lunes, 9 de octubre de 2017

1957, la huelga grande de los Telefónicos (XII)



La intervención (IV)

En la nota anterior dije que después del golpe de estado, al frente del Sindicato Buenos Aires fue designado como interventor Guillermo Tamassi, y en la Federación el capitán Kesler; éste último fue luego reemplazado por el teniente primero Mascheroni. Como colaboradores de la intervención en el sindicato estuvo el grupo encabezado por Pedro Valente, histórico dirigente desplazado en 1947. En la Federación los colaboradores habrían sido más heterogéneos, entre ellos se destacó Diego Pérez, delegado general del edificio de Leandro Alem 734.

“nosotros le imponíamos al interventor quienes queríamos que colaboraran. Por ejemplo, por marzo o abril del ’56 se forma una comisión para estudiar el convenio y el interventor nombra a dedo a los integrantes; y nosotros, los 44 delegados de Ingeniería, nos fuimos a Ambrosetti a decirle al interventor que los representantes nuestros los nombrábamos nosotros. Es que nosotros éramos representativos, habíamos sido elegidos por nuestros compañeros, y por eso discutíamos entre nosotros y decidíamos si colaborábamos o no, y en qué lo hacíamos”.

Entusiasmado con sus recuerdos Diego Pérez dice: “Puede parecer mentira, pero en pleno gobierno militar sacamos un periódico de cuatro páginas para el 1º de Mayo, rindiendo homenaje a los mártires de 1886”. Pero la anécdota no concluye allí, porque nuestro informante aprovecha para despacharse contra los “viejos de la Verde”.

“Y casi vamos en cana, porque gente del Sindicato Buenos Aires nos fue a denunciar al interventor. Y el interventor los sacó cagando porque les dijo que era una vergüenza que gente de trabajo fuera a denunciar a otros trabajadores”.

Por un momento hasta siento simpatía por ese interventor que no conocí. Se que era un representante de la dictadura de Aramburu, que había llegado allí con un presunto discurso democratizador, pero que la democracia que pregonaba tenía como fundamento la proscripción de las mayorías. Sin embargo no digo nada y dejo que Diego Pérez continúe con su relato.

“En la Federación el interventor nos daba margen para movernos, y nosotros tratábamos de aprovecharlo al máximo. Yo no soy antiperonista, pero tampoco soy peronista. Estaba cansado de que se hablara del 1º de Mayo como la “Fiesta de los trabajadores”. Por eso dijimos con los muchachos, “Vamos a mostrarles a todos de dónde viene lo del 1º de Mayo”. Y ya que estamos te completo la historia.
Era 27 o 28 de abril y nosotros queríamos tener el periódico para el 1º de Mayo. Queríamos que en la tapa apareciera el dibujo de un obrero con una bandera flameando y detrás toda una manifestación de trabajadores. Entonces empezamos a recorrer agencias publicitarias para ver si nos hacían el dibujo. Cuando les decíamos lo que queríamos, nos preguntaban para qué lo queríamos; después nos miraban como si fuéramos marcianos y terminaban diciéndonos que no tenían ningún dibujante. Te imaginás, estábamos en pleno gobierno militar.
Ya teníamos que mandar todo a la imprenta y no teníamos el dibujo. Entonces me acordé que en el mausoleo con los restos de uno de los mártires de Chicago se leía la frase: “Llegará un día, en que nuestro silencio será más poderoso que las voces que hoy tratáis de acallar”. Lo consulté con Raúl Aragón y Juan Carlos Pérez, y dijimos: Pongamos esta frase en el centro de la tapa y todo el resto lo dejamos en blanco, simbolizando el silencio. Y así salió”.

La distinción entre jóvenes y viejos, y el lugar en que cada uno de ellos prestaba colaboración, es importante para comprender la historia posterior. La vieja dirigencia tenía su propio estilo (si es que realmente fue así) y los jóvenes les reclamaban más dinamismo y combatividad para conseguir las cosas. Sea por eso o por otras circunstancias, lo cierto es que se fue produciendo un distanciamiento entre ambos sectores y esto se reflejaría posteriormente al conformarse las listas para la normalización del sindicato. Pero también se manifestó durante la gestión de los respectivos interventores quienes habrían terminado alineados con sus colaboradores. Algunos cortocircuitos que se habrían producido entre los interventores  del Sindicato y la Federación eran explicados, desde el campo de los “viejos”, como resultado de las intrigas de los “jóvenes”. Estos últimos, por su parte, rechazaban las imputaciones por calumniosas  y acusaban a Oscar Tabasco (alineado con Pedro Valente) de propalar esas versiones infamantes.
La brecha entre ambos sectores se fue ensanchando y terminaron integrando listas separadas en los comicios normalizadores de 1956. Los históricos formaron la Lista Verde y llevaron a Pedro Valente como candidato a Secretario general, mientras que los jóvenes conformaron la Lista Azul. Como es obvio, ninguna de las dos listas se identificaba con el peronismo que, más o menos disimulado, conformó su propia lista, la Lista Roja, encabezada por Allan Díaz. También participó en estos comicios la Lista Blanca, afín al Partido Comunista.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario