El reclamo salarial de
1956 (II)
El 27 de julio el teniente Bolino, jefe del Departamento Sindical de
la CGT, informó que la Empresa ofrecía reiniciar las tratativas
desistiendo de un posible arbitraje del Ministerio de Trabajo. Sin
embargo, cuatro días después el Gerente General de la Empresa
desautorizó esa información.
El 31 de julio, en Cangallo 2574, se realizó el plenario de
delegados que resolvió declarar la “huelga general en principio,
facultar a la Comisión Paritaria para que determine la fecha de
ejecución de esa medida y convocar a una Asamblea General del gremio
para ratificar la resolución”. Puede resultar curioso que los
representantes paritarios fueran investidos de la autoridad para
fijar la fecha de realización de un paro, pero en ese momento eran
los únicos que habían sido elegidos democráticamente por el
conjunto de los trabajadores. Los delegados de base, aquellos que
habían sido designados efectivamente por sus compañeros de trabajo,
sólo tenían una representación local, mientras que los miembros
paritarios, Pascual Mazzitelli y José Vázquez, ostentaban la
representación de todos los telefónicos del país.
En el comunicado emitido por el sindicato se agregó una aclaración
a la resolución del plenario, y merece ser incluida aquí, porque es
ilustrativa del espíritu de la época y de los recaudos que se
tomaban hacia fuera y hacia adentro del gremio:
“La medida es motivada exclusivamente por un conflicto gremial
provocado expresamente por los malos funcionarios de la Empresa, y es
deseo unánime del gremio evitar toda confusión con móviles
políticos de ninguna índole”.
Era obvio que las maniobras dilatorias de la empresa colocaban en una
situación muy difícil a los colaboradores de la intervención,
porque ellos eran visualizados como una suerte de conducción
paralela del gremio. Pero también los interventores, tanto los de
las seccionales como el de la Federación, quedaban en una posición
muy deslucida. Es cierto que los últimos eran únicamente delegados
gubernamentales al frente de los sindicatos, pero llegaron a
involucrarse mucho en todo el reclamo, y hasta debieron compartir el
enojo de sus colaboradores cuando expresaban: “El gremio no puede
aceptar menos de $ 1.400 de sueldo básico, y tampoco el
desconocimiento reiterado de la organización sindical por parte de
la Empresa”.
Al día siguiente del plenario de los telefónicos de Buenos Aires,
Raúl Migone, el ministro de trabajo tan aplaudido por Serafino
Romualdi, salió a hacer declaraciones. Consideraba
que las previsiones de los asalariados con respecto a futuros
aumentos en los precios eran exageradas. Las caídas salariales eran
cosas del pasado gobierno tiránico, pero con la Revolución todo
estaba reencauzándose. Después se mostró como un prestidigitador
de datos estadísticos, y dijo que el salario real había bajado de
100 en 1948, a 97,5 en septiembre de 1955. En contraste, el gobierno
de la Revolución Libertadora podía mostrar que el salario real
había subido desde 100, en junio de 1955, a 101,5 en junio de ese
año 1956.
Luego vino la amenaza: “Queremos reiterar que en
lo que se refiere a los servicios públicos, el gobierno está
firmemente decidido, por lo menos mientras dure la actual emergencia,
a no permitir ningún movimiento de violencia que interrumpa la
prestación de los mismos”. Puso como ejemplo un paro de una hora
efectuado por los lucifuercistas exclusivamente en el sector
administrativo, para no afectar la producción eléctrica. “Los
trabajadores de Luz y fuerza, que son ilustrados y unidos, conocen ya
bien que el gobierno no permite movimientos de fuerza en los
servicios públicos”.
Después anunció que el ministerio se iba a reunir con los
telefónicos, como ya lo había hecho con los bancarios y como estaba
haciéndolo con lucifuercistas y ferroviarios. Y deslizó la
advertencia de que “trataremos que los telefónicos comprendan que
ni el gobierno, ni las paritarias, ni el Tribunal arbitral pueden
actuar bajo la presión de resoluciones de huelga”.
Recordando aquellas declaraciones de Migone y otras de tono parecido
de distintos funcionarios oficiales, Juan Carlos Romero me comentó:
“Los bancarios realizaron paros parciales y obtuvieron $ 1.300 de
sueldo básico. Los ferroviarios realizaron paros parciales y los
recibió la Junta Consultiva para escuchar sus reclamos. Luz y Fuerza
realizó un paro parcial el 1º de agosto, y al día siguiente
comenzaron a estudiar el caso. Los telefónicos proponían lo mismo,
y se los amenazó a través de artículos en la prensa y con las
conferencias de los funcionarios públicos”.
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