viernes, 24 de noviembre de 2017

1957, la huelga grande de los Telefónicos (XXXI)

Huelga general (III)

Es conveniente recordar cómo estaban distribuidas las fuerzas internas durante el conflicto. Tras el golpe de estado y la posterior intervención de las organizaciones sindicales había seguido un proceso de “normalización” bastante complejo. Antiguas rivalidades se combinaron con las proscripciones implementadas por los golpistas. En el Sindicato Buenos Aires, el de mayor número de afiliados, había triunfado la Lista Verde encabezada por Pedro Valente; en la Federación se impuso una alianza dirigida por el secretario general del Sindicato Standard Electri, Héctor Andreatta, quien fue acompañado por una lista minoritaria de Buenos Aires y otros dirigentes del interior. Los peronistas que habían estado al frente de FOETRA hasta el golpe de estado no disponían de representantes en la Federación, sólo tenían una participación minoritaria en la conducción del Sindicato Buenos Aires. Estos son los trazos gruesos, el mapa se hace más complejo si se toman las composiciones internas de los sindicatos y delegaciones del interior.
La composición del Secretariado Nacional de FOETRA era heterogénea, su característica más distintiva era la de haber surgido en oposición a la mayoría de Buenos Aires. En el Consejo Federal Buenos Aires y sus aliados eran mayoritarios, el equilibrio entre el Secretariado y el Consejo era inestable. A pesar de eso se había conseguido unificar las fuerzas para el reclamo, de hecho hubo una suerte de dirección compartida, la propuesta reivindicativa del Secretariado fue respaldada por el Congreso extraordinario y las medidas de fuerza las reglamentó el Consejo Federal. Se coincidía con la justicia del reclamo, pero se desconfiaba sobre la forma en que fue planteado y en las segundas intenciones que podía haber detrás. Cuando entrevisté a Pedro Valente éste se encontraba muy enfermo y su hijo fue quien deslizó algunos comentarios que pueden servir para ilustrarnos.

“La huelga fue declarada por los peronistas como una forma de revancha contra la Revolución Libertadora; pedir 700 o nada era un reclamo para impedir cualquier posibilidad de arreglo, lo mismo que esa exigencia de la cabeza del capitán Casanova, el presidente de la empresa. Los comunistas apoyaban para llevar agua para su molino”.

Reproduzco el comentario aunque no haya sido dicho por alguien que haya tenido una importante participación directa en el conflicto, más bien lo hago para mostrar una forma de razonamiento muy extendida, una opinión que parece surgida de un fuerte sentimiento antiperonista y anticomunista. No parece que esas opiniones fuesen muy sensatas; seguramente los militantes peronistas y comunistas (como muchos otros) estuviesen en contra del gobierno de facto, pero por sí mismos no habrían podido declarar las medidas de fuerza, ni su apoyo hubiese sido suficiente si el resto de los afiliados no hubiesen estado de acuerdo. Entre los propios integrantes de la Lista Verde existía mucho malestar con las medidas gubernamentales, un importante militante histórico de ese sector me confesó que desde un principio apoyó la huelga. También me explicó que Pedro Valente trató de disuadirlo, pero no por simpatía con los atropellos golpistas sino por no estar seguro sobre las posibilidades de éxito.

“Yo era partidario de la huelga pero en el Sindicato Buenos Aires había muchos compañeros que no estaban de acuerdo con eso; y no porque estuvieran del lado del gobierno sino por una cuestión de razonamiento.
Un día yo estaba almorzando en lo de mi suegra y me llama Valente por teléfono. “Te llamo porque estamos aquí cerca (en un bar de Floresta) con algunos delegados de Mar del Plata, Río Cuarto, Córdoba y otros lugares y quiero que vos vengas”. Yo me fui para la reunión y Don Pedro me dijo: “Mirá Pascual, yo sé que vos tenés un entripado bárbaro por lo del laudo en el Ministerio y que querés la huelga. Pero los que tenemos cierta experiencia consideramos que no es conveniente la huelga en este momento, porque un gobierno militar no va a admitir que lo pasés por encima”.
Y después agarró un papel, trazó una línea horizontal y comenzó a dibujar una curva que se iba levantando hasta alcanzar su punto más alto y después descendía. ”A la huelga sale todo el mundo, de entrada es un exitaso; más o menos a los 15 días alcanzas el pico. Pero después viene la declinación, porque los militares no te van a aceptar que vos le hagás la huelga. No te lo van a aceptar porque ellos sacaron un decreto y el pedido de aumento masivo es irrazonable. Se puede pedir otra cosa, arbitrar otros medios, pero en estas condiciones la huelga va al muere”.


Esto me comentó Pascual Masitelli cuando lo consulté sobre la posición de los dirigentes del sindicato con respecto a la medida de fuerza. Pero también puso mucho énfasis en destacar el firme apoyo durante todo el conflicto: “Valente, como hombre disciplinado, defendió la huelga a capa y espada; él, como hombre de principios, defendió la huelga más que nadie”.
Precisamente si vengo reproduciendo pasajes de comunicados y volantes es porque son documentos invalorables sobre el apoyo de Buenos Aires (y de todos los sectores internos en general) durante la huelga. Más allá de las diferencias políticas lo significativo fue la gran cohesión de los distintos sectores para enfrentar a las empresas y al gobierno. Esa unidad en la acción no se limitó a buenos Aires, todo el territorio nacional fue escenario de la lucha. El comentario entusiasta de diego Pérez resulta ilustrativo.

“La huelga tuvo total acatamiento en todo el país; hasta en pequeñas localidades que no tenían una tradición de actividad sindical se sumaron en forma entusiasta al conflicto. Porque nosotros hicimos un planteamiento bien desde la base; las decisiones se tomaron en asamblea, después fueron al Congreso y luego las tomó el Secretariado Nacional”.

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