Huelga general (III)
Es conveniente recordar cómo estaban distribuidas las fuerzas
internas durante el conflicto. Tras el golpe de estado y la posterior
intervención de las organizaciones sindicales había seguido un
proceso de “normalización” bastante complejo. Antiguas
rivalidades se combinaron con las proscripciones implementadas por
los golpistas. En el Sindicato Buenos Aires, el de mayor número de
afiliados, había triunfado la Lista Verde encabezada por Pedro
Valente; en la Federación se impuso una alianza dirigida por el
secretario general del Sindicato Standard Electri, Héctor Andreatta,
quien fue acompañado por una lista minoritaria de Buenos Aires y
otros dirigentes del interior. Los peronistas que habían estado al
frente de FOETRA hasta el golpe de estado no disponían de
representantes en la Federación, sólo tenían una participación
minoritaria en la conducción del Sindicato Buenos Aires. Estos son
los trazos gruesos, el mapa se hace más complejo si se toman las
composiciones internas de los sindicatos y delegaciones del interior.
La composición del Secretariado Nacional de FOETRA era heterogénea,
su característica más distintiva era la de haber surgido en
oposición a la mayoría de Buenos Aires. En el Consejo Federal
Buenos Aires y sus aliados eran mayoritarios, el equilibrio entre el
Secretariado y el Consejo era inestable. A pesar de eso se había
conseguido unificar las fuerzas para el reclamo, de hecho hubo una
suerte de dirección compartida, la propuesta reivindicativa del
Secretariado fue respaldada por el Congreso extraordinario y las
medidas de fuerza las reglamentó el Consejo Federal. Se coincidía
con la justicia del reclamo, pero se desconfiaba sobre la forma en
que fue planteado y en las segundas intenciones que podía haber
detrás. Cuando entrevisté a Pedro Valente éste se encontraba muy
enfermo y su hijo fue quien deslizó algunos comentarios que pueden
servir para ilustrarnos.
“La huelga fue declarada por los peronistas como una forma de
revancha contra la Revolución Libertadora; pedir 700 o nada era un
reclamo para impedir cualquier posibilidad de arreglo, lo mismo que
esa exigencia de la cabeza del capitán Casanova, el presidente de la
empresa. Los comunistas apoyaban para llevar agua para su molino”.
Reproduzco el comentario aunque no haya sido dicho por alguien que
haya tenido una importante participación directa en el conflicto,
más bien lo hago para mostrar una forma de razonamiento muy
extendida, una opinión que parece surgida de un fuerte sentimiento
antiperonista y anticomunista. No parece que esas opiniones fuesen
muy sensatas; seguramente los militantes peronistas y comunistas
(como muchos otros) estuviesen en contra del gobierno de facto, pero
por sí mismos no habrían podido declarar las medidas de fuerza, ni
su apoyo hubiese sido suficiente si el resto de los afiliados no
hubiesen estado de acuerdo. Entre los propios integrantes de la Lista
Verde existía mucho malestar con las medidas gubernamentales, un
importante militante histórico de ese sector me confesó que desde
un principio apoyó la huelga. También me explicó que Pedro Valente
trató de disuadirlo, pero no por simpatía con los atropellos
golpistas sino por no estar seguro sobre las posibilidades de éxito.
“Yo era partidario de la huelga pero en el Sindicato Buenos Aires
había muchos compañeros que no estaban de acuerdo con eso; y no
porque estuvieran del lado del gobierno sino por una cuestión de
razonamiento.
Un día yo estaba almorzando en lo de mi suegra y me llama Valente
por teléfono. “Te llamo porque estamos aquí cerca (en un bar de
Floresta) con algunos delegados de Mar del Plata, Río Cuarto,
Córdoba y otros lugares y quiero que vos vengas”. Yo me fui para
la reunión y Don Pedro me dijo: “Mirá Pascual, yo sé que vos
tenés un entripado bárbaro por lo del laudo en el Ministerio y que
querés la huelga. Pero los que tenemos cierta experiencia
consideramos que no es conveniente la huelga en este momento, porque
un gobierno militar no va a admitir que lo pasés por encima”.
Y después agarró un papel, trazó una línea horizontal y comenzó
a dibujar una curva que se iba levantando hasta alcanzar su punto más
alto y después descendía. ”A la huelga sale todo el mundo, de
entrada es un exitaso; más o menos a los 15 días alcanzas el pico.
Pero después viene la declinación, porque los militares no te van a
aceptar que vos le hagás la huelga. No te lo van a aceptar porque
ellos sacaron un decreto y el pedido de aumento masivo es
irrazonable. Se puede pedir otra cosa, arbitrar otros medios, pero en
estas condiciones la huelga va al muere”.
Esto me comentó Pascual Masitelli cuando lo consulté sobre la
posición de los dirigentes del sindicato con respecto a la medida de
fuerza. Pero también puso mucho énfasis en destacar el firme apoyo
durante todo el conflicto: “Valente, como hombre disciplinado,
defendió la huelga a capa y espada; él, como hombre de principios,
defendió la huelga más que nadie”.
Precisamente si vengo reproduciendo pasajes de comunicados y volantes
es porque son documentos invalorables sobre el apoyo de Buenos Aires
(y de todos los sectores internos en general) durante la huelga. Más
allá de las diferencias políticas lo significativo fue la gran
cohesión de los distintos sectores para enfrentar a las empresas y
al gobierno. Esa unidad en la acción no se limitó a buenos Aires,
todo el territorio nacional fue escenario de la lucha. El comentario
entusiasta de diego Pérez resulta ilustrativo.
“La huelga tuvo total acatamiento en todo el país; hasta en
pequeñas localidades que no tenían una tradición de actividad
sindical se sumaron en forma entusiasta al conflicto. Porque
nosotros hicimos un planteamiento bien desde la base; las decisiones
se tomaron en asamblea, después fueron al Congreso y luego las tomó
el Secretariado Nacional”.
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