miércoles, 15 de noviembre de 2017

1957, la huelga grande de los Telefónicos (XXVII)

Tres primeras semanas (V)

A partir de ese momento comenzaron a conocerse adhesiones de otros gremios para con los trabajadores telefónicos. La Confederación de Empleados de Comercio, que era dirigida por Armando March, informó que los 52 delegados congresales ante el Congreso Extraordinario de la CGT, se solidarizaban con la lucha de los telefónicos. En los días siguientes las muestras de adhesión se irían ampliando. La Fraternidad y la Federación Argentina de Trabajadores de la Imprenta también darían a conocer comunicados de solidaridad, mientras la Federación de Luz y Fuerza anunciaría un paro de cinco minutos para el martes de la semana siguiente, en apoyo de los telefónicos.
Pero todavía ocurrió algo más ese día miércoles. Cerca de las 20 horas, se concentraron unas 1500 personas frente al local del Sindicato, que en esa época estaba en General Perón 2574. La información periodística con la que me manejé no brinda detalles sobre quiénes eran los manifestantes; Parece evidente que se trataba de militantes telefónicos, pero el motivo de la movilización no era únicamente el conflicto que vengo historiando.
Después de las elecciones en los distintos sindicatos debía realizarse la normalización de la CGT, se había convocado a Congreso Extraordinario, pero las deliberaciones quedaron interrumpidas a poco de haberse comenzado. Un grupo de delegados congresales se retiró, luego comenzaron negociaciones para tratar de reconciliar a las partes enfrentadas: “Los que se quedaron” y “Los que se retiraron”. En el papel mediador se ubicó La Fraternidad con el beneplácito del interventor.
“Los que se quedaron” serían conocidos luego como “Las 62 Organizaciones”, y “Los que se retiraron” pasarían a llamarse “32 Gremios Democráticos”. Con estas referencias puede resultar más comprensible la información periodística que reproduzco.

“Alrededor de las 20, unas 1.500 personas, Según la estimación policial, se habían reunido en la sede del sindicato de telefónicos del estado, Cangallo 2574. Poco más tarde un grupo numeroso se encolumnó hacia la sede de La Fraternidad, donde estaban reunidos delegados al Congreso de la CGT, para instarlos a llegar a un acuerdo y lograr una central obrera unida. Momentos más tarde, la mayor parte se retiró, pero un grupo de unas 600 personas se dirigió por Rivadavia hacia Avenida de Mayo portando una bandera argentina y entonando estribillos.
Al llegar a Santiago del Estero, y como a pesar de los requerimientos policiales los manifestantes proseguían su marcha, se comenzó a emplear gases lacrimógenos. Cinco bombas estallaron y el grupo se disgregó. Habiendo detenido la policía, según lo informó, a seis persona, cuatro del gremio y dos particulares. Se aclaró que una vez interrogados iban a ser puestos en libertad.
Otras sesenta personas se habían dirigido, mientras tanto, hacia la sede de la CGT; pero allí fueron persuadidos de disolverse en orden, lo que así hicieron”.

Vuelvo ahora al conflicto telefónico. El día 13 continuaron las medidas de fuerza. En Tráfico los paros ya eran de 30 minutos por turno y, el resto de la jornada, se continuaba trabajando a reglamento. Una resolución del Ministerio de Trabajo declaró ilegal la medida de fuerza de los telefónicos en las provincias de Santiago del Estero, San Juan, Entre Ríos, Mendoza, Salta, Formosa y Tucumán, donde el servicio era brindado por empresas de capital privado.
Pero hubo algo más inquietante que eso. Al igual que en los días anteriores, el conflicto merecía la atenta consideración del Poder Ejecutivo. En una reunión presidida por Aramburu, se siguió analizando qué pasaba con los telefónicos. “Asistieron a las deliberaciones, el vicepresidente Rojas, Los ministros de Comunicaciones, Trabajo y Previsión e Interior, los titulares de las carteras de Ejército, Marina y Aeronáutica y miembros de los servicios de Coordinación policial”.
Durante el fin de semana las cosas no cambiaron mucho, salvo por el hecho de que los trabajadores de Tráfico seguían extendiendo la duración de su medida de fuerza. Además de trabajar a reglamento, realizaban un paro parcial que, el día domingo, llegó a los 50 minutos por turno y que, el día lunes, se iba a extender a una hora por turno. Todas las comunicaciones que necesitaban de la intermediación de operadoras se veían comprometidas y el panorama era que lo iban a estar aún más en los próximos días.
La guerra de comunicados también formaba parte del conflicto y, aunque con recursos más limitados que los de la empresa y el gobierno, FOETRA contestaba a las acusaciones de que había motivaciones extragremiales tras el reclamo de los telefónicos. También trataba de convencer a los usuarios de que la responsabilidad por los perjuicios en el servicio era de la empresa. Y denunciaba la inconstitucionalidad de las medidas gubernamentales, al mismo tiempo que reclamaba su revisión. Para esto último, enviaba telegramas al presidente Aramburu y a la Convención Nacional Constituyente.
La resolución de FOETRA, para ese día lunes 16 de septiembre, era que el personal de Tráfico parara durante 60 minutos por turno, pero “si en un edificio hubiera personal de Tráfico y de otras dependencias, y a estos últimos no se les permitiera el acceso al mismo, o fueran desalojados, los empleados de Tráfico deberán hacer inmediato abandono de sus tareas y realizar un paro de 24 horas en el lugar de trabajo en señal de protesta”.
Respecto a lo ocurrido en ese día hay alguna confusión. Parece que hubo algunos lugares donde se habría llegado a esa medida extrema y otros donde el paro de tráfico sólo fue de una hora. Lo cierto es que el endurecimiento de las posiciones había metido al conflicto en un camino sin retorno. La Empresa Nacional de Telecomunicaciones hizo público un informe elevado al Poder Ejecutivo en el que dejaba en claro (por si fuera necesaria tal aclaración) que había actuado siguiendo las directivas del gobierno; que la discusión de cualquier aumento salarial estaba atado al incremento de la jornada de trabajo; y que, por haberse visto desbordada en su posibilidad de manejo del conflicto, proponía la aplicación del Código penal contra los trabajadores telefónicos. Sobre esto me comentaba Diego Pérez:
“La empresa no encontró mejor recurso que pretender aplicar al personal el artículo 197 del Código Penal, cuyo texto disponía: Será reprimido con prisión de 6 meses a 2 años quien interrumpiese o entorpeciese las comunicaciones telegráficas o telefónicas o resistiese violentamente al restablecimiento de las comunicaciones interrumpidas”.

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