Ya había llegado la noticia sobre la caída del Che, y todos
habíamos leído aunque más no fuera la versión aparecida en los
diarios sobre el informe de Fidel. Poco después el boletín de una
organización amiga reprodujo el texto completo tomando como fuente
lo publicado en Granma: esta vez era verdad.
Recuerdo una reunión con compañeros de militancia, uno de ellos
expuso una teoría fantasiosa y voluntarista. Sostenía la hipótesis
de que el Che estaba vivo, que no había sido capturado sino que el
caído era otro compañero muy parecido. Fidel, sabiendo eso, había
simulado dar crédito a la información con el objetivo de que se
relajaran las operaciones militares. Si eso ocurría, el grupo
guerrillero podría romper el cerco.
Vista desde el presente la hipótesis de aquel compañero resulta
pueril, pero puesta en su contexto la obstinación negacionista era
comprensible. El Che era demasiado importante para todos los que
queríamos construir un mundo más justo. Era mucho más que una
referencia, era un símbolo que se trascendía a sí mismo. Tantas
veces se había hablado de su muerte que cualquiera de nosotros
habría descreído de la información si la Revolución Cubana no la
hubiese confirmado.
Para dar una idea de cómo se vivía la noticia en ese momento vale
el siguiente ejemplo: el padre y un hermano del Che habían viajado a
Bolivia, al no poder ver directamente el cadáver se negaban a
aceptar la versión de su muerte. El mismo Fidel, en ese discurso del
15 de octubre comentaba la situación, pero aunque comprendía la
incredulidad de los familiares, no podía dejar de informar la verdad
al pueblo cubano y a todos los amigos de la Revolución.
Aprovecho para hacer una digresión. Son curiosas las múltiples
lecturas o interpretaciones que podemos hacer de una misma realidad.
Allí pesan nuestras convicciones, experiencias y deseos personales;
hablamos de objetividad, pero cada vez que nos situamos frente a un
acontecimiento y lo analizamos lo hacemos con toda la carga de
creencias que hemos acumulado a lo largo de nuestra vida. Llegamos
con una suerte de pre-juicio, un juicio previo, una manera de
ubicarnos frente a los acontecimientos, y a eso lo llamamos tener un
punto de vista.
Pero no analizamos sólo para nosotros, también lo hacemos para
quienes nos rodean, queremos trasmitirles nuestras conclusiones,
argumentamos tratando de ser convincentes. Fundamentamos nuestra
creencia apoyándonos en otras creencias que pensamos válidas, que
suponemos son compartidas por quienes nos escuchan. Allí, además de
razonamientos más o menos lógicos, también pesan nuestros deseos y
los deseos que suponemos en los otros. En el caso de aquel compañero
que sostenía la hipótesis de que Che no había muerto, tal vez no
pesara tanto una convicción sino un deseo. Y quienes lo escuchamos,
tanto los que se esperanzaron con su argumento como los que lo
rechazamos, en el fondo deseábamos que estuviera en lo cierto.
Vuelvo a aquel informe de Fidel al pueblo cubano y a todos los
pueblos del mundo. Sigue siendo de enorme valor, al menos quiero
incluir algunos pasajes.
Informe de Fidel al
pueblo
(Fragmentos)
(…) Sin embargo, se nos planteaba a la vez una cuestión delicada:
los familiares del “Che” en la Argentina al encontrarse con una
serie de cosas extrañas, tal como la noticia de que había sido
enterrado el cadáver, inmediatamente después la noticia de que
había sido incinerado el cadáver, el lógico que en tales
circunstancias cualquier familiar naturalmente tienda a considerar
que se trata de una absoluta falsedad. Eso es muy natural y lógico.
Sin embargo, ya nosotros habíamos arribado a la más completa
seguridad. Y no quisimos tampoco dar esta opinión sin antes hacerla
llegar a los propios familiares a través de amigos comunes que
mantienen alguna comunicación periódica con ellos, la noticia
acerca de la opinión que nosotros teníamos. Y pudimos percatarnos
además, saber, que aun en estos instantes el padre y los familiares
en general consideran absolutamente falsa la noticia.
Si se hubiese tratado de una cuestión solo personal pues
incuestionablemente que nosotros no habríamos insistido o no
daríamos públicamente una opinión que es contradictoria con la
opinión de ellos. Pero es que se trataba de un problema de gran
trascendencia pública en todo el mundo, y además de una cuestión
que a nuestro pueblo le toca también muy de cerca, y nosotros
teníamos el deber de dar nuestra opinión.
Si en nuestro criterio existiera una mínima duda, nuestro deber era
expresar esa mínima duda; si en nuestro criterio era falsa la
noticia, nuestro deber era expresar que era falsa la noticia; si en
nuestro criterio era verídica la noticia se prestaban distintas
cuestiones a considerar.
Podía pensarse que resultaba, en primer lugar, doloroso el tener que
emitir un juicio según el cual una noticia procedente de un gobierno
oligárquico y reaccionario, despótico, opresor de su pueblo, aliado
al imperialismo, enemigo de la revolución, nos veríamos nosotros en
la situación de tener que avalar y que afirmar la veracidad de esa
noticia. Creo que para cualquier revolucionario eso es siempre
doloroso.
Igualmente se podría plantear otra consideración: si el hecho de
que la noticia se mantuviera en la duda podía ser de alguna
utilidad. Sin embargo, cualquiera que fuesen las circunstancias, aun
cuando lo noticia, el hecho de permanecer en la duda, se hubiese
considerado beneficioso de alguna manera, nosotros no por ello
habríamos dejado de decir la verdad. Creemos incluso que en ningún
sentido es beneficioso, pero pongo la hipótesis tal y como nosotros
nos la planteábamos.
Si algún beneficio se pudiese lograr de la duda, nunca han sido
armas de la revolución, la mentira, el miedo a la verdad, la
complicidad con cualquier ilusión falsa, la complicidad con
cualquier mentira. Nosotros no podíamos bajo ningún concepto y bajo
ninguna circunstancia, y teniendo sobre todo en cuenta la confianza
de todos los revolucionarios del exterior, y muy especialmente
también la confianza de nuestro pueblo que siempre ha tenido la más
completa seguridad de que nunca se le mentía, y que, cuando una
verdad deba ser expresada públicamente, esa verdad será
públicamente expresada siempre.
Y en el pueblo muchas personas, a medida que llegan las noticias,
esperaban siempre que el gobierno revolucionario y el partido, su
partido, les expresasen qué había de verdad o qué había de
mentira. Por tanto, nosotros en cualquier circunstancia
considerábamos nuestro deber exponer nuestro criterio, aunque –
como decía- solo una circunstancia hacía particularmente delicado
esto y era con relación a la opinión sustentada y expuesta, incluso
públicamente, por los familiares del Comandante Ernesto Guevara en
la Argentina. Nosotros esperamos que ellos comprendan que, por
doloroso que resulte tener que hacer esta exposición, no hay ninguna
indelicadeza, ni mucho menos desconsideración a ellos.
…
Y nosotros creemos sinceramente y opinamos que, aunque el deber de
decir la verdad está por encima de que pueda convenir o no pueda
convenir -y esa era nuestra actitud-, debemos expresarles a los
revolucionarios cual es nuestra convicción, nuestra absoluta
seguridad, nuestra evaluación de la noticia y, además, esté alerta
para que no pueda el imperialismo utilizar la duda en su beneficio,
para que no pueda el imperialismo utilizar la duda y llevar a la
inacción, a la incertidumbre.
Porque incluso es posible que el hecho de que no exista en muchos
revolucionarios la convicción, o exista la duda sobre la noticia,
puede haberlos inhibido de expresarse, porque ningún revolucionario
mientras tiene una esperanza acepta una noticia de esta índole. Y
nosotros sabemos que los revolucionarios tienen confianza en la
Revolución Cubana.
Los revolucionarios tienen en todo el mundo una verdadera confianza
en la palabra de la Revolución Cubana. Y nosotros hemos venido, una
vez más, a hacer buena esa confianza, a hacer valedera esa fe que
tienen en la honradez a ultranza de esta revolución. Y por amargo
que resulte, por doloroso incluso cuando circunstancias como las que
exponía se presentan de dudas entre familiares allegados, no
tengamos vacilación en cumplir ese deber. Pero además, ¿qué
sentido tendría para los revolucionarios mantener ilusiones falsas?
¿Qué se ganaría con ello? ¿Es acaso que los revolucionarios no
debemos ser los más preparados para todas las circunstancias, para
todas las vicisitudes, para todos los reveses incluso? ¿Es que acaso
la historia de las revoluciones o de los pueblos revolucionarios se
ha caracterizado por la ausencia de golpes duros? ¿Es que acaso los
verdaderos revolucionarios no son los que se sobreponen a esos
golpes, a esos reveses y no se desalientan? ¿Es que acaso no somos
los revolucionarios precisamente los que pregonamos el valor de los
principios morales, el valor del ejemplo? ¿Es que no somos acaso los
revolucionarios los que creemos en la perdurabilidad de la obra de
los hombres, de los principios de los hombres? ¿Es que no somos los
revolucionarios los primeros que empezamos por reconocer lo efímero
de la vida física de los hombres y lo perdurable y duradero de las
ideas, la conducta y el ejemplo de los hombres, si ha sido el ejemplo
el que ha inspirado y ha guiado a los pueblos a través de la
historia?
…
Y no debemos perder tiempo, ni permitir que los enemigos de la
ideología, los enemigos de la revolución, asuman una ofensiva
ideológica ni asuman una ofensiva sicológica para desalentar al
movimiento revolucionario, sino que partiendo de la verdad y del
reconocimiento de la verdad, y convirtiendo ese ejemplo en fuerza
invencible, el movimiento revolucionario siga adelante, más firme y
más decidido que nunca.
He cumplido con esta amarga tarea. No es tal vez un análisis
absolutamente exhaustivo, pero baste decir que nosotros, analizando
todo, absolutamente todo, todos nosotros, todos los dirigentes de la
revolución, todos los que conocemos íntimamente la personalidad del
CHE, todos hemos llegado de una manera unánime y sin la menor duda a
esta misma conclusión que les he expresado.
…
Acuerdo del Consejo de Ministros
En el día de hoy se reunió el Consejo de Ministros y adoptó el
siguiente acuerdo:
“Por cuanto: El heroico Comandante Ernesto Guevara murió
combatiendo por la liberación de los pueblos de América al frente
del Ejército de Liberación de Bolivia”.
“Por cuanto: El pueblo de Cuba recordará siempre los
extraordinarios servicios que prestó el Comandante Ernesto Guevara,
tanto en nuestra guerra liberadora, como en la consolidación y
avance de nuestra Revolución”.
“Por cuanto: Su conducta encarna el sentimiento internacionalista
que inspira la lucha solidaria de los pueblos”.
“Por cuanto: Su infatigable actividad revolucionaria, que no
reconocía fronteras, su pensamiento comunista y su inquebrantable
decisión de luchar hasta vencer o morir en favor de la liberación
nacional y social de los pueblos del continente y contra el
imperialismo, constituyen un ejemplo de convicción y heroísmo
revolucionarios, que deberá perdurar imperecederamente”.
“Por cuanto: El Consejo de Ministros acuerda lo siguiente:
1º) Que durante treinta días a partir de este acuerdo, la bandera
nacional se izará a media asta, y durante tres días, desde las doce
de la noche de hoy, se suspenderán absolutamente todos los
espectáculos públicos.
2º) Se declara como fecha de recordación nacional el día de su
heroica caída en combate, quedando instituido a tal efecto el 8 de
octubre como “Día del Guerrillero Heroico”.
3º) Se efectuarán cuantas actividades sean conducentes para
perpetuar, en el recuerdo de las futuras generaciones, su vida y su
ejemplo”.
Del Comité Central del Partido
A la vez, el Comité Central de nuestro Partido [ilegible].
1º) Crear una Comisión integrada por los comandantes Juan Almeida,
Ramiro Valdés, Rogelio Acevedo y Alfonso Zayas, presidida por el
primero de los mencionados compañeros, para orientar y dirigir todas
las actividades encaminadas a perpetuar la memoria del Comandante
Ernesto Guevara.
2º) Convocar al pueblo el próximo miércoles 18 de octubre a las 8
de la noche, para efectuar una velada solemne en la Plaza de la
Revolución, a fin de rendir tributo al inolvidable y heroico
luchador caído en combate”.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
"Ha muerto el
Comandante Ernesto Che Guevara"
La noticia estremeció al mundo, el dolor compartido se convirtió en
homenaje y compromiso. El mismo dolor y el mismo compromiso se
extendió por el mundo, los oídos receptivos se multiplicaron, miles
de manos se levantaron para empuñar la rebeldía. Él lo había
reclamado en su mensaje desde tierra boliviana:
“En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea,
siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído
receptivo y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas…”
Toda su acción había sido un grito de guerra contra el imperialismo
y un clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del
género humano. No hubo rincón de la tierra donde ese clamor no
fuese escuchado, No hubo fuerza popular que se sintiese ajena a esa
convocatoria. Por encima de las fronteras territoriales, por encima
de las diferencias religiosas o partidarias estuvo la fuerza de su
ejemplo. Puede ser justo cerrar esta nota con la carta de quien en
ese momento le rindió homenaje y se hizo eco de su mensaje.
Carta de Perón al Movimiento Peronista
Compañeros:
Con profundo dolor he recibido la noticia de una irreparable pérdida
para la causa de los pueblos que luchan por su liberación. Quienes
hemos abrazado este ideal, nos sentimos hermanados con todos aquellos
que, en cualquier lugar del mundo y bajo cualquier bandera, luchan
contra la injusticia, la miseria y la explotación. Nos sentimos
hermanados con todos los que con valentía y decisión enfrentan la
voracidad insaciable del imperialismo, que con la complicidad de las
oligarquías apátridas apuntaladas por militares títeres del
Pentágono mantienen a los pueblos oprimidos.
Hoy ha caído en esa lucha, como un héroe, la figura joven más
extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica: ha
muerto el Comandante Ernesto “Che” Guevara.
Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros, quizás
el mejor: un ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de
sacrificio, renunciamiento. La profunda convicción en la justicia de
la causa que abrazó, le dio la fuerza, el valor, el coraje que hoy
lo eleva a la categoría de héroe y mártir.
He leído algunos cables que pretenden presentarlo como enemigo del
peronismo. Nada más absurdo. Suponiendo que fuera cierto que en 1951
haya estado ligado a un intento golpista, ¿qué edad tenía
entonces? Yo mismo, siendo un joven oficial, participé del golpe que
derrocó al gobierno popular de Hipólito Yrigoyen. Yo también en
ese momento fui utilizado por la oligarquía. Lo importante es darse
cuenta de esos errores y enmendarlos. ¡Vaya si el “Che” los
enmendó!
En 1954, cuando en Guatemala lucha en defensa del gobierno popular de
Jacobo Arbenz ante la prepotente intervención armada de los yanquis,
yo personalmente di instrucciones a la cancillería para que le
solucionaran la difícil situación que se le planteaba a ese
valiente joven argentino; y fue así como salió hacia México.
Su vida, su epopeya, es el ejemplo más puro en que se deben mirar
nuestros jóvenes, los jóvenes de toda América Latina.
No faltarán quienes pretendan empalidecer su figura: el
imperialismo, temeroso del enorme prestigio que ya había ganado en
las masas populares; otros, los que no viven las realidades de
nuestros pueblos sojuzgados. Ya me han llegado noticias de que el
Partido Comunista Argentino, solapadamente, está en campaña de
desprestigio. No nos debe sorprender, ya que siempre se ha
caracterizado por marchar a contramano del proceso histórico
nacional. Siempre ha estado en contra de los movimientos nacionales y
populares. De eso podemos dar fe los peronistas.
La hora de los pueblos ha llegado y las revoluciones nacionales en
Latinoamérica son un hecho irreversible. El actual equilibrio será
roto porque es infantil pensar que se pueden superar sin revolución
las resistencias de las oligarquías y de los monopolios
inversionistas del imperialismo.
Las revoluciones socialistas se tienen que realizar; que cada uno
haga la suya, no importa el sello que ella tenga. Por eso y para eso,
deben conectarse entre sí todos los movimientos nacionales, en la
misma forma en que son solidarios entre sí los usufructuarios del
privilegio. La mayoría de los gobiernos de América Latina no van a
resolver los problemas nacionales sencillamente porque no responden a
los intereses nacionales. Ante esto, no creo que las expresiones
revolucionarias verbales basten. Es necesario entrar a la acción
revolucionaria, con base organizativa, con un programa estratégico y
tácticas que hagan viable la concreción de la revolución. Y esta
tarea, la deben llevar adelante quienes se sientan capaces. La lucha
será dura, pero el triunfo definitivo será de los pueblos.
Ellos tendrán la fuerza material circunstancialmente superior a las
nuestras, pero nosotros contamos con la extraordinaria fuerza moral
que nos da la convicción en la justicia de la causa que abrazamos y
la razón histórica que nos asiste.
El peronismo, consecuente con su tradición y con su lucha, como
Movimiento Nacional, Popular y Revolucionario, rinde su homenaje
emocionado al idealista, al revolucionario, al Comandante Ernesto
“Che” Guevara, guerrillero argentino muerto en acción empuñando
las armas en pos del triunfo de las revoluciones nacionales en
Latinoamérica.
Juan Domingo Perón
Madrid, 24 de octubre de 1967