atropello. Meses después fuerzas policiales, de prefectura y los parapoliciales de la Triple A asolaron la zona en la llamada Operación Serpiente Roja. Él estuvo entre los centenares de apresados en septiembre de 1975. Siguió preso bajo la dictadura hasta que el reclamo internacional por su libertad contribuyó a arrancarlo de la cárcel en 1980.

Recién al año siguiente pudo empezar a moverse fuera del país, cuando viajó a Europa y pasó por España desde el TYSAE se organizó un encuentro con militantes del exilio madrileño, el acompañamiento continuó cuando el CEFS comenzó a formarse bajo su orientación.

Con mi esposa y mi pequeño hijo regresamos del exilio en enero de 1984, las primeras semanas fueron para reencontrarnos con la familia, los compañeros y los amigos, para instalarnos en el “aguantaderito”, una modestísima vivienda en proceso de acondicionamiento. Después fui a visitar el Centro de Estudios que por entonces estaba en Suipacha 128, mi perspectiva de reincorporación a ENTel era todavía bastante incierta, allí me brindaron un espacio de trabajo. Durante un par de años colaboré con los cursos y el periódico, después debí alejarme de la institución.

Tendría que mencionar a los compañeros que conocí entonces, la enumeración sería muy extensa, dejaré que algunos nombres vayan surgiendo un poco al azar a partir de Horacio y Alicia Salomone. Ya entonces él se dedicaba a la docencia en la Facultad de Ciencias Económicas, ella era una joven egresada de la carrera de Historia. Trabajar junto a ellos fue un verdadero privilegio. Alicia continuó un tiempo más en el Centro de Estudios, después se radicó en Chile y comenzó a desempeñarse en la Universidad. Unos años atrás me comuniqué brevemente con ella, los milagros de Internet me proporcionaron una dirección donde la encontré. Había ganado títulos, publicado libros y avanzado en la docencia. Yo aprendí mucho con Alicia y Horacio.

En 1984 el CEFS empezó a publicar Democracia Sindical; en la dirección estaban José Luis Mangieri y Marta Fernández. A Marta la conocía desde la época de la CGT de los Argentinos, era una abogada batalladora, su esposo era el inolvidable “Quito” Burgos. José Luis era un tipo simpatiquísimo; tenía una larga historia en la industria gráfica, estuvo al frente de La Rosa Blindada, tanto de la revista como de la editorial. Antes había estado en el Centro Editor de América Latina, después decidió pegar el salto. Aunque suele ser recordado como editor de libros de poesía se olvida que él mismo era poeta, o la gran cantidad de libros políticos que publicó.

Nombré a Alberto Piccinini porque a partir de su figura se armó el CEFS; él había recuperado la conducción de la UOM de Villa Constitución y sus visitas a Buenos Aires estaban condicionadas por su actividad en el sindicato. La conducción efectiva del Centro de Estudios era ejercida por Eduardo Menajovsky, además existía algo así como un equipo de asesores en el que participaban otros compañeros. Tendría que continuar pero no quiero convertir el relato sobre un encuentro casual en un largo listado de nombres. En otro momento volveré con mayor prolijidad, todas y todos merecen ser mejor evocados.

martes, 14 de julio de 2020

Sobre populismo y antipopulistas (9)

En 2009 la doctora Leticia Prislei dirigió el seminario “Cultura popular y populismo, problemas y perspectivas”; tuve la suerte de concurrir a esas clases en en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y elaborar el trabajo que estuve publicando en este blog durante las últimas semanas. Por supuesto, toda la responsabilidad por lo que se dice en la monografía es exclusivamente mía, en todo caso, tanto ella como el doctor Ricardo Martínez Mazzola lo que hicieron fue brindar las herramientas teóricas que traté de emplear del mejor modo posible.

Fraccioné el trabajo para aliviar las lecturas, las modificaciones con respecto al original fueron mínimas: algunos signos de puntuación, el reemplazo de alguna palabra, el intercalado de subtítulos para facilitar la presentación. Estos fragmentos complementan la serie y al mismo tiempo son una especie de índice de "Sobre populismo y antipopulistas".

Fragmentos

  1. Las malas palabras

El llamado populismo forma parte de la experiencia histórica y política de nuestro país y de muchos otros países de nuestro continente; esas experiencias populares tienen componentes progresivos, a su modo dieron respuesta a demandas de sectores postergados de la sociedad y entroncaron con otros movimientos que levantaban propuestas socialistas.

En principio, pueden señalarse como rasgos coincidentes la preocupación de gobiernos populares y gobiernos socialistas para mejorar las condiciones de vida de la población, en busca de una mayor inclusión social y para promover la redistribución del ingreso. La identidad de objetivos los enfrenta a enemigos comunes, como las fuerzas oligárquicas tradicionales y el imperialismo.

La guerra contra estos gobiernos incluyó la creación de una terminología despectiva; como dijera Fernando Martínez Heredia: “La guerra del lenguaje forma parte de esa contienda. (…) Existe toda una lengua para lograr que las mayorías piensen como conviene a los dominadores o, en muchos casos, que no piensen”.

El término “populismo” nació en la segunda mitad del siglo XIX, pero durante el siglo XX una sociología en la que se mezcla un fuerte tono eurocéntrico y un cierto desdén clasista reactualizó el vocablo para referirse a los procesos y movimientos políticos que promovían cambios sociales.

  1. El peligro populista

Si bien el origen del término se remonta al siglo XIX, la expresión fue recuperada y resignificada a mediados del siglo XX con la pretensión de explicar distintos fenómenos políticos latinoamericanos, particularmente los de Lázaro Cárdenas, Juan Domingo Perón y Getulio Vargas. Ese diseño conceptual debía diferenciar esos procesos de los gobiernos oligárquicos que les precedieran, pero haciendo un esfuerzo por no reconocerles un papel progresivo, remarcando que no eran una revolución social clásica, señalándoles vicios y deformaciones que, en el mejor de los casos, los ubicaban como fenómenos a mitad de camino entre la sociedad tradicional y una moderna sociedad democrática.

El resultado fue una suerte de Frankenstein conceptual, con la diferencia de no ser un ente terminado, sino que estaba en continua reformulación, sujeto a nuevas caracterizaciones, y con la pretensión de ser una herramienta útil para abordar otras experiencias. Como recurso para un juicio objetivo el término siempre dejó mucho que desear. Llovieron los cuestionamientos y se volvió un lugar común que, al usárselo, se aclarara que “se ha repetido hasta el hartazgo que pocos términos han gozado en el ámbito de las ciencias sociales de tan escasa precisión como el de populismo.”

  1. El discurso antipopulista

Gino Germani es considerado el precursor de la teorización sobre el llamado populismo. En su opinión es a partir de la década del ‘30 cuando se produce en América Latina la irrupción de las masas en la política, derribando antiguas barreras institucionales y sin valorar el sistema democrático. Pero no nos limitaremos al teórico italiano, también incluiremos puntos de vista de Di Tella y de otros teorizadores sociales que contribuyeron a consolidar el discurso académico sobre el llamado populismo.

Masas y líder son los componentes esenciales de los movimientos nacional populares. La caracterización que se ha hecho de ellos tiene todos los ingredientes de la descalificación y la segregación. En el caso de las masas se define a sus componentes como los sectores más atrasados de la sociedad, un aluvión que llega a las ciudades desde la marginalidad rural, sin cultura, sin educación, sin historia. En el mejor de los casos merecen la conmiseración, cuando no el desprecio por su condición social y racial. Desprovistos de toda capacidad y experiencia política están destinados a ser mano de obra barata o a ser manipulados por el demagogo populista. Las masas son esencialmente irracionales, peligrosas, explosivas.

Los sectores populares tienen demandas y expectativas crecientes; Revolución de las expectativas, las llamará Di Tella: “… Quieren tenerlo todo antes de que estén dadas las condiciones para satisfacerlas. Esto hará difícil el funcionamiento de la democracia ya que se pedirá más de lo que ella puede dar.”

  1. La manipulación

Es casi un lugar común hablar de la manipulación de las masas por el líder populista, una suerte de práctica que tendría lugar entre “sucios, malos y feos”, pero en el libro "Propaganda" escrito por Edward Bernays (quien durante la Primera Guerra Mundial perteneció al aparato gubernamental de propaganda norteamericana) se iniciaba el primer capítulo con estas palabras: “LA MANIPULACIÓN consciente e inteligente de los hábitos y opiniones organizados de las masas es un elemento de importancia en la sociedad democrática. Quienes manipulan este mecanismo oculto de la sociedad constituyen el gobierno invisible que detenta el verdadero poder que rige el destino de nuestro país”

Manipular y acusar de manipuladores es una práctica reiterada de las clases dominantes, pero el ataque a gobiernos populares no es exclusivo de esos sectores. Un teorizador aparentemente progresista decía: “Contribuyendo directamente a socavar los partidos obreros autónomos, los populistas construyeron coaliciones multiclasistas que integran a las masas sin cambiar demasiado el sistema existente”. Y otro diría: “Al peronismo lo inventaron para que los negros no se hagan rojos”.

Completando los ataques dirá Susanne Gratius que el populismo es un híbrido entre democracia y autoritarismo, y “es ante todo un fenómeno latinoamericano y principalmente sudamericano”. Luego agregará: “la sed de poder de los populistas les puede situar más cerca del autoritarismo que de la democracia.”

  1. Cuál es el problema

Al principio el término “populismo” fue usado para calificar con un cierto desdén elitista a los gobiernos de Juan Domingo Perón, Getulio Vargas y Lázaro Cárdenas. Con el paso del tiempo pudo surgir el interés en dotar de barniz académico al vocablo, porque hasta los insultos deben estar cargados de sentido. Quienes fueron armando el diccionario eran los enemigos y, por si fuera poco, los enemigos victoriosos. Eso facilitó las cosas para que la expresión fuera una refinada batería de interpretaciones descalificadoras, una aristocrática mirada dirigida desde la cúspide social hacia los adversarios que habían contado con el apoyo popular. Podemos imaginar que en un principio no se pensase en un uso intelectual, que simplemente fuese un reaccionario desahogo emocional, como antes lo había sido la calificación de “aluvión zoológico” para referirse a las masas movilizadas. Después, ya institucionalizado, y a pesar de su vaguedad e imprecisión, fue ampliando su área de aplicación. Otros gobiernos, otros movimientos políticos, otros fenómenos y proyectos sociales que recibían la desaprobación oligárquica o imperialista fueron colocados bajo el mismo rótulo.

  1. Haya de la Torre

Es interesante la descripción de Haya de la Torre sobre la lucha de clases y el imperialismo yanqui en América Latina:

1º - Las clases gobernantes de los países latinoamericanos, grandes terratenientes, grandes comerciantes y las incipientes burguesías nacionales son aliadas del imperialismo.

2º - Estas clases tienen en sus manos al gobierno de nuestros países a cambio de una política de concesiones, empréstitos u otras operaciones que los latifundistas, burgueses, grandes comerciantes y los grupos o caudillos políticos de esas clases negocian o participan con el imperialismo.

3º - Como un resultado de esta alianza de clases, las riquezas naturales de nuestros países son hipotecadas o vendidas, la política financiera de nuestros gobiernos se reduce a una loca sucesión de grandes empréstitos, y nuestras clases trabajadoras, que tienen que producir para los amos, son brutalmente explotadas.

4º - El progresivo sometimiento económico de nuestros países al imperialismo deviene sometimiento político, pérdida de la soberanía nacional, invasiones armadas de los soldados y marineros del imperialismo, compra de caudillos criollos, etc…

(…)El Estado, instrumento de opresión de una clase sobre otra, deviene arma de nuestras clases gobernantes nacionales y arma del imperialismo, para explotar a nuestras clases productoras y mantener divididos a nuestros pueblos. (…)Consecuentemente, la lucha contra nuestras clases gobernantes es indispensable; el poder político debe ser capturado por los productores; la producción debe socializarse y América Latina debe constituir una Federación de Estados. Éste es el único camino hacia la victoria sobre el imperialismo…”

  1. La manipulación de la opinión pública

La manipulación de las masas por el demagogo gobernante sería connatural a todo populismo. Sin embargo ya hemos visto las recomendaciones que daba Edward Bernais a los dirigentes norteamericanos: “si conocemos el mecanismo y los motivos que impulsan a la mente de grupo, ¿no sería posible controlar y sojuzgar a las masas con arreglo a nuestra voluntad sin que éstas se dieran cuenta?”

Pero si de manipulaciones se trata, aún hay ejemplos más dramáticos. En 1989 un grupo de oficiales del ejército y la marina estadounidense publicó el documento titulado "El rostro cambiante de la guerra: hacia la cuarta generación". Desde entonces se comenzó a hablar de Guerra de cuarta generación en la que la manipulación de la opinión pública adquirió Un valor fundamental.

“Las posibilidades que brinda el desarrollo tecnológico permitirán que los mensajes emitidos por los medios de comunicación constituyan un factor esencial para influir en la opinión pública, tanto en el ámbito doméstico como en el internacional, por lo que la propaganda llegará a constituir el arma estratégica y operacional dominante”.

  1. El verdadero problema

Al presentar este trabajo dijimos que era uno de nuestros objetivos mostrar similitudes y coincidencias entre los procesos definidos como de izquierda y los llamados populismos. Entre esos puntos comunes mencionamos el mejoramiento de las condiciones de vida de la población, la búsqueda de una mayor inclusión social y la redistribución progresista de los ingresos. Señalamos que cada proceso siguió caminos propios, alguno con un mayor grado de radicalidad, otros más acotados dentro de los parámetros del capitalismo. La cercanía de objetivos los enfrentó a enemigos comunes, como las fuerzas oligárquicas y el imperialismo.

Dirigentes revolucionarios de izquierda como Fidel Castro y Hugo Chávez no vacilaron en brindar su entusiasta apoyo a gobiernos que podían ser considerados reformistas o populistas. En su momento el líder cubano respaldó decididamente a Salvador Allende y su vía pacífica al socialismo, como también lo hizo con los movimientos patrióticos y nacionalistas de Juan Velasco Alvarado en Perú, Omar Torrijos en Panamá, Jaime Roldós en Ecuador y Juan José Torres en Bolivia. El comandante venezolano no sólo siguió los pasos de Fidel, puso su mayor empeño en desarrollar la Alternativa Bolivariana para las Américas, pero también estableció las mejores relaciones con dirigentes que no se sumaron a aquel proyecto. Eso posibilitó que el 5 de noviembre de 2005, en Mar del Plata, junto a Néstor Kirchner y Luiz Inácio Lula da Silva pudiera decir que habían enterrado el ALCA, mientras un George Bush desorientado se despedía del presidente argentino diciéndole: “Estoy un poco sorprendido. Acá pasó algo que no tenía previsto”.

jueves, 9 de julio de 2020

Sobre populismo y antipopulistas (8)

El verdadero problema

La caída de Wall Street fue el detonante de un problema que venía de lejos, y cuyos síntomas en América Latina habían sido radiografiados por Haya de la Torre en su libro: la convivencia de economías de tipo feudal y de tipo capitalista en un mismo espacio geográfico subordinaban las economías nacionales al capital externo. Consecuencia de ello era el carácter básicamente extractivo, más que manufacturero, de nuestros países. Al ser productoras de materias primas, las naciones latinoamericanas quedaban sometidas al imperialismo. Si esta situación ya era dramática, después del ’29 se volvió angustiosa. Los precios de los productos agrícolas y mineros cayeron por debajo de la línea de flotación, pero ni aún así se encontraban compradores.

El estado debía intervenir, e intervino (45). SE reorganizó la economía hacia adentro, Se apeló a la sustitución de importaciones, se estatizaron recursos básicos, se crearon algunas industrias que, al mismo tiempo, proporcionaban fuentes de trabajo para absorber la enorme masa de desempleados. La asistencia estatal no fue un recurso exclusivo de la región, tomemos como ejemplo lo hecho en Estados Unidos en ese período.


“Franklin D. Roosevelt que para sacar al país de la crisis de los años treinta, no sólo usó las palancas del Estado para confrontar a los monopolios y a la clase política atrincherada en el Congreso y el Tribunal Supremo, sino que a su manera, acudió a la movilización de la juventud y de las masas, incluyendo a los trabajadores cuya sindicalización auspició. El hecho de que el pueblo americano lo reeligiera en tres oportunidades fue un reconocimiento a la obra social realizada en aquel periodo, que no fue únicamente keynesianismo.

Roosevelt introdujo el salario mínimo, el seguro federal a los depósitos bancarios, el desayuno y el almuerzo escolar, los cupones de alimentos para las familias de bajos ingresos, la ayuda alimentaria a las embarazadas y a los descendientes de los pueblos originarios que habitan las reservaciones indígenas, los subsidios agrícolas para salvar de la ruina a los agricultores, creó agencias para generar empleo destinados a los jóvenes y decenas de otras medidas que fueron rechazadas por las elites tradicionales” (46).


Esto fue lo que se hizo para paliar la crisis: en Estados Unidos fue denominado New Deal, en América Latina Populismo. La aplicación de ese tipo de medidas era un pecado grave, lo fue tanto en Estados Unidos como en América Latina, pero más grave aún fue querer mantenerlas después que los países centrales hubieran recuperado el control mundial de la economía. Durante la crisis, y hacia el interior de los países, la oposición oligárquica hizo cuanto estuvo a su alcance para mantener intocados sus históricos privilegios. No hubo resignación pasiva ante cada medida que significara un mejoramiento en las condiciones sociales de los sectores populares. Incluso las estatizaciones fueron mal digeridas, más por una cuestión ideológica que por representar algún perjuicio a los intereses tradicionales. Pasada la gran depresión y la segunda guerra mundial, y cuando los grandes países capitalistas recuperaron su capacidad de hostigamiento, imperialismo y oligarquías se coligaron para volver las cosas atrás.

Los movimientos desestabilizadores y golpistas, la instauración de dictaduras sanguinarias en mayor o menor grado, la implementación de políticas reaccionarias y neoliberales fueron un patrón común de conducta: el inicial proceso restaurador se continuaría unos años después con la llamada Revolución Conservadora. Pero en ese período la historia también fue testigo de importantes cambios progresivos a nivel mundial. En el espacio que nos interesa particularmente, la Revolución Cubana fue un parteaguas con propuestas, objetivos y realizaciones que llegaron más alto que cualquiera de los anteriores procesos vividos en el continente.

Toda una generación se referenció en ella, no sólo en América sino en el mundo, y seguir su ejemplo se transformó en el gran objetivo. Surgieron los seguidores genuinos, pero también los imitadores dogmáticos que absolutizaron la lucha armada, y que calificaban como reformistas o pseudo revolucionarios a quienes no compartían su método. La lucha en los frentes de masas –sindical, estudiantil o barrial- era minimizada o descalificada por estos fundamentalistas, pero no se trataba de los únicos dogmáticos. Izquierdistas que se ubicaban presuntamente en posiciones más radicales que las de la misma Revolución, y otros que en su práctica eran identificados como reformistas, coincidían en denostar a los procesos populistas anteriores y contemporáneos poniendo como ejemplo a Cuba revolucionaria.

Al presentar este trabajo dijimos que era uno de nuestros objetivos mostrar similitudes y coincidencias entre los procesos definidos como de izquierda y los llamados populismos. Entre esos puntos comunes mencionamos el mejoramiento de las condiciones de vida de la población, la búsqueda de una mayor inclusión social y la redistribución progresista de los ingresos. Señalamos que cada proceso siguió caminos propios, alguno con un mayor grado de radicalidad, otros más acotados dentro de los parámetros del capitalismo. La cercanía de objetivos los enfrentó a enemigos comunes, como las fuerzas oligárquicas y el imperialismo. Mostramos que en épocas recientes esos enemigos unificaron de modo inequívoco a izquierdistas y populistas, englobando a ambos bajo la denominación de “populismo radical”, Tercera ola populista o populismo de izquierda.

No ocurrió lo mismo con ciertos sectores izquierdistas que se esforzaron y siguen esforzándose por mantener bien diferenciados a los gobiernos socialistas de los nacional populares. Puede ser que en algunos casos sea consecuencia del sectarismo, algo habitual entre movimientos políticos de los más diversos signos. En otras circunstancias puede tratarse de una encubierta complicidad con fuerzas reaccionarias, tarea divisionista destinada a facilitar la destrucción por separado de cada uno de los procesos. Seguramente la mayoría de las veces se tratará de falta de criterio político, de incomprensión por establecer lazos de unidad teniendo en cuenta la cercanía de objetivos y la identidad de los enemigos.

Pero la propensión a la descalificación no se detuvo en los movimientos y gobiernos de signo nacional y popular, continuó contra otros reconocidos como de izquierda, se ensañó con aquellos tildados de blandos o reformistas, se volvió contra los integrantes del ALBA que no se mostraban tan radicalizados como se pretendía, y hasta la Revolución Cubana mereció críticas de parte de algunos de estos bachilleres de revolucionarios, como los calificara Fidel. En principio no está puesta en tela de juicio la honestidad de estos izquierdistas críticos, ya que en muchos casos se trata de teorizadores puros, desconocedores de lo que es contrastar en la práctica los planteos ideales. El entusiasmo los lleva a apurar el paso, a desconocer o minimizar los problemas y a creer que basta con el empuje para vencer las dificultades. Es atinado el consejo del profesor, investigador y periodista cubano Gómez Barata cuando dice:


“Las fuerzas revolucionarias y progresistas, además de la firmeza deben practicar la capacidad de maniobra, sin hacer concesiones a los estrategas instantáneos ni a los súper revolucionarios que siempre piden más y a los que todo radicalismo les parece poco” (47).


Nos hemos detenido en la consideración de los críticos de izquierda, porque suponemos que deberían ser aliados naturales de los movimientos nacionales de signo popular. Dirigentes revolucionarios de izquierda como Fidel Castro y Hugo Chávez, por nombrar a los dos más destacados del último medio siglo, no vacilaron en brindar su entusiasta apoyo a gobiernos que podían ser considerados reformistas o populistas. En su momento el líder cubano respaldó decididamente a Salvador Allende y su vía pacífica al socialismo, como también lo hizo con los movimientos patrióticos y nacionalistas de Juan Velasco Alvarado en Perú, Omar Torrijos en Panamá, Jaime Roldós en Ecuador y Juan José Torres en Bolivia. El comandante venezolano no sólo siguió los pasos de Fidel, puso su mayor empeño en desarrollar la Alternativa Bolivariana para las Américas, pero también estableció las mejores relaciones con dirigentes que no se sumaron a aquel proyecto. Eso posibilitó que el 5 de noviembre de 2005, en Mar del Plata, junto a Néstor Kirchner y Luiz Inácio Lula da Silva pudiera decir que habían enterrado el ALCA, mientras un George Bush desorientado se despedía del presidente argentino diciéndole: “Estoy un poco sorprendido. Acá pasó algo que no tenía previsto” (48).

Y muchas otras sorpresas se derivarían de esa alianza estratégica entre “populistas radicales”. Los intentos golpistas contra los gobiernos progresistas de la región serían enfrentados en forma conjunta, la Venezuela bolivariana se incorporaría al MERCOSUR de la mano de Argentina y Brasil, surgiría una nueva organización multiestatal en el continente que ya no sería ministerio de colonias del imperialismo, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Precisamente a esta última dirigiría un emocionado mensaje Hugo Chávez en las vísperas de su muerte, diciendo “gracias a la CELAC ya nos vamos pareciendo a todo lo que una vez fuimos y a todo lo que quisimos ser pero nos fue arrebatado; nos vamos pareciendo a la Pachamama, a la cintura cósmica del Sur, a la reina de las Naciones y la madre de las Repúblicas” (49). Y alertando contra intrigantes y divisionistas agregaría:


“No olvidemos aquella dolorosa advertencia de Bolívar: Más hace un intrigante en un día que cien hombres de bien en un mes”.


Ya hemos llegado al final. El célebre ensayo de Mackinnon y Petrone, “Los complejos de la Cenicienta”, fue citado varias veces a lo largo de este trabajo. El fragmento con que iniciamos la primera parte dice: “…El populismo –esa Cenicienta de las ciencias sociales– es, en resumidas cuentas, un problema”. Creemos que al finalizar este recorrido hay que reformular ese postulado: el problema no es el populismo, el problema es el antipopulismo y los antipopulistas.


Javier Nieva
Enero de 2014


Notas

(45) “Desde los años treinta, ante el recrudecimiento del problema de la restricción externa, los países de América Latina impulsaron un proceso de modernización económica e industrialización por sustitución de importaciones dirigido por el Estado. Como ya lo había apuntado John Maynard Keynes, en 1926, la mano invisible del Mercado no tenía condiciones de resolver los problemas económicos. Sería necesaria la mano visible del Estado. Todo el planeta despertó de la ilusión liberal que pudo haber sido verdad en los tiempos de Adam Smith. En el periodo llamado por Eric Hobsbawm de “Era de la Catástrofe” (1914-1945), la intervención y la planificación estatal pasaron a ser de excepción a regla”.

Wexell Severo, Luciano; “Enseñanzas de la industrialización dependiente”, periódico digital Rebelión, 14 de enero de 2013. Cotejado el 19.1.2014 en:

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=162206

(46) Gómez Barata, Jorge; “Obama: ¿Un paso adelante o dos atrás?”, Argenpress, viernes 4 de septiembre de 2009. Cotejado el 19.1.2014 en:

http://www.argenpress.info/2009/09/obama-un-paso-adelante-o-dos-atras.html

(47) Gómez Barata, Jorge; “Comentarios de atalaya (IV): Aritmética política”. ARGENPRESS. martes 9 de febrero de 2010. Cotejado el 19.1.2014 en:

http://www.argenpress.info/2010/02/comentarios-de-atalaya-iv-aritmetica.html

(48) Cibeira, Fernando; “Un final con el corazón partido”, Página 12, Domingo, 6 de noviembre de 2005

(49) Hugo Chávez se dirige a la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños; AVN, 29 de enero de 2013. Cotejado el 19.1.2014 en:

http://www.avn.info.ve/contenido/mensaje-del-presidente-ch%C3%A1vez-celac

martes, 7 de julio de 2020

Sobre populismo y antipopulistas (7)

La manipulación de la opinión pública

En la entrega anterior mencionamos al eurocentrismo, y aquí conviene hacer una reflexión. Muchas beses nos olvidamos que una cosa es la realidad, y otra cosa es el esquema explicativo que armamos para tratar de comprenderla. Esto ya es un problema, pero si además las generalizaciones que hacemos pretenden borrar las particularidades que no se ajustan a ella, entonces el pecado es doble y nos mete en un pantano del que es difícil volver. Todavía hay un peldaño más en esa escalera de equívocos. Si era cuestionable que tratáramos de forzar los hechos para que entraran dentro del modelo, redoblamos la apuesta cuando pretendemos aplicar ese esquema a una realidad distinta de la de partida.

Vamos a tratar de ordenarnos. Una buena parte de los críticos de los llamados populismos latinoamericanos nos presentan a la sociedad europea como si toda ella fuera homogénea. Eso no quiere decir que ignoren la existencia de clases, capas y sectores sociales, sino que describen una sociedad ideal armada a partir de datos reales de un país o pequeño grupo de países, y luego extienden el modelo al resto del conjunto. Allí no hay particularidades ni diversidad, se da por supuesto que Inglaterra es igual que Gales, Escocia e Irlanda, y así Gran Bretaña pasa a ser un todo idéntico que, además, no se diferencia de Francia, Alemania u Holanda. Europa misma se estira o encoge a conveniencia, y todo el sur, desde Portugal a Grecia puede ser presentado como sector indiferenciado o como parte rezagada según las circunstancias.

Luego de ese discutible ejercicio de compactación, se toma al modelo ideal como parámetro para juzgar al resto de las sociedades. Pero la realidad es testaruda, y frente a eso se destacan dos posiciones posibles: o se concluye que el modelo es inadecuado (e inaplicable a todo el mundo), o la que está equivocada es la realidad.

La generalización teórica tiene su valor cuando no se trata de una imposición ni de un trasplante artificial. Puede ser cuestionable un planteo nacionalista como el aprista, aunque ese nacionalismo abarque a todo el continente latinoamericano, pero eso no quiere decir que la propuesta teórica europea tenga que ser necesariamente correcta. En el tema que nos ocupa se ha imaginado una estructura social ideal, y con ese modelo considerado como lo bueno, se quiere arrasar con las diferencias y particularidades del resto de mundo (39).

Todavía hay una falacia complementaria, porque en la construcción artificial que hemos descripto, se pasan por alto los propios vicios y deformaciones que luego se encontrarán o imaginarán en las sociedades sometidas a crítica. Es el caso de la manipulación de las masas por el demagogo gobernante, algo que, según los teorizadores antipopulistas, sería connatural a todo populismo. Sin embargo ya hemos visto las recomendaciones que daba Edward Bernais en 1928 a los dirigentes norteamericanos. En sus trabajos la manipulación de la llamada opinión pública era mostrada sin ningún pudor: “si conocemos el mecanismo y los motivos que impulsan a la mente de grupo, ¿no sería posible controlar y sojuzgar a las masas con arreglo a nuestra voluntad sin que éstas se dieran cuenta?” Con esta convicción el autor sostenía que: “Los Estados, ya sean monárquicos, constitucionales, democráticos o comunistas, tienen que contar con el consentimiento de la opinión pública si quieren lograr sus proyectos y, de hecho, un gobierno no gobierna si no es en virtud de la aquiescencia pública” (40).

Pero si de manipulaciones se trata, aún hay ejemplos más dramáticos. En 1989 un grupo de oficiales del ejército y la marina estadounidense publicó el documento titulado "El rostro cambiante de la guerra: hacia la cuarta generación" (41). Desde entonces se comenzó a hablar de Guerra de cuarta generación en la que la manipulación de la opinión pública adquirió Un valor fundamental.


“Las posibilidades que brinda el desarrollo tecnológico permitirán que los mensajes emitidos por los medios de comunicación constituyan un factor esencial para influir en la opinión pública, tanto en el ámbito doméstico como en el internacional, por lo que la propaganda llegará a constituir el arma estratégica y operacional dominante” (42).


Esta forma de confrontación se caracteriza por el empleo planificado de la propaganda y de la acción psicológica; su objetivo es direccionar las conductas para conseguir el control social y político de la población. No pone el centro en las operaciones militares clásicas, aunque tampoco las excluye, sino que privilegia las operaciones mediáticas y propagandísticas. Es como si un ejército invisible se apoderara de la mente y la voluntad de las personas, condicionando las emociones y los sentimientos, logrando adhesiones y alineamientos que no responden a una elección racional. Inconcientemente el individuo es captado para una causa cuyos fines y dirección desconoce. Pero esta colosal forma de manipulación, ante la que palidece la atribuida al populismo, no era novedosa.

En 1948la rama de espionaje y contrainteligencia de la CIA se propuso crear una estructura que, entre otras actividades, se encargara de la propaganda, la guerra económica, sabotajes, subversión contra “estados hostiles”, incluyendo ayuda y apoyo a grupos de resistencia ilegales, además de apoyo a todas las fracciones antiizquierdistas en los países que amenazaran al mundo libre. Esto se tradujo en la Operación Sinsonte, una campaña secreta de la Agencia Central de Inteligencia para influir en los Medios de comunicación masivos, tanto norteamericanos como del resto del mundo (43). Hasta la elección del nombre del proyecto era toda una declaración de principios, porque se atribuye al sinsonte la capacidad de engañar a otras aves con su canto.

Se reclutó a periodistas y directores de periódicos, se organizaron programas de propaganda más o menos encubierta, la industria del entretenimiento, el cine, la literatura y las artes plásticas también fueron incluidas. Las ciencias sociales no quedaron al margen del campo de manipulación, sociólogos y antropólogos formaron parte del proyecto Camelot, un ambicioso programa que incluía la recopilación de datos en países de América Latina –espionaje sociológico- y su posterior utilización en la acción cívica, la guerra psicológica, o la acción de contrainsurgencia. Psicólogos y psiquiatras se destinaron a la Operación MK Ultra, que buscaba encontrar métodos y drogas para controlar la mente. Y todo eso ocurría mientras una legión de cientistas sociales hablaba de las presuntas manipulaciones de las masas por los líderes populistas.

Sería un poco fuerte afirmar que los intelectuales que sostenían (y sostienen) las críticas al populismo, estaban modelados por los programas armados en las usinas de pensamiento que acabamos de ver. Damos por descontado que se trata de pensadores serios, sinceramente convencidos de los postulados que defienden y que no son simples asalariados encargados de reproducir el guión imperialista. Muchos de ellos asociarán capitalismo con democracia, aunque tal vez prefieran la denominación de “sistema de libre empresa” en lugar de capitalismo, tal como lo proponía el Departamento de Educación del Estado de Texas. Independientemente de la denominación que prefieran, puede que asocien capitalismo con democracia, pero el capitalismo está muy lejos de ser el paradigma democrático, en todo caso, las expresiones democráticas son coyunturales, transitorias y muy restringidas a un espacio geográfico y, dentro de este, a un determinado sector de la sociedad. Lo predominante, aún en los países de más alto desarrollo económico, es la explotación de los trabajadores, y el abuso contra los sectores llamados subalternos.

El capitalismo puede tener (y de hecho ha tenido) tanto características liberales como fascistas. El mayor holocausto de la historia (la segunda guerra mundial) fue producido por regímenes capitalistas. Y esa guerra no puede desligarse de la primera, impulsada por la puja en torno al reparto colonialista del mundo. De los rescoldos de aquella gran guerra, surgieron los distintos fascismos que se extendieron por toda Europa, y de allí al resto del mundo. Se hace centro en el régimen nazi, pero con gradaciones y matices, hubo fuertes movimientos fascistas en casi toda Europa. Italia, España y Portugal estuvieron entre los más destacados, pero también aparecieron experiencias fascistas en Francia, Bélgica, Inglaterra, Rumanía, y otros países (44).

Retornando a nuestro tema debemos decir que el llamado populismo suele ser presentado como una deformación de la perfecta democracia de los países desarrollados, cuando en realidad lo que se define de ese modo no sería nada más que la variante de un fenómeno que se produjo a nivel mundial. La decidida participación del estado en el ordenamiento de la economía fue un recurso al que echaron mano gobiernos de signos muy diversos ante la magnitud de la crisis iniciada en 1929. De golpe la mano invisible del mercado se puso en movimiento mostrando que no estaba para repartir riquezas sino para arrebatarlas. La gran depresión se prolongó durante toda la década del ‘30, la renta nacional, los ingresos fiscales, los beneficios y los precios se vinieron abajo. El comercio internacional cayó en picada, y la desocupación creció como espuma en todas partes. Los efectos fueron devastadores en todo el mundo capitalista.

(Continuará)


Notas

(39) Este es un lugar oportuno para señalar que la perspectiva eurocéntrica no tiene por que ser necesariamente descalificadora de los fenómenos sociales latinoamericanos. El estudioso ha sido formado en un determinado contexto, se referencia en conceptos y categorías que ha terminado naturalizando, por eso cuando dirige su mirada hacia otras realidades no siempre puede escapar de los estereotipos que lo condicionan. Es el caso de Alan Angell en su trabajo “La izquierda en América Latina desde 1920”. El comentario que al respecto hacen Toer, Martínez Sameck y Diez resulta muy ilustrativo.

Para Angell, el espacio que los socialistas ocupan en Europa, lo cubrirían las corrientes que denomina “populistas de signo nacionalista”, en donde reúne al APRA peruano, Acción Democrática en Venezuela, el peronismo en Argentina, los colorados en Uruguay, el PTB en Brasil y el Partido Liberal de Colombia (Angell, 1997:74-75).

Esta consideración no está desprovista de lo que se suele llamar lectura eurocéntrica. Cuando algunos conceptos o marcos analíticos, fruto de la experiencia europea, se extrapolan al contexto latinoamericano, es frecuente que se tienda a construir o convalidar categorías de carácter residual, produciendo desajustes, limitaciones en la capacidad de inteligibilidad de los procesos y ciertos reduccionismos proclives a la incomprensión y, hasta muchas veces, proyectando cierta peyorización simplificadora de los procesos políticos, económicos, culturales. Se termina recurriendo, así, a analogías que, en el mejor de los casos, pueden ser puestas en cuestión.”

Toer, Martínez Sameck y Diez; Op. Cit.

(40) Bernays, Edward; Op. Cit., p. 50. Evidentemente el autor y quienes lo leían sabían mucho de manipulaciones, por eso él podía completar su razonamiento con estas palabras:

El asesor en relaciones públicas es, por lo tanto, el agente que trae una idea a la conciencia del público sirviéndose de los medios de comunicación modernos y de los grupos que conforman la sociedad. Pero es mucho más que eso. Sabe de la importancia del curso de los acontecimientos, las doctrinas, los sistemas y las opiniones, y trata de conseguir el apoyo del público para determinadas ideas”.

(41)Lind, Nightingale, Schmitt, Sutton y Wilson; “The Changing Face of War: Into the Fourth Generation”, Marine Corps Gazette, octubre de 1989.

(42) Fojón, José Enrique; “Vigencia y limitaciones de la guerra de cuarta generación”. ARI Nº 23-2006, 27.2.2006. Cotejado el 19.1.2014 en:

http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_es/zonas_es/ari+23-2006

(43) En el libro de los periodistas David Wise y Thomas B. Ross, El gobierno invisible, 1964, se publicó abundante información sobre la Operación Sinsonte y otras actividades similares. En un artículo de Tom Engelhardt se recuerda las palabras con las que comenzaba aquel libro.

Hay actualmente dos gobiernos en EE.UU. Uno visible. El otro invisible. El primero es el gobierno respecto al que los ciudadanos leen en sus periódicos y los niños estudian en sus libros de educación cívica. El segundo es la maquinaria entrelazada, oculta, que ejecuta las políticas de EE.UU. en la Guerra Fría. El segundo gobierno invisible recoge información, hace espionaje y planifica y ejecuta operaciones secretas en todo el globo”.

Engelhardt, Tom; “La comunidad de la inteligencia de EE.UU. salió de las sombras”. Publicado en el periódico digital Rebelión el 21 de diciembre de 2012. Cotejado el 19.1.2014 en:

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161109

(44) Para tener una perspectiva sobre la difusión del fascismo en la Europa de entreguerras, se puede consultar el trabajo “Cuando Europa Era Fascista”, de León Degrelle. Hay que aclarar que Degrelle combatió junto a las fuerzas del Eje en la Segunda Guerra Mundial en la Legión Valonia, una unidad extranjera adscrita a las Waffen SS. Cotejado el 19.1.2014 en:

http://editorial-streicher.blogspot.com.ar/2013/06/leon-degrelle-cuando-europa-era-fascista.html

sábado, 4 de julio de 2020

Sobre populismo y antipopulistas (6)

Haya de la Torre

En un artículo publicado en la revista teórica The Labour Monthly –Londres, diciembre de 1926- Haya de la Torre define su concepción sobre la lucha de clases y el imperialismo yanqui en América Latina. Publicado originalmente en inglés, el texto fue luego recuperado en español, y pasó a ser el primer capítulo de su libro El antiimperialismo y el APRA


“La historia de las relaciones políticas y económicas entre América Latina y los Estados Unidos, especialmente la experiencia de la revolución mexicana, nos lleva a las siguientes conclusiones:

1º - Las clases gobernantes de los países latinoamericanos, grandes terratenientes, grandes comerciantes y las incipientes burguesías nacionales son aliadas del imperialismo.

2º - Estas clases tienen en sus manos al gobierno de nuestros países a cambio de una política de concesiones, empréstitos u otras operaciones que los latifundistas, burgueses, grandes comerciantes y los grupos o caudillos políticos de esas clases negocian o participan con el imperialismo.

3º - Como un resultado de esta alianza de clases, las riquezas naturales de nuestros países son hipotecadas o vendidas, la política financiera de nuestros gobiernos se reduce a una loca sucesión de grandes empréstitos, y nuestras clases trabajadoras, que tienen que producir para los amos, son brutalmente explotadas.

4º - El progresivo sometimiento económico de nuestros países al imperialismo deviene sometimiento político, pérdida de la soberanía nacional, invasiones armadas de los soldados y marineros del imperialismo, compra de caudillos criollos, etc. Panamá, Nicaragua, Cuba, Santo Domingo, Haití son verdaderas colonias o protectorados yanquis como consecuencia de la "política de penetración" del imperialismo” (33).


De esa enumeración se desprende que la contradicción principal se encuentra entre las naciones latinoamericanas y el imperialismo, y que imperialismo y oligarquía son los enemigos a ser enfrentados y derrotados.


“… El Estado, instrumento de opresión de una clase sobre otra, deviene arma de nuestras clases gobernantes nacionales y arma del imperialismo, para explotar a nuestras clases productoras y mantener divididos a nuestros pueblos. Consecuentemente, la lucha contra nuestras clases gobernantes es indispensable; el poder político debe ser capturado por los productores; la producción debe socializarse y América Latina debe constituir una Federación de Estados. Éste es el único camino hacia la victoria sobre el imperialismo…” (34)


La federación de los estados latinoamericanos -la construcción de la Patria Grande- es otro de los rasgos distintivos del llamado populismo. El APRA mismo se planteaba como un proyecto de alcance continental, de allí su denominación de Alianza Popular Revolucionaria Americana. Su propuesta era la organización de la lucha antiimperialista en la América Latina, por medio de un Frente Único internacional de trabajadores manuales e intelectuales, con un programa común de acción política. Para enfrentar la subordinación de las economías latinoamericanas al capital imperialista, sostenía que la nacionalización de la tierra y de la industria, junto con la organización de la economía sobre las bases socialistas de la producción, eran la única alternativa. “Del otro lado está el camino del coloniaje político y de la brutal esclavitud económica” (35).

Otra característica distintiva del proyecto es la búsqueda de una amplia coalición policlasista. De allí la afirmación de que es en los países agrarios donde la joven y reducida clase proletaria necesita aliados, pero también los campesinos necesitan aliados: otros aliados, además de la clase obrera. La conclusión es que debe abandonarse la idea de constituir un partido exclusivamente de clase, para reconocer la necesidad de un diferente tipo de partido político revolucionario y antiimperialista que no es Partido de clase, sino de Frente Único.


"El APRA representa, consecuentemente, una nueva organización política de lucha contra el imperialismo y de lucha contra las clases gobernantes latinoamericanas que son auxiliares y cómplices de aquél. El APRA es el Partido Revolucionario Antiimperialista Latinoamericano que organiza el gran Frente Único de trabajadores manuales e intelectuales de América Latina, unión de los obreros, campesinos, indígenas, etc., con estudiantes, intelectuales de vanguardia, maestros de escuela, etc., para defender la soberanía de nuestros países" (36).


Haya de la Torre afirma que la llegada del imperialismo trae consigo los fenómenos económicos y sociales que produce el capitalismo en los países donde aparece originariamente: la gran concentración industrial y agrícola; el monopolio de la producción y circulación de la riqueza; la progresiva destrucción o absorción del pequeño capital, de la pequeña manufactura, de la pequeña propiedad y del pequeño comercio, y la formación de una verdadera clase proletaria industrial.

Su descripción, aún cuando esté dirigida a ganarse el favor de las capas medias más que el de los obreros y campesinos, no deja de ser estremecedora: … el imperialismo sojuzga o destruye económicamente a las clases medias de los países retrasados que penetra. El pequeño capitalista, el pequeño industrial, el pequeño propietario rural y urbano, el pequeño minero, el pequeño comerciante, el intelectual, el empleado, etc., todos ellos forman la clase media cuyos intereses ataca el imperialismo.

La formulación policlasista –nacional y popular- se pone de manifiesto con una curiosa referencia al Kuo-Min-Tang chino.


“Insisto en el paralelo, a pesar de necesarias distinciones específicas, recordando que la traducción literal de las tres palabras que dominan el poderoso organismo político chino significan en nuestra lengua Partido Popular Nacional. Los vocablos "popular" y "nacional", que expresan claramente la tendencia de frente único del Kuo-Min-Tang, pertenecen a la denominación aprista también” (37).


El policlasismo levantado como bandera de unidad nacional se complementa con la función atribuida al estado tras la liberación del yugo imperialista. La desfeudalización, la intervención en la economía, la nacionalización de los recursos económicos fundamentales, la contribución al desarrollo del capitalismo, la protección de los sectores populares, el fomento del cooperativismo.


“La nacionalización de la riqueza es, y la desfeudalización especialmente, arma antiimperialista primero -arma defensiva de la soberanía nacional- y arma de justicia social en seguida. El imperialismo, como fenómeno económico, afecta a nuestra riqueza, la captura, la domina, la monopoliza. Subyuga en torno de ella a nuestros pueblos como naciones y a nuestros trabajadores como clases explotadas. La primera actitud defensiva de nuestros pueblos tiene que ser la nacionalización de la riqueza arrebatándola a las garras del imperialismo. Luego, la entrega de esa riqueza a quienes la trabajen y la aumenten para el bien colectivo: su socialización progresiva bajo el contralor del Estado y por el camino de un vasto cooperativismo” (38).


Hasta aquí nuestro repaso del ideario de Haya de la Torre. Nos pareció importante detenernos en él, porque sus propuestas son una síntesis de lo que luego sería denominado populismo. La elección fue deliberada, ya que se trata de una obra desarrollada a mediados de la década del ’20, cuando aún no se había producido la crisis económica ni el proceso de sustitución de importaciones considerado fundacional por muchos de los teorizadores antipopulistas. La exposición no deja entrever ninguna de las puerilidades que luego se atribuyeron a las experiencias nacionalistas de signo popular. Leyendo el libro con atención no se encuentra ni el más mínimo atisbo de manipulación de las masas, ni siquiera una exaltación de las mismas, sólo una apelación a construir un amplio frente policlasista. Tampoco aparecen siquiera insinuados los caudillos demagógicos. La propuesta antioligárquica y antiimperialista es central, las referencias a la Revolución Mexicana son frecuentes, lo mismo que la reivindicación de la lucha de Sandino. Los elogios que se vuelcan sobre las nacionalizaciones efectuadas por Batlle Ordóñez, se complementan con el reclamo para consolidar un proyecto de alcance continental. Y otro aspecto no menos importante es el reiterado reclamo para construir desde Latinoamérica la dirección teórica y política del proceso liberador. Las fuertes polémicas sostenidas a derecha e izquierda son muy ilustrativas. Sus adversarios no son distintos a los que tuvieron los llamados populistas clásicos en las décadas siguientes, y sus argumentos, con matices, podrían haber sido usados por Vargas, Cárdenas o Perón. Las críticas a lo que se consideraba el eurocentrismo de izquierda pueden parecer exageradas, pero no se estaba en presencia de una polémica amable, y desde el campo adversario los cuestionamientos no eran menos beligerantes. Curiosamente el aprismo no era tan confrontativo con la Tercera Internacional como con sus representantes locales, tal vez porque aquella tenía todo el prestigio de la Revolución Rusa, mientras que los segundos eran considerados una mala copia.

(Continuará)


Notas

(33) Haya de la Torre, Víctor Raúl; El antiimperialismo y el APRA, Capítulo I, versión digital cotejada el 19.1.2014 en:

http://antimperialismo.tripod.com/index.html

(34) Haya de la Torre, Op. Cit., Cap.I. Al final del Capítulo VIII Haya de la Torre reforzará su argumentación citando a Trotsky en ¿A dónde va Rusia?

"Un Estado que tiene en sus manos una industria nacionalizada, un monopolio del comercio exterior y un monopolio de la aceptación de capitales extranjeros, por un campo de la economía o por otro, por este solo hecho, controla ya una rica fuente de recursos cuya combinación puede hacer más rápida su evolución económica".

(35) La propuesta americanista de Haya de la Torre habla de la federación de las naciones para presentar un frente unido ante el enemigo imperialista. Sin embargo el planteo no significa una ingenua Exaltación de la soberanía particular de cada uno de los países. Por encima del interés nacional se coloca el interés del conjunto, como lo muestra su planteo sobre el Canal de Panamá.

Panamá, facturada en república ad hoc, en uso de su flamante soberanía contrata con los Estados Unidos y cede la Zona del Canal. Teóricamente ese negocio es algo absolutamente exclusivo entre los dos países contratantes. Si analizamos los principios de soberanía nacional y de capacidad contractual de los estados libres, nada tendremos que objetar. Pero si ahondamos en la cuestión y vemos que históricamente la cesión del Canal de Panamá compromete a toda Indoamérica económicamente -porque Panamá deviene baluarte económico y militar del imperialismo- entonces tendríamos que pensar que la limitación de soberanía absoluta de Panamá para contratar la cesión de la Zona del Canal implicaba un derecho -derecho de los intereses de la comunidad de naciones indoamericanas-, cuyo ejercicio las habría alejado de un peligro.”

Haya de la Torre, Op. Cit., Capítulo VIII.

(36) Haya de la Torre, Op. Cit., Capítulo II.

(37) Haya de la Torre, Op. Cit., Capítulo III.

(38) Haya de la Torre, Op. Cit., Capítulo III.