El reclamo salarial de
1956 (III)
Dije anteriormente que los interventores llegaron
a estar muy involucrados con los reclamos de los trabajadores. Esto
puede resultar inverosímil a la luz de lo ocurrido con otras
intervenciones de años posteriores, pero una muestra de ese
compromiso, o por lo menos de la tolerancia con las demandas
laborales, está en la publicación de comunicados y volantes con el
respaldo de FOETRA durante todo el período. Podría decirse que la
preocupación principal de los interventores y sus colaboradores era
que no se filtrara ningún comentario elogioso sobre el gobierno
derrocado o críticas muy directas a los gobernantes de turno. De ahí
para abajo había bastante tolerancia, la falta de soluciones podía
ser atribuida a malos funcionarios, o a “saboteadores del proceso
democratizador en que estaba empeñado el gobierno revolucionario”.
Los ejemplos en este sentido son muy numerosos, en
notas anteriores comenté la solicitada de FOETRA conteniendo los
reclamos telefónicos, y también hice mención del comunicado
firmado por la Seccional Buenos Aires con las resoluciones del
plenario que en principio declaraba la huelga y que convocaba a una
asamblea general para ratificar la medida.
Es de suponer que esas aperturas hacia los
trabajadores merecerían llamados de atención de parte de las
autoridades, y que los interventores tendrían que hacer equilibrios
para no sacar los pies del plato. Algo de eso pudo suceder con una
asamblea convocada por los delegados de Buenos Aires. Estos habían
solicitado que la misma se efectuase en el local de FOETRA, que
aunque tenía una capacidad limitada era más amplio que el de
Cangallo 2574. También es posible que la intervención de la
Seccional Buenos Aires quisiera forzar la mano del interventor en la
Federación, obligándolo a otorgar el permiso para la asamblea o
haciéndole pagar los costos por no autorizarla.
Enrique Mascheroni, el interventor en FOETRA,
rechazó la solicitud argumentando que no se había gestionado el
correspondiente permiso policial. Tampoco consideraba justificada la
realización de una asamblea general del gremio en esos momentos.
Sostenía que la intervención había facilitado la difusión de
información sobre las tratativas con la Empresa, que continuaría
haciéndolo, y exhortaba a los trabajadores a seguir confiando en la
intervención “en la seguridad de que los intereses del gremio
serán defendidos e interpretados con toda fidelidad, utilizando para
ello las vías legales que aseguren la legitimidad de las conquistas
que los telefónicos están tratando de obtener”.
Sin embargo, a partir de las 18.30 de ese viernes 3 de agosto, los
trabajadores telefónicos comenzaron a concentrarse frente al local
de Ambrosetti 134. Era una movilización importante integrada por los
paritarios telefónicos, el cuerpo de delegados y militantes de todos
los sectores del gremio. El diario La Prensa escribió que la
estimación policial hablaba de 2 mil asistentes; El diario
Democracia elevó ese número al doble, pero más allá de cuál
fuera la cantidad de asistentes, lo indudable era la demostración de
fuerza y el poder de convocatoria del conjunto de las agrupaciones.
Era una asamblea de hecho. Los telefónicos
concentrados permanecieron en el lugar reclamando que se los dejase
deliberar y, finalmente, a eso de las 20 el interventor se reunió
con ocho delegados y miembros de la Comisión Paritaria para escuchar
sus reclamos y para trasmitirles las disposiciones oficiales sobre
discusiones salariales. Después invitó a sus interlocutores para
que salieran al balcón y pidieran a sus compañeros que se
desconcentraran en orden.
Pero los que esperaban en la calle reclamaron a gritos que se hablara
del aumento o que se fijara la fecha para la huelga. Ante esta
situación el teniente Mascheroni habló con autoridades del
Ministerio de Comunicaciones y luego volvió al balcón para leer un
comunicado oficial en el que las empresas se comprometían a reclamar
al Tribunal arbitral que acelerara su resolución sobre el tema
salarial, y que luego se avanzaría con el tratamiento del nuevo
escalafón.
Los manifestantes no se mostraron muy conformes con la respuesta, y a
gritos preguntaron cuánto y cuándo se cobraría. En el balcón
todos debían estar un poco desconcertados, los delegados trasmitían
las preguntas al interventor, y éste terminó por anunciar que el
lunes siguiente, a las 16, volvería a reunirse con los integrantes
sindicales de la Comisión paritaria y los ocho delegados nombrados
por el plenario del día 31. Eran las 21.30 cuando los asambleístas
se desconcentraron.
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