sábado, 29 de mayo de 2021

El Cordobazo

 Este 29 de mayo se cumple un nuevo aniversario de El Cordobazo. Mayo de 1969 fue un mes cargado de grandes conflictos sociales a todo lo largo y ancho del país. Desde mucho tiempo antes venía madurando la rebeldía que se desbordó en puebladas cuyo punto más alto se alcanzó en la ciudad de Córdoba. La nota que se reproduce formó parte de un trabajo más amplio, por eso al final se incluye el índice de El Mayo argentino.

El Cordobazo.

Javier Nieva

El paro general convocado por ambas centrales sindicales –la CGT de los Argentinos y la CGT Azopardo- era para el viernes 30 de mayo en todo el país. Pero las regionales cordobesas –la CGT de los Argentinos y la CGT Legalista- habían decidido que el cese de actividades no fuera un “paro dominguero“ sino que estuviera acompañado con una intensa movilización; para que fuera realmente un “paro activo” la medida de fuerza comenzaría el jueves 29 a las 10 de la mañana. Con ello se aseguraba la participación de los obreros que se encolumnarían a la salida de sus lugares de trabajo para marchar hacia el centro de la ciudad.

La descripción que hizo el periodista Ernesto Ponsati sigue siendo estremecedora: “Desde el sur se movilizaron miles de trabajadores del SMATA. Desde el sudeste, avanzaron los obreros de los complejos fabriles de Ferreyra. En el oeste se movilizaron los estudiantes, progresando desde la zona del Clínicas hacia el centro. En el norte comenzó a moverse el sindicato de Luz y Fuerza, y más tarde, cerca de las 13, aparecieron por avenida General Paz y el Mercado Norte operarios de fábricas como Ilasa y otras.”


Las primeras informaciones, muy fragmentarias y confusas, hablaban de compactas columnas de obreros y estudiantes que habían conseguido romper las barreras policiales y que en distintas zonas de la ciudad hacían retroceder a las fuerzas represivas. Se hacía referencia a ocho frentes distintos donde la policía comenzaba replegarse, reemplazando los gases lacrimógenos por las armas de fuego y provocando las primeras víctimas entre los manifestantes.

La zona de la estación terminal de ómnibus se convirtió en un verdadero campo de batalla. El pánico se extendió, y se multiplicaron los enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas represivas.

Alrededor de las 11.15 se produjo una verdadera batalla campal frente al Correo Central, en la esquina de Colón y San Martín. La policía pretendió detener el avance de la columna de Luz y Fuerza, pero los trabajadores respondieron con todo tipo de proyectiles a las granadas de gases lacrimógenos. Los manifestantes se disgregaban para volver a reagruparse en distintas esquinas donde levantaban barricadas y encendían fogatas. Vecinos y empleados de la zona contribuían con papeles, maderas y otros materiales combustibles, en una adhesión espontánea que fue determinante para todo el curso de los acontecimientos.

Aproximadamente a las 11.30 los estudiantes ingresaron al Palacio de Justicia, sobre el Paseo Sobremonte, y se instalaron en el salón de los pasos perdidos. Junto a los abogados y público en general improvisaron un acto en el que intervinieron varios oradores. Algo semejante ocurrió en la Municipalidad. Allí los manifestantes se reagruparon en la explanada del palacio y continuaron con el acto hasta que intervino la policía.

A las 13, en Boulevard Junín y Chacabuco se levantaron barricadas. Se habría intentado el incendio de los surtidores de nafta. Los agentes recibieron la orden de concentrarse alrededor del Departamento de policía en el casco chico de la ciudad.

La columna de la planta Santa Isabel, de la empresa IKA, ingresó en la ciudad por la ruta Nº 36 y llegó hasta la Avenida Vélez Sarfield donde desbordó la barrera policial. Poco después los manifestantes volvieron a chocar con la policía en el Hogar Escuela Pablo Pizzurno. Se sucedieron los enfrentamientos y la represión tiró a matar: el asesinato de Máximo Mena hizo crecer la indignación de los obreros.

A las 13.10 llegaron a la Clínica Buenos Aires tres heridos de armas de fuego.

A las 13.30 comenzaron a actuar los efectivos de gendarmería que estaban frente al departamento central de policía.

A las 13.50 se informó en Sanidad Policial que habían recibido 13 heridos, 6 de ellos eran policías con balazos.


En la esquina de Independencia y Boulevard Junín se habían levantado barricadas, se hostigaba a la policía y ésta se mostraba impotente para hacer frente a los manifestantes. Se argumentaba que se habían agotado las reservas de gases lacrimógenos y que los vehículos policiales se habían quedado sin combustible.

La explosión de furia popular se extendió a todos los barrios y zonas vecinas, donde trabajadores y estudiantes protagonizaron continuos enfrentamientos contra la policía, gendarmería y tropas del ejército.

A las 15 comenzó el incendio en el Registro Civil de Colón al 1100.

A las 15.30 se conoció la noticia de la muerte del obrero de apellido Castillo, baleado por la policía en las cercanías de la Plaza Vélez Sársfield.

Para ese momento la lucha se desarrollaba en 15 frentes distintos diseminados por la ciudad, y el comandante del III Cuerpo de Ejército informó que las fuerzas a su cargo entrarían en operaciones. En el primer comunicado emitido por el jefe represor se anunció la formación de consejos de guerra para juzgar a los manifestantes que fueran detenidos. No habían pasado ni 24 horas desde que se diera a conocer la ley 18.232 (ver https://javiernieva.blogspot.com/2020/06/el-mayo-argentino-8.html) cuando comenzó a ser aplicada.

El comunicado Nº 4 indicaba que “para restablecer el orden y la paz pública en la ciudad”, a partir de las 17 las fuerzas armadas comenzarían a actuar con todos sus medios. El general Lahoz, comandante militar de la zona de emergencia, dispuso la intervención de efectivos de la guarnición de Aeronáutica. Suboficiales y cadetes de esa fuerza ocuparon la zona del barrio Nueva Córdoba, enfrentándose con centenares de manifestantes que habían bloqueado las calles con barricadas. Hubo numerosos tiroteos, aparentemente con francotiradores apostados en las azoteas.

Para facilitar el accionar represivo se impuso el toque de queda entre las 20.30 y las 6.30 del día siguiente.

A las 22, en el casco céntrico, las fuerzas represivas habían recuperado totalmente el control de la zona. Barrio Talleres, en la zona sur de la ciudad, y en Pueblo San Martín, las fuerzas represivas no habían podido intervenir, y continuaban en manos de los manifestantes. El edificio de Obras Públicas y la construcción de la terminal de ómnibus, continuaban presas de las llamas.

El viernes 30 de mayo aviones de la Fuerza Aérea sobrevolaron la ciudad, aparentemente la misión era identificar los puntos donde presuntos grupos armados resistían aún el embate represivo. Hasta ese momento el Barrio Clínicas no había podido ser doblegado, por eso el último comunicado del general Lahoz le fue dedicado especialmente: anunciaba que ese era el próximo y último objetivo de las fuerzas represivas.

Fuerzas conjuntas de ejército y gendarmería iniciaron la ocupación del Barrio Clínicas a las 17 del día viernes. Era considerado el último bastión de los rebeldes, y en los furiosos enfrentamientos se produjo un número impreciso de muertos, heridos y detenciones. Para facilitar las operaciones el toque de queda fue adelantado en tres horas y media. Los defensores del lugar levantaron barricadas y se hicieron fuertes en los techos de unas cuarenta manzanas tratando de contener la embestida represiva. Tal vez fuera cierto que tenían algunas armas de fuego, pero los elementos disponibles eran mucho más primitivos: piedras, palos, gomeras, recortes metálicos, petardos e improvisados garrotes. Seguramente las armas más peligrosas de que disponían eran las bombas molotov.

Durante tres horas los atacantes fueron mantenidos a raya por los obreros y estudiantes parapetados en el barrio. La mayor parte de los enfrentamientos se desarrollaron a oscuras, porque los ocupantes habían cortado la luz, como ya lo habían hecho en otras situaciones similares. Militares y gendarmes fueron progresando muy lentamente, filtrándose por distintos lugares, y emplazando nidos de ametralladoras pesadas en sitios considerados estratégicos. Finalmente, a las 8 de la noche, se dio intervención a efectivos de la IV brigada de infantería aerotransportada, los que habrían tenido a su cargo el asalto del edificio de Mendoza 220. Aunque la información militar no es para nada confiable, allí habrían sido detenidas unas 30 personas. Pero lo que resulta totalmente increíble es que dispusieran de un verdadero arsenal, compuesto por armas de fuego y hasta granadas de mano.


Al anochecer del viernes 30 se conoció la primera sentencia del tribunal militar: Miguel Ángel Guzmán fue condenado a 8 años de prisión, por daño calificado y continuo. Horas después se supo de la segunda: Humberto Videla fue condenado a 3 años de prisión por participar en daño calificado y continuo. La tercera condena fue para Agustín Tosco, a quien se sentenció a 8 años y 3 meses de prisión por habérselo encontrado culpable de “intimidación pública y rebelión en concurso ideal”.


A las 6.30 del sábado 31 se levantó el toque de queda. Durante la mañana la inactividad seguía siendo muy acentuada, el transporte público se mantenía paralizado, y las patrullas militares y policiales impedían cualquier agrupamiento de personas. Se suponía que el estado de huelga se mantendría, pero eso recién se sabría más adelante, porque al estar detenidos los principales dirigentes de ambas CGT, la decisión quedaba en manos de los cuerpos intermedios.

Alrededor del mediodía, cuando ya estaba confirmado que la ciudad se encontraba totalmente bajo control militar, Lanusse se hizo presente en Córdoba. Algunos periodistas comenzaron a hablar del Bogotazo cordobés, equiparando los sucesos de la ciudad mediterránea con los que habían tenido lugar 21 años atrás en la capital colombiana, cuando el pueblo reaccionó enardecido frente al asesinato del líder popular Jorge Eliécer Gaitán.


Índice


El Mayo argentino. 1

Introducción

El 1º de mayo en Mataderos y en el interior del país

https://javiernieva.blogspot.com/2020/05/el-mayo-argentino.html


2

Del Noreste a Córdoba, pasando por Tucumán

La muerte se hace presente en Corrientes

https://javiernieva.blogspot.com/2020/05/el-mayo-argentino-2.html


3

El asesinato de Adolfo Bello

El Rosariazo

https://javiernieva.blogspot.com/2020/05/el-mayo-argentino-3.html


4

Rosario, zona de emergencia militar

Los Consejos de guerra.

https://javiernieva.blogspot.com/2020/05/el-mayo-argentino-4.html


5

Protestas en todo el país

https://javiernieva.blogspot.com/2020/05/el-mayo-argentino-5.html


6

La detención de Ongaro

Una fiesta patria muy particular

https://javiernieva.blogspot.com/2020/06/el-mayo-argentino-6.html


7

Tucumán y la protesta estudiantil

“Me gustan los estudiantes”

https://javiernieva.blogspot.com/2020/06/el-mayo-argentino-7.html


8

Extraños en la noche

“Salió la nueva ley”

https://javiernieva.blogspot.com/2020/06/el-mayo-argentino-8.html


9

El Cordobazo

https://javiernieva.blogspot.com/2020/06/el-mayo-argentino-9.html


10

La huelga general

El largo mayo del ‘69

https://javiernieva.blogspot.com/2020/06/el-mayo-argentino-10.html


Dos finales en junio

https://javiernieva.blogspot.com/2020/06/dos-finales-en-junio.html

jueves, 27 de mayo de 2021

Cinco debilidades de los gobiernos progresistas latinoamericanos

“Tocan tiempos difíciles, pero para un revolucionario los tiempos difíciles es su aire. De eso vivimos, de los tiempos difíciles, de eso nos alimentamos, de los tiempos difíciles. ¿Acaso no venimos de abajo, acaso no somos los perseguidos, los torturados, los marginados, de los tiempos neoliberales?”

El viernes 27 de mayo de 2016, hace exactamente cinco años, Álvaro García Linera estuvo en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA “para recibir el diploma Líderes de la Patria Grande por su trayectoria y su compromiso con las luchas por la emancipación continental”. Habían pasado seis meses desde la asunción de Mauricio Macri como presidente de la Nación y apenas dos semanas desde el desplazamiento de Dilma en Brasil; la derecha festejaba lo que definía como el fin del ciclo populista no sólo en Argentina sino en todo el continente. Era tiempo de restañar heridas y prepararse para la nueva batalla, y el discurso del vicepresidente de Bolivia fue como una clarinada para quienes llenaban el auditorio Roberto Carri de la Facultad.

Le habían precedido en el uso de la palabra el ex rector de la Universidad de General Sarmiento, Eduardo Rinesi, y el politólogo brasileño Emir Sader. De pie ante la concurrencia (“Como buen populista voy a hablar de pie”) agradeció la invitación y la presencia de todos los que se habían dado cita para “dialogar y compartir las lecturas que tenemos sobre lo que está pasando en nuestro continente”. Aquella exposición fue incluida en su libro Democracia, Estado, Revolución. Cinco años después aquel discurso sigue teniendo una enorme vigencia, y como es mucho más que un documento histórico aquí se lo reproduce tal como fue publicado por la Fundación Germán Abdala.

ÁLVARO GARCÍA LINERA

CINCO DEBILIDADES DE LOS GOBIERNOS PROGRESISTAS LATINOAMERICANOS.

Muy buenas tardes a todos y todas. Quisiera hacer una reflexión de lo que está pasando en el Continente, de lo que veo que ocurre. No estamos en un buen momento, eso está claro. Tampoco es un momento terrible. Es un momento de inflexión histórica. Algunos hablan de un retroceso, de avance de los restauradores. Lo cierto es que en el último año, después de diez años de gobiernos progresistas y revolucionarios en el Continente, esta mejora se ha detenido. En algunos casos ha retrocedido, y en otros, está en duda su continuidad. De manera fría, como lo tiene que hacer un revolucionario, tenemos que hacer un análisis de plaza, decía Lenin. En terminología militar, analizar las fuerzas y escenarios reales que hay, sin ocultar nada, porque dependiendo de la claridad del análisis que uno hace, sabrá encontrar las potencias, las fuerzas reales del avance futuro.

No cabe duda que hay una limitación o una contracción territorial del desarrollo de los gobiernos progresistas. Allá donde han triunfado las fuerzas conservadoras, hay un acelerado proceso de reconstitución de las viejas élites de los años ‘80s y ‘90s, que nuevamente quieren asumir el control de la gestión estatal y la función pública. En términos culturales, hay un esfuerzo denodado desde los medios de comunicación, ONG’s e intelectuales orgánicos de la derecha, por devaluar y cuestionar las ideas y el proyecto de revolución, o la idea misma de transformación.

Dirigen su ataque hacia lo que podemos considerar como la década dorada, la década virtuosa de América Latina. Aunque de diversas maneras, unos más radicales que otros, unos más urbanos, otros más rurales, con distintos lenguajes; fueron años en la región con muchos cambios. América Latina, desde los 2000, ha vivido los años de mayor autonomía y de mayor construcción de soberanía que uno pueda recordar desde la fundación de los Estados en el siglo XIX.


Cuatro cosas caracterizaron esta década virtuosa latinoamericana.


La primera, en lo político: un ascenso de clases sociales y fuerzas populares que asumen el control del poder de Estado, se supera el viejo debate de principios de siglo sobre la posibilidad de cambiar el mundo sin tomar el poder. Los sectores populares, obreros, trabajadores, campesinos, indígenas, mujeres, clases subalternas, superan ese debate teoricista y contemplativo de una manera práctica. Asumen la tarea de control del Estado. Se vuelven diputados, asambleístas, senadores. Se movilizan, hacen retroceder políticas neoliberales, toman la gestión estatal, modifican políticas públicas y presupuestos. En diez años asistimos a lo que podría denominarse una presencia de lo popular y de lo plebeyo, en sus diversas clases sociales, en la gestión de Estado.

De igual manera, asistimos al fortalecimiento de la sociedad civil: sindicatos, gremios, pobladores, vecinos, estudiantes, asociaciones, comienzan a diversificarse y a proliferar por distintos ámbitos. Se rompe la noche neoliberal de apatía, de simulación democrática, para recrear una potente sociedad civil que asume un conjunto de tareas en la construcción de los nuevos Estados latinoamericanos.

En lo social, en Brasil, Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Uruguay, Nicaragua, El Salvador, asistimos a una potente redistribución de la riqueza social. Frente a las políticas de ultra-concentración de la riqueza, que había convertido al continente latinoamericano en uno de los continentes más injustos del mundo, desde los años 2000, a la cabeza de gobiernos progresistas y revolucionarios, asistimos a un poderoso proceso de redistribución de la riqueza. Esta redistribución de la riqueza lleva a una ampliación de las clases medias, no en el sentido sociológico político del término, sino en el sentido de su capacidad de consumo. Así, se amplía también, la capacidad de consumo de los trabajadores, de los campesinos, de los indígenas, de distintos sectores sociales subalternos.

Una limitación, en la que se centraron los esfuerzos, fue la gran desigualdad social de la región. La diferencia en los porcentajes entre el 10% más rico respecto del 10% de los más pobres, que arrojaba cifras de más de 100, 150, 200 veces en la década del ‘90, al finalizar la primera década del siglo XXI, se ha reducido a 80, 60, a 40, de una manera que amplía la participación y la igualdad de los sectores sociales.

En lo económico, con mayor o menor intensidad cada uno de estos gobiernos y estos Estados ensaya propuestas post-neoliberales de la gestión económica. No estamos hablando todavía de propuestas socialistas, sino de post-neoliberales, que permiten que el Estado retome un fuerte protagonismo. Algunos países llevarán adelante procesos de nacionalización de empresas privadas, otras llevarán adelante la creación de empresas públicas, la ampliación del aparato estatal, la ampliación de la participación del Estado en la economía, pero está claro que en todas ellas se va a ensayar formas post-neoliberales de la gestión de la economía. Se recupera la importancia del mercado interno, del Estado como redistribuidor de la riqueza, y de la participación del Estado en áreas estratégicas de la economía.

En política externa, se va a constituir lo que podríamos denominar de una manera informal, una especie de internacional progresista y revolucionaria a nivel continental. No va a existir un COMITERN, como en la vieja Unión Soviética, pero de alguna manera, el Presidente Lula, el Presidente Kirchner, el Presidente Correa, el Presidente Evo, el Presidente Chávez, van a asumir lo que podríamos llamar una especie de comité central, de un internacionalismo, de una internacional latinoamericana, que va a permitir pasos gigantescos en la constitución de nuestra independencia. Antes la OEA, definía los destinos de nuestro continente bajo la batuta de Estados Unidos (que ponían el dinero y designaban al Secretario General), y con eso todas las disposiciones. En esta época surgirá la CELAC, UNASUR y una integración propia de latinoamericanos, sin Estados Unidos, sin la necesidad de tutelaje, sin la necesidad de patrones.

Igualmente, con la solidaridad entre los gobiernos y entre los países para consolidar una política externa, una política interna se llevará adelante. Recordaba el compañero Carlos Girotti, cuando él estuvo en Santa Cruz había un golpe de Estado en Bolivia. En ese entonces, cinco de los nueve departamentos que tiene Bolivia, quedaron bajo control de la derecha. Ni el Presidente Evo, ni este Vicepresidente, podíamos aterrizar en esos departamentos, no podíamos controlar las autoridades en esos departamentos, no podíamos ir a hacer gestión a esos departamentos. El país estaba dividido, la derecha había asumido el control político, había dualizado el poder, amenazaba y llevaba adelante un golpe de Estado, amenazaba con la guerra civil. Y en estos tiempos, fue la UNASUR, fueron los Presidente Kirchner, Chávez, Correa y Lula, que nos ayudaron para restablecer el orden democrático y retomar la iniciativa política.

En conjunto, el Continente, en esta década virtuosa, llevó adelante cambios políticos: la participación del pueblo en la construcción de Estados de nuevo tipo. Cambios sociales: redistribución de la riqueza y reducción de las desigualdades. Economía: participación activa de un Estado en la economía, ampliación del mercado interno, creación de nuevas clases medias. En lo internacional, articulación política del Continente. No es poca cosa en diez años, que son quizás los años, desde el siglo XIX, más importantes de integración, de soberanía y de independencia que ha tenido nuestro continente.

Sin embargo, y hay que asumir de frente el debate, en los últimos meses este proceso de irradiación y de expansión territorial de gobiernos progresistas y revolucionarios, se ha estancado. Hay un regreso de sectores de la derecha, en algunos países importantísimos y decisivos del continente. Hay amenaza de que la derecha retome el control en otros países, es importante que nos preguntemos por qué. ¿Qué ha sucedido para que hayamos llegado a esta situación? Evidentemente la derecha siempre va a intentar y va a buscar sabotear los procesos progresistas y revolucionarios. Es un tema de sobrevivencia política de ellos, es un tema de control y disputa por el excedente económico. La derecha en el mundo entero y en el continente es derecha y se vuelve empresarial, y se vuelve millonaria, usufructuando y usurpando recursos públicos. Está claro que la derecha siempre va a buscar conspirar y ese es un dato de la realidad. Pero es importante que evaluemos qué cosas nosotros no hemos hecho bien, dónde hemos tenido límites, dónde hemos tenido tropiezos, que han permitido o quieren permitir que la derecha retome la iniciativa. Porque si nos damos cuenta de dónde está nuestra debilidad, está claro que podemos superarla e impedir ese regreso de la derecha o retomar nuevamente la iniciativa, para sustituir a esa derecha nuevamente, mediante la movilización democrática del pueblo.


Yo marcaría cinco límites y cinco contradicciones que se han hecho presentes, que han aflorado en esta década virtuosa continental. No los voy a nombrar por orden de importancia sino simplemente por orden lógico.


Una primera debilidad, una primera falencia, que hemos tenido o que podemos tener es las contradicciones al interior de la economía. Pareciera que le hubiéramos dado poca importancia al tema económico al interior de los procesos revolucionarios. Y ese es un peligro porque no se olviden que Lenin decía: la política es economía concentrada. Claro, en oposición, cuando uno es opositor no gestiona nada. Lanza un proyecto de país, irradia una propuesta económica, pero no gestiona. Su convocatoria hacia el pueblo es en función de propuestas, de iniciativas, de sugerencias, pero no todavía en función de gestión. Entonces, cuando uno es opositor importa más la política, el discurso, la organización, las ideas, la movilización, acompañada de propuestas de economía más o menos atractivas, creíbles, articuladoras. Pero cuando uno es gestión de gobierno, cuando uno se vuelve Estado, la economía se vuelve decisiva. Y no siempre los gobiernos progresistas y los líderes revolucionarios han asumido la importancia decisiva de la economía cuando se está en gestión de gobierno. La base de cualquier proceso revolucionario es la economía. Cuidar la economía, ampliar los procesos de redistribución, ampliar el crecimiento, eran también las preocupaciones de Lenin allá en 1919, 20, 21, 22, cuando pasado el comunismo de guerra tiene que afrontar la realidad de su país destrozado. Ha resistido la invasión de siete países, ha derrotado a la derecha, pero hay siete millones de personas que han muerto de hambre. ¿Qué hace un revolucionario? ¿Qué hace Lenin? La economía. Todos los textos de Lenin después del comunismo de guerra es la búsqueda de cómo restablecer la confianza de los sectores populares, obreros y campesinos, a partir de la gestión económica, del desarrollo de la producción, de la distribución de la riqueza, del despliegue de iniciativas autónomas de campesinos, de obreros, de pequeños empresarios, incluso de empresarios, para garantizar una base económica que de estabilidad, que de bienestar a su población. Habida cuenta que no se puede construir socialismo ni comunismo desde un solo país, que hay mercado mundial que regula las relaciones, que el mercado y la moneda no desaparecen por decreto y mientras tanto le toca a cada país resistir, crear condiciones básicas de sobrevivencia, crear condiciones básicas de bienestar para su población, pero eso sí, manteniendo el poder político en manos de los trabajadores. Se puede hacer cualquier concesión, se puede dialogar con quien sea que permita ayudar al crecimiento económico, pero siempre garantizando el poder político en manos de los trabajadores y los revolucionarios.

La economía es decisiva. En la economía nos jugamos nuestro destino como gobiernos progresistas y revolucionarios. Si no se satisfacen necesidades básicas, no cuenta el discurso. El discurso habrá de ser eficaz, habría de crear expectativas y esperanzas colectivas, sobre una base material de satisfacción mínima de condiciones necesarias. Si no están esas condiciones necesarias, cualquier discurso, por muy seductor, por muy esperanzador que sea, se diluye ante la materia de la base económica.

Una segunda debilidad en el tema económico: Algunos de los gobiernos progresistas y revolucionarios han adoptado medidas que han afectado al bloque social revolucionario, potenciando al bloque conservador. Ciertamente que un gobierno debe gobernar para todos, es la clave del Estado. El Estado es el monopolio de lo universal, ahí radica su fuerza y su poderío, representar lo universal. Pero gobernar para todos no significa entregar los recursos o tomar decisiones que por satisfacer a todos debiliten tu base social que te dio vida, que te da sustento y que serán al fin y al cabo, los únicos que saldrán a las calles cuando las cosas se ponen difíciles. ¿Cómo moverse en esa dualidad? Gobernar para todos, pero en primer lugar, como dice la Iglesia Católica de base, tomando una opción preferencial, prioritaria por los trabajadores, por los pobladores, por los campesinos, por los humildes? No puede haber ningún tipo de política económica que deje de lado a lo popular. Cuando se hace eso, creyendo que se va a ganar el apoyo de la derecha, o que va a neutralizarla, se comete un error, porque la derecha nunca es leal. A los sectores empresariales los podemos neutralizar, pero nunca van a estar de nuestro lado. Y vamos a neutralizarlos siempre y cuando vean que lo popular es fuerte y movilizado. En cuanto vean que lo popular es débil, los sectores empresariales no van a dudar un solo instante para levantar la mano y clavar un puñal a los gobiernos progresistas y revolucionarios.

Hay quienes dicen desde el lado de una supuesta izquierda, que el problema fue que los gobiernos progresistas no tomaron medidas más duras de socializar y de avanzar con el comunismo y de acabar con el mercado y disolver la moneda, como si el problema fuera un tema de voluntad o de decreto. Se puede sacar un decreto que diga que no hay mercado, sin embargo, el mercado va a seguir. Podemos sacar un decreto que diga que ya no hay compañías extranjeras, sin embargo, las herramientas para los celulares o para las máquinas, igual van a requerir el conocimiento universal y planetario que los envuelve a todos. Un país no puede volverse autárquico. Ninguna revolución ha aguantado ni va a sobrevivir en la autarquía ni en el aislamiento. O la revolución es continental y mundial o es caricatura de revolución.

Y en lo económico, evidentemente, los gobiernos progresistas y revolucionarios significaron un empoderamiento político del pueblo, de los trabajadores, de campesinos, de indígenas, de obreros, mujeres, jóvenes, con mayor o menor radicalidad según el país que se tome en cuenta. Pero un poder político no va a ser duradero si no viene acompañado de un poder económico de sectores populares. ¿Qué significa eso? En cada país habrá que resolverlo. Pero poder político tiene que ir acompañado de poder económico, porque si no se va a seguir presentando la dualidad. Poder político en manos de los trabajadores, poder económico en manos de los empresarios o el Estado. Pero el Estado no puede sustituir a los trabajadores. Podrá colaborar, podrá mejorar, pero tarde o temprano tiene que ir disolviendo poder económico en los sectores subalternos. Creación de capacidad económica, creación de capacidad asociativa productiva de los sectores subalternos, esa es la clave que va a definir hacia el futuro la posibilidad de pasar de un post-neoliberalismo a un post-capitalismo.


El segundo problema que estamos enfrentando los gobiernos progresistas es la redistribución de riqueza sin politización social. ¿Qué significa esto? La mayor parte de nuestras medidas han favorecido a las clases subalternas. En el caso de Bolivia el 20% de los bolivianos ha pasado a las clases medias en menos de diez años. Hay una ampliación del sector medio, de la capacidad de consumo de los trabajadores, de derechos sino, no seríamos un gobierno progresista y revolucionario. Pero, si esta ampliación de capacidad de consumo y capacidad de justicia social no viene acompañada con politización social, no estamos ganando el sentido común. Habremos creado una nueva clase media, por su capacidad de consumo y satisfacción, pero portadora del viejo sentido común conservador.

El gran reto que tenemos es cómo acompañar la redistribución de la riqueza, la capacidad de consumo y la satisfacción material de los trabajadores, con un nuevo sentido común. ¿Y qué es el sentido común? Los preceptos íntimos, morales y lógicos con que la gente organiza su vida. ¿Cómo organizamos lo bueno y lo malo en lo más íntimo, lo deseable de lo indeseable, lo positivo de lo negativo? No se trata de un tema de discurso, se trata de un tema de nuestros fundamentos íntimos, cómo nos ubicamos en el mundo. En este sentido, lo cultural, lo ideológico, lo espiritual, se vuelve decisivo. No hay revolución verdadera, ni hay consolidación de un proceso revolucionario, si no hay una profunda revolución cultural, ética y lógica con que las personas organizamos el mundo.

Porque es muy cierto que podemos levantarnos y unirnos, como decía el compañero Rinesi, cuando explicaba lo de la democracia espasmódica, en un momento colectivo y de arrebato nos unimos, deliberamos y tomamos decisiones, pero luego uno regresa a la casa, al trabajo, a la actividad cotidiana, a la escuela, a la universidad, y vuelve a reproducir los viejos esquemas morales y los viejos esquemas lógicos de cómo organizar el mundo. Y qué hemos hecho. Claro, mi participación en la asamblea fue un espasmo, pero no fue profundidad que democratizó mi ser interno. ¿Cómo llevar la democratización de la asamblea, como espacio, como experiencia colectiva, a una democratización del alma, del espíritu de cada persona, en su universidad, en su barrio, en su sindicato, gremio, barrio? Ese es el gran reto. Es decir, no hay revolución posible si no viene acompañada de una profunda revolución cultural. Y ahí estamos atrasados. Ahí la derecha ha tomado la iniciativa. A través de medios de comunicación, de control de universidades, de fundaciones, de editoriales, de redes sociales, de publicaciones, a través del conjunto de formas de constitución de sentido común contemporáneas. ¿Cómo retomar la iniciativa? Esta angustia la comentábamos con el Presidente Evo, cuando veíamos que muchos de nuestros hermanos que son dirigentes sindicales, o que son líderes estudiantiles, como una especie de ascenso político social. Ven que llegar al Parlamento, o convertirse en ministro, es la culminación de una carrera social. Tienen derecho, después de haber sido por siglos marginados del poder político, imaginarse que pueden ser funcionarios del Estado es un hecho de justicia. Pero muchas veces, es más importante ser un dirigente de barrio, ser un dirigente de universidad, ser un comentarista de radio, ser un dirigente de base, que ser autoridad. Porque es en el trabajo cotidiano con la base donde uno gesta la construcción de sentido común. Y cuando vemos camadas enteras, cuando vemos a nuestros hermanos saliendo del barrio, de la comunidad, del sindicato, para buscar con derecho legítimo ser autoridad, luego queda un vacío y ese vacío lo llena la derecha. Y luego tendremos entonces, un buen ministro o un buen parlamentario, pero tendremos un mal sindicalista, un mal dirigente universitario, por lo general predispuestos a someterse a la derecha. Vuelvo a decir, cuando uno está en gestión de gobierno es tan importante un buen ministro o parlamentario como un buen dirigente revolucionario sindical, barrial, estudiantil, porque ahí también se hace la batalla por el sentido común.


Una tercera debilidad que estamos presentando los gobiernos progresistas y revolucionarios es una débil reforma moral. La corrupción es clarísimo que es un cáncer que corroe la sociedad, no ahora, sino hace 15, 20, 100 años. Los neoliberales son ejemplo de una corrupción institucionalizada, cuando agarraron la cosa pública y la convirtieron en privada. Cuando amasaron fortunas privadas robando fortunas colectivas a los pueblos de América Latina. Las privatizaciones han sido el ejemplo más escandaloso, más inmoral, más indecente, más obsceno, de corrupción generalizada. Y eso hemos combatido. Pero no basta. No ha sido suficiente. Es importante que, así como damos ejemplo de restituir, los recursos públicos, los bienes púbicos, como recursos de todos, en lo personal, en lo individual, cada compañero, Presidente, Vice-Presidente, Ministros, Directores, parlamentarios, gerentes, en nuestro comportamiento diario, en nuestra forma de ser, nunca abandonemos la humildad, la sencillez, la austeridad y la transparencia.

Hay una campaña de moralismo insuflado últimamente en los medios. En el caso de Bolivia decimos: ¿Qué ministro, qué viceministro, qué Diputado del pueblo, tiene una compañía en Panamá Papers? Ninguno. Pero sí en cambio podemos enumerar Diputados, Senadores, candidatos, Ministros, de la derecha que en fila inscribieron sus empresas en Panamá para evadir impuestos. Ellos son los corruptos, ellos son los sinvergüenzas y nos acusan a nosotros de corruptos, sinvergüenzas, que no tienen ninguna moral. Pero, hay que seguir insistiendo en la capacidad de mostrar con el cuerpo, el comportamiento y con la vida cotidiana lo que uno procura. No podemos separar lo que pensamos de lo que hacemos, lo que somos de lo que decimos.


Un cuarto elemento, que yo no diría de debilidad, se presenta en la experiencia latinoamericana, y no la vivieron ni Rusia, ni Cuba, ni China: el tema de la continuidad del liderazgo en regímenes democráticos. Cuando triunfa una revolución armada, la cosa es fácil, porque la revolución armada logra finiquitar, casi físicamente a los sectores conservadores. Pero en las revoluciones democráticas, tienes que convivir con el adversario. Lo has derrotado, lo has vencido discursivamente, electoralmente, políticamente, moralmente, pero ahí sigue tu adversario. Es parte de la democracia. Y las Constituciones tienen límites, 5, 10, 15 años, para la elección de una autoridad. ¿Cómo se da continuidad al proceso revolucionario cuando tiene esos límites? Es un tema nuevo del que no se ocuparon otros revolucionarios, porque lo resolvieron al principio el problema. Nosotros no. Forma parte de nuestra experiencia como nueva generación revolucionaria. ¿Cómo se resuelve el tema de la continuidad del liderazgo? Van a decir: lo que pasa que los populistas y socialistas, son caudillistas. Pero, qué revolución verdadera no personifica el espíritu de la época. Si todo dependiera de las instituciones, eso no es revolución. Ninguna revolución la hacen las instituciones, la hacen las personas, las subjetividades. No hay revolución verdadera sin líderes, sin caudillos. Es la subjetividad de las personas que se pone en juego. Cuando ya son las instituciones las que regulan la vida de un país, estamos ante democracias fósiles. Cuando es la subjetividad de las personas la que define los destinos de un país, estamos ante procesos verdaderos de revolución. Pero el tema es cómo damos continuidad al proceso teniendo en cuenta que hay límites constitucionales para un líder, que hay límites constitucionales para una persona. Ese es un gran debate, no es fácil resolverlo. No tengo yo la respuesta. Pero esa es una de las dificultades que estamos atravesando, hay varios países en los que se está atravesando ese proceso: Bolivia, Ecuador. Tal vez la importancia ahí de liderazgos colectivos, de trabajar liderazgos colectivos, que permitan que la continuidad de los procesos, tengan mayores posibilidades en el ámbito democrático. Pero incluso a veces ni eso es suficiente. Esta es una de las preocupaciones que corresponde ser resueltas en el debate político. ¿Cómo damos continuidad subjetiva de los liderazgos revolucionarios para que los procesos no se trunquen, no se limiten, y puedan tener una continuidad en perspectiva histórica?


Por último, una quinta debilidad que quiero mencionar de manera autocrítica pero propositiva, es la débil integración económica continental. Hemos avanzado muy bien en integración política. Y los bolivianos somos los primeros en agradecer la solidaridad de Argentina, Brasil, Ecuador, Venezuela y Cuba, cuando hemos tenido que afrontar problemas políticos. Y gracias a ellos estamos donde estamos. El Presidente Evo está donde está gracias a la solidaridad política de Presidentes y de los pueblos latinoamericanos. Pero integración económica, es mucho más difícil. Porque cada gobierno está viendo su espacio geográfico, su economía, su mercado, y cuando tenemos que ver los otros mercados, ahí surgen limitaciones. No es una cosa fácil la integración económica. Uno habla, pero cuando tienes que ver la balanza de pagos, inversiones, tecnología, las cosas se ralentizan. Este es el gran tema. Soy un convencido que América Latina solo va a poder convertirse en dueña de su destino en el siglo XXI, si logra constituirse en una especie de Estado continental, plurinacional, que respete las estructuras nacionales en cada país, pero que a la vez con ese respeto de las estructurales locales y nacionales, tenga un segundo piso de instituciones continentales en lo financiero, en lo legal, en lo económico, en lo cultural, en lo político y en lo comercial. ¿Se imaginan si somos 450 millones de personas? Las mayores reservas de minerales, de litio, de agua dulce, de gas, de petróleo, de agricultura. Nosotros podemos direccionar los procesos de mundialización de la economía continental. Solos, somos presas de la angurria y el abuso de empresas y países del Norte. Unidos, América Latina, vamos a poder pisar fuerte en el siglo XXI y marcar el destino del globo y la economía planetaria.


La derecha quiere retomar la iniciativa. Y en algunos lugares lo ha logrado, aprovechando alguna de estas debilidades. ¿Qué va a pasar, en qué momento estamos, qué viene a futuro? No debemos asustarnos. Ni debemos ser pesimistas ante el futuro, ante estas batallas que se vienen. Marx, en 1848, cuando analizaba los procesos revolucionarios, siempre hablaba de la revolución como un proceso por oleadas. Nunca imaginó como un proceso ascendente permanente, continuo, de revolución. Decía, las revoluciones se mueve por oleadas. Una oleada, otra oleada, y la segunda oleada avanza más allá de la primera, y la tercera más allá de la segunda. Me atrevo a pensar, profesor Emir, que estamos ante el fin de la primera oleada. Y está viniendo un repliegue. Serán semanas, meses, años. No sabemos, pero está claro que como se trata de un proceso, habrá una segunda oleada, y lo que tenemos que hacer es prepararnos. Debatir qué cosas hicimos mal en la primera oleada, en qué fallamos, dónde cometimos errores, qué nos faltó hacer, para que cuando se dé la segunda oleada, más pronto que tarde, los procesos revolucionarios continentales puedan llegar mucho más allá, mucho más arriba, que lo que lo hicieron en la primera oleada. Y esta segunda oleada podrá ir más arriba porque tendrá unos soportes, un punto de partida que no lo vamos a ceder. Tendrá a una Bolivia, a una Cuba, a una Venezuela, tendrá a un Ecuador, firmes, que permitan avanzar hacia el resto del continente y más allá.

Tocan tiempos difíciles, pero para un revolucionario los tiempos difíciles es su aire. De eso vivimos, de los tiempos difíciles, de eso nos alimentamos, de los tiempos difíciles. ¿Acaso no venimos de abajo, acaso no somos los perseguidos, los torturados, los marginados, de los tiempos neoliberales? La década de oro del continente no ha sido gratis. Ha sido la lucha de ustedes, desde abajo, desde los sindicatos, desde la universidad, de los barrios, la que ha dado lugar al ciclo revolucionario. No ha caído del cielo esta primera oleada. Estamos fogueados, traemos en el cuerpo las huellas y las heridas de luchas de los años 80 y 90. Y si hoy provisionalmente, temporalmente, tenemos que volver a esas luchas de los 80, de los 90, de los 2000, bienvenido. Para eso es un revolucionario, para asumir esa experiencia. Luchar, vencer, caerse, levantarse, luchar, vencer, caerse, levantarse. Hasta que se acabe la vida, ese es nuestro destino.

Algo que cuenta y tenemos a nuestro favor: el tiempo histórico está de nuestro lado. Ellos, lo decía el profesor Emir Sader, no tienen alternativa, no son portadores de un proyecto de superación de lo nuestro. Ellos simplemente se anidan en los errores, rencores, envidias de lo pasado. Ellos son restauradores. Ya conocemos lo que hicieron con el continente. Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, sabemos lo que hicieron ellos, porque gobernaron en los años 80 y 90. Y destruyeron los países, y nos convirtieron en países miserables, dependientes, nos llevaron a situaciones de extrema pobreza, y de vergüenza colectiva. Ya conocemos lo que ellos quieren hacer, no representan el futuro, ellos son zombis, muertos vivientes que temporalmente se mueven y caminan dando manotazos ante la historia. Nosotros somos el futuro, somos la esperanza. Hemos hecho en diez años lo que ni en cien años anteriores se atrevieron a hacer ni dictadores ni gobiernos, porque nosotros hemos reconstruido la Patria, la dignidad, la esperanza, la movilización y la sociedad civil. Entonces ellos tienen eso en contra. Son el pasado. Ellos son el retroceso. Nosotros estamos con el tiempo histórico. Pero hay que ser ahí muy cuidadosos. Aprender lo que aprendimos en los años 80 y 90, cuando todo complotaba contra nosotros. Acumular fuerzas, saber acumular fuerzas. Saber que cuando uno se lanza a una batalla y la pierde, nuestra fuerza va hacia el enemigo y se potencia él y nosotros nos debilitamos. Que cuando hay que dar una batalla, hay que saber calcularla bien, saber obtener legitimidad, saber explicar a la gente, saber conquistar nuevamente la esperanza, el apoyo, la sensibilidad, y el espíritu emotivo de las personas en cada nueva batalla que hagamos. Saber que nuevamente tenemos que entrar a la batalla minúscula y gigantesca de ideas, en los medios de comunicación grandes, en los periódicos, en los pequeños panfletos, en la Universidad, en los colegios, en lo sindicatos. Que hay que volver a reconstruir el nuevo sentido común de la esperanza del post-neoliberalismo, de las ideas, organización, movilización.

No sabemos cuánto durará esta batalla. Pero preparémonos por si dura un año, dos, tres o cuatro. Cuando nos tocó soportar los tiempos neoliberales, en la trinchera que estuvimos, soportamos más de 20 años. Y los que vienen desde la dictadura, soportaron 40 años. Pero en esos tiempos, la derecha se presentaba como la abanderada del cambio. Nosotros somos los abanderados del cambio, la derecha es la abanderada del pasado, de lo que llevó a nuestros países a la desgracia.

Por lo tanto, es un buen tiempo. Cuando hay lucha siempre es un buen tiempo, el continente está en movimiento y más pronto que tarde, ya no serán simplemente 8, o 10 países. Seremos 15, 20, 30 países que celebraremos esta gran Internacional de pueblos revolucionarios, progresistas, con la democracia, la igualdad, la justicia y la revolución de nuestro continente.

viernes, 14 de mayo de 2021

Hasta siempre Alberto Piccinini

 Ayer, poco después de las 11, recibí un mensaje de Horacio Rovelli avisándome que había fallecido Alberto Piccinini. A mediodía llegó un correo similar, esta vez enviado por Carlos Iaquinandi desde España: “Otra pérdida irreparable”. Y después continuaron Alberto Genoud y otros compañeros que se hacían eco de la noticia.

Lo Conocí personalmente en Madrid a comienzos de los ’80; recién empezaba a moverse fuera del país y quiso tomar contacto con los trabajadores y sindicalistas que estábamos exiliados, con los sindicatos europeos y con los organismos de derechos humanos que podían darle una mano para denunciar las atrocidades de la dictadura. Era el histórico dirigente de los metalúrgicos de Villa Constitución, el que se puso al frente de sus compañeros para hacer frente a la patota de la burocracia sindical y a las bandas armadas de la Triple A.

La Seccional Villa Constitución de la UOM estuvo entre las organizaciones sindicales que sufrieron el ataque de las fuerzas represivas más o menos oficiales coligadas con las parapoliciales y la burocracia sindical. Una primera embestida destinada a desconocer el resultado de una elección pudo ser rechazada con éxito en 1974, en un acto multitudinario diría Agustín Tosco:

“Compañeros y Compañeras, asistentes a este plenario antipatronal y antiburocrático. Todos los que estamos aquí, en primer lugar- los compañeros metalúrgicos de ACINDAR, MARATON y METCON, y todos los compañeros y compañeras que desde distintos lugares del país hemos venido a brindar nuestra solidaridad a esta lucha, decimos (…) que aquí en este plenario se reafirma la unidad combativa del movimiento obrero frente a la burocracia traidora, frente a las patronales y frente al imperialismo”.

El segundo ataque se produjo en 1975 y terminó pasando por encima de toda legalidad. La Operación “Serpiente Roja del Paraná” se realizó con la presunta finalidad de abortar un plan terrorista para paralizar la actividad industrial desde el norte bonaerense hasta la localidad santafecina de San Lorenzo. Al mismo tiempo que se ponía cerco a Villa Constitución centenares de obreros fueron apresados, mientras otros eran secuestrados, torturados y asesinados. Entre los detenidos se contó la Comisión Directiva de la Seccional de la UOM con su Secretario General a la cabeza. Nuevamente sería Agustín Tosco quien se referiría a ellos:

“Al nombre del compañero Alberto Piccinini, al que queremos y respetamos mucho, junto al Comité de Lucha y al Cuerpo General de Delegados, se asociaron los conceptos de firmeza y decisión para defender los derechos de los trabajadores”.

Alberto Piccinini y sus compañeros fueron absueltos tanto en primera instancia como por la Cámara Federal de Apelaciones, pero continuaron presos a disposición del Poder Ejecutivo. Recién en 1980 Alberto recuperó algo parecido a la libertad; sus movimientos estaban vigilados y tardaría muchos meses hasta poder viajar fuera del país. Cuando lo hizo entró en contacto con centrales sindicales y organismos de derechos humanos consiguiendo un apoyo que sumado al de los trabajadores metalúrgicos de Villa Constitución le permitirían recuperar la conducción del Sindicato.


El TYSAE madrileño organizó el encuentro de Piccinini con el exilio argentino; Rafael Flores lo presentó a los asistentes y Alberto dialogó durante casi dos horas con todos los compañeros. Susana se ubicó en la primera fila para grabar la exposición, luego los principales conceptos fueron sintetizados en “El Trabajador”; en este tiempo de pandemia es imposible llegar hasta el archivo para hacer alguna cita de ese texto.

Cuando la dictadura tuvo que retirarse los trabajadores metalúrgicos pudieron recuperar su sindicato; Alberto y sus compañeros volvieron a la dirección de la UOM de Villa Constitución, pero fueron más allá todavía. A partir de ellos se formó el Centro de Estudios y Formación Sindical, compañeras y compañeros con larga trayectoria de lucha se sumaron a ese proyecto.

En 1985 Alberto y otros dirigentes sindicales viajaron a La Habana para participar del Encuentro contra la Deuda Externa; al regresar se dedicaron a difundir los aspectos más salientes de aquellas jornadas. Pero esta nota es una simple evocación, pinceladas sueltas sobre alguien que fue un destacado luchador al que no podría hacerse justicia con unas pocas líneas. Por eso tal vez sea mejor cerrar con una pequeña anécdota de aquel viaje.

Estando en La Habana estuvieron junto a Fidel. Alberto recordaría ese momento con modestia y buen humor: “Tenía que saludarlo, darle la mano, decirle alguna palabra, pero en ese momento me di cuenta que cualquier cosa que yo pudiera decirle iba a parecer una boludez”.

Una enorme firmeza y una gran sencillez fueron su característica, y así queremos recordarlo.