El reclamo salarial de
1956 (IV)
La negociación que hasta ese momento se
encontraba paralizada comenzó a moverse lentamente. El avance no fue
espectacular, pero dada la quietud precedente, los cambios después
de la presión sindical fueron significativos. En la semana siguiente
se realizaron algunas reuniones, una de ellas fue con el general
Aramburu a quien los representantes sindicales entregaron un memorial
cuyos puntos principales eran el reclamo salarial y el pedido de
reincorporación de cesantes. Otra entrevista fue con el ministro de
comunicaciones, ingeniero Ygartúa, pero la que debía realizarse con
el Tribunal Arbitral, el organismo del Ministerio de Trabajo
encargado de laudar entre las partes cuando éstas no hubiesen
llegado a acuerdo, fue postergada por una semana. Aunque el fondo del
problema se encontraba sin resolver, había suficientes novedades
como para informar al gremio.
El viernes 10 de agosto, siete días después de
la multitudinaria movilización que comenté en la nota anterior, se
efectuó un plenario de delegados telefónicos en el local de la CGT.
La reunión fue presidida por el interventor en FOETRA, teniente
Mascheroni, quien había acompañado a los representantes paritarios
en las entrevistas de esa semana. El funcionario dio un informe sobre
las gestiones realizadas por la Comisión Paritaria y Asesora. Dijo
que en el encuentro con el presidente Aramburu, se le hizo entrega de
un memorial “que contempla las justas aspiraciones de los
trabajadores telefónicos”. Los temas centrales de ese memorial
eran escalafón y Reincorporación de los cesantes. También informó
que los miembros paritarios se habían reunido con el titular de
Comunicaciones, y que en la semana siguiente serían recibidos por el
vicepresidente Rojas. Instó a los asambleístas a mantenerse unidos,
a esperar confiados la solución del problema, y opinó que por el
cariz que habían alcanzado las gestiones cualquier medida de fuerza
sería perjudicial.
Esta última observación tenía que ver con la resolución del
plenario anterior, aquel que había declarado la huelga y cuya
ratificación estaba pendiente de una asamblea general de afiliados.
A pesar de esa advertencia, hubo una moción para que se efectuase un
paro de una hora por turno el mismo día en que estaba prevista la
reunión con el Tribunal arbitral. La moción fue rechazada por los
delegados, pero en cambio aprobaron que se convocara a dos nuevos
plenarios, uno para evaluar los resultados de las gestiones que
habían sido anunciadas, y otro hacia fin de mes, cuando estaba
previsto que finalizara el funcionamiento de la Comisión paritaria.
Una semana después de haberse reunido con el
general Aramburu, los delegados telefónicos se encontraron con el
contralmirante Rojas. Al igual que el primero, éste también les
prometió estudiar el caso con toda la prontitud que le fuese
posible. No queda claro por qué esa duplicación de gestiones en
niveles de gobierno que se supondrían muy semejantes, pero la
situación de la época parecía requerir de la doble aprobación
para que algo fuese resuelto. También se realizó la primera reunión
oficial con el tribunal arbitral, el organismo encargado de “dar
solución definitiva e inapelable a los diferendos entre las partes
que negocian la renovación de los convenios”.
Ya para entonces habían pasado más de seis meses
desde el vencimiento del convenio anterior, el poder adquisitivo del
salario estaba muy deteriorado, y la situación económica de los
telefónicos debía ser muy penosa. Mientras se esperaba que el
Tribunal arbitral emitiera su resolución, el interventor Mascheroni
decidió gestionar ante la Empresa Nacional de Telecomunicaciones un
adelanto a cuenta del aumento que se estaba discutiendo. Su pedido
fue que se pagara $ 1.120 a quienes cobraran el sueldo mínimo, y que
en los demás casos se aumentara en un 15 por ciento la remuneración
que venían cobrando. Es imposible saber si esa fue una iniciativa
suya o si alguien se la sugirió. Tampoco es posible saber qué
segundas intenciones podía haber detrás de esa solicitud, si es que
las hubo. Pero apenas se conoció la iniciativa se efectuó un
plenario de delegados en la Seccional Buenos Aires, se rechazó la
gestión del interventor en la Federación por incosulta, se le
exigió que retirase su pedido a la Empresa, y en su reemplazo los
delegados y activistas reunidos reclamaron a la dirección empresaria
que pagara el aumento fijado por el decreto 2.739/56 del que habían
quedado excluidos.
Es de suponer que la autorización para realizar
el plenario como para emitir el comunicado tenía que estar en
conocimiento del interventor de la Seccional Buenos Aires, Guillermo
Tamassi. Por supuesto, esto no es central en el relato, pero sería
un ejemplo de las rencillas entre los dos niveles de intervención:
el de la seccional y el de la Federación. Volviendo al episodio,
Mascheroni dio un comunicado diciendo que la reunión en la Seccional
Buenos Aires no podía ser considerada representativa de los
delegados de ese sindicato, pues la mayor parte de los asistentes no
lo eran. Según su versión, con los delegados se mezclaban “grupos
de reconocida filiación política que quieren forzar a tomar
resoluciones que afectan la unidad y los intereses del gremio”.
Finalizaba diciendo que persistía en su propósito de conseguir el
pago de los anticipos gestionados, no estando dispuesto “a tolerar
resoluciones forzadas por elementos extremistas que no tienen en
cuenta la situación económica del personal telefónico”. Esa
gestión dio lugar a algún otro equívoco, porque los diarios
hablaron de una propuesta de FOETRA para fijar el salario mínimo en
$ 1.120. Eso obligó a que Mascheroni saliera a desmentir la
información, aunque tomó el recaudo de hacer firmar el nuevo
comunicado también por los dos representantes obreros en la
paritaria.
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