sábado, 20 de junio de 2020

Sobre vuelos y revuelos (2)

El Che habla sobre los secuestros aéreos

En la nota anterior comenté los secuestros aéreos que padecía Cuba en los primeros años de la Revolución. El gobierno norteamericano inducía al robo de aeronaves y recibía como héroes a los delincuentes que las llevaban a territorio estadounidense. Cuando el método se les volvió en contra tuvieron que abandonar esa forma de piratería, pero antes habían hecho oídos sordos a los reclamos cubanos. En un discurso pronunciado en la quinta sesión plenaria del Consejo Interamericano Económico y Social, Che Guevara se refirió al tema; ese discurso merece ser releído en su totalidad, aquí simplemente incluiré un breve pasaje.


Fragmento del discurso pronunciado por el Comandante Ernesto Che Guevara el 8 de agosto de 1961 en Punta del Este.


(…) Hay algún otro problema, también de índole político-económico. Es, señor Presidente, que nuestra flota aérea de transporte está quedándose, avión por avión, en los Estados Unidos. El procedimiento es simple. Suben algunas damas con armas ocultas en las ropas, se las dan a sus cómplices, los cómplices asesinan al custodio, le ponen en la cabeza la pistola al piloto, el piloto enfila hacia Miami, y una compañía, legalmente, por supuesto —porque en Estados Unidos todo se hace legalmente—, establece un recurso por deudas contra el Estado cubano, y entonces el avión se confisca. Pero resulta que hubo uno de los tantos cubanos patriotas —además hubo un norteamericano patriota, pero ese no es nuestro— que andaba por ahí, y él solito, sin que nadie le dijera nada, decidió enmendar la plana de los robadores de bimotores, y trajo a las playas cubanas un cuatrimotor precioso. Naturalmente, nosotros no vamos a utilizar ese cuatrimotor, que no es nuestro. La propiedad privada la respetamos nosotros, pero exigimos el derecho de que se nos respete, señores; exigimos el derecho de que no haya más farsas; el derecho de que haya órganos americanos que puedan hablar y decirles a los Estados Unidos: “Señores, ustedes están haciendo un vulgar atropello; no se pueden quitar los aviones a un Estado, aunque esté contra ustedes; esos aviones no son suyos, devuelvan esos aviones, o serán sancionados.” Naturalmente, sabemos que, desgraciadamente, no hay organismo interamericano que tenga esa fuerza. Apelamos sin embargo, en este augusto cónclave, al sentimiento de equidad y justicia de la delegación de los Estados Unidos, para que se normalice la situación de los robos respectivos de aviones.

El avión de Aerolíneas Argentinas desviado a Cuba

El 8 de octubre de 1969 el avión de Aerolíneas en que Ernesto Gutiérrez era deportado a Chile fue desviado a Cuba. Lo esencial del relato se dijo en la nota anterior, pero puede ser útil conocer como fue presentada la noticia por el diario Crónica.


En la portada de la edición matutina de Crónica, el 9 de octubre de 1969, se destacaban estas dos noticias:

“Tupamaros toman la ciudad de Pando. Asaltos y robos, trágico combate”; y

“20.37: arribó a Cuba el avión. Todos bien”.


Como epígrafe de una foto de tapa se da a entender que el comando formado por cinco hombres armados habría usado como escudos humanos a niños del pasaje. La noticia sobre el secuestro del avión de Aerolíneas se desarrolla en páginas interiores del diario.


Páginas 4 y 5. Descendió en Cuba el Boeing de Aerolíneas.

El Boeing 707 de Aerolíneas Argentinas fue reducido en vuelo por cinco hombres armados con metralletas y granadas. El avión había partido de Ezeiza a las 9.52 con destino a Miami y escalas en Santiago de Chile y Lima. 54 pasajeros y 12 tripulantes.

La tripulación fue reducida cuando la nave se encontraba sobre Mendoza (15 minutos antes de llegar a Santiago), en el aeropuerto de Pudahuel se reabasteció de combustible y desde allí siguió en vuelo directo a La Habana. Según un cable de AP, el avión partió a las 12, hora argentina, con destino a Cuba.

El comandante Aníbal Aguirre avisó del secuestro a las autoridades chilenas, pidió autorización para hacer la escala y disuadió a los integrantes de la fuerza aérea chilena de la utilización de un pelotón armado para reducir a los captores.


A las 20.37 descendió en La Habana el primer avión de Aerolíneas desviado por secuestradores. Nueve meses antes otros argentinos que viajaban desde Buenos Aires a Estados Unidos también habían pasado por la misma experiencia, pero en esa oportunidad había sido en una nave de Aerolíneas Peruanas.

Un comunicado llegado a la redacción de Crónica informaba que la operación era un homenaje al Che Guevara y que el autor de la misma era Enrique Ugarteche, quien figuraba en la lista de pasajeros del avión.

En el avión viajaban dos chilenos deportados: Manuel Morales Urbina y José René Gutiérrez, “acusados de estar vinculados a episodios terroristas”.

Como Argentina había roto las relaciones diplomáticas con Cuba, la embajada de Suiza en La Habana estaba a cargo de todas las cuestiones entre ambos países.


Viernes 10.10.1969.

Titular en tapa y desarrollo de la noticia en las páginas 4-6 de Crónica matutina.

Fue un único asaltante el responsable del desvío del avión. Ingresó a la cabina de mando cuando el avión sobrevolaba la cordillera a la altura de Mendoza, no usó como escudo a los niños del pasaje y su armamento fue un revólver, probablemente de calibre 38. Lo de las metralletas y granadas también fue pura fantasía diversionista del periodismo pro gubernamental y anticastrista.

El pasaje mostró más asombro que malestar cuando escuchó por los parlantes que nadie podría descender en Santiago y que seguirían viaje a Cuba, permaneció tranquilo y eso facilitó la actuación de la tripulación.

El avión sólo permaneció unas seis horas en La Habana, porque fue autorizado a partir casi de inmediato. Llegó a Miami donde dejó parte del pasaje, cambió la tripulación y luego emprendió el regreso. Lo hizo pasando por Lima y Santiago donde fueron descendiendo los demás, entre ellos, Ernesto Gutiérrez.

En la página 4 (o en la 5) hay una foto de Ernesto Gutiérrez, a quien siempre se nombra como José Gutiérrez.

El autor del secuestro fue un joven de 22 años, bien vestido, muy correcto, de cabello corto y 1,75 de estatura. Como dijera uno de los pasajeros: “no era melenudo, ni barbudo, ni hippie. Era un muchacho muy correcto”. Su nombre Enrique Ignacio Ugarteche, técnico industrial y estudiante de química.

Al llegar a La Habana el primero en bajar del avión fue el secuestrador, entregó el arma a las autoridades del aeropuerto y aceptó ser fotografiado en la escalerilla del aparato. Los cubanos se disculparon por no poder ofrecer alojamiento a los demás pasajeros, pero en ese momento la capacidad hotelera estaba colmada porque se desarrollaba un torneo internacional de esgrima.


En la página 6 aparece un relato exclusivo de José Soriano, corresponsal de crónica que viajaba en el avión secuestrado, hijo de quien fuera un famoso arquero de Banfield, River Plate y Atlanta.

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