viernes, 6 de octubre de 2017

1957, la huelga grande de los Telefónicos (XI)

La intervención (III)

La intervención de 1955 encontró acompañamiento en quienes se habían hecho cargo del sindicato en la noche del 5 de octubre. La información que pude recoger es bastante fragmentaria pero permite esbozar un pequeño panorama. Al frente del Sindicato Buenos Aires fue designado un civil, Guillermo Tamassi, y en la Federación un militar, el capitán Kesler (que más adelante sería reemplazado por el teniente primero Mascheroni). La comisión que inicialmente se había hecho cargo del sindicato estaba encabezada por su dirigente histórico, Pedro Valente, y fueron ellos quienes proveyeron de interlocutores a los funcionarios impuestos por el Ministerio.
Pero el núcleo histórico no fue el único que asistió a la intervención. Alrededor de los viejos dirigentes se fue congregando un grupo de jóvenes delegados que conseguían sortear las caprichosas disposiciones dictatoriales sobre la forma de designar representantes sindicales. En un primer momento el Ministerio de Trabajo había resuelto que debía nombrarse como delegados a los empleados más antiguos en cada sector, pero muchos de los nominados (si no la mayoría) rechazaban esa responsabilidad. Los interventores en los distintos sindicatos fueron flexibilizando la regla imuesta, y en algunos casos llegaron a aceptar elecciones en los lugares de trabajo. Otros jóvenes, a pesar de carecer de esa cobertura formal también se fueron acercando y junto a los viejos dirigentes terminaron conformando un conjunto bastante heterogéneo. Como había que aportar acompañamiento a las autoridades impuestas en el sindicato y la Federación, los históricos pusieron el acento en la gestión de Tamassi y habrían recomendado a los jóvenes para que asistieran al interventor en la Federación. Seguramente las cosas no fueron tan simplificadas como las estoy refiriendo, pero esta es sólo una aproximación para ir entendiendo las grandes líneas de este período.
Uno de esos jóvenes era Diego Pérez, quien por entonces trabajaba en una sección de la Dirección de Ingeniería, y que luego jugaría un destacado papel durante la huelga del ’57. Con él mantuve varios encuentros y su testimonio resultó muy valioso para poder armar este relato. En una de esas enrevistas comentamos que hay un acta por la cual las antiguas autoridades del sindicato entregan las instalaciones a un grupo de afiliados encabezados por Pedro Valente. Le digo que, incluso, habrían existido otras actas con inventario de bienes, etc. Y él comienza a rememorar.

“La Revolución Libertadora se inició el 16 de septiembre y terminó de consolidarse el día 23. Después del 23 es cuando tabasco (posiblemente acompañado de otros) va al sindicato a reclamar la entrega. Parece que incluso se queda allí aunque los viejos dirigentes no se retiran. Así habrían seguido las cosas hasta el 5 de octubre en que se habrían firmado las actas de entrega que vos me comentás. Incluso, después de eso, quedan algunos de los antiguos colaborando con la nueva conducción. Si mal no recuerdo algunos de ellos eran Arosio, Soto, de la Comisión de reclamos, etc.
Pero después de eso hubo una intervención. Mi reconocimiento como delegado general de Leandro Alem fue firmado por el interventor en el Sindicato Buenos Aires, Guillermo Tamassi, que era un civil. Y sobre esto tengo una anécdota.
El gobierno había dispuesto que los delegados debían ser los empleados más antiguos. Yo había sido elegido por mis compañeros de sección, pero había muchos que eran más antiguos que yo. Entonces los empezamos a hablar a uno por uno preguntándoles si querían ser delegados. Como ninguno quería agarrar viaje, me saqué de encima a todos los viejos. Después me fui al sindicato y le dije al interventor que los que eran más antiguos que yo, rechazaban la designación y, entonces, me firmó la credencial convalidando la elección.
Todo eso fue necesario porque el jefe de división, Adolfo Lago, no me quería reconocer como delegado porque yo no era el más antiguo... y porque sabía que le iba a hacer quilombo”.

Diego Pérez continúa diciendo que Guillermo Tamassi siguió como interventor hasta que se normalizó el sindicato con la elección de Pedro Valente. Según yiene entendido, “Tamassi era un empleado administrativo en el sindicato de Pérez Leirós. No era un tipo con militancia sindical, sino un rentado”.
Ante mi pregunta sobre si hubo algún conflicto en el período que antecedió a la normalización del sindicato, me contesta: “En la época en que estaba Mascheroni nosotros organizamos dos o tres movilizaciones porque habíamos presentado un petitorio...”
Lo interrumpo para aclararle que yo me refería a la situación en el Sindicato Buenos Aires, que estaba bajo la administración de Tamassi.

“Yo por Buenos Aires iba poco y nada. Nosotros, los que posteriormente fuimos Lista Azul, colaborábamos en la Federación porque ya estábamos enfrentados con los Verdes que colaboraban en el Sindicato buenos Aires. Para que te quede más claro; los que asesoraban al interventor civil en Buenos Aires eran los viejos de la Verde, y los que hacíamos de asesores en la Federación éramos nosotros. Después, cuando se hicieron las elecciones en Buenos Aires y nosotros perdemos, nos retiramos de la Federación”.
Antes de que nos distanciáramos, los de la Verde viendo que éramos muchachos combativos, nos presentaron en la Federación. Ellos consideraban que teníamos capacidad, convicciones y combatividad, y por eso nos presentaron para trabajar en la Federación mientras ellos seguían haciéndolo en Buenos Aires. Y así fue como yo llegué a la Comisión de Prensa a trabajar con Juan Carlos Pérez y Raúl Aragón”.

Aquí es oportuno hacer una acotación. El Raúl Aragón al que se refiere Diego Pérez, es el mismo Raúl Aragón que tuvo a su cargo el Departamento de Procedimientos de la CONADEP a su regreso del exilio a fines de 1983. A mediados de los ’50, raúl trabajaba como operador de Larga distancia al tiempo que cursaba sus estudios en la Facultad de Derecho. Era hijo de un antiguo dirigente del gremio gráfico, que se había enfrentado a la conducción de su sindicato en los años del peronismo. Su padre lo puso en contacto con la intervención en FOETRA, allí comenzó a participar en el área de prensa, y fue en ese lugar donde conoció a Diego Pérez y a otros compañeros. Era opositor al peronismo pero no era un antiperonista reaccionario, por eso participó de aquella Lista Azul de Telefónicos, de la huelga de 1957, y, en años futuros, formó parte del cuerpo de abogados de la CGT de los Argentinos.

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