lunes, 16 de octubre de 2017

1957, la huelga grande de los Telefónicos (XV)

El reclamo salarial de 1956 (III)

Dije anteriormente que los interventores llegaron a estar muy involucrados con los reclamos de los trabajadores. Esto puede resultar inverosímil a la luz de lo ocurrido con otras intervenciones de años posteriores, pero una muestra de ese compromiso, o por lo menos de la tolerancia con las demandas laborales, está en la publicación de comunicados y volantes con el respaldo de FOETRA durante todo el período. Podría decirse que la preocupación principal de los interventores y sus colaboradores era que no se filtrara ningún comentario elogioso sobre el gobierno derrocado o críticas muy directas a los gobernantes de turno. De ahí para abajo había bastante tolerancia, la falta de soluciones podía ser atribuida a malos funcionarios, o a “saboteadores del proceso democratizador en que estaba empeñado el gobierno revolucionario”.
Los ejemplos en este sentido son muy numerosos, en notas anteriores comenté la solicitada de FOETRA conteniendo los reclamos telefónicos, y también hice mención del comunicado firmado por la Seccional Buenos Aires con las resoluciones del plenario que en principio declaraba la huelga y que convocaba a una asamblea general para ratificar la medida.
Es de suponer que esas aperturas hacia los trabajadores merecerían llamados de atención de parte de las autoridades, y que los interventores tendrían que hacer equilibrios para no sacar los pies del plato. Algo de eso pudo suceder con una asamblea convocada por los delegados de Buenos Aires. Estos habían solicitado que la misma se efectuase en el local de FOETRA, que aunque tenía una capacidad limitada era más amplio que el de Cangallo 2574. También es posible que la intervención de la Seccional Buenos Aires quisiera forzar la mano del interventor en la Federación, obligándolo a otorgar el permiso para la asamblea o haciéndole pagar los costos por no autorizarla.
Enrique Mascheroni, el interventor en FOETRA, rechazó la solicitud argumentando que no se había gestionado el correspondiente permiso policial. Tampoco consideraba justificada la realización de una asamblea general del gremio en esos momentos. Sostenía que la intervención había facilitado la difusión de información sobre las tratativas con la Empresa, que continuaría haciéndolo, y exhortaba a los trabajadores a seguir confiando en la intervención “en la seguridad de que los intereses del gremio serán defendidos e interpretados con toda fidelidad, utilizando para ello las vías legales que aseguren la legitimidad de las conquistas que los telefónicos están tratando de obtener”.
Sin embargo, a partir de las 18.30 de ese viernes 3 de agosto, los trabajadores telefónicos comenzaron a concentrarse frente al local de Ambrosetti 134. Era una movilización importante integrada por los paritarios telefónicos, el cuerpo de delegados y militantes de todos los sectores del gremio. El diario La Prensa escribió que la estimación policial hablaba de 2 mil asistentes; El diario Democracia elevó ese número al doble, pero más allá de cuál fuera la cantidad de asistentes, lo indudable era la demostración de fuerza y el poder de convocatoria del conjunto de las agrupaciones.
Era una asamblea de hecho. Los telefónicos concentrados permanecieron en el lugar reclamando que se los dejase deliberar y, finalmente, a eso de las 20 el interventor se reunió con ocho delegados y miembros de la Comisión Paritaria para escuchar sus reclamos y para trasmitirles las disposiciones oficiales sobre discusiones salariales. Después invitó a sus interlocutores para que salieran al balcón y pidieran a sus compañeros que se desconcentraran en orden.
Pero los que esperaban en la calle reclamaron a gritos que se hablara del aumento o que se fijara la fecha para la huelga. Ante esta situación el teniente Mascheroni habló con autoridades del Ministerio de Comunicaciones y luego volvió al balcón para leer un comunicado oficial en el que las empresas se comprometían a reclamar al Tribunal arbitral que acelerara su resolución sobre el tema salarial, y que luego se avanzaría con el tratamiento del nuevo escalafón.
Los manifestantes no se mostraron muy conformes con la respuesta, y a gritos preguntaron cuánto y cuándo se cobraría. En el balcón todos debían estar un poco desconcertados, los delegados trasmitían las preguntas al interventor, y éste terminó por anunciar que el lunes siguiente, a las 16, volvería a reunirse con los integrantes sindicales de la Comisión paritaria y los ocho delegados nombrados por el plenario del día 31. Eran las 21.30 cuando los asambleístas se desconcentraron.

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