viernes, 13 de octubre de 2017

1957, la huelga grande de los Telefónicos (XIV)

El reclamo salarial de 1956 (II)

El 27 de julio el teniente Bolino, jefe del Departamento Sindical de la CGT, informó que la Empresa ofrecía reiniciar las tratativas desistiendo de un posible arbitraje del Ministerio de Trabajo. Sin embargo, cuatro días después el Gerente General de la Empresa desautorizó esa información.
El 31 de julio, en Cangallo 2574, se realizó el plenario de delegados que resolvió declarar la “huelga general en principio, facultar a la Comisión Paritaria para que determine la fecha de ejecución de esa medida y convocar a una Asamblea General del gremio para ratificar la resolución”. Puede resultar curioso que los representantes paritarios fueran investidos de la autoridad para fijar la fecha de realización de un paro, pero en ese momento eran los únicos que habían sido elegidos democráticamente por el conjunto de los trabajadores. Los delegados de base, aquellos que habían sido designados efectivamente por sus compañeros de trabajo, sólo tenían una representación local, mientras que los miembros paritarios, Pascual Mazzitelli y José Vázquez, ostentaban la representación de todos los telefónicos del país.
En el comunicado emitido por el sindicato se agregó una aclaración a la resolución del plenario, y merece ser incluida aquí, porque es ilustrativa del espíritu de la época y de los recaudos que se tomaban hacia fuera y hacia adentro del gremio:

“La medida es motivada exclusivamente por un conflicto gremial provocado expresamente por los malos funcionarios de la Empresa, y es deseo unánime del gremio evitar toda confusión con móviles políticos de ninguna índole”.

Era obvio que las maniobras dilatorias de la empresa colocaban en una situación muy difícil a los colaboradores de la intervención, porque ellos eran visualizados como una suerte de conducción paralela del gremio. Pero también los interventores, tanto los de las seccionales como el de la Federación, quedaban en una posición muy deslucida. Es cierto que los últimos eran únicamente delegados gubernamentales al frente de los sindicatos, pero llegaron a involucrarse mucho en todo el reclamo, y hasta debieron compartir el enojo de sus colaboradores cuando expresaban: “El gremio no puede aceptar menos de $ 1.400 de sueldo básico, y tampoco el desconocimiento reiterado de la organización sindical por parte de la Empresa”.
Al día siguiente del plenario de los telefónicos de Buenos Aires, Raúl Migone, el ministro de trabajo tan aplaudido por Serafino Romualdi, salió a hacer declaraciones. Consideraba que las previsiones de los asalariados con respecto a futuros aumentos en los precios eran exageradas. Las caídas salariales eran cosas del pasado gobierno tiránico, pero con la Revolución todo estaba reencauzándose. Después se mostró como un prestidigitador de datos estadísticos, y dijo que el salario real había bajado de 100 en 1948, a 97,5 en septiembre de 1955. En contraste, el gobierno de la Revolución Libertadora podía mostrar que el salario real había subido desde 100, en junio de 1955, a 101,5 en junio de ese año 1956.
Luego vino la amenaza: “Queremos reiterar que en lo que se refiere a los servicios públicos, el gobierno está firmemente decidido, por lo menos mientras dure la actual emergencia, a no permitir ningún movimiento de violencia que interrumpa la prestación de los mismos”. Puso como ejemplo un paro de una hora efectuado por los lucifuercistas exclusivamente en el sector administrativo, para no afectar la producción eléctrica. “Los trabajadores de Luz y fuerza, que son ilustrados y unidos, conocen ya bien que el gobierno no permite movimientos de fuerza en los servicios públicos”.
Después anunció que el ministerio se iba a reunir con los telefónicos, como ya lo había hecho con los bancarios y como estaba haciéndolo con lucifuercistas y ferroviarios. Y deslizó la advertencia de que “trataremos que los telefónicos comprendan que ni el gobierno, ni las paritarias, ni el Tribunal arbitral pueden actuar bajo la presión de resoluciones de huelga”.
Recordando aquellas declaraciones de Migone y otras de tono parecido de distintos funcionarios oficiales, Juan Carlos Romero me comentó: “Los bancarios realizaron paros parciales y obtuvieron $ 1.300 de sueldo básico. Los ferroviarios realizaron paros parciales y los recibió la Junta Consultiva para escuchar sus reclamos. Luz y Fuerza realizó un paro parcial el 1º de agosto, y al día siguiente comenzaron a estudiar el caso. Los telefónicos proponían lo mismo, y se los amenazó a través de artículos en la prensa y con las conferencias de los funcionarios públicos”.

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